Disclamer: Weiß Kreuz no me pertenece y no pretendo sacar dinero ni ningún tipo de beneficio con esta historia, aparte del buen rato que pasen los lectores :D

Advertencias: Shônen-ai. Aya x Ken.

N/A: Tenía ganas de escribir de esta serie (otra vez xD) desde hacía tiempo. De hecho los drabbles que escribí hace no relativamente mucho eran para practicar un poco y volver a trabajar con los protagonistas.
No tenía muy claro que hacer, en un principio iba a ser un oneshot… pero la idea se ha rebelado contra mí xD De todas formas serán capítulos cortitos.
Dedicado a Airienn, porque eres mi querida hermanita y a Nebyura, que le dije que haría un Aya x Ken en condiciones.
Aunque tarde, siempre cumplo mis promesas :P

Atracción

Primer capítulo.

–¡No! –exclamó con los ojos a punto de salir de sus cuencas– ¡No puedo hacer eso!
–Pero te gusta…

Ken se llevó las manos a la cadera y bajó la cabeza, negando con ella y haciendo volar su flequillo de lado a lado.
Sabía que era lo suficientemente honesto y descuidado como para resultar fácil de leer, pero que Omi se atreviera a hablarle de lo que últimamente era demasiado obvio en él, no entraba en sus planes.

El más joven llevó su mano derecha hasta el hombro izquierdo de Ken y apretó mientras buscaba los ojos castaños con los suyos azules.

–No puede ser tan malo.

Hidaka frunció el ceño y apretó los labios, alzando de nuevo la barbilla con un gesto ligeramente amenazador.

–Omi, estamos hablando del Señor de Hielo. No puede ser tan malo… –puntualizó antes de explotar- ¡puede ser peor!

El castaño claro se llevó un meñique a la oreja y se frotó con él, recuperando el sentido del oído a duras penas.
Se encogió de hombros y se sentó sobre la cama de Ken, empezando a balancear las piernas.

–Bueno, no tienes nada que perder.
–¡Sí! –le rebatió– ¡La cabeza!
–Tampoco es que la uses mucho –musitó el pequeño–. No sería una gran perdida…
–¿Has dicho algo? –preguntó ansioso.

Omi negó con una sonrisa angelical en su rostro. Eran raras las ocasiones en las que su amigo se encontraba tan nervioso o de malhumor. En esos momentos era mejor no empeorar la situación, aunque, aquella vez, la situación la hubiera provocado él mismo.
Ken seguía dando vueltas por la habitación, con los brazos cruzados y las cejas queriendo violar a sus párpados tensos.

No era para menos. Si Omi había decidido intervenir eso quería decir que, con toda probabilidad, hasta Fujimiya se había dado cuenta.
Eso no era bueno.

Nada bueno.

Ken se sentó en la cama, con las piernas abiertas y una mano tapando sus labios.
¿Qué hacer?

–¡Díselo! –instigó Omi, respondiendo a la pregunta no formulada.

Ken emitió un gemido ronco de frustración y paseó su mano desde su boca hasta su pecho, apretando por el camino. Tomó la tela de la camiseta en un puño.

–¿Y qué le digo? –interrogó– ¿«Fujimiya, me gustas. ¿Follamos?»?

Omi se rió con ganas, agarrándose el vientre e imaginando la situación.
Hidaka entrompó los labios y se cruzó de brazos, encogiendo los hombros y mirando hacia el lado contrario a donde se encontraba Tsukiyono. Volvía a tener el aura infantil de siempre.

–¡No tonto! –dijo Omi entre carcajadas después de limpiarse las lágrimas de los ojos– De alguna forma… ja ja, menos vulgar.

Omi se había preocupado por el cambio en el humor de su amigo, pero parecía que Kenken seguía siendo eso mismo… Kenken.

Hidaka suspiró y apoyó las manos en el colchón, dejando caer su peso un poco hacia atrás.

–Es Fujimiya –susurró–. No va a salir bien.

El pequeño ladeó la cabeza, callando para oír mejor.

–Siempre le saco de quicio por torpe, si le digo que me gusta será como añadir un crimen más a su lista de prejuicios contra mí.

Omi abrió la boca para negarlo, pero al ver la sonrisa triste y la mirada de Ken perdida en el suelo prefirió no decir nada sin tener argumentos que su compañero no pudiera discutir.
Frotó la palma de su mano contra el hombro del otro, dándole ánimos y apoyo.

De todas formas, Omi estaba convencido de que iba a salir bien.

Muy bien.

Continuará...

Próximo capítulo: Desayuno en la cocina.