Y podía sentir la filosa daga atravesar su alma que, con el pasar de los segundos se volvía un bello polvo estelar signo del fin e inicio de su existencia, por su consciencia transcurrían imágenes de un pasado lejano, aquél que desapareció cuando ellos, esos terribles humanos destruyeron todo lo que amaba.

Sólo quería ver a su esposa.

Sólo quería ver a su hijo.

Sólo quería...

Cayó de rodillas derrotado, aceptando su destino que, con honor y la mirada en alto recibió, podían salir lágrimas de sus cristalinos ojos negros como su alma, cayendo al pequeño patio de flores donde, poco a poco su fisicalidad perdía forma, volviéndose polvo.

Con una sonrisa se despidió, esperando volverse a encontrar con aquellos que dijeron adiós con el dulce silencio de la muerte.