Ninguno de los personajes en esta historia me pertenece.
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Aviso:Este fic participa de la actividad Navideña del grupo KatsuDeku World y es un regalo para Sofía San Martín. Ella quería un simple drabble pero eso es imposible para mí.
Por desgracia la vida real y la proximidad de las fiestas no me dio tiempo a completar la historia (que se suponía iba a ser un one-shot) así que dividí lo que llegué a hacer hasta la fecha y voy a subirlo poco a poco mientras lo termino.
Espero que al menos alguien lo disfrute.
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Experimento aleatorio
La noche de Izuku Midoriya
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La habitación estaba oscura y el sonido húmedo de sus bocas interrumpido por las exhalaciones era todo lo que podía oírse en ese cuarto, en esa noche, o tal vez en el mundo. Oírlos llenó a Izuku de nervios impetuosos que solo podían surgir cuando uno era consciente de sí mismo pero, de igual modo, deseaba escucharlos con más fuerza.
Era extraño.
Su mente estaba dividida en dos: una parte estaba alerta a todo lo que ocurría mientras que la otra estaba totalmente entregada a la acción sin miramientos. Era imposible para él dejar de analizar, observar y tomar nota mental de lo que sucedía —en dónde le tocaba, en donde le besaba, los sonidos que emitía su garganta— pero al mismo tiempo no podía pensar en nada coherente más que en lo mucho que le gustaba cuando la mano de Katsuki se aventuraba debajo de su playera, dejando un rastro cálido a su paso, o el modo en que sus labios se cerraban sobre su cuello. Quería poder captar cada detalle, quería memorizar la tensión en los músculos de Katsuki y la forma en que movía su cuerpo, pero también quería cerrar los ojos, dejarse sumergir en las sensaciones y jamás regresar a la superficie.
«Así que así de siente», pensó por séptima vez en la noche cuando Katsuki realizó un movimiento pélvico dejándole saber qué él también lo estaba disfrutando.
Eso silenció ciertas inseguridades que le habían gritado que sería imposible que Katsuki se excitara con él. Y al mismo tiempo alteraba su corazón peor que antes. Era una experiencia increíble que jamás creyó que tendría con Katsuki, mucho menos como su primera vez. Le habría gustado saber más, le habría gustado tener el conocimiento suficiente para complacerlo, pero de nuevo: ¿cómo iba a saber que algún día tendría esa oportunidad?
También le habría gustado saber si esa era la primera vez de Katsuki, aunque lo dudaba, pues se sentía demasiado bien —¿podría Izuku siquiera notar la diferencia?— y su compañero actuaba con demasiada confianza para serlo —¿había algo que Katsuki hiciera sin confiar en sí mismo?—. Para Izuku, en cambio, todo era nuevo. Intenso y extraño. Excitante. La simple sensación de las yemas recorriendo su brazo hasta tomar su mano y guiarla hasta el cuello contrario era suficiente para robarle el aliento en un gemido que en la mente de Kastuki debía sonar patético. Izuku también lo pensaría así si no fuera por lo nebuloso que estaba su juicio.
Besar era, quizá, la sensación más extraña de todas. Era tocar con los labios dos franjas de piel suave que se movían y guardaban un rastro del sabor de lo que la otra persona había ingerido, pero también era el acto más adictivo que había realizado en su vida. Cada vez que Katsuki apartaba su boca los labios de Izuku ansiaban repetir la acción al instante.
Nunca pensó que terminaría en la cama con otra persona una hora después de haber recibido su primer beso, pero la imaginación no podía causar ni recrear la intensidad que el cuerpo sentía durante el verdadero tacto.
Katsuki se apartó un momento para aferrar la playera de Izuku y jalar hacia arriba. Izuku levantó la cabeza y los brazos facilitando el trabajo. Él se hallaba recostado sobre el colchón con las piernas extendidas y Katsuki arrodillado entre ellas, una posición conveniente porque Izuku se desplomaría si intentaba ponerse en pie o sentarse. Volvió a dejarse caer contra el colchón y aguardó a que Katsuki prosiguiera, pero este se quedó observándole unos segundos con expresión serena. Las cortinas no estaban del todo corridas pero la luz nocturna que se colaba por la ventana no alcanzaba a iluminar lo suficiente el recinto, por lo que Izuku no podía leer su expresión del modo en que le gustaría, aunque probablemente tampoco podría hacerlo en el estado en que se encontraba. Temió lo que podría pasar si Katsuki seguía mirándole. Tal vez regresara en sí y comprendiera que estaba haciendo aquello con el idiota que toda la vida corrió tras él como un perro y decidiera que no debían continuar, que aquello era un error. Sin embargo, Katsuki se inclinó para buscar su boca una vez más e Izuku pudo suspirar aliviado.
Aventuró una mano por el cabello rubio, áspero y despeinado, y deslizó la otra por el hombro. Katsuki vestía una musculosa que permitía apreciar la definición de su cuerpo y el sudor que le recorría la espalda; Izuku quería quitársela pero no se animaba. No confiaba en sus movimientos pero también —y más importante aún— le daba miedo lo que pudiera ocasionar. ¿Y si atreverse a más molestaba a Katsuki? ¿Y si tomar iniciativa causaba que Katsuki decidiera terminar todo?
Era extraño.
Su cuerpo estaba dividido en dos: una parte se reprimía por temor a las consecuencias mientras que la otra quería lanzarse a lo desconocido y tocar, tomar y disfrutar todo lo que Katsuki pudiera ofrecerle. Pero no podía arriesgarse, así que no lo haría. No cuando Katsuki estaba siendo tan cálido y atento, contrario a todo lo que alguna vez imaginó. Siempre creyó que en esa clase de situación Katsuki sería demandante y agresivo, que tomaría todo sin pedir permiso hasta dejar a su pareja exhausta de placer, cosa que a Izuku le encantaba suponer. La realidad era mucho mejor. Katsuki no era para nada delicado, pero la convicción de sus movimientos se reflejaba en caricias certeras y en dirigir a Izuku por el rumbo que deseaba, como aferrar su mano y deslizarla por su pecho o decidir cuándo era momento de involucrar a sus lenguas en el asunto. No se veía enojado, más bien serio, como si estuviera concentrado. Era preciso y confiado, pero mantenía un ritmo estable y seguro que Izuku apreció porque no estaba seguro de poder tolerar un frenesí en su primera vez haciendo eso. No habría disfrutado el salvajismo y desesperación con el que tantas veces había fantaseado.
Cuando Katsuki se quitó la musculosa Izuku casi perdió el control sobre su voz. Le costó resistirse pero al final consiguió guardar silencio. Era algo con lo que luchaba desde que habían entrado en la habitación. Tenía tantas cosas que decir, había tanto que le gustaría comentar, murmurar como un delirio todo lo que experimentaba bajo las manos ajenas. Pero Katsuki no iba a valorarlo. Lo irritaría si pronunciaba siquiera una sola palabra, como siempre, y eso era lo que Izuku menos quería esa noche, así que mantendría los labios apretados hasta el final para asegurarse que Katsuki pudiera seguir pensando en lo que fuera que lograba mantenerlo tan activo mientras Izuku temblaba y daba respingos como el virgen inexperimentado que era.
Fiel al comportamiento que había mantenido toda la noche, Katsuki no dudó cuando llevó las manos a la cremallera del pantalón y comenzó a desabrocharlo.
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Fue Ashido la que inició todo. Se puso en pie en la sala común de los dormitorios durante un día particularmente aburrido y anunció a todo pulmón:
—¡Hagamos una fiesta!
La idea no tuvo oposición, pues, ¿quién iba a oponerse? No había nada mejor que hacer y eran adolescentes, sin embargo, fue durante los preparativos que comenzó a surgir el desacuerdo. El consenso general con el que la discusión comenzó poco a poco fue mermando hasta dividir la clase 1-A en grupos que opinaban diferente. Izuku lo recordaba así: iniciaron con comentarios afirmativos y de entusiasmo, cada quien dando su propia variación de algo como: «¡qué gran idea!» y «sí, nos vendría bien una distracción». Iida apoyó la moción mencionando que estaría encantado de solicitar el permiso a los profesores, pero fue rápidamente rechazado por el resto.
—Nadie va a enterarse —le dijo Kaminari cuando Iida insistió con los problemas que tendrían cuando los profesores lo descubrieran.
Llevó varios minutos convencerlo, pero finalmente lo consiguieron con la promesa de que la música no estaría en un volumen alto y que la velada terminaría en un horario adecuado. Pero ese no fue el inicio de la discusión. Fue cuando Yaoyorozu comenzó a dar indicaciones del día en que podrían realizarla y asignó a cada uno un deber.
—Jirō, tú te encargaras de la música.
—Naturalmente —respondió esta con una sonrisa.
—Ashido, Uraraka y Asui, por favor, encárguense de la decoración.
—¡Sí! —exclamaron las dos primeras acompañado por un asentimiento por parte de Asui.
—Kaminari, Mineta, Sero, ustedes planearan la iluminación. —Los tres compartieron una mirada desanimada ante lo aburrido del trabajo—. Todoroki, ¿podrías preparar el hielo?
El susodicho la observó un momento en silencio.
—No sé cómo interpretar esto…
—Por favor, solo hazlo —rogó—. Yo te ayudaré con el diseño.
—¿Diseño?
—¡Así es! —Junto ambas manos y las posó junto a su mejilla sonriendo con encanto—. Es muy común ver figuras de cisnes en los centros de mesa, pero ¡hay tantas buenas opciones! Mañana les enseñaré algunos diseños que…
Los demás intercambiaron miradas incrédulas y cayó sobre Kirishima interrumpir la ensoñación de la chica.
—Espera, espera, ¿cómo que figuras de hielo?
—Pues claro. ¿Qué clase de fiesta no tiene una escultura de hielo en la mesa principal? —preguntó como si fuera normal; nadie quiso restregarle en la cara lo poco ordinaria que era—. Hablando de eso: Shoji y Kirishima, ¿creen que podrían encargarse de preparar la sala? Necesitaremos más sillas y almohadones, ¡también lugar para los juegos!
Los dos muchachos asintieron y, una vez más, nadie quiso arruinar la ilusión de Yaoyorozu al cuestionar la clase de fiesta que ella estaba imaginando.
—¡Oh! Bakugō…
—No —respondió este antes de que ella terminara de hablar.
Estaba sentado en el sillón más apartado, de perfil al grupo intentando simular que no le interesaba la conversación.
—Ni siquiera sabes lo que te pediré.
—Vas a pedirme algo estúpido, y la respuesta es no.
El gesto de Yaoyorozu se llenó de tristeza y esto causó que sus compañeros reaccionaran al instante.
—¡Muy mal, Bakugō! —exclamó Ashido.
—¿Cómo te atreves a hacerla sentir así? —dijeron Mineta y Kaminari al ver la expresión de Yaoyorozu, pues para ellos una chica tan linda nunca debería tener tal mueca en su rostro.
—¿Qué es esta falta de compromiso? Esta es una actividad grupal en la que todos estamos obligados a participar como fe del respeto y valor que nos tenemos, no puedes faltar a la voluntad de la mayoría —agregó Iida moviendo un brazo de arriba abajo.
—A decir verdad, no me sorprende —dijo Tokoyami.
Mientras más hablaban peor se volvía el gesto de enojo de Kacchan.
—Vamos, amigo, al menos escucha lo que te van a pedir, luego puedes negarte —comentó Kirishimma, y esa fue la gota que derramó el vaso.
Kacchan soltó un grito de cólera.
—¡Ah, de acuerdo, maldita sea! ¿Qué diablos quieres? —Miró a Yaoyorozu como si ella tuviera la culpa (que en parte así era).
—Solo… ¿si podrías pensar juegos y actividades para la fiesta?
—¡No!
Yaoyorozu suspiró resignada.
—De acuerdo… —Paseó la mirada por todos los presentes que aún no tenían una trabajo asignado, deteniéndose sobre Izuku—. Midoriya, ¿podrías hacerlo tú?
A pesar de asumir que ella le hablaría cuando sus ojos se encontraron, Izuku no pudo evitar dar un respingo cuando oyó pronunciar su nombre.
—¡Por supuesto!
—¡¿Eh?! ¿¡Por qué se lo pides al nerd luego de a mí!? —gritó Kacchan, pero Yaoyorozu lo ignoró.
—Iida, Tokoyami, Sato y Ojiro, sería bueno que pudieran decidir sobre los aperitivos y la cena.
—Déjanoslo a nosotros. —Sonrió Ojiro mientras Iida realizaba un saludo militar.
Entonces Yaoyorozu fijó su atención sobre Hagakure y Koda.
—Ustedes dos traerán…
—¡El alcohol! —dijo Hagakure por encima de sus palabras.
—… las gaseosas. —terminó de decir Yaoyorozu al mismo tiempo.
Fue ahí cuando todo inició, con un silencio pesado que duró solo unos segundos pero que pareció mantenerse por más de varios minutos. La clase de silencio en el que el mínimo sonido desencadenaría una explosión. El desencadenante fue el suspiró que Jirō dejó escapar al ver la expresión en los rostros de sus compañeros. Entonces todos (los más expresivos del grupo) comenzaron a opinar al mismo tiempo.
—¡Sí!
—¡Oh, amigo! ¿Imaginas a las chicas ebrias?
—¡Inaceptable!
—¡Sería parte de la diversión!
—¿No es necesario un permiso especial para eso?
—Va en contra del reglamento, ribit.
—Moi~ qué idea tan brillante.
—No veo el problema si solo somos nosotros…
Iida golpeó la mesa, silenciándolos por un momento.
—¡No! Esto sí que no puedo permitirlo —dijo con tono severo—. No solo va contra las reglas, sino que se trata de un acto ilegal. ¡Somos menores, y no está permitido el alcohol en los dormitorios! Dicho esto, y como delegado del curso, me rehúso a aceptarlo.
—Tenemos diecisiete, no es mucha diferencia respecto a la edad legal —comentó Tokoyami.
—¡Iida! Amigo, ¿qué te sucede? —dijo Mineta con mirada demente y respiración alterada.
—¡Sí! ¿No eras tú el que hace un momento hablaba sobre el compromiso con el grupo? —dijo Kaminari con una expresión similar.
Algo habían imaginado que los tenía completamente alborotados. Pese a eso, sus palabras causaron que Iida se tensara, cosa que no pasó desapercibida para ellos. Así que ya sabían qué excusa utilizar para quebrar su resolución.
—Recuerdo lo que dije, pero en este caso atenta contra un pacto mayor: el de la ley, y como futuros héroes no podemos permitirnos quebrar esta regla. Si comenzamos con esto, ¿dónde nos detendremos?
—Estoy de acuerdo —agregó Asui—, ¿qué somos si no podemos respetar una regla tan básica? ¿Con que derecho nos haremos llamar héroes?
—Un segundo, un segundo —interrumpió Ojiro agitando las manos repetidas veces como negación—. No puedo decir que estoy a favor o en contra respecto al tema, pero ¿no creen que están exagerando?
—¡Sí! —apoyó Sero—. Solo es un poco de alcohol, todos los chicos de nuestra edad lo hacen.
—Oí que el año pasado los de último curso organizaron una fiesta el día que estrenaron los dormitorios —dijo Jirō de modo pensativo—, y que hubo alcohol pero los profesores no se enteraron.
Izuku abrió la boca sorprendido ante la noticia. Intentó imaginar a Togata bebiendo o en estado de embriaguez; todo lo que acudió a su mente fue un Togata todavía más sonriente y expresivo que cuando estaba sobrio.
«No, dudo que Togata alguna vez haya llegado a tal punto», pensó, confiando en que su amigo jamás había bebido hasta emborracharse.
—¡Eso no tiene nada que ver con nosotros! —insistió Iida.
—Es verdad, no podemos guiarnos por el comportamiento de los demás —dijo Tokoyami.
Mineta le miró con enojo.
—¿Y tú de qué lado estás?
—De ninguno, me da igual lo que decidan.
Ashido se puso en pie con un mohín.
—Suficiente, ¡es solo diversión! No puedo creer que insinúen algo como eso solo porque queremos comportarnos como adolescentes normales.
—¡Así es! No tiene nada de malo tener alcohol en una fiesta —agregó Hagakure.
—Además, creo que somos lo bastante responsables como para beber con moderación y… y, es algo inofensivo, ¿verdad, Uraraka?
—Bueno… —Uraraka lo meditó un momento—. Creo que sería una buena experiencia y estoy segura de que no va a influir en nuestra noche. Seguro le estamos dando más valor del que en verdad tiene.
—¡Exacto!
Jirō levantó una mano como si pidiera permiso para hablar y dijo:
—En lo personal no pienso tomar nada que contenga alcohol, pero si llegara a beber confío en todos los que están aquí, así que para mí no parece un problema. —Su convicción se quebró cuando Mineta comenzó a asentir mientras murmuraba con voz lasciva—. Bueno… confío en la mayoría.
—No. Ya es suficiente, esta conversación se termina aquí —dijo Iida acomodando sus lentes—. Me decepciona solo que piensen en hacer algo como esto, deberían sentirse apenados, ¿verdad, Midoriya?
De pronto todos sus compañeros volvieron la cabeza en su dirección y le observaron, como si esperaran que su opinión fuera la decisión final para el asunto. Izuku no tenía idea de por qué le ponían a él en dicha posición, seguro que un comentario de Todoroki o Kacchan importaría más que cualquier cosa que él pudiera decir. Incómodo con la atención, habló.
—Yo… creo que cada uno es libre de tener su opinión —dijo con una risa nerviosa, de modo que no estuvo a favor ni en contra de ninguna opinión (que era como en verdad se sentía. Al igual que Tokoyami, no le importaba si decidían aceptar o no la idea de Hagakure).
A sus compañeros no les gustó su posición neutral, en especial a Iida, que comenzó a reprocharle su falta de criterio. Yaoyorozu, por otro lado, llevó una mano a la mejilla con pesar.
—Qué dilema, y todo por un poco de champagne.
Una vez más, sus compañeros no supieron qué clase de fiesta ella estaba imaginando.
—Iida, —La voz de Mineta se elevó por sobre todas las demás—, ¿cómo te atreves a ser tan deshonrado?
—¿Disculpa?
—Así es, —Se unió Kaminari—, hace un momento pretendías que Kacchan participara porque, y cito, "no podía faltar a la voluntad de la mayoría". Pues la mayoría ha hablado, ¡y estás obligado a colaborar!
—¡Sí! ¡Fe y respeto mutuo para la voluntad grupal!
—Ahora solo están usando sus palabras como se les antoja… —murmuró Ojiro, pero Iida había agachado la mirada en conflicto consigo mismo.
—¿Cómo saben qué es lo que quiere la mayoría? Muchos no han dicho lo que opinan.
Como siempre, Asui tenía razón. Algunos se removieron en el lugar, inseguros de qué decir ante las miradas intensas de quienes ya estaban decididos. Izuku contempló el suelo cuando Uraraka e Iida le observaron al mismo tiempo; agradecía que Kacchan se mantuviera al margen de la conversación, pues si él tuviera una opinión fuerte respecto al asunto sin duda trataría de obligar a Izuku a estar de acuerdo con él a base de alaridos.
Siguiendo el ejemplo de Jirō, Todoroki levantó una mano y dijo:
—¿Por qué no votamos?
—¡Ah! Gran idea —afirmó Yaoyorozu—, podemos hacer una votación anónima, de ese modo nadie deberá sentirse presionado a responder de una forma que no quiere. Asimismo, podremos definir qué opina la mayoría, ¿qué dices Iida?
El susodicho lo pensó por un momento y, con evidente resignación, asintió.
—De acuerdo…
—Hmm, sigo pensando que no es correcto, pero si todos están decididos supongo que no puedo hacer nada al respecto —dijo Asui.
Yaoyorozu creó con su singularidad una hoja, una bolsita de tela y veinte lápices. Cortó el papel en trozos y entregó uno a cada uno junto con un lápiz.
—Escriban "sí" o "no" de acuerdo a lo que quieran y luego guarden el papel en esta bolsa. Los contaremos cuando todos acaben.
Izuku aceptó su parte y observó el papel en blanco. ¿Qué quería él? ¿Era siquiera una cuestión para analizar? ¿Merecía tanta atención el asunto? Sin embargo, no sabía qué hacer: su voto podría llegar a definir qué grupo ganaba la disputa. De algún modo, era como elegir entre Uraraka e Iida, aunque no tuviera sentido. Levantó la mirada para ver a los demás. Muchos ya habían dejado sus papeles en la bolsa, seguros de su decisión: Iida, Asui, Uraraka, Ashiro, Hagakure, Kacchan, Mineta, Kaminari, Aoyama, Sero y Todoroki, pero el resto aún estaba pensando tan detenidamente como Izuku, cosa que le tranquilizó. Se distrajo un momento intentando deducir qué podría haber elegido Kacchan, pero entonces los ojos rojos le devolvieron la mirada con furia e Izuku tuvo que regresar la atención a su papel. ¿Qué decidir?
—Midoriya, ¿por qué tardas tanto? —Quiso saber Iida.
Izuku se sobresaltó. En los segundos que se había distraído la mitad de los que faltaban había dejado su papel en la bolsa, y era evidente que el resto ya había tomado una decisión. Izuku observó los ojos de su amigo un momento antes de tragar con fuerza, pedirle disculpas en su mente, y escribir en el papel un simple:
Sí.
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Parte 1 de 10
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Aclaración: los fragmentos escritos en cursiva son los recuerdos de Izuku, por lo cual refiero a los nombres de sus compañeros del modo en que él los llama. El resto está narrado con los nombres de pila porque nunca refiero a los personajes por sus apellidos cuando escribo.
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Experimentos paralelos:
La noche de Ochako Uraraka
La noche de Fumikage Tokoyami
La noche de Denki Kaminari
La noche de Mezo Shoji
La noche de Eijiro Kirishima
