Never had much faith in love or miracles

Never wanna put my heart on the line


Había demasiado vodka adentro de mi cuerpo. Podía sentir cada cosa que sucedía en mí con mucha claridad. Levanté mis manos, y aunque sabía que estaban quietas las vi temblar sin poder distinguir mis dedos.

Unos labios se posaron por mi cuello, sensación que me hizo estremecer y sonreír.

– ¿Estás bien, Kari?- miré a TK a los ojos. Nos hallábamos, hasta donde alcanzaba a recordar, adentro de su auto bebiendo como estudiantes que no quieren ser atrapados a la hora del receso en la escuela, frente a algún parque lejos de mi dormitorio.

Me moví torpemente hasta su asiento, crucé mis piernas, sentándome de frente a él y lo agarré del cuello. Takeru sonrió y lo besé con muchas ganas siguiendo los impulsos de mi alcoholizado cuerpo. Me tomó por la cintura, metiendo sus manos dentro de mi blusa, rozando deliciosamente mi piel que provocó un calor emanar desde mis pies hasta la cabeza. Deslicé mis dedos por su camisa, sin dejar de besarlo, y desabotonó su pantalón.

– Espera, espera.- me detuvo mientras bajaba, con besos, por su cuello.- No aquí.- dijo y me alcé un poco para verlo mejor. La cabeza me daba vueltas.- Vamos a mi casa.

Condujo por encima del límite de velocidad y yo ni siquiera lo sentí. El aire se colaba, frío y húmedo, por la ventana, golpeando mi rostro bruscamente. Sabía que mi cabello estaba hecho un desastre y ni siquiera me importaba. A decir verdad, no estaba muy consciente de lo que iba a hacer… o eso me decía a mí misma.

Me voltee de reojo para ver a TK, quien mantenía firmes sus manos en el volante, cuando bajaba un brazo para jalar la palanca de cambios noté que temblaba lentamente y me pregunté si él querría hacerlo y a qué se deberían sus nervios.

Llegamos al, no tan pequeño, departamento del rubio. Ni siquiera se atrevió a encender las luces, simplemente me tomó de la mano y me condujo por un pasillo largo hasta su habitación, haciendo que me golpeara con varios muebles en el camino. Finalmente entramos, el piso era ese material similar a la madera en color claro. Tenía una cama king size al centro con un bonito respaldo negro de piel. Las paredes eran blancas, el acolchado y almohadas eran de diversos tonos de azul que contrastaban con las persianas grises. Había dos mesitas negras a cada lado, frente a ésta, colgada en una pared, una pantalla plana de 52 pulgadas con un bien equipado sistema de videojuegos.

TK me empujó levemente, pegándose atrás de mí, al ver que no me movía. Me besó el cuello y fue desabotonando mi blusa. Me giré y levanté su camisa haciendo que nuestras prendas cayeran al piso.

– ¿Estás segura de que quieres, Kari?- volvió a preguntarme y me detuve a mirarlo un momento.

Era la primera vez que salía con él. Tenía poco tiempo conociéndolo y lo más que sabía es que era el hermano de Matt, el hombre por el que había perdido la cabeza hacía años. Era una locura entregare mi virginidad a Takeru Ishida, considerando que aún tenía sentimientos por Yamato; contradecía todas mis reglas, mis creencias, principios y aún así quería hacerlo.

Y no podía culpar al alcohol, cuyos estragos habían desaparecido hacía rato.

Enredé mis dedos por su nunca, abrazando su cuello y pegué mi cuerpo, poniéndome de puntitas para besarlo. TK me sujetó de la cintura y me fue arrastrando hasta que tropecé contra la cama en la que me senté. Él se inclinó besándome el cuello y me volví loca. Era un placer desbordante lo que estaba sintiendo y sabía que la acción apenas había comenzado. Volví a desabotonar su pantalón y rocé su miembro erecto por encima del bóxer haciéndolo gemir. Se movió para quitarse ambas prendas y aproveché para hacer lo mismo conmigo, deshaciéndome de la ropa que me quedaba.

Un momento de lucidez me golpeó dejándome ver que estaba desnuda, por primera vez, frente a un hombre.

Un hombre que no amaba.

Empecé a sentir un cosquilleo en mis piernas, los nervios burbujearon dentro de mi estómago haciéndome temblar. TK se acomodó sobre mí, sin penetrarme aún, y siguió besándome, ésta vez más lentamente.

Apagué mi mente, apagué mi consciencia, apagué mi moralidad y me dejé seducir por sus caricias, por su aliento a tequila y cigarro. Acaricié su espalda con mucha delicadeza mientras él me besaba los hombros. Toqué su abdomen, bien formado, el vello de su pecho hasta atraer su rostro a mi boca y besarlo. Sus manos recorrieron mi cintura, masajearon mis senos, acarició mis pezones, mi cuello, mi espalda…

¡Dios, me estaba quemando!

Había tanto calor entre nosotros que era como pasar una hora sentada bajo el sol veraniego sin una sombrilla o algo que me cubriera.

– Eres perfecta.- susurró cerca de mi oído, haciéndome estremecer.

Bajó sus dedos hasta mi entrepierna y comenzó a masajearme con dos de sus dedos en mi zona íntima. Tuve que arquearme hacia atrás pues su caricia fue inesperada y lo sentí sonreír contra mi pecho. Siguió explorando con sus largos dedos cada rincón de mi expuesta-por-primera-vez vagina. Me aferré a su espalda arañándolo un poco pero como por acuerdo tácito no le dimos importancia. Justo cuando mi cuerpo se contrajo y estaba a punto de explotar él se detuvo y me miró. Mi respiración apenas y lograba hacer entrar oxígeno a mis pulmones y fui incapaz de hablar para pedirle que siguiera.

TK estiró un brazo y abrió un pequeño cajón de la mesita de al lado sacando un paquetito metálico y abriéndolo con cuidado. Se puso el condón frente a mí y el espectáculo me pareció majestuoso. Nuevamente se acomodó y acarició mi cabello, quitando un mechón que me cubría un ojo. Nos miramos, sonreímos y lo besé.

Me penetró con cuidado, demasiado quizás, que pude sentirlo entrar completamente. El dolor que me causó logró que se me escaparan unas cuantas lágrimas y jalé su cabello sin darme cuenta. Takeru me sujetó de la cintura y comenzó a moverse a un ritmo que iba aumentando cada segundo. Rasguñé su espalda incontables veces logrando únicamente proferir gemidos y sonidos inentendibles.

– ¿Te estoy lastimando?- preguntó, besando mi oído, pero sin detenerse. Negué con la cabeza y lo tomé del rostro para besarlo.

Su lengua recorrió la mía con frenesí. Acarició mi paladar y su saliva, lejos de provocarme asco, me excitó aún más. TK me dio esa clase de beso que permanece grabado en la mente y las sensaciones de una chica por mucho, mucho tiempo. Esa clase de beso que te descoloca y hace que el tiempo y el espacio sean conceptos desconocidos. TK me besó como yo quería ser besada: con pasión, con deseo, con necesidad…

Levantó el rostro y nos miramos. Acaricié sus mejillas, raspándome deliciosamente con su barba. No me percaté en qué momento fue disminuyendo el ritmo hasta que mi cuerpo volvió a contraerse junto con el de él y ambos explotaron de manera intensa. Placer y tranquilidad fueron esparcidos por mis venas y por un rato me quedé sin aliento. TK se recostó en mi pecho, su respiración también seguía irregular, y acaricié su cabello, dándome cuenta que los dos estábamos sudando.

Entonces la realidad cayó sobre mí como un yunque y me di por bien enterada de lo que había hecho. Tuve unas ganas inmensas de llorar y de pronto me embargó la culpa y el arrepentimiento, y como si lo hubiese gritado, él se levantó y me acarició una mejilla.

– ¿Estás bien?- preguntó, haciéndome sentir peor. Tuve que tragarme el nudo de la garganta y sonreír.

– Sí, sí…- TK se movió, acostándose a un lado mío y titubee pues no estaba segura de si debía abrazarlo y recostarme en su pecho, como quería hacerlo, o simplemente voltearme e intentar dormir.

– Pudiste habérmelo dicho.- dijo él de pronto. Fruncí el ceño sin entender a qué se refería. Apuntó hacia las sábanas y entonces toda mi culpa y remordimiento fue suplantado por vergüenza: había una mancha de sangre en sus sábanas celestes. Me tapé el rostro deseando que me tragara la tierra.- Hey, ven, no pasa nada, Kari. Está bien.- se sentó junto a mí y pasó sus brazos por mis hombros, obligándome a descubrirme la cara.

– TK, yo… lo siento tanto, es que…- él sonrió y se inclinó para besarme.

– No pasa nada, ¿ok? Sólo…- me quitó el cabello del rostro y continuó acariciándome una mejilla.- Tal vez si hubiera sabido que eras virgen habría sido menos brusco.- sonreí estúpidamente y sin evitarlo un par de lágrimas corrieron hasta parar a la almohada.

– Creí que si te lo decía no querrías estar conmigo.- confesé con pena. Aunque tenía que admitir que había algo en él que me llenaba de alivio, de confianza.

– Claro que sí, boba, eso no tiene nada que ver.- asentí simplemente y por un rato no dijimos nada. La verdad no estaba segura de qué debía hacer y TK sólo me miraba apaciblemente. Era extraño y aún así me pareció divertido.

– ¿Deberíamos hablar de lo que pasó?- pregunté, sintiéndome muy estúpida.

– Me temo que sí, pequeña saltamontes.- dijo él, haciéndome reír. Me senté en la cama y él me imitó.- Kari, no estoy buscando una relación, ni una novia, o algo que se le parezca.- habló de pronto, antes de que yo dijera algo. Pasé saliva y asentí sintiéndome alegre de escuchar eso.

– Y tú sabes que estoy enamorada de tu hermano.- TK asintió.- Y que él no me quiere.- bajé la cabeza sin poder contenerme. Estaba siendo una estúpida, había actuado como tal… ¡Dios, quería morir!- No quiero que pienses que te utilicé ni eso.

– ¿Entonces por qué quisiste tener sexo conmigo?- me encogí de hombros e inhalé profundamente. Ni yo sabía bien por qué.

– Quizás fue el vodka…

– No culpes al alcohol, señorita borracha.- dijo sonriendo y sin poder evitarlo me acerqué y lo besé.

– Lo siento.- me mordí el labio, esperando que él no fuera a reaccionar mal.

– Te propongo algo y espero que estés de acuerdo con ello, Kari.- asentí, indicándole que siguiera hablando.- Si para ti está bien, podemos seguir haciendo esto, seguir viéndonos sólo para pasar un buen rato, sacarnos el estrés, ¿qué dices? Pero no será una relación, no tienes que rendirme cuentas de lo que haces en tu vida y eres libre de salir con otros así como yo. Esto es simplemente sexo.- medité un momento en sus palabras, ¿qué tenía que perder? TK me gustaba, aunque no como Matt, pero sí lo suficiente para haberle dado el privilegio de que fuera el primero que me conociera en la cama. Y si tanto él como yo estábamos seguros de que sólo sería eso, no veía por qué no hacerlo. Después de todo no estaba segura de poder seguir mi vida sin noches como la que acababa de experimentar.

– Sin emociones, sin sentimientos, sin atenciones, sólo sexo, ¿verdad?- recalqué, de manera que él entendiera que había captado el punto. TK asintió y nuevamente me acerqué a besarlo.- Acepto.


Me "retaron" a escribir algo erótico (porno :p) y heme aquí. Es diferente, pueden criticarme a su gusto, será una historia cortita donde hablaré de experiencias sexuales, quiero tocar ese tema ya que en mi país es un tabú.

Les cuento, hace semanas hice varias encuestas sobre sexualidad a jóvenes de entre 13 y 18 años y me dio mucho coraje ver que las muchachas no saben casi nada, no les interesa o simplemente les da pena hablar de ello... por eso salen embarazadas tan jóvenes -_- el deseo sexual es tan normal como querer comer o ir al baño, no estoy diciendo que ya por eso vayan y lo hagan con cualquiera para quitárselo, pero sí creo que es un tema que debería tratarse con mayor profundidad en las escuelas.

En fin, cualquier duda, comentario o sugerencia es bien recibido en un review o mensaje privado :p