Hola a todos los lectores/as del Drarry, soy Kohama, la nueva beta de Arizu, y les traemos "Harry Potter y la Orden de Orión" la versión corregida de "La Orden de Orión"

En esta oportunidad Harry tendrá nuevas y peligrosas aventuras de la mano de sus amigos y algunos no tan amigos. Esperemos que todo le resulte bien...

Capítulo a capítulo se irá develando un intrincado misterio referente a algunas de las más antiguas familias sangrepura, a poderosos magos y a un gran e inminente peligro...

¡Disfruten!

Capítulo 1: El prisionero 406

- ¿Es eso posible? –Harry estaba sentado sirviéndose un café expreso con leche, frente a él estaban Ron, (casado hace dos años con Blaise Zabini), comiendo donas en exceso, y Hermione que bebía su té matutino, era de esas pocas veces que podían reunirse a conversar, sus vidas habían cambiado bastante desde la guerra.

- Claro. – Respondió la chica - De hecho hay como tres de ellos que han sido de mucha utilidad en el pasado. –Harry sopesaba la información. - ¿Recuerdas el caso Green?

- ¿Cómo olvidarlo?… -Harry suspiró ante el recuerdo.

El caso Green había sido el primer caso en el que habían participado al entrar en la escuela de aurores: Un mago no muy poderoso pero sí muy escurridizo se dedicaba a cazar a los muggles. Les dejaba correr y cuando les alcanzaba cortaba sus cabezas, para hacerlas aparecer en el Ministerio.

- Bueno, el jefe a cargo, Weyne si no estoy mal, pidió ayuda precisamente al reo 406. Dicen que es el más eficiente, que antes de ser encarcelado fue un gran conocedor y ayudó no sólo en el caso Green, sino también en varios más. Ayudó a Remus a atrapar a Bellatrix, a los Lestrange… y no sé cuántos más. – Dijo terminando su té.- Si alguien puede ayudarte en ese caso tuyo es él.

- No estoy muy seguro… – Aun así el moreno no pudo negar que se lo pensaría, ambos escucharon a Ron resoplar - ¿Pasa algo?

- Es Blaise… no ha estado muy bien de salud, me preocupa. Ayer casi no durmió, tiene unos sueños muy extraños y se levanta asustado. – Respondió abatido, agarrando su cabeza de forma preocupada - Le dan temblores por todo el cuerpo… sé que está asustado y yo estoy realmente preocupado.

- ¿Lo has llevado a un especialista? – Preguntó la chica mirándole seriamente. - En la tarde tengo un descanso, puedes llevarlo. Hablaré con Erianor para que le atienda. – Erianor Valmont, un medimago de renombre, líder del área de Investigación de Enfermedades Mágicas, se caracterizaba por no atender público, por eso era un gran favor lograr que viera a Blaise y jefe de Hermione.

- Gracias. – El pelirrojo estaba realmente intranquilo. Blaise era lo más importante en su vida, si algo le pasaba… apretó los puños, no, nada podía pasarle.

- Iré a hablar con el reo 406. – Se decidió el moreno. - Me tengo que ir, nos vemos en la noche en la reunión de la orden, espero que Blaise mejore. - Harry se despidió de ambos y salió rumbo a su oficina.

«o»

Caminó lentamente, no había querido aparecerse, aún tenía cosas que pensar. No sabía que los aurores negociaban trueques con los presos de Azkaban a cambio de ayuda.

De camino a su oficina reconoció a Weyne.

- Hola… em… Weyne, ¿puedo hablar contigo? – Era un tipo de unos 40 años, de estatura normal, de cabellos cobrizos y mirada tranquila, pasaría desapercibido para cualquiera; pero tenía una agudeza digna de un jefe auror. Le sonrió con simpatía y asintió.

- Tú dirás, Potter. – Dijo una vez ya instalados en la oficina del moreno. Él había sido su primer jefe, antes de que le dieran una unidad propia.

- Quería saber… sobre eso de que hay prisioneros que ayudan en las investigaciones… - Harry dudaba al hablar, era propio de él desconfiar. Él mismo había encerrado a la mitad de reos de la cárcel.

- Es verdad,- Confirmó el auror. - El Ministro te dio un caso difícil, la orden de Orión, si no me equivoco. – Habló pensativo, mirando evaluativamente al chico frente a él.

- Sí, la verdad no hay delito probado aún contra esta supuesta Orden. Pero el Ministro reaccionó extrañamente. Nos mandó a mí y mi equipo, que nos caracterizamos por ser aurores de acción… tu sabes. –Harry le sonrío. Aurores de acción, o sea, que se encargaban de asesinos, estafadores, mafia… no solían tratar temas de religión.

- Pues a mí me parece bien que Kingsley se preocupe. Desde que el mundo es mundo que existe esta Orden. Incluso se dijo que tú-sabes-quién trató de reclutarlos. Por lo demás no se sabe nada de ellos, sólo que son algo así como una orden religiosa… no sé si de Merlín o de algo más –dijo pensativo. - El reo 406 debe saber de ésto.

- ¿Quién es ese reo? –preguntó Harry, a quien no terminaba de gustarle la idea de trabajar con un delincuente.

- No es un asesino si es lo que te preocupa. – respondió Weyne. - De hecho fue compañero tuyo en la escuela: Draco Malfoy.

- ¡¿Qué cosa? - Harry tuvo que aceptar que estaba sorprendido. – Creí que había desaparecido…

- No, no lo hizo. Es extraño que no te hayas enterado. – Weyne acarició su mandíbula, pensativo. - En un acuerdo con Rufus Scrimgeour su familia acordó tenerlo encerrado hasta que la guerra terminara. Las cosas se les complicaron y se cerró el acuerdo de no sé cuántos años. No preguntes – Acotó al ver la cara de incredulidad del moreno.- Por alguna razón que desconozco muchas personas lo quieren muerto. No está en una celda, si quieres saberlo; tiene una habitación bastante confortable.

- ¿Me estás diciendo que Malfoy está por su voluntad en Azkaban? – Preguntó con desconfianza. El hombre frente a él sólo levantó y bajó los hombros, en señal de inocencia. La verdad era que Wayne no tenía idea por qué el chico seguía en prisión, lo único que sabía era que les ayudaba con las investigaciones, y por experiencia él sabía que no era bueno tener 'conocimiento de más'.

- Mira según mis suposiciones… o está voluntariamente en Azkaban o ha ayudado tanto a los aurores que ha logrado hacerse por su cuenta de un lugar más o menos decente. Te aseguro que ese tío tiene hasta una mini biblioteca en la prisión. – Harry negó sin poder creerlo. - Quizás si tú le preguntar a Kingsley tal vez te cuente de qué va todo eso. – Dijo al fin poniéndose de pie. – Tal vez no te guste que los presos colaboren con nosotros, pero yo no puedo quejarme Harry, Malfoy ha sido fundamental para resolver crímenes, desde cosas simples hasta pociones en mal estado. El chico es brillante y puedo decirte que la gran mayoría pensamos que está allí porque le están protegiendo de algo.

Cuando Weyne salió, el moreno estaba aún más confuso. El reo 406 estaba ahí por su voluntad. No pudo resistir la curiosidad y sin más salió rumbo a la oficina del ministro.

«o»

No tuvo problemas en llegar, la oficina del Ministro ocupaba un piso completo. La secretaria de Kingsley, una chica pelirroja más o menos de su edad, se sonrojó al verlo y se levantó de inmediato para avisar al Ministro del arribo del auror Potter.

- ¿Qué te trae por aquí Harry? –Preguntó el ex-auror apartando el pergamino que revisaba. - ¿Encontraste algo de la Orden de Orión?

- No, señor. – Respondió Harry tomando asiento. - Vengo a hablar por otro tema; es el reo 406… Draco Malfoy. – Kingsley se vio pensativo, pero le dejo continuar.- Si es verdad que ha trabajado ayudando a los aurores, y que tranzó su estadía en la prisión con Scrimgeour… ¿Por qué terminada la guerra sigue encerrado? –el Ministro suspiró.

- Malfoy es probablemente el segundo caso más extraño que he visto en mi vida. – Contestó sinceramente, mirando a Harry - Tú eres el primero. Te encargué investigar a la Orden de Orión, porque al parecer nuestro reo favorito pertenece a ella; y hace poco se han dejado notar en Francia e Italia. Lo que significa que los siglos de silencio se acabaron. La orden de Orión, tal como dice su nombre, espera la llegada del tal Orión, que se supone que será el mago más poderoso de la historia. Rumores entre los Ministros de Francia e Italia dicen que buscan un nuevo Lord… pero que gobierne toda Europa; un supuesto elegido.

- ¿Y por qué no se ha dado la alarma a los Ministerios del resto de Europa? –Harry estaba realmente impresionado. – Esta supuesta Orden podría ser muy peligrosa.

- Dumbledore nos pidió moderación. Todo lo que tenemos de la Orden de Orión son rumores. El mismo director dice que toda la vida han existido pero que no sabe casi nada de ellos. No puedo arriesgarme a un terror colectivo cuando recién termina esta guerra. Necesito que averigües qué sucede. – Se veía bastante abatido. - Harry el reo 406 es una pieza fundamental, pues Rufus en sus referencias señaló a la Orden de Orión y algunos nombres. Necesito que te ganes su confianza, pero que poco a poco le vayas preguntando por esa condenada Orden.

Harry frunció el ceño, irritado.

- No creo que sea posible. Malfoy me odia.

- Varios de tus compañeros de escuela dicen lo contrario. He hablado con Blaise y Pansy – Ambos en relación con la Orden del Fénix, pero ninguno perteneciente. Blaise como marido de Ron, Pansy como pareja de Percy. - Ellos dicen que si Malfoy te hubiera odiado no se habría molestado en no dejarte en paz. De hecho ellos lo clasifican como tensión sexual adolescente. – Harry se sonrojó furiosamente, sorprendido y abochornado. No era necesario mentirle a Kingsley él sabia que él era bisexual, pero que señalara además que podría usar esa 'arma' contra Malfoy de cierta forma le hizo sentir muy incómodo.

- Bueno… no. Digo, eso no es…

- Ahí tienes un punto a tu favor, Potter. Ve y obtén toda la información que puedas.

- ¿Y se supone que lo seduzca? – Exclamó ofendido. - Ese no es el trabajo de un auror…

- Tu trabajo, Harry, – Kinglsey le apuntó con un dedo severo. – es conseguir toda la información posible sobre la Orden de Orión, para su evaluación y, en caso de que sea peligrosa, posterior desmantelamiento. El cómo lo hagas es asunto tuyo.

El auror enmudeció. Era cierto, no tenía que seducirle para sacarle información. Era una persona inteligente, y el rubio no se dejaría seducir por alguien que, en su situación, le representase peligro.

- Ya… -se retractó. - Supongo que puedo acercarme, decirle que… o sea, debería tomar otroscasos y que Malfoy me ayude a resolverlos, para ganarme su confianza. Qué sé yo, pasar tiempo con él, supongo. – Kingsley le miraba pensativo.

- No es mala idea, Dumbledore me envió una carta hace poco, pidiendo que el tema de la Orden de Orión, fuera tratado directamente por los miembros de la Orden del Fénix. Tal vez sería mejor, pues así no me preocuparía por posibles traiciones. –Harry asintió. -Pero eso dejaría a Sirius y Remus al mando.

- No hay problema. – Sonrío el moreno. - Volver a trabajar con toda la Orden será fenomenal. Mientras tanto me ocuparé del caso el tráfico de pociones al mundo muggle con Malfoy. De todas formas necesitaba algo de ayuda, aún no encuentro nada. – Kingsley asintió, el moreno iba saliendo de su oficina cuando le detuvo.

- Por cierto, Harry, la reunión de hoy con la Orden del Fénix en la noche es a las 8 en la Madriguera, no lo olvides.– El moreno puso mala cara. - Sé que terminaste mal con Ginny pero es algo fuera de ustedes. Necesitamos saber que esto no es un peligro real… y de serlo, debemos estar preparados. –Harry asintió y salió de la oficina, se dirigió a pasos rápidos rumbo a la cárcel.

«o»

Azkaban seguía siendo tan sombría como siempre. Su fría estructura de piedra azotada por heladas aguas, el aroma a miedo que desprendía, el dolor y la locura palpables en cada habitación; simplemente hermoso. Quizás como auror debería estar acostumbrado, pero no podía detener el escalofrío que le recorría cada vez que atravesaba las inmensas puertas de entrada.

- Buenas. – Saludó a los guardias mientras se paraba dentro de un círculo dibujado en el piso. Sintió los hechizos recorrer su cuerpo en busca de objetos prohibidos. Cuando éstos cesaron apareció en su pecho una insignia que rezaba: "Auror Potter. Jefe de la 3º unidad del cuerpo de aurores del Ministerio. Permitido el acceso a todas las áreas". - Estoy buscando la celda 406.

- Claro Potter. – Respondió uno de ellos mientras buscaba los datos en una planilla.- Área 23 – Leyó.- Sube hasta esa área, sigue por el pasillo a tu izquierda. Debes pasar por la zona de máxima seguridad. La celda 406 es la última puerta, está medio alejada del resto. – El moreno les agradeció y camino en la ruta indicada.

Hacía mucho frío en ese lugar, odiaba Azkaban, no entendía como alguien podía estar ahí por voluntad propia. Abrió la puerta con la llave maestra que todo jefe de unidad tenía. No le sorprendió el lugar: frío, tétrico y húmedo, igual que el resto de la prisión. La diferencia radicaba en el estante lleno de libros que ocupada toda una pared, en los candelabros y antorchas colgadas por ahí, y en una alfombra que, si bien mostraba haber tenido mejores tiempos, era un lujo que los presos comunes no tenían.

Le vio acostado en el típico camastro que se repetía en esas celdas: un catre con un delgadísimo colchón, y una manta que no alcanzaba para llamarle sábana. Por lo menos tenía un abrigo, muggle para sorpresa del moreno, probablemente por sus servicios con los aurores. La verdad lo que había dicho Wayne cobró sentido: sí era un lugar mucho mejor que el resto de la cárcel.

- ¿Hola? – El chico en la cama se sentó en ella. Le miro evaluativamente para finalmente sonreír.

- Te tardaste. – Harry frunció el ceño. Nunca había estado allí, ¿de dónde sacaba el rubio esa frase? Tal vez después de tanto tiempo en prisión se había terminado de volver loco. - Sabía que algún día me ibas a necesitar. – Añadió al notar la cara de negación del moreno. - ¿De qué se trata?

- Tráfico de pociones – Respondió poniéndose en el papel de auror.

El rubio se mostró sorprendido y tal vez algo decepcionado, se levantó y se acercó a él. Entonces Harry notó los cambios: no era rubio, su cabello era completamente blanco y estaba sucio, sus ojos antes de un gris oscuro extremadamente expresivos, (por lo menos reflejando su odio hacia él), ahora estaban apagados y eran de un gris perla casi blanquecino. Su piel era aún más blanca de lo que recordaba.

- Mandé a buscar la carpeta con los datos. – El otro miró interesadamente sus ojos, suspiró sonoramente.

- Bien, ¿cómo actúan?

- Eh… bueno, no sabemos cómo lo hacen, pero llevan pociones al mundo muggle. –Draco se vio pensativo y busco entre sus libros. - Son pociones que para nosotros son de uso doméstico, dolores de cabeza, estomago, resaca. Pero en el mundo muggle han alcanzado un alto valor y han puesto en riesgo el código de no dejarnos conocer por ellos.

- ¿Cómo las envían? Eso es sencillo. – Dijo tomando un libro de recomendaciones muggles. - Pasé una temporada viviendo entre muggles, – la expresión de sorpresa de Harry le hizo seguir hablando. - no por voluntad propia, estaba huyendo de la guerra. –volvió a suspirar. El moreno notó que el cabello del platino le llegaba tal vez a la cintura. - Son extremadamente dependientes de sus fármacos inservibles… unas pastillas. – Le dio un dibujo, Harry las conocía, glándulas blandas para no dañar el estómago, según los muggles. - Sería fácil para cualquier mago que sepa algo de pociones poner la poción en una pequeña dosis dentro. De esa forma pasan al mundo muggle y nadie sospecha nada. – Sonrío triunfante. - ¿Hay sospechosos?

- Hasta ahora estábamos investigando una nueva firma corporativa, conocidos en Francia. – El rubio puso mala cara.

- ¿Se le pasaron a Erianor? – Preguntó sorprendido. - Tal vez no son tan novatos como crees.

- ¿Erianor? – repitió confuso. - ¿Qué tiene que ver el jefe de Investigación de Enfermedades Mágicas con esto? – Harry sabía quién era, pero le sorprendió que el rubio lo supiera y que estuviera relacionado con el caso.

- Todo, pues no se puede ser medimago sin saber de pociones, me lleva a pensar que hay algo más grande detrás de esto. Erianor es uno de los tipos más capaces que conozco, simplemente no me creo que unos novatos se le hayan pasado por alto. – Se apoyó en la pared con aire pensativo, cuando unos golpes en la puerta le distrajeron.

- Jefe – Una mujer de cabellos negros y ojos azules ingresó en la habitación, le entregó una carpeta al moreno y se fue. Draco se la quitó de las manos y la leyó rápidamente.

- Algo anda mal con esto. Creo que no sólo se trata de… - Volvieron a tocar la puerta. Esta vez entró un hombre de uno 35 años, de cabellos castaños claros, con unos anteojos de marco fino que adornaban sus llamativos ojos celestes. Vestía como doctor, pero uno muggle.

- Draco – El hombre corrió al verlo y le estrechó protectoramente entre sus brazos. Harry notó la incomodidad del rubio ante el gesto, pues estaba adorablemente sonrojado.

'Adorablemente… No, yo no pensé eso' - se dijo Harry.

- Erianor, suéltame. Estoy trabajando con tu estupidez – El tipo se alejó sólo unos centímetros para ver a Harry. Su expresión tierna cambió por una profesional. - Según este auror, se te pasó un grupo de novatos que trafican pociones al mundo muggle.

- ¡Oye, eso es información clasificada! – exclamó Harry.

- Tranquilo, – Dijo el jefe de los medimagos, vestido o disfrazado de muggle. - ya lo sabía. Es sólo que el joven Potter me advirtió que me quitara de en medio, que era su trabajo. – Aclaró sonriendo y volviendo a abrazar al platino. - Tu cabello necesita un lavado, ¿es que aún no tienes baño? – Draco se volvió a ruborizar, pero ahora de vergüenza.

- No, tengo a veces permiso de usar las duchas de la prisión. – El de cabellos castaños se vio pensativo.

- Tendremos que arreglar eso. – Pasó cariñosamente la mano izquierda por los cabellos del platino; por la expresión del Malfoy, Harry supo que amaba que hicieran eso. Pasar los dedos por entre su cabello, se veía tentador. Cuando Erianor quitó los dedos los tenían sucios, y el cabello del rubio resplandecía. - Así está mejor. – Tomó su rostro entre sus dos manos. - Sé que estás trabajando, lo siento, tenía que saber que estabas bien. – El rubio se veía tan manso entre las manos del doctor, que provocó una pizca de envidia en Harry. - Tengo que irme, vendré la próxima semana con Huge. – Le dio un corto beso en la frente y se encaminó a la salida. - Cuídelo señor Potter, Draco no ha estado muy bien de salud. – La puerta se cerró.

- ¿Amigo tuyo? – Preguntó burlonamente el moreno.

- Defensor. – Harry se puso serio, tal vez ese hombre tenía algo que ver con la orden de Orión. - Amigo de mi padrino. – El moreno se relajó, Snape seguía trabajando para ellos en la Orden del Fénix.

Ahora fue el turno del rubio de suspirar. No, esos dos, Severus y Erianor, no eran amigos, pero era mejor relajar a Potter.

- Estoy agotado, déjame la carpeta, lo analizare. Ven mañana y prometo tener resultados. – Le sonrío amablemente, Harry le vio subirse a la cama y dejarse caer, parecía verdaderamente agotado.

- Oye… ¿estás bien? – Harry se sentó al lado de la cama, en un pequeño banco, toco su frente, tenía un poco de temperatura.

- Ya pasará – Suspiró restándole importancia.

- Has cambiado – aseveró sin pensar el moreno. - Hasta en lo físico.

- La gente cambia, yo he madurado – El rubio se acurrucó, mientras se aferraba a su manta, Harry se quitó su túnica y se la puso encima.

- ¿Estás mejor? – Draco le miro impresionado.

- Tal vez… – El rubio se levantó y rozó sus labios con los del moreno. Un roce algo cuasi casual, Harry sintió como parte de su magia envolvía protectoramente al platino. - …sea cierto.

El rubio se quedó dormido en sus brazos, entre la túnica, la manta y la cama.

Harry no sabía qué hacer, hasta que opto por dejarle descansar, el medimago había dicho que el rubio estaba algo delicado. Le dejo la túnica, no sin antes aplicarle un hechizo para mantenerle caliente.

Se sintió raro, hacía siglos que no le daba magia a alguien, supuso que Draco debía estar muy desesperado para haberle 'pedido' parte de la suya…

¿Cuándo iba a salir de la prisión?

No pudo detener la tentación, y pasó los dedos por entre el cabello del platino, el tacto fue suave, como tocar el agua.

- ¡Ah! – el rubio había gemido.

Harry se sonrojó, esa clase de gemidos eran propios de otro tipo de situaciones. Miró su reloj, iba 10 minutos tarde a la junta con la Orden del Fénix, por lo que se apresuró a salir de Azkaban y se apareció cerca de La Madriguera.

CONTINUARÁ...