¿Qué es un caballero?
Natsuki era una joven de pelo azul y ojos verdes, que vivía en un bosque con su madre, Saeko. Era la hija del gran caballero Gawain, pero eso ella no lo sabía. Su madre había perdido a su amado esposo en una contienda, y había vivido una vida triste, pues siempre había guerras que luchar, y entuertos que deshacer. Y Gawain siempre estaba dispuesto a abandonar su hogar para cumplir sus deberes como caballero de Cornualles. Por eso, Saeko educó a su hija de forma que desconociese la existencia de los caballeros.
Natsuki se ocupaba de cazar para el sustento de su madre y ella misma. Era muy hábil y fuerte, y con su venablo era capaz de cazar las bestias más fuertes o escurridizas. Estaba siguiendo a un jabalí cuando de repente se encontró con tres figuras montadas en sendos caballos. Los jinetes llevaban una armadura reluciente, y llevaban espadas a sus costados. Todo ello maravilló a la joven Natsuki, la cual se puso en medio del camino y los obligó a pararse.
- ¡Hola! – Dijo con voz segura Natsuki.
- ¡Apártate, chiquilla! ¡Tenemos prisa! – Respondió uno de los caballeros.
- ¡Esperad! – Dijo otro. – Quizás esta chica pueda ayudarnos. Dime, pequeña, ¿has visto por casualidad a unos caballeros que llevaban a tres doncellas?
Natsuki se quedó pensando.
- ¿Qué es un caballero?
Los caballeros comenzaron a reírse de la ignorancia de la chica.
- Nosotros somos caballeros. – Dijo uno de ellos con orgullo, señalándose el pecho.
- ¿Por qué? – Inquirió Natsuki. - ¿Qué hacen los caballeros?
- Nos estás haciendo perder el tiempo. – Dijo uno de los jinetes.
- Esperad. – Dijo otro.- Mostrémosle qué son los caballeros. Verás, un caballero es un hombre que lucha por la justicia y el bienestar de las demás personas. Protegemos a los más débiles, matamos dragones y... rescatamos doncellas en apuros.
- ¿Doncellas? ¿Eso qué es? – Quiso saber Natsuki.
- Ejem... Cof cof – Tosió el que había estado hablando. – Tú, por ejemplo, eres una doncella... supongo... ejem... normalmente los caballeros salvan a las doncellas de algo terrible... – El caballero quería evitar a toda costa la explicación.
Natsuki no profundizó en ello, porque le llamaba mucho más la atención la indumentaria de los susodichos caballeros.
- Y eso que lleváis en el pecho que reluce, ¿qué es?
- Eso es la armadura. Con ella estamos protegidos de flechas y lanzas.
- ¿Como mi venablo?
- Exacto.
- ¿Y lo que lleváis colgando del cinturón?
- ¡Jajaja! – Se rió uno de ellos. - ¡En verdad eres ignorante!
- Eso son nuestras espadas. Están hechas de acero, y nos sirven para luchar contra los malhechores. – Dijo el que era más comprensivo.
- ¡Ah! – Natsuki estaba muy asombrada por todo lo que estaba oyendo.
- Ahora, por favor... ¿nos podrías decir por dónde han ido los caballeros con las tres doncellas?
- He visto a varios jinetes con tres mujeres. No sabría decir si son doncellas o no... – se quedó pensativa. – No llevaban venablos como yo.
- ¡Jajaja! – Todos rieron a la vez.
Cuando cesaron las últimas risas, y Natsuki estaba empezando a ponerse furiosa (no le gustaba que se rieran de algo delante de ella sin ella pillar el chiste), uno de los caballeros comenzó la marcha.
- ¡Vamos! ¡Hay que castigar a esos felones! – Gritó uno de ellos, arengando a los demás.
- ¡Un momento! – Gritó Natsuki. - ¡Yo también quiero ser un caballero!
- ¡Tú no puedes ser un caballero! ¡Eres una mujer! – Gritó uno de ellos, ya alejándose.
Natsuki aún podía oír las risas de los jinetes. Dio un golpe con el pie a un árbol, llena de furia (lo cual no fue muy buena idea, porque se fue cojeando durante un rato), y se olvidó de que tenía que cazar. Quería preguntar a su madre todo eso de los caballeros y las doncellas en apuros.
- Ne... madre... ¿qué son los caballeros? – Preguntó Natsuki nada más ver a Saeko. Ésta se puso nerviosa ante la pregunta de su hija, así que cambió el tema.
- ¿No has traído nada para comer?
- No, madre. – Dijo Natsuki avergonzada. – Me encontré con unos hombres montados en caballos que decían que eran caballeros. También decían que yo no podía ser un caballero. ¿Por qué?
Su madre ya no podía evitar el hablar de caballeros. Su hija los había descubierto...¡ y quería ser uno de ellos!
- Verás, Natsuki. Sólo los hombres pueden ser caballeros. Los caballeros son los hombres que están al servicio del rey y hacen cumplir las leyes.
- ¿Por qué nunca me has hablado de ellos?
Natsuki parecía dolida. ¿Cómo era que su madre le hubiera escondido algo así? Saeko se dio cuenta de que tenía que explicárselo.
- Verás, Natsuki... tu padre también era un caballero. Murió en una lucha contra Irlanda. No quería que supieses nada de ello para que no te enamoraras de un caballero como lo hice yo. Es muy dura la vida de la mujer de un caballero, Natsuki. Siempre esperando que esté bien, y verse por breves períodos de tiempo...
Saeko parecía apenada. Natsuki lo comprendió. Pero no estaba de acuerdo.
- ¡Pero yo no quiero casarme con ningún caballero! ¡Yo quiero ser un caballero!
- ¡Natsuki! ¡Eso no puede ser! ¡Jamás vuelvas a decir eso! – Saeko se asustó de lo que su hija le estaba insinuando.
- Pero madre... ¡yo sé arreglármelas perfectamente sola! ¡No quiero ser una doncella! – Natsuki tampoco tenía muy claro lo que era eso de las doncellas.
- ¡Natsuki! ¡Te prohíbo que hables así! ¡Te prohíbo que vuelvas a hablar de caballeros! – Se tocó el puente de la nariz y se calmó un poco. – Por favor, Natsuki... lo que pides es un imposible. La vida que tenemos es buena. No necesitamos a nadie más.
Natsuki primero se sorprendió de lo tajante que había sido su madre. Luego se dio cuenta de que su madre tenía miedo a perderla. Comprendía sus temores, pero su deseo de convertirse en caballero era muy grande. Quería llevar reluciente armadura, y luchar por los más débiles. Viajar y tener muchas aventuras. Matar dragones, rescatar doncellas, fuera eso lo que fuese, y montar en un brioso corcel.
Aunque vivían en el bosque, había un pueblecito cerca, al cual iba Natsuki de vez en cuando para cambiar caza por otros artículos de primera necesidad. El pueblo era tranquilo, pues no estaba en ninguna frontera. Natsuki no solía pasar más tiempo del indispensable, ya que su madre la había aleccionado para volver enseguida, razón por la cual nunca oyó hablar de los caballeros. Natsuki fue para allá, por la mañana temprano, para saber más cosas sobre los caballeros. Habló con el posadero, que era amigo suyo, y se informó de todo lo que quería saber.
- Bueno, Natsuki. Para ser caballero el rey tiene que armarte caballero. Normalmente, se empieza de escudero, al servicio de un caballero. Después de algunos años de aprendizaje y demostrar tu valor, el rey te arma caballero. ¿Por qué quieres saberlo?
- No... no... por nada... y... ¿sólo los hombres pueden ser caballeros?
- ¡Pues claro! – Respondió riéndose el hombre. - ¿Cómo va una mujer a manejar una espada? – Seguía riéndose, pensando en lo estúpida que le resultaba la idea.
Natsuki escondía su disgusto, pues quería saber cómo podría llegar a ser un caballero.
- Y dime... ¿cómo se hace uno escudero?
- Pues eso es difícil. Tienes que conocer a algún caballero que te tome a tu servicio.
- ¿Y dónde hay caballeros? – El hombre, dado lo ridículo de la idea, no sospechaba que Natsuki le hacía todas esas preguntas para saber cómo hacerse ella misma un caballero. Así pues respondía de buen grado a todas las preguntas que le formulaba la chica.
- Pues donde hay más caballeros ahora mismo es en el castillo de Kareol. Va a haber un torneo donde estarán los mejores caballeros y las más bellas damas.
- ¿Y dónde queda eso?
- Pues... a una semana de camino hacia el norte. ¿Por qué? ¿Te gustaría ir?
- ¡No! No... jamás podría dejar a mi madre sola... – dijo Natsuki al posadero. Ya se había fraguado una idea de cómo hacerse caballero, pero no quería que nadie sospechara nada.
Sabía que le rompería el corazón a su madre, pero lo de ser caballero se le había metido entre ceja y ceja. Sabía que su madre podría arreglárselas sola, pues era muy buena curandera, y la gente del pueblo le daba cosas a cambio de sus cuidados. Así pues, con un poquito de remordimiento, elaboró su plan.
Por unos cuantos días, fue al pueblo para estudiar a los chicos y su forma de vestirse y comportarse. Finalmente, un día se decidió, se vistió como un chico, y se recogió su cabello en una cola de caballo, tal y como lo hacían muchos jóvenes. No había muy buenos peluqueros en la zona. Aunque no había tenido mucho trato con la gente, sí se había fijado en que los chicos andaban y actuaban de forma diferente a las chicas. Se dio cuenta de que los chicos abrían mucho los brazos y las piernas al andar. Escupían de vez en cuando y se hurgaban la nariz. Después de algunos ensayos, se dijo que podría hacerlo. No era tan difícil, después de todo. Sólo ir por la vida como si todo el espacio fuera para ti, y hacer ruidos y gestos groseros de vez en cuando. Afortunadamente, no tenía mucho pecho que esconder, así que eso no supuso ningún problema. En cuanto a su figura, era una chica atlética, acostumbrada al ejercicio físico. Fácilmente pasaría por un chico.
Así pues, escribió una nota a su madre, y se alejó del calor de su hogar por la mañana temprano, antes de que Saeko se levantara. Cogió sus pequeñas pertenencias, y se lanzó a lo desconocido, firmemente convencida de que se convertiría en el mejor caballero del mundo.
