"Otro día solo, ¿No?" Me decía a mi mismo al salir de clases. No tenía amigos en la escuela porque, siendo sinceros, no tenía ni un interés en tenerlos tampoco. Los hombres ahí son unas idiotas y las mujeres unas putas, siempre preocupados del que dirán y de que festejar emborrachándose cada viernes. No puedo esperar a graduarme y alejarme de tanta mierda de persona.

Sí, ese soy yo, Zenko Negeri. El más rarito de la escuela, el amargado que no sale a fiestas. ¿Qué hay que festejar? Era todos los días lo mismo, despertar, clases, volver a casa, estudiar, dormir. ¿Por qué alguien querría festejar una vida así? Además, lo único que hacen es tomar alcohol hasta quedar inconscientes, vomitarlo todo y no recordar nada. Pero claro, el rarito soy yo. Sin embargo, este día fue algo diferente.

Mientras volvía a casa por el mismo camino de siempre, me di cuenta de que había cierta multitud fuera de lo que parecía un nuevo café que debieron haber abierto durante el fin de semana. No sé qué es lo que me llamó la atención de este local, pero sin darme cuenta había entrado y ya era tarde para echarme para atrás. Al ser un lugar recientemente abierto, me costó un poco encontrar una mesa realmente vacía y terminé al fondo, cerca de los baños. Me senté y comencé a leer la carta pero todo me parecía una real basura. No se que hago aquí si jamás he tomado café y tampoco pretendía empezar hoy.

"¿Puedo tomar su orden, querido?" Me detuvo una voz antes de que pudiera levantarme para irme de este lugar. "Ya me estaba…" No pude terminar de hablar al ver a la camarera que me había hablado. Tenía una cara angelical, largo cabello blanco y unos hermosos ojos, parecía una muñeca tan tierna y adorable. Me sentía nervioso y me costaba hablar y respirar. Nunca me había sentido así y mucho menos al ver a una mujer. "¿Ya se estaba qué?" Me preguntó en lo que yo me volvía a sentar. "Ya me estaba decidiendo, gracias por preguntar." Le dije para que me de más tiempo para mirarla y tener un motivo para seguir en este local. Me miró y se rió un poco. "Está bien, volveré en seguida querido." Me quedé viendo mientras se iba a atender otra mesa. No podía dejar de pensar en ella y mi cuerpo entero lo sentía. Cada vez que me llamaba querido y verla caminar en ese delantal hacían que mi pene se pusiera duro dentro de mi pantalón y me daba una gran vergüenza pensar que ella me viera así. Tenía que quedarme sentado o si no ella vería mi erección, pero pensar en que me viera así también me excitaba bastante.

Al pasar los minutos, había tomado mi orden y la seguía con la mirada a través del café. Solo pedí un vaso de leche para que me lo trajera rápido y así pudiese llamarme querido de nuevo. Seguía excitado y mi erección no parecía irse, pero no podía tocarme por debajo de la mesa en un lugar público y tampoco quería volver a casa. Quería quedarme con la mesera todo el día.

En un momento, gracias a la ubicación de mi mesa, la vi entrar al baño. No tenía indicador para el sexo, por lo que cualquiera podía entrar ahí. Entonces mi mente se llenó de pensamientos perversos. Quería entrar y verla usando el baño. Quizás estaba duchándose y tendría la oportunidad de ver su cuerpo desnudo. Quería entrar y tocarla, lamer cada parte de su cuerpo, penetrarla y taparle la boca para que no gima. Quería hacerle todo y estaba tan caliente que no me resistí y entre silenciosamente al baño.

Para mi sorpresa, estaba completamente vacío. No había rastro de mi mesera ni de su delantal; ni siquiera de que haya usado el baño. De pronto, escuché que la puerta se cerró de golpe detrás mío y antes de que pudiera decir algo, alguien me tapó la boca y me empujó hacia la pared.

"¿Me buscabas, querido?" Era ella, quién se había escondido y me atacó por sorpresa. Podía sentir la seda de sus guantes impidiendo que hablase y tenerla así de cerca tocándome me ponía aún más caliente que antes.

"Me siento halagada de que me hayas seguido hasta aquí." Se acercó un poco más e inmediatamente notó que mi bulto crecía debajo de mi pantalón.

"¿Qué tienes ahí? Veo que no viniste solo por un vaso de leche." Se reía mientras veía mi erección reprimida. Me había descubierto y me sentía tan avergonzado como excitado. Aun tapandome la boca, con su otra mano comenzó a sobarme el pene por encima del pantalón, haciendo inmediatamente que me manche con fluidos preseminales. "Vaya, pensé que era más grande." Seguía frotándome con su suave mano mientras yo respiraba mucho más fuerte, víctima de lo excitado que estaba por estar en esa situación. Me quitó la mano de la boca sin dejar de masturbarme y aproveché de tomar una gran bocanada de aire.

"¿Cómo te llamas?" Me preguntó mirándome fijamente con una mirada lasciva que me mataba por dentro. "Yo… me llamo Zenko…" Ella se aprovechó de que mi nombre termina en O y me besó cuando abrí la boca. Estaba siendo violado por una mesera a la que yo quería abusar y mis pantalones seguían manchándose con mi presemen. "Yo me llamo Hideri, es un gusto." Volvió a besarme mientras usaba una mano para masturbarme sobre el pantalón y la otra para mantenerme contra la pared del baño. No podía quitarme la ropa para que me masturbara como se debe pero su mano sobre mi pantalón se sentía tan bien que ya casi me corría dentro de mis calzoncillos.

"Hideri, creo que me voy a correr." Ella comenzó a masturbarme más rápido como si no me hubiese oído y yo trataba de mantenerme en pie cuando el placer y la falta de aire me hicieron eyacular en mi propia ropa, manchando con un poco de mi semen su guante. yo caí rendido al piso cuando ella me soltó, pero no había acabado conmigo. Con una mano me tomó de la barbilla, haciéndome mirar hacia arriba.

"Zenko, querido. ¿Me harías un favor?" Me preguntó con una voz dulce e insinuandora a la que no pude resistir. "Lo que sea, Hideri." Mientras hablaba, metió un dedo de su otra mano, la que tenía manchada con mi semen, dentro de mi boca y me hizo chuparlo. Había sido humillado por el tamaño de mi pene, violado y ahora hizo que probara mi propio semen lamiendo un guante y yo seguía ahí, excitado en el piso de un baño. Se dió la vuelta y me guiñó un ojo mientras salía del baño sin preocuparse por mí. "Gracias, esperamos verlo de nuevo muy pronto."