Es un texto sencillo. No es la gran cosa. Quiero ser más realista y por eso tomo esté tipo de temas.

Espero les guste. Trato de hacer algo diferente a los fics que hacía antes. Ya sea sin tantos errores y trama original o realista. Si logré eso, me daría mucho gusto saberlo.

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Yukimura salió corriendo de la casa de Sanada. Tropezó por accidente en el pasillo con el hermano mayor de éste. El jersey cubría todo su cuerpo, así que desconoció quien era. Se desconcertó al escuchar a su madre gritar furiosa.

Al entrar a la estancia, la escena no era agradable: Su madre regañaba a su hermano menor. Las palabras: "cretino confiado" y "es la última vez que lo veo en mi casa", lo obligaron a preguntar. Dejó su mochila y una carpeta en el sillón más cercano.

Su madre no contestó, acomodó su cabello negro que se sacudió por la tensión. Arregló su vestido y se marchó. Ambos hermanos quedaron solos.

Sanada Genichiro se sintió obligado a satisfacer la curiosidad de su hermano.

—Nada—se limitó a contestar. Sus mejillas estaban inflamadas, supuso que su madre lo golpeó. En su mirada existía cierta vergüenza. Notó su camisa desabotonada, su pecho tenía marcas que no fueron hechas por su madre.

Pidió permiso y fue a su habitación. Sin embargo, su hermano seguía consternado.

—¿Es por la chica que salió corriendo? ¿La metiste a la casa? Ni yo fui tan atrevido Genichiro—dijo al entrar a la habitación de su hermano.

—¿De qué hablas? ¿Cuál chica?...—preguntó Sanada, meditó un momento, su mirada se clavó con decepción en el suelo y golpeó ligeramente la pared—No era ninguna chica, era Yukimura Seiichi, el capitán del equipo de tenis—dijo con disgusto.

El hermano mayor se sorprendió, juraba que era un hermosa muchachita. Lo desconocía; por la universidad no podía asistir a los partidos, por ello no estaba al tanto de las amistades de su hermano. Tenía otro tipo de responsabilidades, una vida propia que atender, únicamente sabía lo básico, lo que el mismo Genichiro contaba.

—¿Qué paso?—Sanada no tenía ganas de hablar la vergüenza que pasó y mucho menos volverlo a recordar—¿Qué molestó a mamá? Han estado en casa muchos amigos, nunca fue problema.

—No tengo mucho animo en esté momento, te parece si hablamos después—Genichiro estaba pálido. Su hermano comprendió aun que sólo fuera por un par de horas; lo dejo a solas.

En la cena, su madre no estaba en la mesa, tal indignación le provocó un artificial dolor de cabeza. Conocía perfectamente a su madre, estricta, prepotente; la perfección y las tradiciones las llevaba a extremos. A veces era muy cruel y no media sus palabras. Su padre no habló con Genichiro, le enviaba miradas frías.

Por la noche su hermano mayor volvió a la habitación del vice-capitán a terminar la charla pendiente.

Se enteró, que: Su madre regresó de una cita con sus amigas, tenía una duda sobré llenar una forma de pagó. Entró a la habitación sin tocar. Encontrando a Yukimura sin camisa, sentado en las piernas de Sanada, besandose con descaro. Yukimura se apartó rápido con vergüenza, buscó lo que faltaba de su ropa. Sanada cubrió su rostro con ambas manos, permaneció sentado en la cama. Al principio, su madre creyó que Yukimura era una chica por la finura de su espalda y su dulce voz. Si hubiese sido el caso, Sanada estaría castigado, no tendría la enemistad de su madre o el dolor que le causaba aquella abominación.

—Vete—ordenó su madre a Yukimura con un tono cebero, lo miró con repulsión—me das asco—finalizó cuando paso a su lado. Yukimura corrió a la salida.

Lo siguiente fue una discusión acalorada y los gritos de su madre. Lo golpeó dos veces en el rostro, advirtiendole que no quería ver más a ese muchacho en su casa. Estaba terriblemente decepcionada, no sólo de su hijo ni de la confianza que tenía en él, sino en no poner atención en sus amistades.

—Tengo suerte que nadie más sabe de esto. Eres una vergüenza para la familia—dijo la señora Sanada antes de marcharse a su habitación.

Genichiro intentó contenerse con el nudo en la garganta. Su hermano mayor no conciliaba aquel suceso, esperó cualquier tontería, que lo descubrieron fumando hierba o viendo pornografía, pero menos que su hermano… ¿Por qué le constaba trabajo pensar en eso? Se sentó a su lado.

—¿Como paso? ¿Te gusta, lo quieres…? Por favor Genichiro, dime que es una manera de perder el tiempo—lo tomó del brazo para que lo mirara, la angustia de su hermano le produjo pena.

Le explicó que quería a Yukimura porque era inevitable. Las cualidades que su madre le inculcó, sobre lo que ella llamó: "una mujer ideal", las tenía él. Era callado, discreto, dedicado en sus intereses, comprendía sus pensamientos y le gustaba su voz al decir su nombre. Sólo en veces como está recordaba que era varon.

—A los quince años no sabemos lo que queremos en realidad—su hermano mayor comprendió a medias, con la esperanza que dentro de unos años lo olvidará.

Los días siguientes fueron menos hostiles que al principio del suceso. En el colegio, los entrenamientos eran limitados; Sanada tenía una hora especifica de regresar a casa. Su madre hablaba muy pocas veces con él. Y su padre lo mantenía ocupado después de realizar sus deberes en casa, lo hacía entrenar con más ahínco, evitando a toda costa un rato libre. Eso no fue problema para que cambiara la relación de ambos jóvenes. Incluso Yukimura bromeaba con aquello.

—Si me vistiera como mujer podría engañar a tu mami—sonrió Yukimura. A Sanada no le pareció gracioso, pero lo imaginó—ya habrá tiempo.

—Dudo mucho seguir en el Rikkai después de lo que paso. Mi padre comentó algo de un cambio de escuela hace un par de días.

—Que mal, ya lo arreglaremos o se nos ocurrirá algo. Lo hicimos cuando estaba en el hospital, ¿no?—Yukimura lucia despreocupado y feliz—ahora tenemos otras prioridades, el torneo.

Siempre con ese semblante de tranquilidad, después de la operación su animo cambió y todo parecía tener solución.

Las dos semanas siguientes fueron eternas para Sanada. Esperaba que las vacaciones fueran así. Salía más seguido con su hermano mayor y al mantenerse distraído, pensaba menos en Yukimura. Era eso o quedarse en casa con su padre junto con la idea de llevarlo a una casa de citas y ayudar a su madre en las compras.

Esa tarde de jueves fue extrañamente tranquila, ambos padres salieron, su hermano mayor fue con sus amigos al cine. Los días pasados deseaba que todos se fueran y lo dejaran solo, ahora que se cumplió, no sabía que hacer. El celular sonó después de estar fuera de servicio, ya que su madre lo confiscó. Vio un número desconocido, dudó en contestar.

—Quiero verte—dijo la voz de Yukimura del otro lado. Sanada sintió temor, en cualquier momento llegaría su madre. Pensó en la posibilidad de que fuera vigilado, con una cámara escondida, una grabadora en casa, así que colgó.

Apretar esa tecla fue más cruel para él que para Yukimura. Ni siquiera lo dejo hablar. Su madre había hecho un buen trabajo volviéndolo a educar. Sanada se dejo caer en la cama, sentía culpa y pensó en llamarlo, pero imaginó lo que su madre era capaz de hacer para mantenerlo a raya si descubría que hablaba con Yukimura. El timbre sonó, el sonido hizo brincar a Sanada y su corazón latió. Sus manos sudaban, corrió a abrir. Tenía que calmarse, si su madre lo veia nervioso, las cosas se pondrían peor.

Afortunadamente el camino a la puerta principal era largo, tenía que pasar por el estanque y el jardín. Cuando llegó a la puerta, su respiración era natural, ya no sudaba. Corrió el cerrojo y se encontró con una muchacha encantadora, vestía un vestido azul cielo, unas gafas negras, sombrero y zapatillas pastel.

—Hace días que no te veo—dijo ella; al instante supo de quien se trataba.

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Aquí es donde yo digo, gracias por leer y todo eso. Pero quien sabe si dejen comentarios. Me gustaría saber la opinión y sobre todo si tengo fallas.

Criticas objetivas.

También para ver si puedo subir la segunda parte ^^

Bye