Adivina De Qué Color Es El Cielo

Capítulo Uno · Dame Un Motivo

La final estaba muy reñida. Tanto Gryffindor como Slytherin habían entrenado muy duramente durante el año, y realmente las apuestas estaban al cincuenta por ciento. En las gradas la tensión era evidente, la masa de aficionados se acomodaba en sus asientos intercambiando comentarios banales. En la parte este estaban Hermione, Ron, Neville y Luna, con su peculiar sombrero en forma de león que, para disgusto del pobre Longbottom, rugía de vez en cuando sin aviso previo. Ya hechas las salutaciones y sentados, Ron y Hermione se estrechaban las manos fuertemente por lejos de la vista de los demás, por primera vez en siete años no estaban del todo convencidos de la victoria de Gryffindor.

En los vestuarios, Harry se ponía los protectores de los brazos con tanto nervio que las manos le temblaban y las correas se le soltaban. Malfoy había crecido bastante durante ese último año, era más alto y más fuerte, pero a la vez seguía lo suficiente liviano como para ser buscador. Harry, al pensar en él, sintió de repente un rubor en sus mejillas, pensó que tal vez por los nervios, aunque en el fondo de su mente algo le decía en voz muy baja que no era precisamente el partido lo que le tenía así.

Lee Jordan gritaba fuera que el partido estaba a punto de comenzar. Los equipos iban saliendo y él decía sus nombres (y si podía, algún adjetivo despectivo a Slytherin), dándole más emoción aún si cabe a un partido que tenía a las cuatro casas en ascuas.

Los equipos se colocaron sobre sus escobas esperando la señal de la profesora Hooch. Harry miró a Malfoy, que llevaba otra vez el pelo hacia atrás. "Tal vez así le resulte más fácil jugar", pensó. Y la vocecilla de su interior, molesta e inoportuna, le susurró: "¿No le encuentras sexy?". Para horror de Harry, Draco pilló de lleno su mirada y el Gryffindor apartó rápidamente la vista hacia el césped. El chico rubio sonrió con cierta superioridad y esa mirada llena de sarcasmo que últimamente Harry no podía dejar de admirar. "No te resistas a esos ojos grises", le decía la vocecilla, pero él sabía ignorarla con auténtica maestría.

Empezó el partido. Pasaban los minutos, los dos equipos iban muy igualados (con solo 20 puntos a favor de Gryffindor) y la Snitch no se veía por ninguna parte. En su recorrido esquivando balones y buscando la mosca dorada, Harry y Malfoy se encontraron uno en frente del otro. Harry esperó los insultos del rubio, pero entonces se dio cuenta de que no decía nada. Le miró y se encontró con sus ojos clavados en él. Fingiendo ira, el moreno le dijo un despectivo "quítate de en medio", pero no parecía tener intención de moverse.

-He visto cómo me miras, Potter. - dijo Malfoy con su sonrisa más maliciosa. Harry trató de replicar. - Y también cómo te mueves, con esa celeridad sensual, cuando juegas al Quidditch.

Harry se había quedado sin palabras, pero seguía fingiendo ira, a pesar de que sus manos empezaron a sudar, algo bastante desagradable cuando estás sobre una escoba a 20 metros del suelo. Para su sorpresa, Malfoy se acercó un poco más a Harry, estando su boca muy cerca del oído del moreno. La gente estaba mientras tanto concentrada en una brillante jugada de Slytherin.

-¿Es que te gustaría follarme, Potter? - dijo Malfoy en un sensual susurro. Aquella obscenidad tan directa dejó a Harry de piedra, era como si su vocecilla interior se hubiese expresado en voz alta. El Gryffindor titubeó tratando de decir algo, de meterse con él, pero aquellas palabras de su enemigo le estaban haciendo imaginar sugerentes visiones. Draco siguió diciendo: -Cuando ganemos seré yo quien lo haga, puta.

Harry se estaba excitando de una manera muy extraña por aquellos tacos mayores que estaba soltando el rubio.

- Ganará Gryffindor. - pudo decir al fin, como tratando de negar que quisiera cualquier cosa con aquel chico que le miraba con los ojos llenos de libido y los labios humedecidos por su lengua.

- En el hipotético caso de que eso pase, Potter, - dijo su nombre como escupiéndolo, pero sin perder su sensual y perversa sonrisa – me veré obligado a atarte y destrozar tu cuerpo hasta que me haya saciado. - Harry no sabía porqué pero aquella idea no le parecía del todo mala. Malfoy se lamió los dedos lascivamente, lejos de los ojos de los espectadores.

La Snitch apareció.