Dia 1.
El cuerpo le dolía, aún manteniendo los ojos cerrados podía sentirse pesado; pero a la vez aquello era tan placentero que no se esforzaba ni un poco por quejarse.
La luz del sol iluminaba apenas la habitación del hospital, uno de sus pies era sostenido debido a que había sufrido una fractura. Su rostro estaba vendado a excepción del ojo izquierdo, su cuerpo completamente vendado, sus brazos enyesados.
¿Qué había ocurrido para que hubiera terminado así?
Dazai Osamu era un fanático entusiasta del suicidio, conocía todas las maneras en que una persona pudiera cometer este; pero ese chico no tenía una razón deprimente para simplemente querer suicidarse. Simplemente odiaba la vida, lo aburrida que era esta, lo distorsionada que podría llegar a ser de la realidad; por qué si bien era cierto, la mayoría de los seres humanos vivían distorsionados, desconociendo lo que era realmente su entorno...
Él no quería vivir así, él quería ser un alma libre; alcanzar el perfeccionismo de su espíritu para poder estar tranquilo. No quería nada más, no le importaba tampoco el preocupar a quienes le rodeaban... Todos en el mundo son reemplazables, cada ser humano es innecesario porque cuando uno esta a borde de la muerte un nuevo ser llega ocupando el lugar vacío que en la mayor parte del tiempo toda la población mundial desconocía; porque cuando uno esta gozando las libertades un nuevo ser llega ocupando un lugar más convirtiéndose en un estorbo.
El no poder cumplir su cometido lo hacía enojarse una vez se daba cuenta que estaba respirando, era tan molesto como una mosca. Pero a pesar de que no pedía a gritos el morir, todos sabían que ese era su deseo ¿Podía acaso una persona sentirse realizada cometiendo suicidio solo por mera diversión?
Para Dazai sí, él sabía también que el ser humano podía sentirse realizado una vez llegara a la cima de lo habido y por haber; odiaba la ambición de las personas por querer alcanzar algo que tomara tiempo obtenerlo, odiaba que las personas a su alrededor se esforzaran por alcanzar sus sueños...
¿Entonces porque él no podía alcanzar su sueño?
"El mundo siempre ha vivido en el pensamiento de qué, mientras más te esfuerzas más puedes alcanzar lo que quieres. Pero si no lo haces, simplemente te hundirás en lo bajo del mundo. Convirtiéndote en un completo mediocre. ¿Entonces estaría bien estar en el punto medio de todo, no es así?"
Se dio cuenta que todo era completamente imposible, se dio cuenta que aquel pensamiento que él mismo se había formulado era tan falso como las ideas absurdas con las que la sociedad crecía... Él quería suicidarse porque odiaba la vida, porque era aburrida y monótona; porque todos la distorsionaban a su antojo esquivando la realidad.
Se estaba esforzando en suicidarse, porque eso era a lo que él aspiraba, entonces... ¿Por qué no lo lograba? ¿Por qué cada uno de sus intentos eran en vano?
"Él permanece aún dormido, entre no haciendo tanto ruido. La hora de visitas termina a las 20:00"
La puerta de la habitación se abrió lentamente, como si lo que hubiera detrás de esta fuera un completo tesoro que estaba brillando a todo lo que da. Hubiera sido bueno para el chico que había tomado la iniciativa de ir que lo que se encontrara dentro efectivamente fuera un tesoro...
"Te metes en muchos líos, involucras a quienes no les importa. Esperas que te dije ir, pero tienes que entender que solo morirás en mis manos, bastardo"
Como si aquellas palabras hubieran sido un ritual, él chico que yacía sobre la cama despertó; abrió con lentitud sus ojos, aunque por el vendaje su único ojo disponible fue el que se abrió. Parpadeo un par de veces analizando cuidadosamente el lugar en el que se encontraba.
"¿Me encuentro en el cielo?" Pensó mientras su mirada recorría las paredes del lugar, hasta que se cruzo con la de su visita. "Ahora lo entiendo, sigo en el infierno"
Era como si no pudiera articular ninguna palabra, en este preciso momento sentía la necesidad de hablar y burlarse del chico que estaba parado frente a él; incluso en un lugar como ese aquella persona parecía tan malditamente fuerte... O al menos eso aparentaba.
Nakahara Chuuya es el nombre del chico que había decidido ir a ver a Dazai aún con el pretexto de que "no le importa", a pesar de que su relación con el pelinegro este llena de desastres y contradicciones entre ellos no podía negarse a si mismo que le importaba como se encontraba aquel hombre entusiasta.
Se quito el sombrero tomando asiento en la silla que se encontraba a un lado de la cama, mantuvo la mirada fija en el cuerpo destrozado de su compañero. Cualquiera que lo viera de esa forma pensaría que un auto lo arrollo o que lo golpearon, nadie pensaría que detrás de aquellas heridas estaba escondido el intento de un suicidio sin éxito.
Odiaba decírselo porque Dazai no estaba interesado en cosas como esas, odiaba decirle que nadie deseaba que se fuera... Tal vez en una persona común aquellas palabras serían de mucho consuelo, ¿quién no se sentiría feliz sabiendo que es importante aunque sea para un grupo de cinco personas?
Pero desgraciadamente para el internado las cosas no eran así, a pesar de que era una persona común, su mente tan distinta a la de los demás no le permitía siquiera aceptar ese tipo de cosas que para él eran tan espeluznantes y falsas; pero nada perdería con decírselo, porque incluso él se sentía así... Chuuya sentía que Dazai era importante para él.
"Todos están preocupados por tu estado físico, debido a eso no podremos participar en el siguiente torneo de artes marciales. Será hasta que te recuperes"
Dazai nuevamente parpadeo intentando comunicarse, el castaño] parecía entenderlo perfectamente. Este hizo una pequeña mueca de molestia llevando su mano hacia su nuca mientras chasqueaba la lengua.
"No te estoy diciendo que debas participar a la fuerza una vez te recuperes, pero eres esencial para el equipo. Sé que no quieres saberlo, pero lo que hiciste dejo muy mal a todos... ¿Cómo planeabas irte sin más? Eres un... idiota"
El viento no era suficiente, nada era suficiente. ¿Por qué las personas melancólicas amaban tanto sentir el viento contra su rostro? Le habían contado que las personas que se sentían tristes solían amar el clima frío, y que el viento a veces les ayudaba a recapacitar sobre sus errores en la vida, errores de los que algunos no eran completamente conscientes.
Pero él... Él no amaba ese clima, él prefería pensar en un lugar silencioso donde nada ni nadie pudiera molestar su meditación. Él no pensaba acerca de sus errores, al contrario, pensaba que quería morir en ese justo momento; pensaba que si de verdad en el cielo se encontraba el ser divino que todos amaban e imploraban, lo estaría esperando con los brazos abiertos sintiendo lo que finalmente anhelaba.
Sus ganas por querer irse incrementaban más con el tiempo, pero siempre que intentaba acabar con su propia vida o se veía decidido a ir y lanzarse del edificio donde se encontraba su departamento, siempre llegaban a interrumpirlo. Todos sabían a su alrededor que el realmente anhelaba que su cabeza chocara contra el piso para dar fin a esa miseria.
Pero un día, descubrió que la luz de la luna estaba más intensa en su habitación que otras noches... Por primera vez sintió el impulso de pensar con el viento golpeando suavemente su rostro, entonces camino hacia la azotea observando lo hermosa que era la luna; quería comprender a los astrónomos y convertirse uno con el espacio. Subió su pie a la pequeña barda que representaba el contorno de la azotea, se equilibro riendo un poco mientras el aire frío envolvía su cuerpo dándole una sensación de escalofríos.
"Es maravilloso"
Susurró para si mismo, extendiendo sus brazos hacia los lados recordando en ese mismo momento que esa había sido la posición de Cristo sobre el crucifijo en el cual fue ejecutado; nuevamente rió y suspiro cerrando sus ojos con lentitud.
"Si Dios hubiera querido, probablemente se hubiera suicidado antes de ser ejecutado. Probablemente se hubiera salvado y como es tan poderoso de igual forma hubiera renacido haciendo el cambio en el mundo que tanto imagino"
A la altura en la que se encontraba, podía escuchar el sonido del viento. Estaba agradecido de que no hubiera nadie ahí en ese momento, se divertía viendo hacia abajo después de abrir sus ojos: todos se veían como hormigas y eso podía ser a lo mejor, lo interesante de la vida. Pero ya no quería esperar más tiempo, ese día y los anteriores habían sido demasiado agotadores y ¿quién le aseguraba que los siguientes serían mejores?
"Nadie"
No necesitaba que nadie se lo dijera porque el mismo lo sabía... Adiós viento, adiós flora y fauna, adiós conocidos, adiós vida escolar, adiós vida. Hola libertad y hola muerte...
"Si estás aquí, solo llévame de una vez... Estoy cansado de que me dejes atrás"
Nadie lo empujo, Dazai mismo había tenido la fuerza para caer desde lo alto del edificio. La sensación del viento era diferente, era como si estuviera cayendo en la perdición y esa sensación le gustaba; era divertido y tan placentero que no tenía nada de miedo y no sentía arrepentimiento.
Dazai no escuchó ni vio nada, pero las personas que pasaban por aquella escena si. Aquellas personas tenían pánico y preocupación ¿Quién podría haber tirado a aquel joven y desde que piso del edificio cayó? Esa pregunta no tenía respuestas por ninguno de los que rodeaban al chico en el lugar donde vivía; pero él si las tenía y probablemente nunca las diría.
-Notas de autor-: No se si soy daltonica, pero el cabello de Chuuya es como un castaño anaranjado.
