Disclaimers: Naruto no es mío, todas las referencias a la obra y los personajes pertenecen a la editorial Shueisha a Masashi Kishimoto y a las diferentes compañías y editoriales que comparten los derechos. El contenido original, que algo habrá, si puede ser considerado mío, (pero no gano euritos con él, no no no)

El fic está dedicado mis niñas, como siempre, y también a Rya, que es de la familia ya. Sin embargo este, en especial, es de Gossa, su muy retrasado regalo de reyes. Querías un Naruto seme y lo tienes, con gran dolor de mi corazón, y todo mi amor también.

VIENTO Y FUEGO

Demasiado rápidas como para ser vistas, las cinco sombras se deslizaban por el bosque, su velocidad rivalizando la del propio viento. A una leve señal de su líder, el grupo se dispersó, colocando sus posiciones.

Aunque la misión no era demasiado complicada, si poseía especial importancia, y la hokage no estaba dispuesta a que ni el más mínimo detalle no estuviese bajo control. De ahí que la élite de konoha, los anbu, hubiese sido enviada a realizarla.

Uno de los cinco ninjas no se encontraba demasiado tranquilo, aunque su impasible postura no traicionase su agitación interna. Algo en su interior se revolvía, molesto, impaciente, y el shinobi se preguntaba la causa. Por si eso no fuera suficiente, sus pensamientos, más que en la misión, se dirigían una y otra vez a uno de sus compañeros de equipo que, ajeno al escrutinio del que era objeto, se mantenía totalmente alerta, cada uno de sus sentidos enfocado en el objetivo.

Una segunda señal, y todo lo que no era su misión desapareció de las mentes de los ninjas, el objetivo estaba cerca y el plan de ataque debía desarrollarse a la perfección. Apenas el grupo de mercenarios entró en su área de visión, la nube de insectos de los aburame se deslizó sobre ellos, como una nube de muerte, mientras las oscuras sombras de los nara inmovilizaban a los dos que portaban el objetivo. Antes siquiera de que los enemigos pudieran hacer un movimiento sobre su preciosa carga, una rapidísima figura la arrebató de las manos de quien la transportaba, alejándose hacia un lugar seguro, y dejando a sus compañeros libertad total de actuación.

El joven shinobi se permitió una sonrisa bajo la máscara, y su mente fluyó hacia el trance de la batalla, sintiendo a su lado la, una vez, tan familiar presencia, sus cuerpos amoldándose a la presencia del otro de forma casi inconsciente, entrando en la danza de muerte y sangre casi como un solo ser.

- ¿Algún herido? – preguntó el lider del grupo, mientras retiraba la máscara y la capucha que cubría su cabello que se extendió, como una cascada de seda negra sobre su esbelta espalda.

- ¿Estás de broma? – replicó el más reciente miembro de los anbu, sus ojos azules brillando con su típica energía, la máscara en la parte superior de su cabeza, aplastando el rebelde cabello rubio – con esos tipos no teníamos ni para empezar. ¡Bah! ¿Para que necesitaba la vieja mandar a cinco, yo solo lo hubiese conseguido.

- Y probablemente, el rehén hubiese muerto en el proceso – la voz grave de uno de sus compañeros replicó, casi sin inflexión, constatando un simple hecho. No era un secreto que Naruto aún tenía que afinar sus artes ninja en lo que a sigilo y sutileza se refería.

- ¡Ehhhhhhh! ¿Qué estás insinuando, teme? ¿Que no soy lo suficiente bueno? – el joven rubio empezó a sulfurarse. Su compañero, desde luego, no había perdido la capacidad de hacerle perder el control con una facilidad casi pasmosa. ¿Cuál era la razón de que, aún después de todo ese tiempo, sus palabras podían hacerle perder su famosa seguridad en sí mismo y hacerle sentir como un niño incompetente de nuevo?

- Tranquilo Naruto-kun – la voz de Shikamaru intervino apaciguadora -nadie insinúa eso, sólo que si la Hokage decidió que cinco éramos necesarios para esta misión, es mejor confiar en su buen criterio ¿ne?

- Humpfff – musitó Naruto, optando por callarse, Shikamaru era un buen amigo y no era necesario entrar en una discusión con él. Y menos aún considerando que esta era una misión de prueba y tenía que actuar de manera impecable. Tsunade podía revocar su promoción a anbu tan rápidamente como la había formulado.

- ¿Los restos de la batalla? – inquirió Neji, su suave tono inmutable. El Hyuga no necesitaba alzar la voz para hacerse obedecer, nunca lo había necesitado.

- Totalmente eliminados – replicó la grave voz del único de los anbu que aún mantenía su máscara – la única evidencia que queda de su existencia en este mundo no es más que un puñado de cenizas.

Mientras contestaba, el esbelto anbu retiró la máscara de animal, distintiva de la élite de Konoha, para mostrar el perfecto rostro de Sasuke Uchiha.

- ¿El objetivo?

- Aún dormido – replicó Shikamaru, observando el cuerpo yaciente del hijo de uno de los señores feudales más poderosos del país del fuego. El mismo que había contratado los servicios de la hokage – Por su aliento y la forma de sus pupilas deduzco que es una simple poción para dormir, fuerte pero no dañina, creo que tardará al menos una hora en despertarse, a pesar del antídoto.

- Mejor – replicó Neji – para cuando despierte ya estaremos dentro de las fronteras del país del fuego. Muy bien, turnos para llevar al objetivo hasta que despierte y velocidad constante hasta llegar a los bosques de Konoha. Tenemos tres horas para llegar.

- ¡ Hai!

El viaje de vuelta transcurrió sin incidentes y, tras dejar al joven en la enfermería de la aldea para ser revisado por los ninjas médicos, Neji se dirigió a presentar su informe a la Hokage, mientras sus compañeros se dirigían al cuartel general de los anbu en Konoha.

Mientras se despojaba de su ceñido uniforme, Naruto se encontró, como empezaba siendo habitual en él, dirigiendo su mirada hacia su compañero. Era por simple curiosidad, por supuesto, por observar los cambios que esos últimos tres años habían ocasionado en su antiguo compañero de equipo; la forma en que la blanca piel se extendía sobre un sólido torso, la perfecta proporción de las largas y bien torneadas piernas, hechas para la velocidad tanto como para la fuerza; el lugar, perfecto, tentador, donde los músculos acababan y comenzaba la redondeada curva de las nalgas, incitándolo a comprobar si eran tan firmes como aparentaban, a comprobar su textura con sus manos y su cuerpo.

Maldiciendo para sus adentros, Naruto apartó su mirada del delicioso cuerpo que se le presentaba. La verdad era que se estaba quedando sin excusas que ofrecerse a sí mismo. Desde que Sasuke había vuelto, todo su ser se encontraba en un estado de agitación permanente; el latente sentimiento de su niñez; la oscura inquietud que le había llevado a buscarlo durante tres años, forzando su cuerpo hasta sus límites en inhumanos entrenamientos, sólo para ser capaz de hacerle volver, aunque fuera a rastras; todo se había unido en una nueva forma de necesidad, que le mantenía despierto por las noches, con el nombre del Uchiha en su boca y sus propias manos sobre su cuerpo.

El despertar de su cuerpo, junto con la extraña actitud de Sasuke desde su regreso, le mantenían irascible y excitable, dispuesto a saltar a la más mínima provocación, lo que ya le había causado más de un problema.

Realmente no sabía muy bien que pensar, la vuelta del Uchiha había sorprendido a todo el mundo, pero el consejo estaba demasiado contento de tener de vuelta al último de los Uchiha como para protestar demasiado. El resto de la aldea se había sumado al sentimiento, puesto que ellos habían aceptado la misma versión que el consejo de la historia de Sasuke; cómo éste había aprovechado el deseo de Orochimaru por su cuerpo para entrenar con él y hacerse más fuerte mientras esperaba la ocasión propicia para atacarlo y vencerle.

Así pues, toda la aldea, en vez de tratar a Sasuke como un traidor, lo consideraba un héroe, vencedor de uno de los Sanin legendarios, y el orgullo de Konoha. El rubio suspiró para sus adentros mientras se dirigía a las duchas comunes, ajeno a la posesiva mirada de unos ojos oscuros.

Sasuke observó a Naruto hasta que el moreno cuerpo del joven ninja se perdió tras una de las paredes que separaban las duchas de los vestuarios. Poco después el sonido del agua comenzó a sonar en la sala. El moreno Uchiha acabó de secarse y comenzó a vestirse lentamente, mientras reflexionaba sobre la misión que acababan de terminar.

Realmente la credulidad de la gente de Konoha le pasmaba ¿tan desesperados estaban por no perder los genes Uchiha? ¿O realmente el consejo no era capaz de ver más allá de sus narices? No hacía ni un mes que había regresado y ya le habían incorporado al servicio activo, las protestas de Tsunade cayendo en saco roto ante la perspectiva de volver a tenerlo entre las filas de sus guerreros. El poder del hokage llegaba sólo hasta cierto punto, e incluso él debía inclinarse ante la voluntad del consejo, un poco triste, en su opinión, la Godaime tenía una inteligencia y una intuición mucho más profundas de lo que su despreocupada actitud podía dar entender. Pero si esos idiotas desoían sus consejos, mucho mejor para él, puesto que gracias a ellos tenía el campo abierto para lograr su objetivo. Y, si la actitud de Naruto no le engañaba, ese objetivo no estaba muy lejos ya.

Cuando Naruto salió de los cuarteles de los anbu, era de noche ya, la luna brillaba sobre el cielo de Konoha y las calles bullían de vida, aún era pronto para que la gente se retirase a sus hogares, y más en una estupenda noche de verano como aquella. Aunque ninguno de sus amigos lo había esperado, el joven rubio sabía que estarían aguardando por él en el puesto de ramen de Ichimaru, como ya era su costumbre.

- Por fin has salido, Uzumaki – la voz de Sasuke le sorprendió, el joven Uchiha estaba apoyado en la pared, los brazos cruzados y toda la actitud de alguien que llevaba esperando bastante tiempo

- Hey… - Naruto no sabía muy bien que decir, aún no se había acostumbrado a la renovada presencia de Sasuke en su vida, y la antigua familiaridad sólo se mostraba en el combate, sustituida por una incómoda tolerancia en el día a día - ¿Estabas esperando por mí?

- No veo a nadie más por aquí ¿tú? – Sasuke se separó de la pared, el negro de sus ropas contrastando con su blanca piel, que la abierta camiseta mostraba en abundancia, para regocijo de los ojos de Naruto y para desgracia de su conciencia que le señalaba a gritos lo terriblemente escandaloso de su actitud.

- Esto…bueno…- el rubio se frotó la cabeza en su habitual gesto nervioso y, por un breve instante, Sasuke fue transportado a un tiempo no muy lejano en años, pero enorme en la memoria, cuando él podía leer en el rubio mejor que en sí mismo, cuando Naruto tenía el poder de cambiar su corazón y, por un momento, una levísima punzada de algo parecido al arrepentimiento cruzó su frío corazón, para perderse como si nunca hubiese existido – Iba al puesto de Ichimaru – la voz de Naruto no transmitía su habitual seguridad, sus enormes ojos azules evitando los de Sasuke y ¿era eso un sonrojo? – están todos allí ¿quieres venir?

Era la primera vez que Naruto le invitaba directamente y Sasuke se felicitó por forzar las cosas, su informante no estaba, pues, equivocado; los sentimientos del rubio estaban a ras de piel, listos para florecer a la menor provocación.

- En realidad no me apetece mucho, sinceramente, creo que aún no soy muy bien recibido y ese chico ¿Sai, se llama? No parece tenerme en mucha estima.

- Bueno, Sai no parece tener mucha estima por nada – la voz de Naruto tenía un cierto tono de humor, recuperando poco a poco la energía que la caracterizaba – Él es así, creo que no tiene interés por nada.

- Oh, no sé Naruto – Sasuke se acercó, disminuyendo la distancia entre los dos, haciendo al rubio aún más consciente de la deliciosa realidad de su cuerpo – A mí me parece que tiene mucho interés en ti. Y que por eso no soporta verme delante.

- ¿Eh? ¿Por qué dices eso? – El joven rubio no sabía si sentirse sorprendido, enfadado, excitado, o las tres cosas a la vez, que era justo lo que le estaba pasando -¿Y que tiene que ver Sai contigo?

- Creo que es bastante evidente, dobe – un leve gesto de Sasuke, el cuello hacia un lado, un asomo de sonrisa en su boca perfecta – Sai y yo queremos lo mismo. Pero yo lo quiero lo suficiente como para pedirlo.

Aquello era una locura, un sueño ¿Sasuke insinuándosele? ¿Así que todas esas miradas, esos leves roces, esas situaciones extrañas que llevaban volviéndolo loco desde la vuelta del Uchiha no habían sido desvaríos de su imaginación?

Sasuke vio la realización instaurarse en el moreno rostro de Naruto, la lucha entre la duda y el deseo en el atractivo rostro, el triunfo de éste último, pero sólo por una leve ventaja. Oh bueno, el depredador había visto la presa, que fuese tras ella, y que creciese el hambre en su espera.

- Esta noche no voy a ir al puesto de Irichimaru – susurró Sasuke al oído de Naruto, dejando que sus cuerpos se rozaran levemente, mostrando a Naruto la realidad de lo que se le ofrecía – me voy a mi casa, a esperar, toda la noche si es necesario.

El joven moreno se separó levemente, su mano abriendo levemente el ya amplio cuello de su camiseta, la sedosa piel igualando a la luna de Konoha en su palidez, la invitación innegable.

- Naruto, las noches en Konoha son frías - ¿cómo podía algo sonar tan sensual, tan pecaminoso? se preguntaba Naruto, ¿cómo una voz antes tan gélida podía vibrar de esa forma, llena de oscuro deseo y carnal invitación?– y yo estoy harto de pasarlas solo.

Una leve brisa se levantó, calida, húmeda, agitando levemente el negro cabello del Uchiha. Éste cerró brevemente los negros ojos, como dejándose acariciar por un invisible amante, y Naruto pensó morir de deseo, su cuerpo entero vibrando con el ansia de poseer la imposible belleza ante sus ojos. Ansiando poseer como sólo los depredadores lo hacían, de una forma total y absoluta. Un gruñido comenzó a formarse en el fondo de su garganta, el brillo de sus ojos, casi feral, no muy distinto al del propio Kyuubi.

Los ojos del Uchiha se abrieron de una forma casi lánguida, una sonrisa maliciosa y provocadora marcando su rostro perfecto, justo antes de desaparecer, la invitación vibrando en el vacío de su ausencia.

Y Naruto Uzumaki, cómo siempre había hecho, cómo siempre haría, fue tras la fría presencia que era Sasuke Uchiha.

En la habitación que ocupaba temporalmente dentro del complejo Uchiha, Sasuke intentaba someter algo que se había salido de los esquemas de su plan. Su corazón no marcaba su pausado ritmo, su respiración no era una perfecta cadencia y algo casi olvidado, como el recuerdo de un sueño, se agitaba insidioso en el frío páramo que era su corazón.

Cuando Naruto lo había mirado de aquella forma, el juego había dejado de serlo, en esos instantes su plan no había existido, sus seguidores no habían existido, su venganza no había existido, Itachi no había existido. Sólo habían existido aquellos ojos que lo miraban devorándole y Sasuke había deseado que lo siguieran haciendo, mirándole así, cómo si él fuese lo más importante en el mundo.

No había pensado que el rubio aún tuviese esa facultad, la facultad de hacerle olvidar sus objetivos, de cambiar su corazón… Sasuke respiró hondo, obligando a la trémula llama que amenazaba su impasibilidad a morir, cubriéndola con el frío hielo de su venganza, sin embargo, ésta se resistía y el Uchiha se maldijo por eso.

Un levísimo ruido en la ventana y la presencia de un familiar chakra le alertaron de la presencia de Naruto. El moreno joven se volvió, observando como Naruto introducía su cuerpo por la abierta ventana y se acercaba a él, sus movimientos llenos de fuerza contenida.

Las manos que sujetaron su rostro eran las de su compañero de tantas aventuras, no así los ojos que le contemplaban, ni la feral sonrisa, con los colmillos del Kyuubi asomando entre los entreabiertos labios.

- Maldito zorro – musitó el Uchiha , su voz rezumando furia contenida – tú sabías que esto iba a pasar.

Una ronca carcajada salió de la garganta del semiposeido Naruto, antes de que el Kyuubi replicara por sus labios:- Paradójico, ¿verdad Uchiha? Que precisamente tú hayas jugado con fuego y te hayas quemado. Dime Uchiha, ¿por qué tu corazón se está acelerando? ¿Por qué huelo en ti el deseo? ¿Puede ser que los sentimientos de mi portador no sean tan unilaterales como en un principio parecía?

- Me has engañado – Sasuke apretó lo puños – me dijiste que si convencía a Naruto para que viniese conmigo me darías tu poder, como se lo habías dado a mi antepasado Madara. Me dijiste que sus sentimientos hacia mí lo harían seguirme. No dijiste nada…

- ¿No dije nada de que sentía el deseo en ti, pequeño Uchiha?- interrumpió el Kyuubi- ¿Qué lo he notado nacer y crecer en ti todo este tiempo? ¿Que tu obsesión con mi portador era para mí tan obvia como tu propia aura?

- Eso ya pasó – intentó replicar Sasuke, su excusa débil incluso para sus propios oídos- Era la estupidez y el enamoramiento de un niño, murió en el momento en que decidí irme con Orochimaru.

- ¿Sí? ¿Por eso lo besaste antes de irte? ¿En despedida? Oh sí, pequeño Uchiha – continuó el Kyuubi ante la mirada de sorpresa de Sasuke -mi huésped estaba inconsciente, pero yo lo veía todo y tus sentimientos teñían tu aura de una forma deliciosa, quién lo hubiese dicho, Uchiha, que fueses capaz de sentir.

Las manos de Naruto inclinaron su cara hacia atrás y, durante un instante Sasuke estuvo a punto de resistirse, de terminar con todo aquello, pero su propio deseo y las siguientes palabras del Kyuubi le frenaron.

- Pero no te he mentido, Sasuke Uchiha- dijo el inmortal demonio por la boca del rubio ninja -convence a mi portador de que se una a ti, y pondré a tu disposición poder más allá de tus sueños, poder para vengar a tu clan, poder para destruir a tus enemigos, poder para tener a Naruto a tu lado para siempre. Todo lo que tú corazón desea, sin tener que renunciar a nada. Te daré el poder, como se lo di a tu antepasado, de la misma forma que se lo di a tu antepasado.

Y tras esa declaración, la boca de Naruto tomó posesión de la suya, de una forma salvaje y agresiva, y Sasuke no supo si el beso fue del Kyuubi o del propio Naruto, pues cuando sus labios se separaron, era el profundo azul de los ojos del rubio el que asomaba a sus ojos.

Naruto no dijo nada, simplemente lo observó, sus manos acariciando su rostro y una mezcla de adoración y posesión en su rostro. Sasuke no sabía si algo de la conversación con el Kyuubi había llegado a la conciencia de Naruto, tampoco le importó. Simplemente cerró los ojos y ofreció su boca al joven ninja. La invitación fue aceptada.

Naruto sintió los labios bajos los suyos ceder suavemente, abriéndose para él y dejándole acceder a la dulce y húmeda boca del Uchiha. Antes de ese momento, sólo en dos ocasiones había gozado de semejante paraíso; la primera había sido demasiado niño y demasiado avergonzado por la situación como para confesar, salvo en la intimidad de su propia mente, lo que aquel contacto había significado; la segunda vez había sido en un sueño, o al menos eso había creído. Ahora no estaba tan seguro.

- Me besaste – dijo, una vez sus labios se hubieron separado – en el valle, después de haber luchado…pensé que lo había imaginado…

- No, no lo imaginaste – confesó el moreno, casi en un murmullo- pero no quiero hablar de eso…ahora no.

Un gesto de asentimiento por parte del rubio fue su respuesta, justo antes de que lo volviera a besar, y sus manos se deslizaran bajo su camiseta, acariciando atrevidas, presionando y explorando con movimientos seguros y expertos, movimientos que hablaban de una experiencia en la que Sasuke prefirió no pensar por el momento.

La forma en que Sasuke respondía a su beso y a sus caricias era más de lo que Naruto había soñado ni siquiera en sus fantasías más atrevidas, la manera en que la deliciosa boca se rendía ante él, invitando a la posesión y al juego, el modo en que la lengua del Uchiha entraba en la suave y húmeda danza que le proponía la suya, primero con dudas, luego con una creciente seguridad que excitaba más y más a Naruto, demostrándole que también en esa área, el moreno era un genio.

A esa distancia era imposible no sentir la evidencia del deseo del Uchiha contra él y, mientras su boca buscaba de nuevo la del moreno, el atractivo rubio amoldó su mano al cubierto deseo, sintiendo en sus labios la súbita inhalación de Sasuke.

Su ropa constituía una insoportable tortura contra su piel, ardiente de deseo y, buscando eliminar esa barrera que aún se erigía entre sus cuerpos, Naruto se separó ligeramente, no sin antes depositar un último, juguetón mordisco a los tentadores labios del moreno.

Mientras se despojaba de su ropa, los ávidos ojos de Naruto no perdían de vista el cuerpo del Uchiha, que rápidamente se iba revelando en todo su pálido esplendor ante sus ojos azules. Efectivamente, las ropas de Sasuke estaban sufriendo el mismo destino que las del rubio y pronto la inmaculada perfección del moreno se presentó ante él sin nada que mancillase su belleza.

Nada, salvo un oscuro elemento, que llenó al rubio de una ira que casi rivalizaba en intensidad con su deseo, al observar la negra marca de Orochimaru mancillando la irreprochable blancura de aquella piel.

Elevando su mano hacia el cuello de Sasuke, Naruto lo acarició levemente, sus dedos rozando la piel en torno al sello, pero sin tocarlo, como si aquella deleznable marca fuese ajena al deseado cuerpo.

- Dime que no te tocó – exigió con voz grave, la idea de aquella serpiente tocando el precioso cuerpo imposible de soportar – que él jamás te vio así, que nunca le ofreciste esto.

- Nunca – la firmeza de la voz de Sasuke se elevó implacable en la noche, mientras su cuerpo cubría de forma inconsciente la distancia que los separaba, las manos del rubio deslizándose sobre su espalda en una perfecta combinación de suavidad y firmeza –Nunca me lo pidió tampoco, y no se lo hubiese dado, Naruto – los fuertes brazos del rubio lo atrajeron aún más contra la su firme cuerpo, de modo que el Uchiha se encontró musitando sus siguientes palabras contra el rubio cabello – ni a él, ni a nadie.

El "sólo a ti", sus labios no se atrevieron a formularlo y, si Naruto pudo intuirlo, no lo mencionó. En vez de eso, musitó algo ininteligible contra su cuello, justo encima del sello, la calida humedad de su aliento haciendo estremecer a Sasuke.

- ¿El qué?- preguntó el Uchiha, en un tono cuya suave intensidad le sorprendió a él mismo.

- No soporto ver su marca en ti- medio gruñó el rubio- no lo soporto.

- No sé si se podrá borrar nunca, Naruto – replicó el moreno, su frente contra la del otro, sus labios casi tocándose – pero siempre puedes poner la tuya, dobe – y la sonrisa que ilumino el bello rostro casi partió el corazón del rubio. Porque aquella era la misma sonrisa que, durante un brevísimo tiempo había asomado al rostro de Sasuke. Un tiempo donde la sombra de Orochimaru aún no se había hecho presente y dónde la amistad y el amor habían estado a punto de hacer callar el espíritu de venganza dentro del corazón de Sasuke.

Un extraño sonido, mezcla de sollozo y gruñido brotó de los labios de Naruto, mientras apretaba el cuerpo de Sasuke contra el suyo. Los brazos del Uchiha respondieron, primero dubitativamente, luego con más fuerza, su boca buscando, y encontrando, la del rubio ninja.

La danza de sus lenguas fue lenta y sensual, mientras Naruto conducía con suavidad a Sasuke hacia la cama, el Uchiha dejándose guiar por el peso del rubio hasta quedar apoyado contra el duro colchón, Naruto sobre él, su cálido peso sometiéndole de una forma deliciosa.

Cuando, en un gesto instintivo, sus piernas se abrieron para acomodar el peso de su amante, la súbita presión sobre su deseo le hizo gemir suavemente, mientras un murmullo de apreciación surgía de la boca del rubio.

Ahora que tenía a Sasuke como tanto tiempo había deseado, Naruto se dedicó a saborear el delicioso festín que se le presentaba, mordiendo, lamiendo y acariciando aquel cuerpo que se le ofrecía. Sus sentidos estaban ofuscados por la presencia del Uchiha, ajenos a nada que no fuese el sabor, el olor, la textura de Sasuke. Los suaves gemidos partiendo de los labios del moreno, enloqueciéndolo de deseo y un irrefrenable impulso de posesión.

Sus manos acariciaron su ansiado destino en el cuerpo del Uchiha, dándole forma con sus dedos, notando como la sedosa dureza latía entre ellos. Los ojos de Sasuke estaban cerrados, su respiración agitada en medio del silencio de la habitación, su cuerpo arqueado bajo las caricias de Naruto. Luego, los ojos negros se abrieron lentamente y en sus inmensas profundidades latía una intensidad que oprimió el corazón del rubio. Sus ojos se encontraron un momento, un cielo de verano y una noche sin luna, un instante después Naruto rompió el contacto mientras tomaba a Sasuke en su boca.

Las manos del moreno se hundieron en su cabello, su nombre pronunciado en medio de la pasión del Uchiha, mientras la experimentada boca del rubio lo conducía a su clímax.

La esencia de su placer fue capturada por los ávidos labios de su amante, compartiendo su extraño sabor con él cuando sus labios se unieron de nuevo. Una extraña euforia dominaba a Sasuke, que no sabía si reír, llorar o simplemente hacer lo que estaba haciendo, hundir sus brazos en la fuerte espalda de Naruto mientras sus bocas se fundían la una con la otra, y su cuerpo se sometía a la fuerte y pasional presencia que era el otro ninja.

Un gesto de fastidio asomó al rostro de Naruto, el Uchiha besando el fruncido entrecejo antes de preguntar: - ¿qué pasa?

- No traje nada, no me paré a pensar… – el momento de enfado desapareció como vino, y en la voz del rubio había incluso un rastro de humor, – oh, bueno, tampoco pasa nada, no tiene porque ser hoy – el rubio le volvió a besar, su felicidad evidente y dolorosa para Sasuke – Ya habrá más días ¿ne?

- No – negó Sasuke, atrayéndolo contra sí, sus blancas piernas rodeando la cintura del rubio, su palidez en perfecto contraste contra la tostada piel del otro ninja- ahora.

- Esto… Sasuke, sí no se hace con cuidado y con…esto…cierta ayuda, puede ser doloroso sabes – un adorable sonrojo se extendía por las morenas mejillas de Naruto, algo paradójico, en opinión de Sasuke, sobre todo considerando lo que el rubio acababa de hacerle.

- Ahora- repitió, moviendo su cuerpo suavemente bajo el de Naruto, provocando que la erección de éste entrase en contacto con la suya, que poco a poco volvía a la vida – los azules ojos del rubio se cerraron brevemente ante el inesperado placer, cuando los volvió abrir, éstos tenían un brillo salvaje que excitó aún más al moreno

- Sasuke…- su nombre incluía una advertencia que, por supuesto, el Uchiha ignoró.

- Kami sama, Naruto – replicó el moreno mientras sus manos acariciaban el dorado cabello ¿quién se habría imaginado que podía ser tan suave? ¿ y que fuera de la bandana resaltase de tal forma el atractivo rostro del ninja? - ¿ahora te preocupas por hacerme daño? Dudo mucho que sea peor que cualquiera de las veces que luchamos.

- No es lo mismo –el joven lo besó, un suave roce entre sus labios, mientras sus fuertes manos vagaban inquietas por el esbelto cuerpo del Uchiha, redescubriendo firmes contornos y suave piel – en esto es distinto, no quiero que sientas más que placer.

- Y lo sentiré – la voz del Uchiha alcanzó un timbre imposiblemente sensual- dime Naruto, ¿vas a negarme esto? ¿ a los dos?

Y el joven ninja supo que no podría, cómo hacerlo si todo su ser ansiaba ser uno con el precioso cuerpo bajo el suyo, poseerlo, marcarlo como su propiedad, tomarlo de una forma que nadie había gozado antes. Y si parte de ese ansia de posesión no era sólo suya, Naruto no lo supo nunca.

Sasuke sintió las manos del rubio acomodándolo, elevando su cadera y exponiéndolo; sintió el primer momento, la amenaza de la intrusión, y obligó a su cuerpo a rendirse ante la invasión; sintió el punzante dolor que significaba que su cuerpo ya no era sólo suyo y escuchó las palabras de Naruto, su voz llena de deseo y oscura adoración. El dolor no era nada, su cuerpo acostumbrado desde niño a su canción; lo nuevo era el placer, tortuoso, avasallador, que se erigía tras él, dispuesto a anegar todo en Sasuke, todo lo que no fuese la presencia de Naruto dentro suyo, entrando y retirándose con controlada pero inexorable fuerza.

Pero si pensaba que el rubio no podía poseerlo aún más, la siguiente acción de su amante le mostró su error, cuando sujetándole, lo elevó, aún unidos hasta que Sasuke se quedó sobre su regazo, sus manos contra el moreno cuello, su torso contra la acerínea firmeza del de Naruto y el rubio imposiblemente dentro suyo. El gemido que escapó de sus labios le habría humillado en otro momento, no en aquel, ni tampoco los otros que siguieron, acompañando el entrecortado salir de su aliento.

El placer era insoportable, poniendo a prueba todo su autocontrol, la forma en que el cuerpo acogiendo su deseo se le sometía, la forma en que se amoldaba a él, todo era perfecto, como ningún otro lo había sido, como si hubiese sido hecho a su medida. La cara de Sasuke, dominada por el placer, era lo más hermoso que había visto nunca y, cuando el blanco cuello se inclinó, lánguido, dominado por el placer, el rubio no pudo resistir la invitación y mordió la delicada piel, excitado por la forma en que Sasuke dejaba escapar un involuntario gemido, la manera en que sus blancos brazos lo atraían aún más contra sí.

Los dientes que rompieron la blanca piel tenían el perfecto filo de un depredador, hundiéndose sin ocasionar más que la más mínima de las molestias y, sobre el sello maldito, Naruto dejo su propia marca, la de un depredador marcando a su compañero, la de un demonio marcando a otro.

Al mismo tiempo, el empuje de su cuerpo contra el del Uchiha alcanzó un imposible crescendo, vehemente y poderoso y, mientras el moreno alcanzaba una segunda compleción, Naruto llegaba a la suya de una forma casi violenta, su esencia marcando el interior de Sasuke como su boca había marcado el exterior.

Durante unos momentos, sólo el entrecortado sonido de su respiración se podía oír en el silencio de la habitación, luego, el húmedo roce de sus cuerpos al separarse.

Sasuke dejó que el calido abrazo de Naruto durase unos minutos para, a continuación, separarse de él, suavemente.

Saciada su pasión, era evidente que el rubio estaba luchando con el cansancio acumulado, sus ojos pesados con la amenaza del sueño.

- Duerme un poco – invitó mientras besaba los carnosos labios del ninja- vuelvo ahora.

La dorada mano de Naruto acarició su rostro, su pulgar acariciando suavemente la boca del Uchiha, aún hinchada por las amorosas atenciones del rubio – No tardes mucho.

Asintiendo silenciosamente, el moreno abandonó la habitación, y entró en el baño. Sus ojos no se atrevieron a mirar su propio reflejo en el espejo, en su lugar, abrió el agua de la ducha a plena potencia, dejando que el gélido líquido se llevase los últimos vestigios de su pasión y de la extraña locura que lo había poseído.

Cuando entró en la habitación, Naruto estaba dormido, una suave sonrisa en su hermoso rostro, y su moreno cuerpo destacando contra la palidez de las sábanas. El Uchiha lo contempló largo rato, sopesando sus posibilidades y, alcanzando una decisión, comenzó a mover sus manos en la rápida secuencia de sellos que formaba un jutsu, enfocándolo sobre Naruto.

Un momento después, una negra sombra abandonaba Konoha.

El día comenzaba a clarear, cuando Sasuke Uchiha alcanzó el final de los bosques de Konoha, la necesidad de ocultar su chakra reduciendo la velocidad que podía alcanzar. Había tenido que hacerlo, su decía una y otra vez, de haberse quedado su plan habría fracasado, no era capaz de permanecer imparcial con el rubio, tendría que haberlo sabido, tendría que haberlo previsto.

La señal de un familiar chakra le sobresaltó ¿cómo le había encontrado? ¿Tan rápido había desecho el jutsu? Intentar acelerar el paso ahora no tenía sentido, así que esperó, preparándose para la confrontación.

El rubio notó la presencia de Sasuke deteniéndose y aceleró aún más su velocidad, consumido por la ira y un terrible dolor. Se había despertado con los restos de un jutsu en su cuerpo, y la ausencia de Sasuke en la habitación. No podía haber pasado más de media hora desde que se había ido, de eso estaba seguro, pero el jutsu de sueño estaba destinado a mantenerlo dormido varias horas, sólo la especial interacción con el Kyuubi le había protegido del efecto total de la técnica.

La sensación de haber sido traicionado le había golpeado con más fuerza que ningún golpe que hubiese recibido antes, y la opresión en su corazón casi le impedía respirar. Idiota, idiota ¿cuántas veces tenía que hacerle daño Sasuke antes de que aprendiera, antes de que se diera cuenta de que jamás le importaría?

Sin embargo una voz insidiosa en algún recoveco de su conciencia le impidió hundirse en la desesperación, síguelo, le decía, síguelo, no te ha matado, se ha ido, algo le ha detenido, averígualo y como siempre había sido en lo que al Uchiha se refería, Naruto había ignorado su razón y la lógica, y había obedecido a su instinto.

Ese mismo instinto le había guiado hasta ese lugar, siguiendo el chakra del Uchiha, preguntándose por qué lo sentía en su mente cuando estaba claro que Sasuke tenía la facultad de ocultarlo. Y sin embargo, lo percibía con total claridad, una llama permanente en algún lugar de su psique.

Esa nueva consciencia del Uchiha le indicaba que éste se había detenido y, efectivamente, sólo unos metros por delante suyo se encontraba Sasuke, la delicada forma de su cuerpo acentuada por las oscuras ropas, esperándolo.

Los dos jóvenes se miraron, el viento agitando las ramas de los árboles y alborotando sus cabellos.

- ¿Por qué?- fue la pregunta de Naruto, demasiado dolido y confuso para pronunciar más que esas palabras.

- Porque eres demasiado peligroso – fue la fría respuesta del Uchiha. Su gélido tono cortando la leve esperanza de Naruto como un cuchillo.

- ¿ Por qué entonces no me mataste, bastardo? – la voz de Naruto se elevó en el bosque, cargada de ira. Sí, la ira era buena, mientras la sintiese el dolor no se atrevía a asomar su cabeza, de momento era suficiente- ¿Tan fuerte soy que tuviste que recurrir a todo esto? Nunca lo hubiese creído de ti, Sasuke Uchiha.

Una suave, dura carcajada surgió de la perfecta boca de Sasuke y el rubio se maldijo porque, ni siquiera en esa situación, podía dejar de desear al moreno.

– No es tu fuerza lo que te hace peligroso, Naruto – y por un instante, la frialdad abandonó la voz de Sasuke, mientras admitía – es la forma en que cambias mi corazón y lo haces alejarse de su camino.

Naruto se quedó estupefacto, de todas las declaraciones esa era la última que podía esperar saliese de los labios del moreno: - Pero …entonces…

- Pensé que era más fuerte de lo que soy – el moreno interrumpió los balbuceos del rubio- pensé que podía acercarme a ti sin perderme en el proceso. No es así. Me haces débil, Naruto.

- No te entiendo – los sentimientos del rubio eran un remolino de confusión, por un lado el Uchiha reconocía que algo en Naruto le afectaba, pero por otro lado rechazaba ese sentimiento – Sasuke, ¿por qué me cuentas esto?

El moreno desvió sus ojos del ansioso rostro de Naruto, pensando que nunca lograría ser un buen ninja, no con su rostro mostrando cada uno de sus sentimientos. Y sin embargo, esa era su fuerza y lo que lo había hecho precioso para tantos, incluido el propio Sasuke, la forma en que sentía.

- Te cuento esto, porque tú me haces débil, pero también me puedes hacer fuerte – Sasuke clavó sus ojos negros en el tremendo azul de los de Naruto – Tú eres el viento que podría apagar mi fuego, o avivarlo hasta el máximo. Y yo quiero eso Naruto, soy ambicioso, no quiero renunciar a nada.

- ¿ Qué pasaría si decidiese luchar contigo ahora, llevarte a la aldea? – inquirió Naruto, aunque sabía bien que por la fuerza no lo conseguiría. A menos que el Kyuubi interviniera no era rival para Sasuke, por mucho que le doliese reconocerlo.

- Sabes lo que pasaría, Naruto - respondió el Uchiha con calma - ¿y para que quieres que vuelva? La razón de mi regreso a Konoha eras tú, eso no ha cambiado, no hay nada que me retenga allí ya.

Con un grácil salto, Sasuke se colocó al lado de Naruto, sus rostros a unos centímetros, mientras el leve eco del deseo compartido resonaba entre ellos.

- Ven conmigo, abandona Konoha, Naruto, ayúdame a vengar a mi clan y a matar a mi hermano. Sé el viento que haga arder mi fuego – la voz del Uchiha era un ardiente susurro contra el oído de Naruto – y yo seré tuyo, todo el tiempo que quieras que lo sea y que el destino permita.

Los suaves labios rozaron los suyos e, instintivamente, Naruto se inclinó, pero ya la deliciosa boca se alejaba y el espacio entre los dos se agrandó, al alejarse Sasuke.

- Te estaré esperando – le dijo el joven – pero no por mucho. Una semana Naruto – la voz volvía a retomar su tono frío, impasible – si en ese tiempo no vienes a mí conoceré tu respuesta y nuestros respectivos caminos del ninja volverán a separarse. Y esta vez será para siempre.

Y, con esas palabras haciendo vibrar el aire entre ellos, Sasuke Uchiha se perdió en la distancia.

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Sinffff, que triste…. Bueno, pues aquí tienes, si eres muuuuyyyyy buenaa, puede que me porte bien contigo ( y con Naruto) pero, bueno, siempre podemos imaginarlo…En todo caso, espero que te haya gustado y no te hayas aberrado mucho ( como te pasa con Ichi).Jus jus jus.