Capítulo 1
El reino de Fiore era algo un tanto peculiar, era un lugar un tanto pintoresco y acogedor donde existía la paz y felicidad en cada calle de aquella ciudad. Pues los reyes que cuidaban de Fiore eran nada y nada menos que la familia Heartfilia. La más hermosa reina Layla, envidiada por casi todas las mujeres por su belleza, el orgullo de su esposo, Jude que era un poco estricto pero por dentro era un hombre amable.
Nadie se quejaba de la vida que se pasaba en Fiore en el reinado de los Heartfilia, eran días buenos hasta que…
Los dragones llegaron de la nada. Al principio el pánico reinó la ciudad haciendo que los reyes se movieran para proteger a sus ciudadanos.
Igneel, el Rey dragón de fuego representó a todos los dragones en una junta con los reyes de Fiore.
–Nosotros no mataremos a ningún humano. –había dicho Igneel mirando a aquellos reyes. –Con la condición de que los suyos no casen a los nuestros.
Aunque era un gran dragón rojo de aspecto amenazante sus palabras reconfortaron a aquellos reyes. Era un acuerdo. Al día siguiente los reyes calmaron a su gente repitiendo las palabras que aquel dragón de fuego los había prometido.
Pasaron años viviendo humanos y dragones en paz. La felicidad llegó al reino cuando nació la pequeña princesa Lucy. Era una niña preciosa con los rasgos y hermosura de su madre, cabello rubio como el oro y ojos color chocolate, al igual que sus padres, esta niña fue amada por todo el reino.
A pesar de la alianza con los dragones, Jude no quería que su pequeña hija tuviera ningún contacto con algún dragón.
–Oh, cariño, pienso que eso es un poco… ridículo. –dijo Layla meciendo a su pequeña Lucy en brazos. –Fiore está rodeado de dragones, cuando Lucy pueda caminar andará por todo el castillo y no podrá evitar ver a uno que otro dragón volar por los cielos.
–¡Pero, Layla, es muy peligroso! –contestó Jude, preocupado. –¿Qué pasa si Lucy le da curiosidad saber sobre esas criaturas y se va?
–¿Qué dices, Jude? –preguntó Layla, incrédula. –Eso no pasará. No dejaremos que Lucy se adentre a los territorios de los dragones sola.
Aunque esto no logró calmar mucho el nerviosismo del padre por el cuidado de su pequeña hija.
Cuando la pequeña niña ya tenía la edad suficiente para caminar y hablar, como Jude lo temía, Lucy era demasiado curiosa. Corría por todos lados del castillo jugando con una espada de madera que su mayordomo Capricornio le había regalado a la pequeña de cumpleaños.
–¡Venceré monstruos con mi espada! –gritaba la pequeña Lucy saltando de mueble en mueble y corriendo por cada recamara. –¡Saldré de este castillo y emprenderé miles de aventuras!
–Lucy-sama por favor bajé de ahí. –pedía Capricornio con nerviosismo, mirando a la chica encima de un gran reloj de pared. –Puede lastimarse.
La pequeña Lucy dio un salto a los brazos de Capricornio, ella reía con diversión mientras que su mayordomo no le parecía tan divertido. Llevó a la pequeña niña a su recamara para dormir.
Capricornio, Acuario y Virgo eran los únicos amigos que Lucy conocía, ya que sus padres no la dejaban salir ni siquiera a la cuidad de Fiore. Capricornio y Virgo eran los que más jugaban con ella, ya que, Acuario era tenebrosa y estricta con la pequeña Lucy. Pero aun así la quería como a los demás.
Cuando Lucy cumplió cinco años, alguien ajeno a la familia o servicio del castillo llegó sin previo aviso.
Mientras Lucy comía tarta de chocolate, miró a un chico de cabello anaranjado y un par de gafas azules, iba vestido muy elegantemente y era más o menos la edad de Lucy. Ella se sorprendió mucho cuando miró a otro niño igual que ella, no dudo en acercarse y volverlo su amigo.
–¿Quién eres tú? –preguntó Lucy mirándolo de pies a cabeza. –Mi nombre es Lucy.
–Me… me llamo… Loke. –dijo aquel chico intimidado un poco por la presencia de Lucy. –Mu-mucho gusto.
–Genial, Loke. Seremos amigos. –dijo Lucy sonriendo abiertamente.
Loke sonrió tímidamente mientras ambos niños se estrechaban la mano amistosamente.
Layla se acercó a aquellos dos, sonriendo con ternura.
–Al parecer ya se presentaron. –dijo Layla sonriendo feliz porque su hija hiciera nuevos amigos. –De ahora en adelante espero que se lleven bien.
–¡Sí! –asintieron ambos niños sonriendo.
Los próximos meses fueron mejores, Loke se había vuelto el mejor amigo de Lucy y jugaban a todo tipo de cosas. En poco tiempo el nerviosismo de Loke desapareció siendo reemplazado por un gran cariño a su amiga Lucy.
Un día ambos niños se escabulleron hasta salir del castillo hacia el enorme jardín. Lucy estaba extasiada pero Loke se encontraba temeroso y nervioso del castigo que les darían si alguien se enterara de que salieron del castillo sin permiso.
–Eres un miedoso, Loke. –bromeó Lucy tomando su mano y arrastrándolo hasta las afueras del castillo. –Solo daremos un pequeño paseo.
–P-p-pero… ¿Qué pasa si tus padres o los míos se dan cuenta de que no estamos por ninguna parte del castillo? –preguntó Loke, tartamudeando.
–Yo te protegeré. –anunció Lucy con una sonrisa radiante haciendo que Loke se sonrojara un poco.
Ambos niños llegaron a la ciudad y la miraron con alegría. Había tanta gente y la luz del sol era radiante hacía brillar todo en la ciudad, las personas que reconocían a los niños los saludaban con felicidad y les regalaban una que otra cosa como dulces o juguetes.
–Es gente es muy amable. –dijo Loke saboreando su paleta. –¿Será porque somos de la familia real?
–Oye, Loke, ¿De dónde vienes? –preguntó Lucy mirando a Loke con curiosidad. –Sé que tus padres y los míos son muy buenos amigos, pero nunca me dijiste de donde venias.
Loke miró con sorpresa a la chica que tenía a un lado.
–Vengo de otro continente. –explicó Loke con sinceridad. –De un lejano continente. Allá esta mi castillo y casa.
–Wow… eso es fantástico. –dijo Lucy con un brillo en sus ojos. –Tienes que llevarme algún día para tu casa.
–De acuerdo. –asintió Loke.
Ambos siguieron paseando por la ciudad riendo y divirtiéndose con las demás gente hasta que llegaron a un parque lleno de juegos. Loke y Lucy no evitaron ir a divertirse como cualquier otro niño.
Allí conocieron a dos niños muy interesantes. Erza y Gray.
–Waa~ tu cabello es muy lindo, Erza-chan. –chilló Lucy con fascinación mientras miraba el cabello rojo carmesí.
–¿E-Enserio? ¿T-tú crees que es lindo? –preguntaba Erza con las mejillas sonrosadas. –Mu-muchas gracias, princesa.
–Me llamo Lucy. –corrigió la pequeña haciendo un puchero. –Somos amigas ahora, así que llámame Lucy.
–D-De acuerdo, Lucy…. –susurró Erza, sonrojada.
–Es raro ver a un príncipe y una princesa por aquí. –dijo Gray con tono burlón. –¿Escaparon?
–¿Cómo lo supiste? –exclamó Lucy con asombro.
–¡Ja! Porque los reyes nunca dejarían a su hija caminar sola por la ciudad, es muy peligroso, Lucy. –contestó Gray con familiaridad.
–No les digan a nadie. –dijo Loke, preocupado.
–Claro que no, somos amigos ahora ¿recuerdas? –sonrió Erza con seguridad.
Antes de que pudieran seguir con su conversación un extraño ruido que nunca antes Lucy y Loke había escuchado antes. Miraron con asombro a su alrededor para observar el responsable que había provocado semejante ruido.
Erza y Gray suspiraron con naturalidad mientras miraban en el cielo. Loke y Lucy se miraron confundidos y alzaron la mirada como ellos para saber que estaba pasando.
Una bestia más grande que una casa volaba por el cielo a una corta distancia de la ciudad, era magnifica en todos los sentidos, sus alas cubrían casi todo el parque y sus escamas azules brillaban con la luz creando un espectáculo inolvidable.
Loke se estremeció a su lado, mientras que Lucy solo podía suspirar de asombro.
–Dragones. –le dijo Gray notando su asombro y confusión. –Viven un poco a las profundidades del bosque. Es común verlos volar por encima de la ciudad.
–¿Nunca antes ha visto uno? –preguntó Erza con curiosidad.
–Nunca. –contestó Lucy con confusión. –Nunca he salido de mi casa.
–Espero que no te hayas decepcionado de ver tu primer dragón. –dijo Gray sonriendo.
–Creí que solo existían en los cuentos de hadas. –dijo Loke igual de sorprendido que Lucy.
–Es fascinante. –dijo Lucy con un brillo de emoción en sus ojos color chocolate.
El reloj de la plaza sonó marcando el medio día. Ambos niños se estremecieron cuando se dieron cuenta de que sus padres los estarán buscando para la hora de merendar.
Ambos se miraron por inercia con miedo.
–Nos vemos luego, Erza, Gray. –se despidieron antes de salir corriendo hacia el castillo.
Erza y Gray se miraron con confusión y luego sonrieron con diversión. Estaban emocionados al ser de los primeros en conocer a una princesa y un príncipe.
Lucy y Loke corrían como alma que lleva el diablo hacia el castillo. Una gran sombra los cubrió mientras seguían corriendo, Lucy alzó la mirada para deslumbrar otro dragón volando encima de ellos, esta vez era un dragón con escamas oscuras que rugió haciendo temblar todo.
Lucy no sabía lo que sentía, pero no podía dejar de sentir curiosidad por esas majestuosas criaturas.
Ella tenía que saber a toda costa como es que aquellas criaturas tan fantásticas han estado viviendo tan cerca de ella sin darse cuenta.
