Disclaimer: Canción de hielo y Fuego no me pertenece. Todos los derechos reservados a George. R. R. Martin.
1
El drama familiar que sucedía entretenía a Rickon tanto como cualquiera de sus otros videojuegos, aunque realmente no comprendiese qué estaba pasando. Solamente sabía que su madre apretaba los labios, su padre se masajeaba las sienes y Robb y Jon no dejaban de gritarse.
Por más que le gustase ser el centro de atención al menor de los Stark, ver a su familia tratar de no caerse a golpes era entretenimiento suficiente, y procuraba mantenerse siempre al tanto de todos los acontecimientos. Sabía, por ejemplo, que el conflicto había iniciado cuando Robb trajo a esa chica Jeyne en vez de a su novia usual. Rickon no notó ese detalle hasta que Jon preguntó qué hacía su medio hermano con la Westerling, rechinando los dientes. De allí, todo escaló.
Arya y Rickon, los menos involucrados en el tema, disfrutaban de meter cizaña y casquillo en cada conversación y ver cómo volvían todos a alborotarse.
—Lo que realmente no entiendo —le decía Rickon una tarde a su hermana, viendo a Robb enfrentarse a unos hombres feos y gordos en el jardín—, es por qué esa Jeyne irrita tanto a mamá y a Jon. No es precisamente bonita, pero...
Arya sonrió, con el cigarrillo que no le dejaban fumar entre los dientes, y se estiró en el banco donde estaban sentados.
—Ah, mi joven hermano. El problema no es ese, porque 'esa Jeyne' fácilmente podría haber entrado a la familia. El problema está que Robb estaba comprometido, y ahora abandonó a su novia, una alianza entre familias, por 'esa Jeyne'.
Rickon alzó las cejas, sorprendido ante el comportamiento del que consideraba su hermano más responsable, y se rascó el cuero cabelludo, frustrado.
—¿Por qué lo hizo? ¿La otra chica, su novia anterior, era así de fea, como esos hombres?
Arya soltó una carcajada explosiva, liberando un fuerte olor a humo, y miró a su hermano con afecto.
—Que ellos no te oigan decir eso. De hecho, su novia anterior era preciosa, a pesar de ser una Frey y tener esos sapos como padres. Por eso lo interrogan a todas horas, tratando de encontrar el por qué.
»Y, por supuesto, convenciéndolo que Jeyne Westerling no vale el enojar a los Frey. Quién sabe por qué Robb hizo esto. La chica debe de tener ciertos... talentos.
Rickon no entendió el sugestivo doble sentido de su hermana, pero de igual manera se tomó la molestia de ver mejor a la chica Jeyne, y tuvo que concordar con la parte protestante del acuerdo. La chica era bastante sosa, con cara en forma de corazón y cabello ondulado castaño. Se mantenía pegada a Robb como chicle, evitando atravesársele a cualquiera de los Stark, y Rickon tuvo el súbito impulso de pincharla para ver si tenía voz.
—¿Sabes hablar? —le demandó una noche, al verla encogida en el jardín trasero, detrás de la fuente menor. Ella asintió.
—S-sí.
Rickon le entrecerró los ojos, y por primera vez la diversión que había sentido por tantas semanas cedió, dando paso a la rabia. Quería muchísimo a Robb, y aunque disfrutase viéndolo sufrir ante las constantes amenazas y acosos de su familia, no iba a permitir que ninguna niña irritante le arruinase la vida por siempre (y Rickon, en efecto, omitió el detalle que él también era un niño irritante que le arruinaba la vida a sus hermanos).
—No sé qué te ve Robb —sentenció, y Jeyne se encogió sobre sí misma. Rickon la miró con la cruel dureza que todos los niños parecen tener y sopesó la idea de tirarle un poco de agua de la fuente en la cara, para ver si reaccionaba de otra manera que no fuese gemir.
»Nunca conocí a la prometida de Robb, pero seguramente era mucho más divertida y bo...
—¡Basta, Rickon!
El niño se sobresaltó ante la voz de su hermano, y Robb apareció en el jardín con dos vasos en la mano. Miraba a Rickon con una hostilidad poco característica de él, y el chiquillo se pasó la mano por el pelo.
—Sólo quería...
—Ya sé lo que querías. Lo que todo el mundo me viene diciendo desde hace un mes.
Robb lo fulminó con la mirada, como si la culpa de que estuviese metido en tremendo problema fuese de Rickon, y Jeyne se adelantó dos pasos.
—No, Robb, está... —miró a Rickon, y en la oscuridad del jardín él solo pudo distinguir dos rendijas en su rostro a modo de ojos—… está bien. Rickon, yo amo a tu hermano.
Ante esto, el niño bufó, y Robb se adelantó unos pasos, seguramente para meterle un zurrazo en la cabeza.
—Y no sé qué me ve él —continuó, caminando ella también—, pero estoy sumamente agradecida que me haya acompañado después de todo este problema. Yo... yo se que es complicado, pero realmente lo amo y espero que tu familia algún día pueda comprender eso.
Robb se veía tan sorprendido que Rickon supuso que nunca había expresado esos sentimientos en frente de él, o de nadie. El niño miró a su hermano mayor, a Jeyne, luego a su hermano y de vuelta a la mujer. Al final, se encogió de hombros.
—Está bien, supongo. Si están felices juntos —se dio la vuelta y comenzó a caminar de vuelta hacia el fortín que era Invernalia, pero se detuvo unos momentos para ver por encima del hombro a Robb acariciándole la mejilla a Jeyne, justo como hacia papá con mamá cuando estaba angustiada.
Siguió caminando, y al día siguiente Rickon exhibió una defensa tan rabiosa hacia Jeyne contra su familia que todos quedaron sin habla, y Rickon disfrutó de ser el centro de atención una vez más.
