Alzo la mirada al débil fuego frente a mi. No sé cuánto tiempo he debido estar perdida en mis pensamientos, pero rápidamente deseo haber seguido así, ya que me doy cuenta del frío que empieza a hacer, haciéndome estremecer. Dejando escapar un suspiro desplazo la mirada hacia la izquierda para contemplar a mi compañera. Christa, pobre mujer. Todo lo que ha sufrido; la perdida de Omid y de su hijo frente a sus ojos... Y aun así se mantiene en pie, manteniendo a ambas vivas. Aun me siento culpable por la muerte de Omid. Él me dijo bien claro que vigilase mis cosas. «¡Que tonta fui!» si no hubiese dejado la pistola... ahora Christa apenas me habla, solo cuando es necesario. Otro suspiro escapa de mi boca y me atrevo a hablar.
—Christa... Háblame— No puedo soportar más esta distancia entre nosotras, no cuando nos necesitamos. Solo recibo un suspiro como respuesta a la vez que se levanta y se dirige al fuego. Agacho la cabeza. Hacía un par de horas que habíamos logrado atrapar a aquella comadreja, pero el fuego era demasiado débil y no parecía ni haberse hecho un poco. —Esto nunca va a funcionar— La oigo decir después de unos segundos de silencio y alzo de nuevo la cabeza para mirarla. —Mira esto... es patético— Dice haciendo referencia al fuego. Razón no le faltaba. —La madera está demasiado húmeda para quemarse. Hay más humo que llamas... A este paso, estaremos comiendo esto para el desayuno—
—Está bien. Puedo esperar— Digo en la compresión, aunque se de sobra que Christa al igual que yo, está deseando poder comerse esa comadreja. «¿Cuándo fue la última vez que comimos algo decente? ya ni lo recuerdo...» La voz de Christa me saca de mis pensamientos. —Todo lo que hacemos es esperar. ¿Y para qué...? Tú deberías hacer esto, no yo.— Se levanta para hacerme cara por primera vez en el día. —Encender fuego para poder cocinar y permanecer cálida. Es algo que tienes que ser capaz de hacer Clementine. De lo contrario...— Su voz se apaga. Se perfectamente lo que quiere decir. Pienso antes de hablar. —Necesitamos encontrar un grupo. Gente en quien confiar. Hemos estado por nuestra cuenta mucho tiempo—
—¿Confiar? ¿Crees que puedes confiar en alguien allá afuera? No ahora. No más— En el fondo sé que tiene razón, hace dos años que no vemos gente buena... Pero también sé que sigue habiendo, allá en algún sitio, sigue habiendo gente buena en la que poder confiar. Yo lo sé. De repente un escalofrío recorre todo mi cuerpo a causa del frío. Llevamos bastante rato aquí paradas y eso no es nada bueno. Me abrazo a mi misma. —Me estoy congelando—
—Crees que esto es malo, espera a que lleguemos a Wellington, ahí háblame de frío. Si lo hacemos. Todavía tenemos un par de duros meses por delante. Esta lluvia se convertirá en agua-hielo, luego hielo, hasta nieve. No será fácil— Después de la muerte de Omid, su único objetivo era llegar a Wellington para poner al bebé a salvo pero... Hace alrededor de un mes que parece haber vuelto a replanteárselo. Es arriesgado y sera difícil, pero es nuestra mejor apuesta. —¿Podremos llegar tan lejos?—
—Tal vez. No lo sé. Solo debemos seguir moviéndonos al norte. Estamos seguras que no nos podemos quedar aquí— Vuelve a hacerse el silencio, pero no uno incómodo. «Espero que valga la pena y sea seguro allí... Lee, contigo todo se veía mejor, ¿tú qué harías?» —Extraño a Lee— Digo sin pensar, pero realmente, lo extraño. Christa me mira con simpatía. —Estoy segura de que lo haces— Se da la vuelta y comienza a alejarse. —Iré a buscar más leña, tú solo mantén el fuego encendido— La veo desaparecer entre los árboles y vuelvo a suspirar mirando al débil fuego. Encogiéndome de hombros me levanto y me dirijo hacia mi mochila. Nada más abrirla me recibe el pedazo de foto de Lee que conseguí rescatar de la farmacia. La recojo y la observo con tristeza, cuanta falta me hace. La guardo en el bolsillo de mi pantalón y lo siguiente que veo en la mochila es el dibujo de Kenny, Katjaa y Duck. A ellos también los extraño mucho, sobre todo a Duck. También me guardo el dibujo en el bolsillo y por fin veo el encendedor. Dejo la mochila y me vuelvo a acercar al fuego que está prácticamente apagado. Me encojo de hombros y enciendo el encendedor para quemar el leño. Lo dejo entre la leña y para mi agrado comienzan a salir llamas, aunque todavía no es lo suficientemente bueno como para cocinar la comadreja. —Mejor, pero todavía no es suficiente. Las llamas son demasiado bajas— A poca distancia veo un tronco y me dirijo a él. —Esto se podría quemar...— Vuelvo a dirigirme a la leña y coloco el tronco. Ahora luce un poco mejor... De repente me sobresalto al escuchar unas voces cerca de donde estoy. Me levanto asustada y comienzo a avanzar entre los árboles en busca del origen de las voces. Cuanto más me acerco mejor puedo escucharlas y puedo decir que no suenan nada amigables. De repente veo a una persona ser empujada y rodeada. «¡Christa!»
Continuará...
