RENUNCIA: LOS PERSONAJES SON S. MEYER LA HISTORIA QUE ESTAS LEYENDO ES MÍA.

DESCUBIERTOS

BPOV

En algún callejón de Seattle Febrero de 2010

Eran las dos de la mañana y el frio me calaba los huesos, maldije una y otra vez tener que encontrarme con Charly en este inmundo lugar. Llevaba mucho tiempo sin ver a mi padre, el fue todo para mi, mi mentor, mi amigo y mi madre a la vez.

El negocio familiar, nos había llevado por todo el mundo y teníamos tiempo sin vernos, él por razones laborales, estaba viviendo en Cuba y yo había quedado en Estados Unidos, atendiendo los clientes de aquí.

Nuestra vida no había sido fácil, siempre mudándonos de un lado a otro, sobre todo los últimos años, el me educo y formo para el negocio, era su orgullo, no asistí a la universidad pera la formación que recibí de mi padre fue formidable. El es una persona muy culta, refinada, amante de las artes y la literatura.

Cuando cumplí los 21 años ya tenía casi 4 años realizando trabajos por mi cuenta, bajo el ojo clínico de mi padre, era el momento de dividir nuestro negocio y expandirnos, para poder satisfacer las necesidades de nuestros demandantes clientes.

Desde ese momento me hice cargo de los clientes en América del Norte y mi padre de los del sur de allí su lugar de residencia.

Viajaba mucho, mi trabajo lo pedía, era muy precisa en él y muy buena, hablaba un par de idiomas, era aficionada a la lectura y tocaba el violín, mi padre me había regalado al cumplir los 21 su Stradivarius.

Mi padre dice que es porque me inicie muy joven y siempre fui creativa. Para mi era como algo que con los años debe mejorar, como un buen vino, o la calidad de la música no voy a negar que muchas veces mi trabajo sea un poco chocante, y a veces hasta macabro.

Igualmente fui perfeccionando mi técnica con los años para evitar los momentos desagradables, y el sufrimiento prolongado. Tengo serios problemas de comunicación con la gente, solo me relaciono con mi padre, no tengo amigos, ni otros familiares, tampoco mascotas, no soporto la pérdida, a veces cuando tengo tiempo concurro a lugares públicos, pero la gente me pone nerviosa. Muchas veces pienso en que es una gran ironía temerles.

El chirrido de unos neumáticos me alerto, un hombre forcejeaba dentro de un auto con una prostituta al final del callejón. Empujo a la muchacha hacia afuera del auto y acelero, dejándola en el piso, una imagen deprimente. Ella maldecía y gritaba en un idioma que no supe reconocer. Un paisaje normal en estos barrios bajos.

Metí mis manos dentro de los bolsillos del anorack y acomode mi capucha, miraba entre mis gafas ahumadas y pasaba el peso de mi cuerpo de un pie a otro.

Charly, tenía muchos defectos pero la impuntualidad no era uno de ellos, ya pasaban cuarto de las 2 de la mañana y ni rastros de él. Rebusque en mi morral el móvil y cuando iba a marcar unos pasos me distrajeron. Me di vuelta y divise la silueta de mi padre aproximándose.

-Bels! Rechisto bajito.

-Hola papá, ¿Cómo has estado? posicionó su dedo índice frente a su boca indicando que me calle. Me tomo de un brazo y me tironeo contra la pared.

-Me siguen. Miraba sobre su hombro.

-¿Quienes? imite su acción.

-Bels, estos son tus nuevos papeles. Saco del interior de su chaqueta un sobre.

-No necesito nuevos papeles. Su rostro se contrajo en una mueca de dolor.

-Hija, un cliente me ha entregado, tengo la interpol pisándome los talones, no tardaran en hallarte. Palidecí.

-Quien ¿quise saber?

-No importa mi niña, tengo un amigo en un pequeño poblado a 600 km de aquí, uno de nuestra clase, esta retirado, el te dará las indicaciones necesarias para que te adaptes por un tiempo. Deberás mantenerte oculta.

Me debe un par de favores todo esta en el sobre. Me beso la frente.

-Nunca olvides que te amo. Su rostro era insondable y por primera vez en mucho tiempo quise llorar. Me abrazo y dijo

-Suerte, hija me mantendré en contacto. Con eso miro nuevamente sobre su hombro y me dio la espalda, apretó el paso desapareciendo al final del callejón.

Camine hacia mi carro, escaneando una y otra vez el lugar, más de lo mismo, callejones oscuros, suciedad, prostitutas, drogadictos, borrachos y mendigos. Encendí el motor y vague por la ciudad, en dos oportunidades me pareció que alguien me seguía pero solo había sido producto de mi imaginación, di varias vueltas en círculos y luego inicie el viaje al lugar que tenía en el centro de la ciudad, era un antiguo galpón y lo adapte como un loft.

Mis refugios eran siempre con las mismas características, amplios, cómodos e impersonales, nada en ellos tenía algo de mi personalidad o de mí, eso facilitaba tener que dejarlos una y otra vez.

Mire nuevamente sobre mi hombro. Nada, nadie me había seguido.

Abrí las puertas automáticas del garaje y entre, baje del carro y tire el sobre que me había entregado Charly sobre la mesa de la sala .Prendí el televisor y la laptop, me prepare un te de hierbas mientras me deshacía de mi ropa. Recogí mi cabello en una improvisada cola de caballo, mire mi reflejo en el espejo de la sala, ya no recordaba cual era mi color natural de cabello, lo había cambiado tantas veces. Me saque las lentillas de color verde y mis ojos irritados me lo agradecieron. Me coloque un chándal, una camiseta mangas largas y me quede descalza.

Abrí el sobre y lo volqué sobre la mesita ratona, mientras tomaba el te, sentada en el gran sillón de cuero que usaba a las veces de cama, había lo usual, pasaporte, registro de conductor, dinero, tarjetas de créditos, una chequera, dos juegos de llaves, uno con una dirección, supuse que sería mi refugio y otros que parecían de un auto antiguo, todo con mi verdadero nombre Isabella Swan.

Siempre me había manejado con diferentes alias, llamo mi atención que Charly me había puesto un par de años más de los que en realidad tenia, veinticinco, ¡si la interpol no lo encontraba yo lo haría para darle un buen zape! conjuntamente con la documentación había un titulo universitario como profesora de español prolijamente falsificado, creo que la calidad de la falsificación era aun mejor que la de cualquier original, tal como el resto de los documentos, la copia de una solicitud de trabajo en un puesto como profesora de español perfectamente completa y firmada por Isabella Swan, recepcionada y aceptada por la preparatoria de Forks, Iniciaba en el cargo dentro de dos días.

En el expediente había una breve descripción del lugar, un pueblo de unos 4000 habitantes que sería mi nueva residencia por un tiempo hasta que la situación se calmara.

Decidí no tomar trabajos hasta hablar con Charly, me mantendría con el dinero que tenía y la paga como profesora.

La cubierta era bastante sólida, tenía severos problemas con la gente pero podría ahórrame la interrelación con los alumnos, me limitaría a dar las clases sin realizar ningún tipo de acercamiento, en cuanto a los demás profesores vería la manera de eludirlos.

Mi contacto era Billy Black, era de renombre entre los de nuestra clase se había retirado hace unos años cuando falleció su esposa, tenía tres hijos un varón de unos 17 y dos mujeres casi de mi edad; él y su hijo Jacob vivían en una reserva aborigen ya que sus hijas habían abandonado el hogar al morir su madre.

Eran casi las 4 de la mañana me tumbe en el sillón y dormí plácidamente no se por cuánto tiempo.

Escuche ruidos afuera y abrí los ojos de golpe, me deslice hasta llegar al piso y mire por debajo del sillón, se veía una sombra bajo la puerta de entrada y escuchaba voces.

Siempre fui una persona muy cuidadosa, tenía diferentes cuentas de correo las que iba cerrando cuando terminaba un trabajo y varios chip telefónicos que compraba usaba y tiraba, nunca daba mi dirección y los números telefónicos cambiaban con el trabajo, solo tenia una cuenta de correo electrónica fija que era solo de conocimiento de Charly.

Recibía los datos de los trabajos por una casilla de correo postal que a su vez se reenviaba a diferentes destinos de acuerdo a mis indicaciones ¿Como habían llegado hasta mi?.

Odiaba las armas, aunque sabía usarlas, me caracterizaba por hacer trabajos limpios sin sangre, nada de chapucería, no era una despiadada. Me gustaba pensar en mi como una sombra, también la INTERPOL pensaba en mi de esa manera ya que nunca sabían quien o que era lo que los golpeaba, solo tenían definido el modus operandi, irónico ya que yo era un modus operandi con piernas, entraba, hacia el trabajo y salía, nunca me exponía a tener un previo contacto con el cliente o su pedido, no sabían si era hombre o mujer, me consideraba una especie de justiciera, mantenía mi conciencia a raya si es que realmente tenía una. Me gustaba pensar que si.

Los trabajos que se me asignaban eran siempre personas desalmadas, asesinos, políticos corruptos, narcotraficantes, etc. Eso hacía mi trabajo más fácil, ya que estaba del lado de los chicos buenos, no tenía muchos escrúpulos, me limitaba a cumplir con mis clientes y sus demandas a cambio de una interesante suma de dinero.

Tome mi laptop, el sobre con los documentos y mi nueva vieja identidad, me arrastre por el piso, cargue todo en mi carro, me arrastre hasta el atril donde tenía las partituras y el violín, los tome y los coloque en el asiento del copiloto le di arranque al motor, di gracias a Dios si es que existe, por tener un auto silencioso, apreté el comando a distancia, las puertas de atrás se abrieron y salí como alma que lleva el diablo del loft. Era la primera vez desde que entre al negocio que había estado cerca de que me atrapen.

Maneje a toda prisa el velocímetro marcaba los 180 km por hora, mientras Seattle pasaba como un borrón, mi carro era esbelto y veloz, negro y de vidrios tintados un Audi TT . Cuando me cerciore de que nadie me seguía.

Aparque en un pequeño mercado, a la vera de la carretera, rebusque en mi auto que siempre estaba listo con lo necesario en caso de que tuviera que huir, unos zapatos y un anorack y mis gafas de sol, aunque era de noche, me coloque la capucha y baje, compre una caja de tintura para el cabello trataría de volver a mi color y unas tijeras. Eludí lo mejor que pude las cámaras de seguridad del local solo por si acaso La dependienta me atendió de manera agradable, pague en efectivo y salí.

La carretera me dio tiempo para pensar en Charly ¿como estaría? No era buena señal que hallan dado con mi refugio, la noche dio paso al día y un cartel rezaba "La ciudad de Forks te da la bienvenida" El paisaje era impresionante verde con grandes árboles y muy boscoso, el cielo estaba encapotado y la llovizna caía copiosamente. Había llegado.

Rebusque en el sobre las llaves con la dirección y comencé a examinar el pueblo, una que otra tienda atrapa turistas, una pequeña estación de policía que no sería un problema, seguí dando vueltas hasta que di con la calle del refugio. Tuve que mirar varias veces si la dirección era correcta, era una casa blanca de dos plantas pequeña todo un atentado a la seguridad y en el frente había aparcada una chevy roja de antes que yo naciera, o incluso de antes que mi padre naciera ¿Sería broma? descolorida y oxidada todo un trasto.

Definitivamente nadie iba a encontrarme aquí, mi auto era muy llamativo para este lugar y la casa no tenía garaje, todo un problema, amaba mi auto no había chances de que me deshaga de él, era una de las pocas cosas, junto con mi laptop y mi violín que me negaba a dejar atrás.

Baje y entre a la casa, parecía que tenía tiempo sin nadie habitándola, en el frigorífico había pegada una nota con un teléfono, no le di importancia. Subí a donde supuse que estarían las habitaciones y ¡bingo! encontré lo que buscaba, una gran manta que serviría para cubrir mi carro mientras conseguía un cobertor adecuado.

Baje a toda prisa aun era temprano las 7 de la mañana la ciudad dormía, baje las cosas del carro, lo puse detrás de la casa y lo cubrí, le di un beso y murmure.

-te voy a extrañar bebe.

.

Entre a la casa y me dispuse a ordenarla y limpiar un poco, era acogedora y estaba pintada en agradables tonos pasteles tenía un sentido hogareño. Me recordó cuando era pequeña y mi madre aún vivía. Puse un poco de música en mi laptop y réquiem para un sueño invadió la sala.

Para cuando termine de limpiar, llenaba el lugar Back in Black de AC DC, me metí en el baño tome las tijeras, la tintura y me puse manos a la obra, recogí mi cabello en una cola y lo corte más o menos sobre los hombros en capas, lo teñí de un color bastante parecido a mi color natural que era un castaño con reflejos rojizos dejando atrás el rubio ceniza.

Seque mi cabello y me mire al espejo la imagen del reflejo era una joven de no más de 20 años con rasgos aniñados, grandes ojos marrones y cabello castaño. Esa era mi verdadera yo, me costaba reconocerme después de años de cambiar el color de cabello y usar lentillas de color, el reflejo de hoy se acercaba mucho a la Bella Swan de finales de 2006 cuando mi vida comenzó a cambiar.

Mañana comenzaría a trabajar y poca de la ropa que tenía en la maleta era apropiada para mi nuevo puesto, tendría que ir de compras sobre el fin de la semana.

No había nada en el frigorífico y había acabado con los pocos productos de limpieza que había en la casa.

Hice una lista para el mercado, de repente todo me pareció bizarro y hogareño, sacudí mi cabeza ante la idea, de vez en cuando sí estaría bien, por un tiempo, pero no para siempre pensé.

Tome las llaves de mi nueva vieja pick up la encendí y temí despertar a los muertos con el estruendoso motor, inicie el viaje al supermercado, mañana después de dar clases me pasaría por la casa de Billy para saber si tenía noticias de Charly.

Aparque y baje, al entrar comencé a tomar las cosas de la lista y a ponerlas en el carro, cuando la lista estuvo completa, me acerque a la caja el dependiente me sonrió exageradamente amable y me pregunto.

-¿Cómo te llamas?

-Isabella. Conteste cortante.

-¿se te ofrece algo más? Me dijo clavándome la vista.

-No, nada más gracias. Pague en efectivo. Con eso salí de la tienda, puse mi compra en la parte trasera de la pick up y la eche a andar. El camino de regreso a la casa fue rápido, al llegar acomode todo y me prepare un improvisado emparedado y chequeaba mi correo electrónico, nada, ningún dato de Charly esperaría unos días más antes de comenzar a inquietarme.

Organice mi clase para el día siguiente, tendría los alumnos de los últimos dos cursos cuyas edades oscilaban entre los 17 a 19 años.

Acomode el que sería mi dormitorio, deje el auto listo como siempre por las dudas que se sucediera algún imprevisto y me viera forzada a salir pitando de allí

.

La noche me sorprendió dando los últimos toques a mi clase, y escuchando Las cuatro estaciones, me quede dormida en el viejo sillón de la sala de estar, no se comparaba con el que tenía en mi anterior refugio pero serviría, la noche fue placida.

Ring,ring,ring..¿Quién sería? Tome el arma qué tenía en la maleta ¡que poco había durado el sueño americano! Me reí sin alegría.

-Isabella, soy Billy ábreme. Suspire aliviada. Me acerque a la puerta y gire el pomo, la imagen del otro lado me impacto, un hombre en silla de ruedas de aspecto osco y piel rojiza, a su lado un chico que tendría mi edad.

-Pasen. Me puse de lado e hice ademan con el brazo y la mano indicándole que entraran. Ambos asintieron e ingresaron.

-Jake, ella es Isabella la hija de un antiguo amigo. Billy me guiño un ojo e hizo ademan de silencio mirándome, asentí. El chico no sabía qué o quién era yo, mucho mejor. Pensé.

-Hola. Le dije, el aludido sonrió parecía mucho mayor ¿estarían bien los datos? hubiera jurado que por su contextura física era un joven de 23 años.

-Hola tu cara pálida. Reí ante su comentario.

-Y bien Isabella que te parece la ciudad.

-solo Bella, Billy, Jacke. Asintieron

-La ciudad está bien, tranquila, te ¿daré clases?Inquiri. Mis intentos por ser sociable eran pobres.

-nahhh yo no voy al instituto de los cara pálidas, allí entra cualquiera prefiero la exclusividad de la reserva. Frunció el seño con desagrado y luego se carcajeo ante mi cara perpleja.

-Que tal el monovolumen, lo arregle para ti. Me dijo orgulloso.

-Ruidoso pero me lleva, que es lo importante. Pensé en mi Audi y casi lloro, solo entre los árboles y tapado con esa fea manta.

-Bueno Bella es hora de irnos, charly te manda saludar, dice que llego bien. Perfecto pensé está a salvo.

Despedí a Billy y Jake desde la puerta con la mano, cerré y entre a toda prisa aún debía bañarme y prepárame para cumplir con mi cubierta.

Me aliste, me puse unos jeans, una camiseta, unas botas, ate mi cabello y me coloque el anorak, afuera llovía y estaba frío.

Me subí a mi chevy e inicie el recorrido a la preparatoria Forks. Al llegar tenía un parqueo reservado con mi nombre. Baje mi bolso con todo lo necesario y deje dentro de la pick up una pequeña arma por si acaso.

El instituto no era muy grande, los alumnos aun no habían llegado. Me reporte con la directora del instituto, me indico como llegar a la sala de profesores y me dio la lista de clases para la semana.

Llegue al salón de mi primera clase, pase lista de los alumnos, me presenté e inicie. La clase paso sin sobresaltos, una joven de cabello negro corto, facciones finas y ojos ambarinos llamo mi atención, me sonreía y observaba como si me conociera.

Me tense, con la sola idea de que pueda reconocerme, sacudí mi cabeza organizando las ideas, imposible, pero iba a averiguar quién era, su español era incluso mejor que el mío, estaba sentada junto a un joven de facciones definidas, mandíbula fuerte, nariz recta, cabello rubio y ojos de un negro profundo, su cara tenia rasgos de estar adolorido y disgustado, daba la impresión de que hacía mucho que no tenía una buena noche de sueño.

No tenía identificados a los alumnos aún. Cerré mi cuaderno y les indique que para la próxima clase esperaba un ensayo de literatura de cualquier autor de habla hispana, no importaba quien era, solo debían traer el libro para fundamentar le trabajo.

La siguiente clase era un curso inferior, tome un café durante el recreo mientras pensaba en como captar la atención de un ciclo inferior, sería todo un desafío, con mis problemas para relacionarme, pero si quería mantener la cubierta tendría que hacerlo.

Toco la campana e ingrese al salón, los alumnos no pasaban de ser quince, tome asistencia, el apellido Cullen se repetía pero con otro nombre, igual no recordé a quien pertenecía de la clase anterior, la clase estaba completa.

Me presente escuetamente yo no era de muchas palabras. Comencé con la clase sin saber muy bien cómo hacerle frente, ya que para muchos de ellos era su primer encuentro con el idioma.

Tenía la casi completa atención del alumnado, casi, un joven al fondo del salón se lo notaba aburrido, hubiera jurado a punto de dormirse por sus grandes y profundas ojeras.

Llame su atención.

-Si, podrías decirme tu nombre por favor. No me miraba. Uno de los alumnos que estaba sentado en primera fila rubio y de facciones aniñadas, me dijo en voz baja y melosa.

-Cullen, profesora Swan. En ese momento el joven de unos profundos ojos ámbar levanto la vista, como si lo hubiera escuchado. Imposible, no a esa distancia.

-Sr, Cullen por favor podría unirse a la clase. Se removió incomodo, me clavo la vista perplejo. Nunca había visto unos ojos tan raros en toda mi vida.

-"perdón señorita Swan" Su español era simplemente perfecto al igual que la joven del curso anterior, tenían rasgos similares, recordé el apellido repetido y la joven con el mismo color de ojos, ella era Cullen, eran familia, seguramente educados en casa concluí.

-Sr. Cullen podría tomar asiento más adelante por favor. Indique con mi mano un lugar desocupado, el aludido recogió sus cosas presuroso y cambio su lugar en el salón, con gesto de disculpa y volvió la mirada al piso avergonzado. En varias oportunidades lo miraba por el rabillo del ojo, su cara era aburrida y por momentos perpleja. Que extraño pensé.

La clase paso sin sobresaltos, al finalizar me despedí y encargue un trabajo de similares características a las del curso anterior. Termine de organizar mis cosas para la próxima clase que sería en el mismo lugar, solté mi cabello y escuche pasos, una ráfaga de viento de una ventana abierta alboroto mi cabello y cuando levante la vista, tenía en frente a ese estrafalario joven de ojos raros, con el rostro contraído en una mueca de dolor horrible, los ojos completamente negros ¿usaría lentillas? me tense ante la idea de que lo enviaran a buscarme, después de todo yo había iniciado a su edad, el muchacho estaba con la postura completamente rígida, podría jurar que no respiraba, como si eso fuese posible.

Tuve un sentimiento que hace mucho tiempo no experimentaba, temor, él era peligroso, no al punto que yo lo era, o tal vez si y no lo sabía. Sabía reconocer a los de mi clase aún antes de serlo, la postura envarada, los ojos fríos, pero en él había algo que no encajaba, era extremadamente bello, pero lo era en una forma diferente casi angelical.

-Perdón. Dijo. Su cara perdió la compostura, trago en seco, se giro sobre sus talones y salió a toda prisa del salón.

Estaba desconcertada, el era raro y por lo que sabía podría estar buscándome. Iba a averiguar quienes eran estos chicos tan peculiares y al mínimo signo de peligro desaparecería.

La última clase del día era con un curso de ultimo año, el apellido Cullen se repetía al igual que Hale, esta vez preste especial atención, era un joven musculoso de cabello rizado y el mismo particular color de ojos y una joven rubia esbelta que sin dudarlo sería reina de belleza, con el mismo particular color de ojos.

Ninguno de los dos prestaba atención a la clase, se los notaba aburridos pero no molestaban, trataban de pasar desapercibidos. Les hice un par de preguntas para confirmar mis sospechas y su español era bueno no tanto como el de los otros dos jóvenes pero superior a cualquier alumno de la clase, por sus ropas caí en la cuenta que eran adinerados y su educación era impecable, sin dudarlo, educados en casa.

El tedioso día llego a su fin, me dirigí a la sala de profesores, escuchaba atentamente todas las conversaciones, en ninguna el apellido Cullen salio a la luz. Un profesor llamo mi atención

-¿que tal tu día chica nueva? Me tense.

-Bien. Dije cortante.

-Yo soy George doy clases de matemáticas. Asentí en silencio. Era cordial y tendría unos 40 años calvo y de anteojos. Típico pensé.

-Bella. Extendí mi mano en un pobre gesto de ser amable, el la tomo y dijo

-No temas, los chicos son buenos incluso algunos, son sobresalientes como los Cullen. Sonreía amable.

-¿Cullen? Quise saber.

-Si son cinco, todos hijos adoptivos del doctor Cullen y su esposa. Emmet, Rosalie, Jasper y Alice están en último año y Edward, el menor, un curso antes. Son muy educados y correctos. Vinieron desde Alaska hace 2 años. El doctor y su esposa están en sus treinta, son personas muy reservadas al igual que sus hijos.

Wow, tan jóvenes y con tantos hijos. Eso me dio que pensar por lo menos no estaban buscándome, me tranquilice, mi paranoia me estaba jugando una mala pasada.

-Ok, gracias. Por la charla y la información. Salí de la sala, despidiéndome con un asentimiento de cabeza; esa fue la conversación más larga que tuve con otra persona que no sea mi padre, en los últimos cuatro años.

Me dirigí al estacionamiento y tenía la sensación de que no estaba sola, mire en todas las direcciones y nada. La interrelación con las personas me estaba volviendo paranoica y voluble.

Subí a mi chevy y fui para la casa, me di una ducha caliente, revise mi correo, puse música suave y prepare la cena nada muy elaborado un poco de ravioles y salsa de microondas, la cocina no era mi fuerte, completaba las comidas porque eran importantes para el cuerpo pero sería una costumbre que de no necesitarla estaría feliz.

Seguía sintiéndome observada pero no le di importancia, estar rodeada de personas todo el día había logrado ponerme muy paranoica. Tome el violín del estuche, lo afine y las notas fluían suavemente, la música de Vivaldi lleno la habitación y me sentía libre, continúe con una composición propia dedicada a mi madre, muy triste, tenia los ojos acuosos y decidí dejarlo. Definitivamente el contacto con la gente me volvía inestable.

Mañana solo tendría una clase así que no me puse a pensar demasiado en ella, tome un libro que había comprado en el mercado, bastante mediocre, me senté en el desvaído sillón de la sala y lo leí hasta quedar dormida.

La alerta de que mi laptop se quedo sin batería me despertó y escuche ruidos en el piso de arriba. Cerré la laptop con sigilo y me dispuse a salir de la casa para tomar el auto y huir nuevamente, me estaba arrastrando por el piso para iniciar mi carrera, cuando escucho el sonido del viento por la ventana de la planta alta.

Quise darme la cabeza contra la pared, había olvidado la ventana de la habitación abierta, cuando subí había un portarretrato viejo de no se quien en el piso. No tengo idea a quien pertenecía no conocía las personas de la fotografía.

Ya no iba a volver a dormirme, otras de las cosas que no extrañaría dormir, una cuestión fisiológica necesaria igual que comer, que me resultaban una total pérdida de tiempo.

Enchufe la laptop para cargarse mientras buscaba en Internet datos de la familia Cullen, nada, como si no existieran, solo un articulo de un periódico local con una nota sobre el hospital donde entrevistaban al doctor Carlisle Cullen, en la que relataba de manera escueta su historia, un cirujano de unos 30 años con cinco hijos adoptivos adolescentes, dos de ellos gemelos apellidados Hale, con una residencia anterior en Juneau, Alaska.

Una familia normal. Para ser una tapadera era muy buena, me relaje y sentí la necesidad de correr en mi auto por la carretera, como no podía, me calcé unas zapatillas deportivas, ropa cómoda y salí a correr.

Eran las 5 de la mañana y de nuevo tuve la sensación de no estar sola. Clave mis pies en la carretera y me gire. Otra vez nada, comenzaba a dudar de mis sentidos. Corrí durante una hora unos 15 km, hice varias abdominales y flexiones, la sangre pulsaba rápido bajo la piel por el ejercicio y mi corazón corría una carrera frenética en mi pecho, la sensación de que alguien me espiaba se volvía intensa por momentos.

Regrese a casa lista para una ducha y empezar el día y con la seguridad de que estaba completamente paranoica.

Nadie iba a hallarme aquí, tenía a favor varios puntos. Era mujer, casi una adolescente, mi rostro denotaba cierta inocencia y no parecía tener 23 años, mucho menos los 25 que Charly me puso, era la primera vez que me veía como realmente era y para todos mis trabajos utilizaba elaborados disfraces.

Nadie sabía mi nombre o mi relación con mi padre, solo conocían mi trabajo, mi modus operandi, mientras no realizará ningún trabajo iba a estar a salvo.

El resto de la semana transcurrió sin sobresaltos, no me volví a cruzar con ningún miembro de la familia Cullen, pero si con varios de mis otros alumnos que llegue a pensar que me estaban siguiendo, los encontraba por todos lados, en el mercado, la gasolinera, esta ciudad iba a conseguir ponerme de los pelos.

La sensación de ser observada que pensé que se iría con el tiempo, continuaba allí, sobre todo cuando efectuaba mis maratones a la madrugada y al caer la noche cuando tocaba el violín en la sala para luego quedarme dormida en el feo sillón frente al televisor.

El fin de semana llego y para entonces la gente me hacía sentir agobiada por las atenciones, dos vecinas me habían llevado panecillos de bienvenida, madres de dos de mis alumnos. La familia Stanley me había invitado a cenar y rechace la misma con la excusa de estar incubando una gripe, lo que me ahorro varias visitas, ya que la sra Stanley se encargo de informar que me encontraba enferma.

Estaba a punto de salir corriendo de allí, la gente me ponía nerviosa, no quería llamar la atención, y desaparecer sería aún más complicado, el mínimo error y mi tapadera se iría al caño, tendría que huir de nuevo no podía ser descuidada.

Me gustaba Forks, el clima era una mierda y la gente era agobiante pero el bosque me daba varias zonas de escape y me llenaba de una tranquilidad que no pensé poder conseguir además, tenía la seguridad de que nadie me buscaría aquí. También me gustaba jugar a ser otra persona, una que no era, una normal con un trabajo mal pago pero que no tendrías que esconderse. Definitivamente las personas me estaban afectando.

La semana inicio, me levante para mi maratón de la madrugada y otra vez la sensación de que alguien venía detrás, ya no me gire, no le veía sentido, regrese a casa, me di una ducha, me monte en mi pick up y llegué al instituto la primer clase era con el curso del chico estrafalario de cabello pelirrojo.

La clase comenzó, el muchacho que identifique como Edward, lo notaba envarado, pero algo en él llamo mi atención sus ojos eran dorado intenso y para mi sorpresa había clavado la vista en mí, no pude mantenerle la mirada, era abrasadora, al finalizar el curso todos entregaron sus trabajos. El último en hacerlo fue él, se acerco con sigilo a mi escritorio, al levantar la vista otra vez note que contenía la respiración y que me parta un rayo era guapísimo . Me entrego su trabajo con una caligrafía impecable.

-Gracias Edward. Su rostro se suavizo.

-De nada Profesora Swan, perdón por el exabrupto de la semana pasada, tenía asuntos que resolver. Asentí silenciosa, el sonrió. Era aun más guapo, este muchacho me intrigaba. Cuando el aula quedo vacía comencé a leer su ensayo, la caligrafía era impecable, él vocabulario perfecto, al igual que la redacción, no había errores de ortografía, el ensayo era sobresaliente.

Mi inexistente experiencia con los hombres, hizo su acto de aparición, el me intrigaba sobremanera, me gustaba, tantos años sola, venía a llamar mi atención un joven de 17 años, que ni siquiera notaba que existía y de hacerlo solo me vería como una mujer adulta. Vivir entre personas estaba sacando mis debilidades a flor de piel.

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