El Viaje Weasley se celebra cada verano, cuando todos y cada uno de los integrantes de la familia se toman un tiempo y deciden pasar el tiempo con la familia. Siempre es el mismo lugar, pero jamás resulta ser lo mismo.
Éste año no tendría por qué ser la excepción.
Las invitaciones habían sido enviadas y recibidas por todos y cada uno, el lugar reservado nada más para ellos y las ganas hasta por el cielo.
Los Weasley se tomaban muy enserio las fiestas familiares, para ellos eran más que una tradición, y el viaje no tendría por qué no serlo. Los momentos en familia eran únicos y bastante agradecidos por ellos.
Ése año los abuelos Weasley no vieron inconveniente alguno el que Albus invitara a su mejor amigo y menos dadas las circunstancias. Para hacerlo sentir parte y no hacerle creer que no era bienvenido, ellos mismos se encargaron de hacerle su propia invitación, bueno… Molly lo hizo. Arthur se había rehusado a invitarlo, había hecho suficiente con aceptar que el nieto de su némesis los acompañara, había dicho. Molly se encargó de recordarle las veces que fueron necesarias que el chico no era su abuelo, ni su padre.
La Cabaña Weasley esperaba ansiosa la llegada de sus dueños, para el día acordado todas las cosas estaban en orden, con las cabañas divididas, los horarios organizados, las cosas ordenadas, y todo bien dispuesto. Perfecto para pasar unas vacaciones inolvidables.
Ése día (23 de Julio) el sol iluminaba y calentaba cada lugar y cosa que se cruzara en su camino. El brillo se reflejaba en los lentes de sol de Rose Weasley, quien fue casi la última en llegar a la Cabaña.
Los Potter ya estaban ahí como se pudo dar cuenta, y supo que tan sólo se debía a que su tía Ginny los había hecho madrugar, después de todo los hacía ayudar en lo que fuera necesario, y el tío Harry no rechistaba.
El tío Percy ya estaba ahí también, sentado en la silla de la terraza leyendo un periódico. Rose rodó los ojos, saludó y entró sin más. No le sorprendió ver a Molly con los brazos llenos de libros, tampoco le sorprendió ver a Lucy con su consola de video juego; la chica se acercó y sin decir nada retiró algunos libros de los brazos de su prima y la ayudó a llevarlos a su cuarto.
Molly le sonrió y luego se encargó de enseñarle el auricular que llevaba en la oreja, no tuvo que decir más, era obvio que estaba conversando con algún compañero así que le sonrió de vuelta y regresó por donde vino, no sin antes dejar de despeinarle su perfecto peinado a Lucy.
Se acomodó el tirante de su blusa y se bajó un poco el mini-short que llevaba. Estaba segura de que sus padres ya habían llegado, pero no veía a su hermano por ninguna parte ni a Lily tampoco.
Fue a la cabaña más cercana que era la del tío George y no le sorprendió verlo recostado en el sillón y con una revista cubriéndole la carta. Sin hacer mucho ruido, pero tampoco evitando hacerlo fue en busca de Fred o Roxanne. Escuchó ruidos en el cuarto de su prima y encontró a ambos junto con Dominique.
La nariz de su rubia prima se arrugó como cada vez que se ponía incómoda, pero Rose no preguntó. Los saludó a los tres y preguntó por los demás.
-Mis padres en la cabaña –dijo Dominique -, platican con la tía Angelina y la tía Audrey. Esperan a los abuelos que han mandado a avisarnos que llegarán más tarde de lo planeado.
-¿No ha llegado nadie más?
-El tío Charlie llega hasta dentro de dos días –dijo Fred -. Los Potter han llegado, Lucy y Molly también, nosotros y tus padres.
-¿No ha llegado mi hermano? –Preguntó con ceño. Roxanne negó con la cabeza.
-Lily está que echa chispas, al parecer se ha retrasado por culpa de Margaret -. Los labios de Rose se fruncieron y un sentimiento de comprensión hacia su prima se le coló.
-Está bien. Bueno, supongo que iré a saludar a los Potter y ya luego iré a ver a mis padres.
-¿Temes que te vean con tus pedazos de tela?
-Por si no lo sabes, hace un calor del demonio allá fuera, Fred. Y no estoy dispuesta a morirme como el pollo que cenaremos.
La cabaña de los Potter se encontraba al lado de la suya, no le sorprendía después de todo a pesar de los años sus padres y su tío seguían igual de unidos que cuando pequeños y a veces se llegaba a pensar que más.
Antes de entrar se sintió observada y al voltear pudo ver a Dominique viéndola desde la ventana, desde su lugar pudo ver cómo su prima volvía a arrugar la nariz y no pudo evitar preguntarse qué rayos era lo que la tenía tan incómoda, después de todo lucía más que bien.
La respuesta le llegó segundos después, cuando alguien que no llevaba ni por equivocación el apellido Potter, le abrió la puerta.
Estaba segura de estar a punto de desmayarse, y sabía que no sería por la insolación.
Rubio, de ojos azules y pálido hasta la médula. Era así como describía a Scorpius Malfoy. Quiso decirle muchas cosas, preguntarle qué hacía ahí, sino tenía algo mejor así, cuándo se iría… pero Albus llegó justo cuando se abrió la boca para seguramente soltar improperios. Puso una mano en el hombro de su amigo ante la fulminante mirada de Rose y alzó las cejas invitándola a que se atreviera a decirle algo a su mejor amigo.
Rose soltó el aire que había estado reteniendo sin darse cuenta y sin dar ni los buenos días, entró a la cabaña en busca de su otro primo. Se encontró con Lily que estaba sentada leyendo una revista, la vio y le intentó sonreír pero nada más le salió una mueca. Rose sabía que su prima estaba enojada por culpa de su hermano, y tener a Lily enojada y cerca no llevaba a nada bueno, así que le sonrió y caminó deprisa hacia el cuarto de James.
La tía Ginny buscaba algo por todos lados así que cuando la vio nada más le dio dos palmaditas en la cabeza y le sonrió sin decir nada. Rose se ofreció a ayudarle pero su tía se negó y le dijo que James estaba en su cuarto.
El cuarto de su primo era el más alejado de la entrada, le gustaba estar a distancia para poder organizar bien las bromas que iba a hacer y para que nadie lo molestara cuando tocara la guitarra. No se dio cuenta que había estado temblando todo ése tiempo hasta que posó su mano temblorosa en el pomo de la puerta, tomó aire y se dijo que Malfoy no se merecía tanta importancia. Tocó la puerta con la otra mano y luego la abrió.
Con los ojos cerrados llamó a James quien le dijo que podía abrirlos. Cuando los abrió James la miraba molesto, Rose se sonrojó sin poder evitarlo y James se pegó en la cabeza.
-Ro, debes dejar de hacer eso, ¿está bien? –dijo -. ¡Debes dejar de sonrojarte! Fue hace años, no volverá a pasar.
-¡Pues te aseguro que no fue nada agradable!
-Para mí fue un hermoso momento –dijo sarcásticamente. Rose resopló y se acostó en la cama de su primo tapándose el rostro con la almohada.
El sonrojo poco a poco se le estaba yendo y es que aún no podía evitar abochornarse al recordar la vez que había entrado al cuarto de su primo y lo había encontrado… satisfaciendo sus necesidades. Pero sus mejillas no estaban nada más sonrosadas por el bochorno, ni por la vergüenza del recuerdo; la rabia que sintió al ver al amigo de su primo favorito no se iba y dudaba que se le fuera por completo alguna vez.
-Son vacaciones familiares, ¿qué hace él aquí? –Preguntó sin poder evitarlo.
James que estaba poniendo un poco de orden en su escritorio se encogió de hombros.
-Albus lo invitó porque de lo contrario se quedaría en casa solo, sus padres han tenido que viajar.
-¿En verano?
-No son vacaciones, según Albus es un asunto personal que no piensa compartir con personas sin sentimientos que nada más se preocupan por uno mismo y a las que su amigo les vale menos que una lechuga.
-¿Qué?
-Así me dijo. No me ha querido explicar pero a papá y mi mamá sí les dijo y obviamente a los abuelos.
-¿Se quedará todo el tiempo?
-Eso parece, Albus no dijo mucho, después de todo sabe que me importan poco sus asuntos.
Desde la cama de su primo, Rose rodó los ojos sabiendo que James mentía. Era normal que su primo fingiera que no le importaban sus hermanos y que no tuviera sentimientos por ellos. Todos sabían que fingía. Y Rose sabía de sobra que si había preguntado por Malfoy no era por interés hacia el rubio sino por interés a la vida de su hermano.
-Yo te recomiendo que no le des mucha importancia… como siempre y disfruta tus vacaciones. Tal vez sean las últimas.
Con el ceño fruncido y confundida, Rose se quitó la almohada de la cara.
-¿A qué te refieres?
-Rosie, tus padres quieren verte –anunció el tío Harry desde el marco de la puerta.
Rose suspiró y luego de darle un beso en la mejilla a su tío y sin despedirse de su primo salió en busca de sus primogénitos.
-¿Por qué somos los últimos en enterarnos que has llegado? ¿En dónde estabas, Rosebud?
-Fue a saludar a la familia, no es mi culpa que nuestra cabaña sea la más lejana.
-Pues debiste anunciar tu llegada, hija. Tu madre anda de los nervios porque tu hermano no llega y me pondrá de los nervios a mi si no se calma –dijo su padre masajeándose la sien con los dedos.
-Pues no creo que lo vayan a ver mucho –dijo, y su padre la miró confundido -. Yo creo que Lily lo mata antes de que mi mamá llegue a su lado.
-¡Rose! ¿Dónde estabas medita? –Preguntó su madre bajando las escaleras.
Rose le sonrió y se acercó a ella para saludarla. Su madre la acarició el cabello y la abrazó fuertemente.
-Mamá, me viste la semana pasada –rió.
-Eso no quiere decir que no te haya extrañado, hija-. Rose rodó y los ojos y volteó a ver a su padre esperando a que dijera algo que molestara a su madre, pero él nada más se encogió de hombros y asintió con la cabeza.
-Ron, Hermione –llamó Harry desde la puerta -, Hugo ha llegado, está con Ginny.
-Tío si sigues así te tomarán como mensajero –sonrió Rose. Harry fingió molestia y le mostró la lengua, Ron rió y Hermione intentó mirar feo a su hija, disimulando una sonrisa -. Será mejor que vayan cuanto antes a ver a mi hermano, no tardará mucho tiempo en partir de este mundo si está en manos de Lily.
-Por mucho que quiera a Lily – dijo Harry -, estoy de acuerdo con Rose.
-¿Por qué has tardado tanto?
Faltaba poco tiempo para que la noche cayera y la cena que harían las Vacaciones Weasley oficial se acercaba.
-Estaba arreglando unas cosas con Margaret.
-No es posible que te hayas tardado tanto arreglando cosas con tu novia.
-Bueno –sonrió Hugo falsamente -, supongo que a todos les alegrará saber que ya no es más mi novia.
-¿Ya no?
-No –dijo Hugo encogiéndose de hombros y abriendo la cajuela del auto de su hermana -. Tuve problemas en que me devolviera el anillo de compromiso que le di la semana pasada, pero me vi obligado a quitárselo luego de encontrarla en la cama con su ex novio.
Rose se quedó sin palabras, y no sabía qué decirle a su hermano. Desde un principio la familia había rechazado a Margaret y no había sido exactamente por la voz tan chillona, infantil y escandalosa que tenía. Lily era la única que se había atrevido a expresar, sin importarle, qué tanto detestaba a la novia de su primo; jamás la había aceptado y jamás lo haría, había dicho varias veces; y la familia estaba de acuerdo con ella. Su madre tampoco había sido de muy buena ayuda pues aunque disimulaba su apatía por la chica, hasta por los poros se le salía cuánto la quería cerca de su hijo.
Lo cierto era que nadie en la familia se esforzaba por disimular. Así que no le sorprendió el comentario de Hugo.
-Rose, ¿es todo? –Preguntó irónicamente. Llevaba una maleta en cada mano, mientras que su hermano llevaba otras dos. Le sonrió de lado.
-Lo que yo traigo son libros, libretas, mi computadora, y unas cuantas cosas más. Lo que tú traes es ropa, querido.
-Pensé que tenías claro que son vacaciones –dijo Hugo, alzando la ceja izquierda -. ¿Qué haces con tantos libros?
-No quiero quedarme atrás con las cosas de la escuela. Son vacaciones, sí, pero tengo alumnos.
-Y tienes nada más 20 años… -suspiró-. ¿Qué harás si no tienes que regresar a dar clases?
-Hugo –sonrió tristemente -, si me hubieran aceptado en ésa universidad, ya me habrían llamado.
-No es posible que se tarden tanto trayendo maletas –dijo su padre en cuanto entraron a la cabaña -. Ayuda a tu hermana a llevarlas al cuarto y arréglense, su madre está por tener otro ataque, y si eso llega a pasar, ¡yo mismo los ahogo en el lago!
Ambos chicos rodaron los ojos y subieron a dejar las cosas en el cuarto de Rose. Hugo le sonrió a su hermana luego de poner las valijas junto a la puerta y se volteó. Rose lo jaló del brazo y lo atrapó en un fuerte abrazo de esos que se daban cuando eran pequeños, luego de ser regañados. Hugo la tomó de la cintura con fuerza y Rose le acarició el pelo.
No podía engañar a su hermana, Hugo no estaba bien.
