La orden del rey
Las tardes en Sindria eran cálidas, a Jafar seguramente le habría encantado ver la hermosa puesta de sol desde la terraza más alta del castillo, seguramente si no estuviera tan ocupado. Lo único que llamaba su atención en ese momento sin embargo, eran aquel escritorio repleto de informes y documentos a tope y una silla vacía. Suspiró; No le extrañaba para nada, estaba acostumbrado a que aquello sucediera de forma frecuente.
Caminó hasta el lugar y tomó asiento, preparándose mentalmente para el montón de trabajo extra que se le avecinaba. Se percató entonces de una pequeña nota que sobresalía entre los demás papeles, al tomarla distinguió la letra de Sin y sonrió "Te espero en mis aposentos. Es una orden del Rey de Sindria" Miró de nuevo todo el trabajo acumulado y suspiró.
-Órdenes, son órdenes – se dijo a sí mismo, encogiéndose de hombros mientras se levantaba del asiento, abandonando el lugar y dirigiéndose a cumplir con la orden de su rey.
