La llave del lavamanos del baño estalló.
Y la castaña salió corriendo por el vestíbulo.
—¡No me atraparán con vida! ¡Jamás!
La casa de vacaciones de la familia Stempleburgiss no estaba en un punto muy conveniente para la chica. En medio del pueblo de Medford. ¡Medford! De tantas opciones para comprarse una casa de ensueño para pasar las vacaciones, Jason Stempleburgiss, su padre, había tenido que elegir ese lugar, tan aburrido como siempre. Con este pensamiento, Valerie siguió corriendo mientras escuchaba los alaridos de su madrastra Danielle sobre su vestido empapado.
Llegó a un puesto de hot dogs agotadísima. Sacó la tarjeta robada de su padre de su mochila y saludó al encargado, que era un adolescente de no más de 16 años con mucho acné:
—¿Acepta tarjetas de crédito?
—Niña, vete a hacer bromas a otra parte. Esto es un carrito callejero.
Claro, claro que lo sabía.
Valerie dió una de sus más falsas sonrisas al hormonado y se fue haciendo gestos groseros con los dedos.
«Piensa, Val, piensa», dijo para sus adentros. Enseguida recordó que era una fugitiva.
«Woah, tengo que irme.»
Después de reponerse por un minuto, siguió trotando hasta un terminal de buses. Estaba abarrotado, claro. No le sorprendía que mucha gente quisiera irse de Medford.
—Quiero un boleto para irme de aquí. —explicó a la encargada.
—Te venderé de todos modos el boleto, pero ¿no eres muy joven para viajar sola? —inquirió.
—¿Y tú sabes cómo salir de Roma si todos los caminos llevan a ella?
La chica lo pensó un microsegundo.
—Buen punto. —convino.
Después de adquirir un boleto a un destino al que en verdad no prestó atención —sólo quería irse, no importaba a donde—, se sentó en una butaca convenientemente colocada detrás de ella y enterró una pajita en su jugo de caja. Sorbió un poco del líquido de dudosa procedencia con sabor a manzana y masculló:
—Ya estoy dentro.
Un niño más pequeño que estaba cerca suyo se acercó a su madre, guardando distancia con Valerie.
Más tarde entregó su boleto al "paje" y este le preguntó por su equipaje. Valerie le enseñó su pequeña mochila y se encogió de hombros.
—La llevo conmigo.
Durante el viaje recordó que tenía 30 dólares en efectivo y que no le había comprado un hot dog al hormonado antipático. Rayos.
Después de tres horas y tres cuartos, puso un pie en una parada de taxibuses muy fea. También estaba mareada. Se sacudió la polera y dió las gracias al chofer. Si su vista no la engañaba —y había que considerar que a menudo la engañaba—, el cartel a su izquierda rezaba:
"Bienvenibos a Oravity Pallz"
Eso no tenía sentido. Diablos, sí que la engañaba. Pero el nombre si le sonaba. Lamentablemente, le sonaba de la clase de geografía, así que descartó rápidamente la idea, algo asqueada. Empezó a caminar mirando al suelo, y había perdido la noción del tiempo, pensó que habían pasado unos cuantos minutos. Con esa duda en la cabeza pisó pasto. Era un bosque algo aterrador. Eran pinos, y sus colores no le inspiraban mucha alegría a Valerie. Se encogió de hombros y continuó adentrándose en el bosque.
Y como empezó a oscurecer, Valerie se sobresaltó; ella había abandonado Medford a las 10 de la mañana, y ya debían de ser las 8 de la noche. ¡Había estado 10 horas lejos de casa, y no había sido atrapada! También se preguntó por qué no la habían llamado ni rastreado, como siempre sucedía en las veces anteriores en las que escapó. Sacó su pequeño iPhone 4s; su padre se lo había comprado por su cumpleaños en cuanto tocó el mercado. Ya había pasado poco menos de un año hacia eso. Presionó el botón home y comprobó que estaba apagado. Claro, eso explicaba muchas cosas.
Luego Valerie se empezó a preocupar por las cosas que realmente importaban: ¿dónde se encontraba? ¿estaba a salvo? ¿habían mosquitos? ¿era seguro dormir a la interperie? ¿no haría mucho frío como para cubrirse con una manta y apoyarse en una almohada pequeña?
Todas estas preguntas se aremolinaban como un tornado en su cabeza, hasta que notó que algo le estaba lamiendo la mano. Bajó la mirada hasta la tierra, donde una especie de hombre enano-duende con barba y cara de retrasado mental probaba su mano. Instantáneamente, Valerie gritó y agitó su mano, y el enano-duende salió disparado hacia el bosque. Sin detenerse a pensarlo dos veces, la castaña salió corriendo del lugar. ¿Qué mierda había sido eso y qué mierda pretendía? No estaba segura de que fuera común en aquel lugar, pero si estaba segura de algo, no debía haber visto a ese enano-duende-lo-que-fuera, y estaba traumatizada. Escuchó risas a lo lejos. Aliviada de enterarse de que había una civilización en ese tal "Oravity Pallz", agudizó el oído —que nunca le fallaba— para localizar el asentamiento humano.
Suspiró claramente aliviada cuando llegó al límite del bosque. Se sentó sobre un arbusto a observar lo que parecían los restos de una feria barata. Luego, volvió a traumatizarse con la vista de un adolescente gótico-dark con unos pantalones pitillos muy ajustados, de hecho estaban tan ajustados que no parecía normal. Aunque Valerie se estaba cuestionando si ese pueblo era normal. El chico gótico-dark se retorcía de dolor sobre los restos de una vasija graduada. Había más gente de su edad —o más— alrededor del chico humillado, entre el público destacó a un viejo con un entero —algo perturbador— empapado, una chica exactamente de su estatura abrazando a un cerdito y un chico grande con cara de niño pequeño y una camiseta con un signo interrogativo.
Debía tener una apariencia espantosa, porque el adolescente que se retorcía en el suelo detuvo su mirada en Valerie, algo asqueado. Los demás la buscaron con la mirada y el cerdito miraba a todas partes con curiosidad por saber qué buscaban todos.
—¿Dejan entrar a vagabundos?
—¡Hey, te estoy escuchando! —protestó Val.
—¡Robbie! —lo regañó una pelirroja alta.
—Sólo preguntaba...
—Fue una pregunta algo estúpida, porque ella no es una vagabunda —razonó un chico con voz graciosa—. Sólo tiene cara de haber mirado a los ojos a un Gremnomo... ¿No es cierto, Mabel?
Mabel, que era muy parecida a él, se estremeció y asintió.
—Así que... ¿Y si dejan de hablar de Grem-no-sé-qué y me responden una pregunta? —pregunté con intención de no sonar sarcástica.
—Lo que sea. —afirmó asintiendo con la cabeza el voz-chistosa.
—¿Qué es este lugar? ¿Aún es Oregon?
—Genial, una loca. —confirmó Robbie.
—Cállate, ¿quieres? —refunfuñó Mabel.
—Esta cosa es la Cabaña del Misterio, y estás en Gravity Falls, Oregon. ¿Quién eres tú?
Mabel le pisó el pie a su hermano.
—¿Cómo te llamas? —dijo con amabilidad.
—Valerie. Valerie... —dudé si decir mi apellido— Stempleburgiss.
—Yo soy Wendy —se presentó la pelirroja—. Éstos son Dipper, Mabel, Soos, el tío Stan y él es mi novio, Ro-...
—Soy Santa Claus.
—Ya ve a tu casa, Robbie, a nadie le interesa tu pubertad —chilló Mabel.
Robbie se levantó y se fue cojeando a causa de los pantalones extra-apitillados. Mascullaba palabras ofensivas en contra de los gemelos.
—¿Se puede preguntar qué fue lo que te sucedió? Sin ofender... —acotó Dipper.
—Llevo 10 horas viajando sin rumbo.
—Cool.
—¿Y tu familia? —preguntó Soos.
—Lejos, espero.
La mayoría de las personas se estaban marchando, y Valerie no sabía cómo haría para pasar la noche; nunca antes había llegado tan lejos.
—¿Hay algún lugar en el pueblo en que me pueda quedar?
—Hmm... —titubeó Stan con una expresión pensativa— Hay una habitación disponible en la cabaña. Claro, todo depende de que tengas 20 dólares.
Valerie nunca se había sentido con tanta suerte.
—Tengo 30 dólares. ¿Dónde está?
—Dipper y Mabel te guiarán a tu habitación.
—Pero tío, ¿cuá-?
—A su habitación. Esos 20 dólares no se conseguirán solos.
Dipper le hizo señas a Valerie y ésta la siguió junto a Mabel. Una vez dentro, inició el contacto visual. El chico iba por delante mirando de reojo a la desconocida. Mabel contenía las ganas de gritar que se hablaran.
—Así que te llamas Valerie, ¿verdad? —«qué pregunta más estúpida», dijo Dipper en su interior. Cuando vió que Valerie asintió, prosiguió:
—¿De dónde vienes? Digo..., me refiero, ¿dónde vives? Espera, no, oh.
Val soltó una risilla y respondió:
—Vivo en Miami. Estoy de vacaciones en Medford.
—¿Miami? —exclamó Mabel— ¡Woah! Eso está muy lejos, ¿no?
—En la otra esquina del país, de hecho. ¿Qué haces aquí si podrías estar disfrutando de las olas en Florida?
—Sinceramente, yo tampoco lo sé. Pero "Oravity Pallz" está mejor que el aburrido Medford. Y sólo he visto la carretera.
—¿"Oravity Pallz"? —Mabel rió descontroladamente— Val, espera, ¿te puedo decir Val, cierto?
—Adelante. ¿Ya estamos cerca?
—Mabel, sabes a qué se refería el tío Stan... —murmuró Dipper.
—Tengo mis sospechas.
Subieron por unas escaleras hasta el desván. Ahí había un par de camas y estaba algo ordenado. Había pósters de chicos perfectos en las paredes y papeles desordenados unidos por lana y chinches.
—Uau. ¿Qué es todo esto?
—Nuestra habitación. Y, aparentemente, también la tuya —declaró Dipper.
—¡Podemos hacer una pijamada! —chilló Mabel, bailando una especie de danza de la victoria.
—No. —puntualizó el chico.
—Si.
—No.
—Si.
—N-
—Votos a favor de la pijamada... —exclamó Val. Mabel y ella levantaron las manos. Dipper se cruzó de brazos y alzó el dedo índice en signo de advertencia.
—Si alguna de mis teorías no sale ilesa de aquí, te haré culpable de ello.
—¡Bien! —gritó alegremente— ¡Ahora llamaré a Candy y Grenda!
Valerie escuchó a Dipper mascullando improperios contra las pijamadas, y lo vio escondiendo sus cosas importantes de la vista de posibles destructoras.
Se fijó en un libro con la tapa ligeramente gastada, era "El sabueso de los Baskerville" de Arthur Conan Doyle. Ya había leído ese libro, y se entusiasmó más de ella cuenta.
—¿¡Dipper!? ¿¡El sabueso de los Baskerville!? ¡Es genial!
—¿Qué? ¡Lo sé!
—¿Ya llegaste a la parte en la que revelan que Stapleton era pariente de los Baskerville y el dueño del sabueso, que quería matar a Sir Henry para quedarse con la herencia, y que Miss Stapleton era en realidad su esposa y que termina huyendo cuando lo descubren y matan al sabueso?
La expresión de Dipper se derrumbó y Valerie se tapó la boca.
—¡¡Lo siento!! No tenía idea de que no habías llegado al capítulo final...
—¿¡Es una broma!?
Ese día, Valerie durmió en la esquina, si es que se puede decir que durmió, porque no logró cerrar ojo en toda la noche a causa del spoiler que había hecho a Dipper.
