DESPUÉS DE LA BATALLA

Capítulo I

Ésa podría haber sido una noche hermosísima. La luna y las estrellas brillaban en lo alto del cielo, no había ni una tan sola nube y la brisa soplaba lentamente, haciendo una delicada música al pasar entre las ramas de los árboles. Pero a pesar de todas esas cosas, para la joven Okashira de los Onniwabanshu, ésta era la más gris y triste de las noches...

Su Aoshi-sama estaba acostado en su futón y se encontraba mal... muy mal... Tenía graves heridas por todo su cuerpo y era presa de una fiebre altísima desde hacía dos días. Ella se había negado a irse de su lado, pese a la insistencia de Okón y Omasu de tomar relevo para cuidar a su ex lider. Él era el hombre que más amaba en esta vida y por nada del mundo se movería de ahí.

- Maldita Chimenea... -pensaba, mientras cambiaba las compresas de la frente de Aoshi.- Con mucho gusto iría a matarlo con mis propias manos... si no fuera porque está en las mismas condiciones que Aoshi-sama...

Hacía más de dos semanas, Aoshi-sama había partido sin siquiera despedirse, justo enmedio de una pacífica noche como ésta. Misao temía que su ausencia se debiera a algo peligroso y estaba en lo correcto: Goro Fujita, mejor conocido como Hajime Saito, lo había convocado para una misión especialmente riesgosa. No tenían mucho tiempo, por lo que no pudo pedir ayuda a Battousai y partieron únicamente ellos dos más el Pelos de Escoba. La misión había sido cumplida con éxito, aunque los tres habían quedado muy mal heridos.
- Debería estar furiosa con usted... -murmuró.- Si me hubiese llevado, podría haberlos ayudado. Pero, como siempre, me hizo a un lado... ¡Y a pesar de ello, no soy capaz enfurecerme con usted!

Bueno... quizás si estaba un poco resentida con él. Había pasado dos de las peores semanas de su vida... Cuando se dio cuenta de que se había marchado, buscó por todas partes alguna pista de a dónde podría haber ido, pero ¡nada! Hasta que tuvo la genial idea de ir a buscar a la Chimenea Andante para ver si sabía algo al respecto y se encontró con la sorpresa de que había partido justo el mismo día que Aoshi, por lo que no fue difícil deducir que se trataba de alguna peligrosa misión.
- Me preocupé mucho... ¿sabe? -murmuraba mientras observaba el rostro de su amado.- Cada día que pasaba era más angutioso que el anterior, sin saber dónde se encontraba, si estaba bien, si seguía con vida... Pero agradezco a Kami-sama que ya se encuentra usted aquí, que a pesar de todas las heridas de su cuerpo y de su alma, sobrevivirá... Y yo seguiré aquí, a su lado, esperándolo eternamente...

¡Se veía tan dulce cuando dormía! Ella podría haber pasado horas y horas contemplando su bello rostro, enmarcado por esos mechones de ébano que caían sobre su frente. Lucía tan frágil, tan indifenso, tan... No sabía ni siquiera con qué palabras describirlo. Sólo sabía que entre más lo observaba, más sentía en su corazón arder el fuego del amor, creciendo esa llama hasta el infinito...

Acercó con cuidado sus dedos al rostro de Aoshi, lo suficiente como para sentir el calor que irradiaba, pero sin llegar a tocarlo. Sentía unos deseos inmensos de acariciarlo suavemente, pero sencillamente no se atrevía. ¿Y si despertaba de repente y la pescaba "in fraganti"? ¡Qué vergüenza! Sin embargo... Su rostro era tan bello... Y ella lo amaba tanto... Y deseaba tanto sentir el contacto de su piel...

Su mano se posó delicadamente en la mejilla de su amado, acariciando el hermoso rostro del ex-Okashira. Aoshi se movió levemente, haciendo que Misao retirase inmediatamente la mano, pero al ver que no estaba despierto, siguió con su tierna caricia.

Los ojos de Misao se abrieron de par en par... La expresión del rostro de Aoshi había cambiado y sencillamente no podía creer lo que estaba viendo...

[...]

Abrió los ojos y se precató de que todo estaba oscuro aún. No debían ser más de las tres de la madrugada... Pero... ¿dónde se encontraba? Todo su cuerpo le dolía y se sentía un poco desubicado, hasta que se fijó que se trataba de su habitación en el Aoiya.

Giró un poco su cabeza y pudo ver a su lado una silueta que le era muy familiar.
- Misao... -murmuró. La chica había sido vencida por el sueño, luego de dos largas noches sin dormir, y estaba recostada a su lado. Un rayo de Luna penetraba por la ventana e iluminaba su tierno rostro. Sintió un gran alivio al verla: Era la señal de que la pesadilla de los últimos días había terminado.

A pesar de encontrarse ya en tiempos de paz, seguían existiendo muchas peligros y Saito no dudaba en pedir su ayuda cada vez que debían enfrentarse a algún enemigo o enfrascarse en alguna misión especialmente peligrosa. Ésta vez había habido una falla en el plan del Lobo (¡Quién lo diría!) y por ello habían salido muy mal parados de la misión, aunque ésta hubiese sido cumplida.

FLASH BACK

- ¿Estás listo, Shinomori? -dijo Saito encendiendo su quinto cigarrillo en media hora.
- Listo. -respondió fríamente.
- ¿Cómo hiciste para que la Comadreja no te siguiera esta vez? -preguntó Cho con curiosidad. Al oír la palabra "Comadreja", se volvió a él con la más gélida de las miradas.
- Bueno, eso no nos interesa ahorita. -prosiguió Saito.- Tenemos el tiempo en contra para ésta misión, así que debemos partir inmediatamente. Y sólo reza, Shinomori, para que en verdad la Comadreja no te esté siguiendo ésta vez, porque las misiones en las que nos hemnos visto enfrascados las veces anteriores son un juego de niños comparados con ésta.
- Ya lo habías dicho. -respondió secamente Aoshi. ¿Por qué se empeñaban en llamar a Misao con ese estúpido apodo? Realmente le molestaba eso, aunque no comprendía por qué.

Partieron enseguida. Los tres iban silenciosos, adentrándose en el bosque. La noche estaba oscura como boca de Sai... digo, Lobo, por lo que iban con prisa, pero a la vez con sigilo.

Él sabía que Misao se angustiaría al darse cuenta de su ausencia, pero ésta vez por ningún motivo podía exponerse a que los siguiera. Cualquier cosa podía suceder y no quería que ella saliera lastimada en éste asunto. Así que no dijo a nadie, ni siquiera a Okina, que partiría ese día y quemó cualquier evidencia que pudiera indicar a dónde se llevaría a cabo. Odiaba tener que preocupar a Misao, que al fin y al cabo era la única que se interesaba por su bienestar, pero era un mal necesario.
- ¿Pensando en la Comadreja? -le dijo de repende Saito. Se sorprendió demasiado como para molestarse por el apodo y sin embargo, mantuvo la fría expresión de siempre.
- ¿Por qué lo dices? -dijo, con un dejo de simplicidad.
- No en vano me llaman lobo. -dijo con ironía.- Simplemente sé que estás preocupado por esa chica. Sabes que la pequeña Comadreja sufriría mucho si no logras volver con vida.
- Te lo dije una vez y te lo vuelvo a repetir. -dijo Aoshi sin volverlo a ver y sin cambiar siquiera la frialdad de su mirada, a pesar de que su interior se derretía al pensar que diría lo que iba a decir:- Tengo alguien por quien luchar y mientras ella me espere, no me dejaré matar...

FIN DEL FLASH BACK

Y así había sido. La misión fue dura, sumamente dura, habían permanecido durante días enteros observando y rastreando los movimientos del enemigo, buscando la manera de vencer, y habían ganado la batalla final, pagando casi con sus vidas por un error que ya no valía la pena recordar.

Aún no sabía de dónde había sacado fuerzas para volver, dejando atrás a Saito y a Cho con la seguridad de que ellos se las arreglarían solos para regresar, y llegando a Kyoto casi a rastras, cansado, agotado y malherido... ¡No quería darle a Misao ni un instante más de preocupación por su ausencia! Por lo que con un esfuerzo sobrehumano había conseguido llegar al Aoiya... Y no recordaba más...

Y ahora aquí estaba, acostado en su futón y observando la pausada respiración de la joven que tenía al lado. La madrugada se había tornado un poco fría, por lo que se incorporó lentamente y con toda la delicadeza que pudo, la cubrió con la misma manta con la que estaba cubierto él. Así evitaría que se resfriara.

Llevó una mano a su propio rostro. Sentía algo muy extraño en él desde que había despertado... Algo así como un tenue sendero de calor, como una caricia aún tangible, pero muy levemente... Y era una sensación tan dulce y placentera... Pensó que había sido sólo un sueño en el que Misao acariciaba su rostro, pero podía sentirlo ahora, aún después de tanto rato despierto, recordando lo que había sucedido... Podía sentir el delicado calor que irradiaba su delicada mano al posarse en su rostro, con la misma suavidad de una rosa...

¿En verdad había sido un sueño? Porque entonces, había sido un sueño muy hermoso...

[...]

Omasu se llevó la sorpresa de su vida esa mañana, al abrir la puerta de la habitación de Aoshi y encontrarlo tanto a él como a Misao dormidos profundamente, con la cabeza de ella recostada en el pecho de su amado. ¿Será que había sucedido algo entre ellos dos? No lo sabía, pero por ningún motivo pensaba arruinar esa dulce escena. Cerró la puerta muy despacio y sin embargo, alcanzó a escuchar a Misao, quien entre sueños y con la más dulce sonrisa en sus labios, susurraba...

"Me ha sonreído entre sueños... mientras acariciaba su rostro..."

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Hola!!!

Eso fue todo. ¿Qué les pareció? Esto es algo así como un fic de "prueba". No es que sea mi primer fic, pero sí es la primera vez que escribo sobre ésta pareja, que es mi favorita de RK

Opiniones, dudas, tomatazos, virus y demás, mándenme un e-mail o déjenme un review

Lita Kino