¿Qué ha pasado? ¿Es acaso una nueva historia? Si estas preguntas se cruzaron por tu puerta onírica, la respuesta es sí. Sin embargo y como recordarán en el último mensaje de Crónicas del Alba Carmesí, yo dije que esta historia las publicaría una vez acabado la primero mencionada y después de publicar "Memorias de un Desdichado", pero he tenido problemas (lagunas mentales y un par de Perros de Tíndalos, nada por lo que preocuparse), bueno, en realidad me la he pasado leyendo otros Fanfictions y también libros, por no mencionar que me atasqué en Skyrim. Pero sinceramente, la inspiración no me llega para Crónicas del Alba Carmesí.
Pero ojo, esto no significa que ya no la voy a terminar ¡Claro que lo haré! Solo les pido tiempo. Ahora los dejo con esta historia 100 veces mejor que la primera y espero que la disfruten. He intentado mejorar mi redacción, y no desesperen si el prólogo parece algo corto, alargaré los capítulos.
PD: al final, me decidí por emparejar con OCs de mi ingenio a Applejack y a Fluttershy, Pinkie estará con Braeburn. "Oye Fenix, ¿Qué no es esto un spoiler? En realidad no, quiero un punto de vista diferente y explícito".
Nota. esta historia no tiene nada que ver con Crónicas del Alba Carmesí, pero aún así, a quienes no lo hayan leído, les invito a hacerlo, es mejor de lo que parece.
Sin más preámbulos...
Fragmentos de Amistad
Prólogo parte 1: La Casa de Subastas
El sonido de la lluvia penetraba en la sala, pero a pesar de que el agua caía con estruendo y furia, deseando destruirlo todo, las carcajadas de soberbia y las ominosas palabras que representaban el peor lado de los ponis, inundaban La Casa de Subastas, apagando el sonido del agua cayendo, que en esas circunstancias, era de la más reconfortante. Los guardias de seguridad, con sus porras de diamante y sus sables de cristal, amenazaban con matar a aquellos que se resistieran o que trataran de huir durante la subasta, y sus ensanchados hombros y toscos rostros desalentaban hasta al más intrépido de los ponis. Hasta ese momento, a nadie se la había ocurrido fugarse de aquel despreciable lugar, y salvar su vida.
Esa noche no eran muchos los desafortunados, sumaban, tanto yeguas como sementales, unos veinticuatro o veinticinco. Todos, a pesar de nunca antes haber sido vendidos, conocían muy bien que clase de abominables actos se llevaban a cabo en La Casa de Subastas, y por esa razón, la expresión en sus rostros era de horror absoluto o de tristeza pura. La gris atmósfera era asfixiante, tanto que algunos tenían problemas para respirar, pues la situación podía doblegar hasta al más inquebrantable.
Faltaban tan solo cinco minutos para que el destino arribara y las ventas comenzaran, ya todos estaban colocados en una misma fila, uno detrás del otro, sin alguna jerarquía aparente. Pero de entre ellos, los guardias recibieron la orden de separar a seis ponis, quienes eran la principal atracción de la nacho. Estos estaban colocados hasta lo último, y al recibir la orden de moverse para quedar paralelos a la otra línea, no opusieron resistencia; los recuerdos de los azotes y los golpes, de los llantos desesperados de los ponis en el camión de camino a aquel lugar, y las amenazas y rumores que habían oído acerca de los compradores eran más que suficientes razones para desmoronar toda esperanza.
-¡Yeguas y corceles, la raza superior y absoluta de Equestria!- la voz del maestro de ceremonias hizo eco en la mente de los prisioneros -esta noche les ofreceremos de los mejores ejemplares que jamas hayan visto- parecía disfrutar mucho de esta clase de eventos -seis premios gordos como gran final, estoy muy seguro de que más de uno los querrá en su casa- hizo una seña a los guardias para que pasaran al escenario a la primer fila de víctimas compuesta de 15 o 16 ponis.
Los compradores guardaron silencio se tomaron asiento en sus respectivos lugares, con su respectivo número en sus manos, listos para ser alzados y ofrecer su incalculable dinero por un poni más para sí mismos. El maestro de ceremonias comenzó con una yegua, la primera de la fila. Su piel era de color azul marino, y su melena era oscura como la noche, y estaba muy bien cepillada y cuidada, el horror emanaba de su rostro. Dio un paso al frente y se mantuvo firme, triste y desesperada, pero firme.
-Nuestro primer producto proviene directo de Canterlot, su nombre es Night Heart- el maestro colocó su mano derecha sobre el hombro de Night Heart, y le dio vuelta, mostrando sus alas, unas muy bellas alas -como podrán apreciar, esta es una pegaso en todos sus ámbitos, entonces, ¿Empezamos con quinientos bits?
Y así comenzó la compra y venta en La casa de Subastas, los peores y más adinerados ponis del Imperio de Neoristal ofrecían suma incomparables de dinero por los desafortunados vendidos, quienes eran tratados como simples objetos materiales. Las seis "especiales" ponis esperaban de pie, detrás del talón rojo, rojo como la sangre, deseando lo mejor para sus desafortunados compatriotas a quienes no conocían, pensando en su casa y en los días de Armonía.
-¡Ese era el último!- el maestro soltó una risa de satisfacción -y ahora, como les había prometido, aquí les ofrecemos, desde el asqueroso pero pintoresco pueblo de Ponyville, seis joyas invaluables que solo se comparan con las mismas princesas- aquellas seis ponis, cuyas ataduras atrapaban sus manos y se enroscaban en su cuello, y otra soga apretaba sus alas a quienes las poseían, provocando un intenso dolor, caminaron con tristeza hasta el escenario -aquí les ofrecemos, a las otrora Portadras de los Elementos de la Armoní esta revelación, los compradores aplaudieron al maestro, con una enorme sonrisa dibujada en el rostro, tan blanca como la brea. Les parecía una oportunidad única de tener a Las Portadoras en su colección personal, pero claro que solo los más adinerados podrían permitirse semejante herejía.
Las seis amigas, quienes habían defendido con orgullo el reino de Equestria hasta la caída de las princesas, se hallaban mirando al suelo, con temor y desprecio hacia los compradores, y con tristeza también, pues era claro que sería la última vez que se verían.
-Comencemos con esta bella cosita amarilla- dijo el maestro de ceremonias, tomando con delicadez a la desemparada poni de la espalda -es una pegaso, muy bonita a decir verdad- tras esto, se oyeron risas en el fondo -su nombre es Fluttershy, y representa al Elemento de la Bondad, ¿Quién ofrece tres mil?
Pocos tarjetones se alzaron entre el público, pues a muy pocos se les caía el dinero de los bolsillos. Fluttershy derramó lágrimas en silencio, sin voltear a ver a sus amigas, pues ya se había despedido de ellas co anterioridad.
-¡Vendida al número 342 por el precio de 4500 bits!- Fluttershy levantó la vista para ver a su comprador, y se sobresaltó por lo que vio. Era un corcel que, a pesar de estar en forma, su apariencia era despreciable y asquerosa, parecía no tener una higiene, y Fluttershy creyó percibir su esencia hasta allí. No pudo evitar soltar un sollozo.
Sus amigas también alzaron la vista, y tuvieron la misma impresión, cuatro de ellas voltearon a ver con nostalgia a Fluttershy, susurrándole que todo iba a estar bien, y que al raro se reunirían para cenar. Nunca habían mentido tanto en toda su vida. Pero solo Rainbow Dash no volteó, en cambió, mantuvo su mirada en el comprador, era una mirada de odio e ira sin frenos, no podía soportar ver como Fluttershy se iba con ese monstruo.
-¡Yo tomaré su lugar!- gritó de repente, haciendo que todos callaran de golpe.
-Ooohhhh, que tierno- dijo el maestro -pero no puedes hacerlo, sin embargo- se dirigió al comprador -señor, le gustaría cambiarla por esta, o está bien así, no le costará nada extra, pues ya ofreció su dinero.
El ominoso poni inspeccionó a Rainbow de arriba a abajo, mientras esta mantenía su postura, y Fluttershy le rogaba que no lo hiciera.
-¡No lo hagas Rainbow! ¡Me eligió a mi, no a ti!- le decía entre lágrimas, pero Rainbow Dash no se inmutaba.
-De acuerdo, ella parece más útil- dijo por fin el comprador.
-En ese caso, que tenga buena noche, en cambio tú- el maestro señaló a Rainbow -acompaña a tu nuevo amo, ya no tienes nada que hacer aquí- y acto seguido, un guardia la condujo hasta donde su comprador.
-¡No Rainbow! ¡No lo hagas!- Rarity tomó a Fluttershy y la abrazó fuertemente. Las lágrimas de su amiga la empaparon, pero no le importaba.
-Tranquila Flutters, estaré bien- la consoló Rainbow Dash antes d bajar de la tarima, y segundo después, su comprador y ella abandonaron La Casa.
Y así se pasó el resto de la noche, otros compraron a Fluttershy, pero su comprador nuevo no aceptó cambiarla, y se la llevó. Después compraron a Applejack, y Rarity se ofreció en su lugar, sin embargo, Applejack le exigió que no, y se la llevaron. La siguiente fue Pinkie, quien no había hablado desde que de se habían despedido en el camino a La Casa, pero Twilight fue cambiada por ella al mostrar sus habilidades mágicas. Únicamente el último comprador compró a ambas amigas, a Rarity y a Pinkie. Todos los compradores eran despreciables y ominosos, todos tenían las peores intenciones con las seis amigas, quienes ahora se habían separado, fragmentando la armonía.
En una casa al parecer abandonada, que por dentro era más bien un refugio en donde seis ponis se ocultaba, la desesperación del líder aumentaba con cada momento que pasaba.
-¡Maldita sea!- gritó con rabia y golpeó la mesa con mapas con su mano derecha -¡¿Sabes a dónde las llevan o no?!- le espetó desesperado a un pegaso azul enfrente de él.
-No, no lo sé- respondió el pegaso alterado -pero sé que rumbo han tomado y todavía las ´podemos alcanzar en auto- dijo señalando el reloj en la pared.
-¡Entonces vamos por ellas!- la voz del líder parecía estar acompañada de temor, temor por lo que les podrían estar haciendo en esos instantes.
Seis ponis en total abandonaron el refugio y se subieron en autos inclusive más veloces que los pegasos, más veloces que Rainbow Dash. Se dirigieron sin dudarlo a salvar la Amistad de seis bellas chicas.
