Todos los personajes son creados por Masumi Kuramada, solo lo hago por diversión y con el fin de hacer volar la imaginación de nosotros los fans, sin mas me despido y espero disfruten de mi historia.

Capitulo 1. Todo se teñirá de oscuridad.

Antes de que los dioses olímpicos reinaran sobre los mortales, mucho antes de la era del mito, aun antes del nacimiento de los titanes proveniente de Gea y Urano, existió Caos, hijo de la misma Oscuridad, él lo era todo y nada al mismo tiempo, fue luz y oscuridad y de él surgió la vida, de él nacieron sus descendientes el Erebo, la Noche, Éter y el Día. Su vida entera contemplo el reinado que el cielo y la tierra formaron mientras él se encontraba en su intermedió simplemente observándolos en si para ver como ellos creaban vida.

Vio la formación de Gea y se sorprendió de que esta formara a Pontos y Urano, del que nacieron los titanes, cíclopes y hecantóquiros, de entre todos ellos miro el alzamiento de Cronos contra su progenitor y lo permitió. Al final él era quien velaba por todo y dejo que Cronos y su hermana Rea también engendrarán a los dioses los cuales derrocaron a sus padres como estos habían hecho con sus ancestros y vio la formación de la raza humana, a imagen y semejanza de los mismos dioses, pero estos guiados por la tentación y la lujuria se relacionaran con su propia creación y se formo la figura mitológica de los semidioses, aquellos descendientes de un dios y un mortal.

Pero en la perfección de aquella vida que se creo, vio surgir la maldad en la raza humana y que fue extendiéndose hasta hacer luchar a los dioses entre sí por aquellos, tal era el caso de las múltiples veces que vio intervenir a la diosa Athena a favor de aquellos, aun en contra de su propia familia, miro como diosas como Artemisa, Hera y Afrodita luchaban por la atención de un mortal, como Zeus abandono su matrimonio para yacer en la cama de muchas mujeres mortales y provocar la ira de Hera, contemplo como aquellos seres surgidos de esa unión preferían a los mortales sobre su origen divino y eso le hizo ver. El daño que la raza humana había hecho sobre la creación previa a ella y le miro como una clara amenaza, una mancha oscura que teñía de negro todo lo que tocaba, destrozando todo a su paso, olvidándose de sus creadores y dañando a las otras creaciones.

Por ello como el único ser descendiente de oscuridad, tenía que intervenir y acabar con aquel mal, antes de que arrasara con todo a su alrededor. Así que utilizaría aún en contra de la voluntad de los mismos, al propio fruto de ellos mismos, aquellos dioses menores que aun les beneficiaban y servían de sus intermediarios, como antes ya había ocurrido usaría a los hijos contra sus propios progenitores no importaba su mitad mortal, pues aquella les perfeccionaba antes de malignizarnos. Reviviría a cada semidiós muerto para que acabaran con el mal sembrado en la tierra, para terminar con la raza humana.

Se encontraba dentro de su propio templo en el Olimpo en silencio, había adquirido hacia muchos siglos el horario por los que se regían los mismos humanos, así que imaginaba que en esos momentos seria el amanecer, recargo su mandíbula sobre el barandal de su balcón y contemplo los extensos campos llenos de flores de diferentes tipos y la abundante agua que corría de un lado a otro en fuentes, ríos, cascadas y lagunas, meneo suavemente su cabellera, irguiéndose para recargarse sobre el respaldo de su silla, estiro ligeramente su mano hacia la mesita que estaba tras él para tomar su copa llena de ambrosía pero se sorprendió al no sentirla.

Alzo una ceja intrigado ante aquello y volvió a repetir la acción, pero la búsqueda de su copa tuvo los mismos resultados, miro de reojo en busca del liquido en el suelo, aunque no había escuchado absolutamente nada, pero tuvo los mismos resultados y en el suelo no encontró nada. Se levanto algo molesto, pensando que tal vez los mismos Hermes o Dionisio se habían movido de sus propios templos para molestarlo pero por el contrario el rostro frente a él, le impacto.

-Hércules. – Menciono él hombre frente a él, caminando por el largo de la habitación con la copa de vino en su mano, se extraño al verlo, no era ninguna cara conocida al menos para él, pero sentía que su cosmos iba más allá de un dios, claramente no era un mortal ni un semidiós como él, tampoco era un titán les había enfrentado en su vida mortal y no era ninguno de ellos.

-¿Quién eres? – Se movió con precaución por la habitación, analizando al hombre frente a él como si de una presa se tratara.

-¿Qué quién soy? – Su voz carecía tanto de una emoción que le provoco un escalofrió cuando se detuvo y voltio a mirarle, elevo la copa hasta que esta toco sus labios y vertió el contenido liquido en su boca, dando lentos sorbos, saboreando cada mezcla de sabores de aquella bebida digna de los dioses. – Deliciosa. – Repuso fríamente, camino hasta quedar parado frente a Hércules y por algún motivo el héroe se sintió tremendamente amenazado. – Yo soy todo y nada, provengo de la oscuridad pero he creado la luz, me llaman Caos pero busco la paz.

-¿En ese caso que haces aquí en el Olimpo? – Hércules recorrió rápidamente la lista de héroes, semidioses, dioses y la descendencia del mismo Pontos, pero no conocía al hombre frente a él y aquello le atemorizo aunque sus facciones eran gallardas y llenas de valentía, aquello solo significaba que el hombre frente a él era aun más antiguo que el mismo Urano e incluso Gea, él era el predecesor mucho antes de que la vida misma iniciara.

-He sido espectador por muchos años de las guerras desatadas por simples sentimientos vánales, lo he visto, la rebelión de Cronos contra Urano y la de tu padre contra Cronos y sin duda aquellas batallas siempre han tenido un fin, terminar con la maldad que recién surgía, pero desde la era del mito, absolutamente nadie ha intervenido para erradicar aquel mal.

Caos comenzó a girar alrededor de Hércules con cautela, mientras les analizaba el hijo de Hércules y héroe de la época del mito se estaba exasperando y ciertamente él no tenía un carácter pasivo si no todo lo contrario muchas veces había actuado de forma impulsiva. Le detuvo del brazo con fuerza impidiéndole que continuara rodeándolo y le encaro. - ¿A qué te refieres? Me estas exasperando, Caos.

-Hablo del mal que está en ti, la mitad mortal. – Caos no se turbo ante el agarre brusco del único semidiós que reinaba como un dios, pues aun Dionisio intervenía más por los humanos que él mismo. – Un semidiós posee lo mejor de los dioses y los mortales, sus cualidades divinas son excelentes, como la fortaleza y la energía extraordinarias, el poder de cruzar entre la vida y la muerte y regresar sin ningún daño del más allá, ser intermediarios incluso entre dioses y hombres. Poseen la vida y la esperanza del espíritu humano y la furia de sus innumerables sentimientos, en pocas palabras Hércules los semidioses es la perfección misma, son la evolución de los seres más poderosos pero racionales.

-¿Aun no me has dicho que deseas? – Hércules soltó a Caos como si este le quemase, presentía algo, no sabía que pero sentía que la presencia de aquel hombre no auguraba nada bueno, tal vez no afectara a los dioses, pero sabía que el destino era muy diferente para los mortales, les acababa de llamar el mal.

-Ya te lo he dicho, ustedes, la raza perfecta acabara con la escoria humana, ese es el fin de la creación de los semidioses. De la misma forma que tu padre acabo con el suyo y le encerró en el tártaro, de la misma manera en que Cronos derroco a Urano, la misión de los semidioses es acabar con la maldad de la raza humana. – Hércules retrocedió como si aquellas palabras le hubieran herido y empuño su mano, conteniendo toda la ira que sentía. – Eliminaremos a todos los humanos y empezaremos de cero, eres el único que falta.

-¿Qué? – Hércules se acerco a Caos y le tomo por la túnica elevándolo unos cuantos centímetros del suelo. - ¿Qué has hecho?

-Te resistirás como muchos de tus iguales ¿Qué acaso no ven la maldad en los mortales? – Caos sonrió impetuosamente al semidiós que fruncía el ceño con enojo.

-¡¿Qué has hecho Caos?! ¡Llamas maldad a los humanos y te arrastras hasta aquí para pedir mi ayuda, conociendo que yo soy mitad mortal y aun así nos llamas la perfección! – Hércules gruño enfurecido, elevo con su mano izquierda a Caos mientras empuñaba la derecha la cual dirigió al rostro del mismo pero, Caos solo basto con mirar hacia su puño para detenerle por un fuerza oscura que rodeo su puño. - ¿Qué diablos?

-No te preocupes. – La voz vacía de Caos hizo que un escalofrió recorriera cada fibra nerviosa de su cuerpo, miro como alzo una mano y la coloco sobre su cabeza. – Permíteme eliminar esa parte que te detiene. – Unas especies de ondas rojizas rodeo a Hércules y le derribo al suelo, cayendo pesadamente de rodillas, a pesar de sus esfuerzos por levantarse, miro enfurecido a Caos, mientras veía que el color rojo comenzaba a teñirse de un negro que le rodeo, al tiempo que sentía una fuerte presión en su cabeza y el dolor le taladraba lo que lo obligo a gritar no de dolor, si no de impotencia. – Relájate todos han cedido con esto.

-¡Nunca! ¡Jamás te lo permitiré Caos! - Hércules reunió todas sus fuerzas y despejo una de sus rodillas del suelo, la cual doblo, puso sus manos en esta para impulsarse, pero el impacto en su cerebro aumento, la desesperación le embargo, al tiempo que sentía su sentido común nublársele y un vacio embargaba su alma. -¡No! – Hércules logro ponerse de pie, con gran esfuerzo y apenas logro erguirse miro directamente a Caos a los ojos, pero no era él mismo, ya no más.

-Contigo estamos completos. – Caos comenzó a rodearlos a ambos con un torbellino negro y ambos desaparecieron.

¡Athena! ¡Athena! ¡Athena! Las voces resonaron en medio de aquel prado lleno de flores, giro el rostro en busca de aquellos que le llamaban, porque había podido distinguir los diferentes matices de voces que le nombraban pero miro en la llanura la infinidad de rosas de todos los colores y tipos pero no vio absolutamente a nadie. Se extraño profundamente al percibir que se encontraba en medio de aquel claro pero que este parecía distorsionarse y una sensación le embargo por completo cuando a su mente vinieron muchos flash back sobre su vida inmortal durante la era del mito cuando ayudo a diferentes héroes y semidioses, pero no supo el porqué había una insistencia en la protección en que ella hubiera dado a ellos.

Recordó la ayuda prestada a Perseo para decapitar a Medusa, como enseño a Hércules a despellejar al león de Nemea, a derrotar a los pájaros del Estinfalo, a capturar a Cerbero y a matar a la hidra de Lerna, como la naturaleza astuta y perspicaz de Odiseo la ganaron rápidamente y le hizo darle su favor, la bendición que otorgo a muchos héroes y semidioses durante sus batallas y conquistas siempre y cuando hubiese un factor favorable para ello.

-¡Athena! – Esta vez la voz fue muy clara, casi le habían gritado al oído, se levanto y retiro sus cabellos negros que caían sobre su pecho enviándolos hacia atrás, camino entre las dulces flores que desprendían diversos aromas, pero después un fuerte aroma fétido inundo el paisaje y del horizonte pudo observar como una densa oscuridad comenzó a consumir todo a su paso, intento utilizar su cosmos pero este no se despertó, fue entonces que intuyo que aquello era un sueño, por lo que en lugar de dirigirse hacia el lado contrario camino hacia la oscuridad.

Un fuerte remolino comenzó a rodearla y elevo sus cabellos alrededor que cubrieron su vista unos segundos, pues los tomo y los puso detrás de su oído, sintió como una mano se agarro a su tobillo y cuando se giro el torbellino se disolvió y el campo que antiguamente estaba rodeado de flores, se lleno de cadáveres apilados, con moretones y sangre por doquier algunos con heridas de espada otros atravesados por flechas y así continuaban, unos tras otros.

-¿Qué significa esto? – Continuo caminando sin pisar ningún cadáver, hasta que un cosmos la alerto se giro para encontrar a su atacante y observo como una flecha surcaba el aire en dirección a ella, le tomo con su mano y busco a su atacante. Pero de la misma forma no hubo ninguna persona en aquel penoso valle, se percato que aquella flecha mantenía enredado un objeto cubierto por trozos de piel. – Esta piel pertenece al león de Nemea. – Susurro para sí misma, desenvolvió la piel y observo una potente garra oscura en el interior. – Una de sus garras. Hércules que tratas de decirme, acaso tu…

Saori elevo su rostro hacia los cuerpos frente a ella y observo a su hermano rodeado de la profunda oscuridad, sus ojos no mostraban ningún sentimiento pero su rostro estaba contrariado por la ira y la furia y sus manos se enrollaban alrededor del cuello de Saori, se movió entre los cuerpos con velocidad intentando alcanzarlo. - ¡Hércules! ¡Hércules! Detente… - Su voz se convirtió en un susurro, pues justo en ese momento varias manos le detuvieron, se giro para ver a sus captores y se sorprendió de ver a otros semidioses.

-Ellos no merecen ser salvados. – La voz de Perseo le helo la sangre y miro a Hércules erguirse mientras el cuerpo yacía sin vida en el suelo, tenía la boca abierta y los ojos saltones, mirándola fijamente.

-¡Athena! ¡Saori! ¡Saori despierta! – La voz de Seiya le hizo abrir los ojos de improvisto, se levanto, sentándose en su cama respirando agitadamente, su cuerpo estaba cubierto de un ligero sudor a perlado y temblaba aún recordando su visión, ¿Qué significaba todo aquello? A pesar de dejar de soñar la voz del japonés sonaba distante, movía sus ojos de un lado hacia otro, intentando recordar aquel fatídico sueño. Alejo a Seiya con una mano y tomo su bata, la enredo alrededor de su pijama y salió a su balcón.

-Athena… - Seiya le siguió con la mirada pero la mano del patriarca le detuvo, sabía que Saori ni siquiera había reparado en la presencia de él y Dokho en la habitación, indicándoles que la diosa posiblemente tuvo una premonición de un futuro cercano.

Sintió el aire cálido golpearle el rostro, camino descalza por el frio mármol, llevaba su mano en el pecho intentando relajarse, aun podía sentir las manos de Hércules alrededor de su cuello, asfixiándola a pesar de no haberlo sentido en su sueño, mostrándole seguramente que estaba en su esencia divina en ese entonces. Poso su mano blanquecina en el frio mármol y elevo sus ojos zafiros hacia la luna que aquella noche resplandecía, iluminando todos los rincones del santuario.

Primero aquellas voces que le llamaban acaso eran ¿Suplicas de las personas que yacían muertas? ¿Eran acaso de sus caballeros? ¿Pedían su ayuda? Eso era imposible porque ellas les conocía, no recordaba de donde, pero sabía que las había escuchado antes. Volvió a rememorar las ayudas que otorgo a los héroes en la antigüedad pero esto no le llevo a ningún lado. ¿Por qué Hércules y los otros semidioses habían hecho algo como aquello? ¿Por qué asfixiaban a Saori? – Ellos no merecen ser salvados. – Susurro para sí misma, se giro rápidamente sintiendo que su pulso aumentaba.

-No puede ser. – Se dijo ella misma, ahora veía las cosas con más claridad. – No. – Aquellos que pedían su auxilio eran los semidioses, nunca fueron sus caballeros ni los humanos y ellos mismos habían creado esa visión para alertarla del fin de la humanidad por sus propias manos, pero ¿Qué les conducía a aquello? ¿Ellos mismos eran mitad mortal? Iban a acabar con todos, incluso con su vida para obligarla a salir de un cuerpo mortal, para que abandonara el cuerpo de Saori.

Entro a su habitación una vez que sintió como su respiración y pulso volvieron a la normalidad y esta vez distinguió a las tres figuras que permanecían aún de pie al lado de su cama, esperándola con el ceño fruncido, claramente queriendo una explicación pues si habían acudido hasta allí era porque seguramente había gritado entre sueños, sonrió nerviosamente a su patriarca y al antiguo maestro que se mantenían recargados en las paredes con los brazos cruzados y le miraban paternalmente y luego estaba Seiya sus ojos le analizaban con preocupación, casi como si tuviera una enfermedad terminal.

-Fue una pesadilla… perdónenme si grite. – Susurro suavemente pero las miradas que le devolvieron Shion y Seiya le indicaron que algo más había ocurrido. -¿Qué paso?

-Athena, no fue solo una pesadilla, su cosmos desapareció durante media hora. – La voz de Dokho sonó severa. – Todo el santuario está preocupado por usted pensamos que algo le ocurrió, tiene a toda la orden dorada y los caballeros divinos esperando en el salón patriarcal.

-No puede ser posible. – Susurro para sí misma, pero recordó que durante su sueño su cosmos no le había respondido. Shion le analizaba con la mirada en silencio, por lo que se dejo caer en la cama. – Fue un sueño muy extraño Shion, ni siquiera yo alcanzo a ver las dimensiones de este, pero no auguria nada bueno.

-Puede explicárnoslo princesa. – Shion se sentó a su lado respetuosamente y le tomo por la temblorosa mano, estrechándola entre las suyas. Desde que Athena les devolviera a la vida a todos los santos caídos en las antiguas guerras contra Poseidón, Hades y previa a las 12 casas hacia un año ambos habían desarrollado una relación como de padre e hija. – Tal vez podamos ayudarnos.

-Seiya ve a avisarle a los demás que Athena está bien. – Dokho miro al japonés que dudo unos segundos en salir de la habitación y tuvo que intercambiar una mirada con Saori, para obedecer al antiguo maestro, quien le observo hasta que abandono la habitación, camino frente a la peli lila y se recargo en el frio muro de mármol, cruzo sus brazos sobre su pecho y le miro. – Le escuchamos.

-No podría describírselos, fue algo que jamás había sentido, en mi sueño, fue más como una premonición, pero no se la magnitud de esta hasta que vaya yo misma al Olimpo. – Dokho y Shion intercambiaron una mirada llena de preocupación, sintió como la mano del peli verde le tomo con mayor calidez. – Se que ha ocurrido algo, varios semidioses pedían mi ayuda, escuchaba sus voces pero no les veía y de pronto se formo una oscuridad de la que intente defenderme y mi cosmos no me respondió, mire hacia todos lados y el suelo estaba lleno de humanos que yacían muertos a mis pies, pero en lo alto de una colina pude ver…

Se interrumpió ella misma y contemplo las expresiones de ambos santos, que dejaron de mirarse para posar sus ojos sobre ella, pero veía sus mandíbulas tensadas, manteniendo una expresión grave en sus rostros, podía sentir la rigidez de Shion por la forma en que apretaba su mano, a pesar de trasmitirle calidez, también percibía la tensión que contenía su patriarca.

-Athena. – Le llamo Dokho suavemente para escucharla, sus ojos se cerraron suavemente y su expresión pareció serenarse al instante, volvió a abrirlos mostrando sus ojos azules que le observaron con tranquilidad.

-Me vi a mí, me refiero al cuerpo de Saori, yo estaba parada en medio de infinidad de cuerpos, en mi esencia divina, contemplando como Hércules asfixiaba a Saori enrollando sus manos alrededor de mi cuello, intente hacer algo pero las manos de otros semidioses me detuvieron. – Shion y Dokho intercambiaron una severa mirada, la preocupación se había esfumado de sus rostros para ser sustituida por una ligera rabia e impotencia.

-Athena muchas veces, los sueños tienden a alertarnos de próximos sucesos. – La voz calmada de Dokho le recordó cuando él advirtió el inicio de la guerra santa precisamente por un sueño.

-Lo sé y es por ello que me preocupo, ellos decían que no merecían la pena ser salvados, cuando en realidad yo misma como diosa sacrificaría todo por la humanidad. – Saori se puso de pie y camino hacia su ventana, acariciándose el cuello como si el recordar su sueño las manos de Hércules volvieran a enrollarse en su cuello. –Algo ha ocurrido, puedo sentirlo y la única forma de averiguarlo es ir al Olimpo. Los semidioses tienden a interceder más por los humanos que por los dioses, que ellos actuaran de esa forma solo indica que obedecen a alguien superior.

-¿Está segura? – La voz de Shion sonó con resignación pues sabía que aquella era la única forma de descubrir de que iba todo aquello.

-Es la única forma Shion. – Apretó la mano de su patriarca con suavidad y le miro llena de determinación. – Díganle a los caballeros dorados que regresen a sus templos, en cuanto vuelva les explicare todo.

Cerró sus ojos y dejo que su energía vital fluyera por ella, mientras su cosmos se elevaba separándose del cuerpo de Saori, como mortal no podría pisar el Olimpo pero como Athena aquel había sido su hogar por mucho tiempo. El cuerpo de Saori cayo inconsciente en las manos de Shion que le detuvo y ella desapareció.

Abrió las puertas de fina madera y un fuerte aroma a uva embargo su sentido del olfato, cerró las puertas tras de sí y camino por el largo pasillo donde del techo pendían numerosas parras de uva, acelero su paso hasta que pudo divisar a un grupo de musas que cantaban alegremente y reían con alguien.

-¡Hermana! ¿Hace cuanto que no te veo? – La voz de Dionisio resonó en su templo, al tiempo que alzaba su copa de vino hacia ella y le conducía hacia sus labios para beber el vino dentro de ella de color escarlata. - ¿Quieres unirte a la fiesta?

-No. – Le corto, lo que hizo al dios dejar de sonreír. – Necesito hablar contigo a solas. – Dionisio chasqueo la lengua y movió una de sus manos para que las musas se retirasen, pasaron a su lado riendo y cantando hasta que escucho la puerta cerrarse tras ella. – No sabía que te apetecía tanto su compañía.

-Ni siquiera yo lo sabía. – Bromeo, Dionisio se acomodo mejor en su amplia silla y tomo una copa vacía del más fino metal en la cual vertió vino que tendió hacia ella. – Es solo vino, no intentare nada. – Le propuso riendo, camino tranquilamente por el pasillo hacia él y tomo la copa entre sus blanquecinas manos. - ¿Entonces Athena? ¿A qué dedo el honor?

-Eres un semidiós. – Vio al otro sonreír y asentir mientras vertía el resto de su vino en su garganta. - ¿Algo que tengas que decir?

-Nop. – Sonrió feliz de su vida, mientras se levantaba e indicaba a su hermana una silla, camino hacia un pequeño baúl el cual abrió con una llave que apareció en su mano y descubrió dentro de el unas cuantas botellas de cristal que contenían el liquido escarlata dentro de ellas. – Mi colección personal. – Le sonrió saco una de estas y volvió a cerrar su más preciado tesoro seguramente.

-¿Sabes algo de Hércules? – La cara de Dionisio cambio por completo, de mostrar un aspecto lleno de jovialidad, burla y desinterés, su rostro se torno serio e incluso alzo una ceja con curiosidad.

-No. – Repuso y dejo su copa sobre el mismo cofre, se acerco a su hermana sentándose a su lado lo que incomodo ligeramente a la deidad de la sabiduría que arrugo el ceño ante este acercamiento de su igual. – Por tu cara veo que aún no te lo han dicho.

-¿A qué te refieres? – Dionisio elevo sus manos detrás de su nuca y entrelazo sus dedos, mientras miraba el techo de su propio templo. Athena le miro en silencio estudiando sus respiraciones, sus expresiones y movimientos como si en estos fuera a descubrir algún ligero detalle acerca de su visión.

-Athena, muchos semidioses han desaparecido; Hércules es uno de ellos, pero también Odiseo, Teseo, Perseo, mi propia hija Deyanira. Fingimos no estar al tanto de nuestros hijos mortales pero yo se que siempre les vigilamos, te digo esto porque la voz se ha corrido por las musas de que hijos de Apolo, Afrodita, Ares, Hermes, Hefestos, Poseidón y del mismo Zeus se fueron sin dejar un solo rastro. – Dionisio dijo aquello apenas en un susurro.

-¿Por qué? – Los ojos de ambos se encontraron por unos segundos, Athena llena de dudas, Dionisio conociendo parte de la historia.

-La respuesta a esa pregunta ya la sabes Athena, la pregunta aquí es ¿Quién? – Dionisio se levanto de su asiento y elevo su cosmos intentando percibir el de alguna musa o alguien que pudiera estar cercano a ellos pero se encontraba solo con Athena. – Mira, te ayudo porque entre nosotros jamás ha existido ningún problema y porque soy mitad mortal y no me gusta lo que va a ocurrir.

-¿A qué te refieres Dionisio? –

-Athena, los semidioses van a destruir todo, quieren acabar con los humanos. Ellos jamás lo harían estando consientes, bueno los hijos de Ares tal vez, pero los otros no. Como semidiós tengo respeto a la raza humana y le guardo aprecio, Caos está detrás de todo esto y ha manipulado a 27 semidioses. –

-Pero ¿Por qué a ti no? – Athena se extraño de escuchar a su hermano nombrar a Caos como el causante de todo aquello, le conocía por historias y libros que hablaban sobre él, pero jamás le había visto ni siquiera en el Olimpo, era una figura tan mítica como Gea y Urano lo eran.

Porque cuando vino a por mí, nuestra tía Hestia estaba conmigo, me observo unos segundos en silencio y luego me dijo que ya eran más dios que semidiós y se fue de aquí. – Dionisio respiro lleno de tranquilidad al reflexionar sobre, esto al menos el no se mancharía las manos con la sangre de mortales como sus iguales seguramente lo harían. - Los dioses no te ayudaran en nada a pesar de que se traten de sus propios hijos.

-Eso no es una novedad. – Hizo un mohín que le arranco una sonrisa al dios del vino, que le miro con simpatía. – Al final nunca han aprobado que luche por los humanos, ni que volviese a la vida a mi orden dorada.

-Ellos nunca han aprendido a vivir con humanos. – Dionisio recargo su cabeza en el respaldo de su silla y rio con cierta amargura. – Fue divertido ¿Sabes? Siempre podemos aprender algo de ellos.

-Eso lo sé muy bien, cada vez que reencarno, aprendo de las almas humanas, un pensamiento, emociones, sentimientos, fe y esperanza. No permitiré que nadie les quiera destruir, aún cuando sean antiguos héroes griegos. – Athena se levanto, hizo una leve inclinación de cabeza a su igual que le miro alejarse con una sonrisa en los labios llena de amargura.

-Saori. – La deidad se detuvo dándole aun la espalda. –Ese es tu actual nombre ¿No es así? – Ella se giro lentamente a Dionisio. – Es bonito, pero Athena debes tener cuidado porque ella es también mortal y Caos no quiere a ningún humano con vida, no importa si es el recipiente de un dios, un santo, espectro o marina les va a matar a todos por igual y teñirá de oscuridad la tierra.

-Yo lo evitare Dionisio, aun a costa de mi vida. – Athena abrió la puerta y apenas hubo salido su alma retorno a la tierra, sabía que la fuerza de muchos semidioses era casi titánica, no conocía la forma en que Caos había logrado controlarles ni sembrar aquella oscuridad en sus mentes, pero no permitiría que aquel ser destruyera lo que ella más amaba.

Continuara.

Hola esta historia a penas va comenzando es su inicio, así que no exasperen. La trama en general va a ser la lucha de los semidioses con nuestros queridos santos dorados que van a necesitar la ayuda de los santos de la antigua guerra santa y con ello me refiero a los doraditos del Lost Canvas. Espero les haya gustado y comenten.

Atte: ddmanzanita.