Ah. Pronto regresaré a clases... tengo pereza infinita. En fin.
Ésta vez vine a dejarles un pequeño drabble que me rondaba la cabeza desde hace un tiempo. Extraño el AyaHina del manga, espero que pronto Ishida-sensei nos dé señales de nuevo. Necesito a mi pequeña Hinami sana y salva.
Aclaraciones: Tokyo Ghoul ni ninguno de sus personajes me pertenecen. Todo es propiedad de Ishida Sui. Yo sólo los tomo por mero amor y sin ningún fin lucrativo. Gracias.
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Historias de media noche
Los primeros meses en Aogiri, Hinami padecía de insomnio.
Lloraba e hipaba, casi siempre a la media noche, cuando se suponía los demás dormían. Intentaba ser lo más silenciosa posible, sin embargo, no podía. Y siempre alguien terminaba escuchándola.
—Niña de mierda —gruñía Ayato, tumbado a metros de ella—, cállate de una puta vez.
Hinami estaba sola. No tenía al grandote de Banjou, al gentil de Tsukiyama, ni mucho menos a su hermanito Kaneki con ella. Estaba sola, pero tampoco tan sola. Ayato era el encargado de vigilarla mientras se acostumbraba al lugar.
—L-lo siento… —hipó. Luego hubo un breve silencio—, de verdad eres igual a Onee-chan.
—¿Huh? —pronunció, entre molesto y confundido—, no me compares con la débil de Touka.
—Pero… tu forma de enojarte es la misma —replicó con voz suave—, cuando ella se enoja siempre dice maldiciones a los demás. Y hace la misma expresión que tú.
—Tch —volvió a gruñir—, cualquiera hace eso. No es especial.
Hinami reía bajito, e insistía en que sí era especial. Ayato en que no.
Por alguna razón era incapaz de hacer callar efectivamente a ésa niña. Porque, fuera el caso de Naki o algún similar, lo habría golpeado con su kagune o sus puños. Entonces, ¿por qué a ella no? ¿Por qué era una niña, una chica? Como si en el mundo Ghoul los modales significasen algo.
Fueguchi hablaba todas las noches. Probablemente sus palabras eran para sí misma, pero al final él siempre respondía con algo.
—Mi hermanito —su voz era triste como siempre—, ¿estará vivo?
Kirishima arrugó la piel de la nariz. De acuerdo con la información de Eto, Arima había participado en la operación del Distrito 20. ¿Cómo decírselo a ésa niña? Si hasta los Black Dobers y los Devil Ape habían sido aniquilados. Un mitad Ghoul como Kaneki Ken… fácilmente…
—Jeh, espero que sí —mintió, haciendo su voz despreocupada—, quiero devolverle el favor de la otra vez.
Hinami rió quedamente, suspirando después.
Las cortas conversaciones poco a poco se fueron tornando habituales. Ella hablaba mucho de la gente de Anteiku, de personas que no conocía a veces, pero de las que igualmente escuchaba distraídamente.
«Onee-chan esto, Onii-chan aquello. Irimi-san y Koma-san también. Además Nishio-san y Yomo-san. El jefe. Banjou-san y los otros». Era de lo que siempre hablaba.
—Y el hombre flor siempre adornaba mi cabello.
—¿Hombre flor? —repitió entrecerrando los ojos—, ¿qué ridículo apodo de superhéroe es ése?
—No es ridículo, Ayato-kun —Hinami hacía un tierno mohín, enfurruñada—. Tsukiyama-san es una persona amable.
—Ah, sí, bueno —le respondía ignorándola.
Ayato rodó los ojos, pero después hizo una expresión de agrado. Por lo menos, Hinami ya no lloraba por las noches.
