¿Enamorándome del enemigo?
Chapter 1: Tomando decisiones
Todo estaba oscuro, no se encontraba señal alguna de luz., pareciera como si la habitación estuviera abandonada. Sin embargo allí estaba yo, recostada en la reconfortante suavidad de mi cama; lentamente rodé por un costado y me senté en ella. Con la costumbre de los años busqué hábilmente por la pared la luz para encenderla, y cuado al fin la encontré y presioné quedé cegada por la repentina claridad.
Abajo, en el comedor, escuché que algo o alguien tropezaba con una silla de la mesa y luego pasos. Confundida miré la hora en el reloj '4:30 a.m.'. Era ridículo, a qué se debía que mi madre estuviera deambulando por la casa ¡y a esas horas!.
Me puse de pie y, sigilosamente, me acerque a la puerta de mi habitación que daba al pasillo. Allí abrí la puerta lentamente y con habilidad asomé la cabeza y pude observar que todas las luces del piso de abajo estaban encendidas. Eso no era normal. ¿O si lo era?. Por lo menos para mi no. En los 16 años de vida que tuve con mi mamá nunca, jamás en la vida mi madre había permanecido despierta hasta tarde a no ser por que me encontrara enferma. Pero eso no ocurre desde que cumplí los 10 años.
Así que decidí llamarle para anunciarle lo tarde que se le había hecho, los más probable es que se haya quedado despierta para terminar con su trabajo, sin embargo recuerdo perfectamente que al terminar de cenar mi madre me había dicho: "Bella, me voy a dormir, estoy muy cansada para seguir despierta, je, je. Dulces sueños cariño, nos vemos mañana!" Esto vencía razonablemente a la lógica. '¿O será que alguien...?'ante este pensamiento me perturbé, ni siquiera podía terminar la frase. Entonces dudé en llamarle, pero tenía que ser fuerte. Así que hice un intento en desvanecer ese horrible pensamiento y abrí la boca para poder pronunciar las palabras con mayor claridad.
—¡Mamá!—la única respuesta que obtuve fueron el nerviosismo de las pisadas y que aceleraran el paso—Mamá, no deberías estar despierta a estas horas de la noche, tenés que descansar.—pronunciaba cada palabra a medida que descendía por las escaleras—¿Mamá?
Conforme me iba acercando a la zona de ruidos, los pasos aumentaban el ritmo y a su vez en cada pisaba era sencillamente fácil encontrar en ellos el nerviosismo. A su vez, a mi olfato llegó un dulce y extraño aroma, tenía el olor a óxido mezclado con sal, al igual que tenía la sangre como olor, más sin embargo este tenía un toque especial, un toque que me hacia estremecer de placer y desear probarlo.
Sin darme cuenta estaba a dos pasos de la puerta que daba a la cocina, sin embargo no me atrevía a abrirla, tenía pavor de que fuese un criminal. Algo ilógico, ya que mi madre todas las noches activaba la alarma por si las dudas, pero uno nunca sabe que nuevas ideas se les viene a la cabeza a los ladrones. Tragándome mi estúpido pavor, alcé mi mano a la perilla de la puerta y lentamente la giré.
Grande fue mi sorpresa que no pude ni pronunciar siquiera un grito de terror al ver a la persona que estaba enfrente mío. No era mi madre... ni tampoco un ladrón, sino que era... ¡esperen! ¿Por qué tenía esa persona una cara de pánico, acaso estaba buscando algo y lo agarre de sorpresa?
—¡Aléjate de mí!—pronunció, aturdida por el repentino grito de horror proveniente de ella adelante un paso y ella retrocedió otro. Tenía cabello moreno, era delgada y alta, llevaba puesta una camisa y unos jeans gastados.
—Ang, ¿qué te pasa? ¿qué haces aquí?—¿acaso conocía a esa chica? En todos mis recuerdos ella no aparece, sin embargo aquí la nombro como si fuésemos conocidas desde la infancia.
—¡He dicho que te apartes! ¡monstruo!
—No comprendo, ¿a qué te refieres con monstruo?
—No trates de esconderlo—dijo al momento en que inclinaba hacia abajo su cabeza y evitaba que se le viera una lágrima imposible de esconder—ya todos lo saben.
—¿Saber el qué? ¡Rayos!, ¿podrías decirme de una maldita vez de que me estas hablando?—aullé del coraje que me daba que ella hablara con tanta naturalidad como si yo ya supiera de lo que me hablaba.
—¡De que eres una maldita chupasangre!—escupió, y ante esa afirmación caí de rodillas al suelo. 'No, eso no me podía estar pasando. No, yo odiaba a esos seres para ser uno. Está mintiendo.' pensaba mientras inconcientemente me levantaba y sentía como todo mi razonamiento era encerrado en mi cabeza y era dominada por el instinto de un chupasangre. Sentía como mis ojos expresaban sed y me acerqué en un paso amenazador a esa chica que se encontraba enfrente mío y esta retrocedía dos.
—No puedes huir de mí.
Me abalancé contra ella y la tiré al suelo, tenía los ojos llenos de deseo de probar su sangre, pero yo no quería en eso, no quería herirla, ¿por qué era lo que más odiaba en este mundo? Lentamente me acerqué a su cuello sin poder detenerme por más que luché conmigo misma.
—¡No!—grité despertándome sobre saltada por esa pesadilla. Respiré agitadamente y miré para todos lados, y ahí estaba, mi espejo. Rápidamente salté de mi cama y me acerqué a el. 'Bien, seguía siendo la misma, no tenía colmillos ni mi piel era pálida, bueno... más de lo que ya era.' Suspiré aliviada.
—Bella, ¿qué ocurre cariño? ¿por qué has gritado así?—preguntó mi madre obviamente atraída por mi grito de hace un momento.
—Nada mamá, solo tuve una pesadilla. Dime, ¿estoy más pálida que de costumbre? ¿Tengo ojeras bien remarcadas?—pregunté para asegurarme de verdad que si lo que vi había sido un simple sueño.
—¿De qué hablas cariño? Estás igual que siempre.
—Nada, solo quería confirmar algo.
—Bueno, entonces apresúrate a bajar a desayunar sino llegarás tarde al instituto. —se dio media vuelta para irse pero volvió a girarse—Bella, después tengo que hablar contigo sobre un tema importante.
—Claro.
Baje a desayunar después de haberme preparado para ir a la escuela y vi que mi mamá estaba sentada en su silla de siempre. Me acerqué a la cocina y allí tomé mi cuenco con cereales y me acerqué a mi silla frente a mi mamá.
—Bien, dime.—le insistí para que continuara. Suspiró.
—Bueno, Phil debe irse a Jacksonvill por un torneo de baseball pero...
—...Además piensa en quedarse a vivir allí y a parte quiere que tu lo acompañes ¿a qué si?— le pregunté.
—Sí, pero antes de contestarle quería consultártelo.
Me quedé en silencio pensando en la posibilidad de elegir que quería hacer.
—¿Cuando tiene que irse Phil?—pregunté.
—Mañana tiene que confirmar que va y vuela el mismo día por la noche.
—Entonces hay tiempo, ¿no importa si lo pienso en el transcurso del día?
—Por supuesto que no hija, tomate tu tiempo.—contestó inmediatamente haciéndome saber que contaba con su apoyo fuera cual fuera mi desición. Le dirigí una sonrisa y me la devolvió con gusto.
—De acuerdo, me voy al instituto, trataré de tomar una desición lo más pronto posible.
Me puse de pié y lleve el cuenco donde desayuné al fregadero y lo lavé, luego tomé mi bolso y salí en dirección de la escuela. Fue un día normal, con los profesores de siempre, la mayor parte del aula durmiendo, yo haciendo anotaciones de lo que decía el profesor y pensando en lo dicho por mi madre. Tomé una dura conclusión, y se la presentaría a mi madre al llegar a mi casa, quería hacerla feliz a pesar de que esa felicidad cueste la mía.
Al concluir la jornada de clases me dirigí de nuevo a mi hogar, donde mi madre esperaba una respuesta por parte mía.
Abrí la puerta.
—Ya llegué—dije lo suficientemente alto para que mi voz sonara por encima del sonido de la televisión—¡Mamá!
—Si hija, te escucho. Ahora bajo, espérame en la cocina.
Fui a la cocina y coloqué el bolso en el respaldo de mi silla y me senté. A los pocos minutos se escuchó que el sonido de la televisión desapareció, y a continuación se oyeron los pasos de mi madre bajar por la escalera.
—Mamá ya me decidí, quiero ir a Forks.
—Pero Bella, sabes que tu padre está...
—Eso ya lo se, pero deseo ir allí, con todo mi alma.
—¿Donde te quedarías?, hija, no creo que...
—En la casa de Charlie.—pronuncié logré decir sin que se me quebrara la voz.
—Pero—mi madre no tenía que objetar, yo ya lo tenía planeado, sabía que con esto tenía ventaja sobre ella. Suspiró—Entonces voy a acompañarte a Forks y me quedaré contigo una semana para que puedas ubicarte bien.
—Mamá—renegué.
—Te extrañaré.—murmuró.
—Lo se. Y yo también.—nos abrazamos por unos segundos y después me separé—Mejor me apuro a empacar, sino voy a tener que quedarme acá—bromeé. Luego tomé mi bolso nuevamente y subí hasta mi cuarto.
Algo en esa ciudad (Forks) me espera, y es lo inevitable. "No existen las casualidades, solo lo inevitable", es el dicho. Algo que nunca creí encontrar, salvo en mis peores pesadillas, y es algo que odio. Pero como dice otro dicho... "Del odio al amor hay un solo paso."
Y eso ya lo descubriremos ;)
Continuará...
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Les gustó?? Ja, ja. En esta historia hay algunos que saben sobre la existencia de vampiros, pero no saben donde están. Eso les da un poco de ventaja.
Acepto cualquier tipo de opinión, y si pueden... déjenme reviews.
