¡Hola! Bien, esta será la última historia que publique en . La verdad no es que no quiera continuar, pero tengo tantas cosas por hacer y tan poco tiempo que dedicarle a mis historias (y cuando les dedico tiempo siento que a la vez no le doy mucho tiempo a mis deberes como estudiante… es todo un circulo vicioso, ustedes saben) que prefiero dejarlo con la cabeza lo más en alto posible.

En fin, tal como lo anticipe en mi última historia, este relato es una continuación de mi primer Fic "Los espíritus de la Puerta" y en él veremos la vida de Alphonse Elric antes de la llegada al poder del partido Nazi en Alemania. En esta historia se mostrará también el destino de la invención de Sifridus Kröenen y el de la hermana de Johannes Engel. Si se quiere tener un mayor entendimiento de la historia, recomiendo leer la primera parte.


Der Letzte Wille Des Engel (La última voluntad de los Engel)


Disclaimer: Los personajes de FMA no me pertenecen ya que son propiedad de Hiromu Arakawa


Prólogo: Aufgangspunkt (Punto de Partida)

2 de Mayo de 1930- Sing Sing Correctional Facility, New York State, United States Of America

Lewis Edward Lawes, alcaide del centro de detención de Sing Sing, en New York, dirigía por los pasillos de la correccional a un invitado especial. Era curioso tener a ese hombre en aquel momento y en un lugar como ese, es más, cualquiera hubiera querido reunirse con él en una oficina con una tasa de chocolate caliente para soportar el frío invierno de ese año, quizás el más frío en la historia de los Estados Unidos de América: hacía menos de un semestre, se había dado la más grande crisis financiera en suelo americano, la que pasaría a la historia como el "Crac de 1929". Para hacerlo peor, la humanidad, y sobre todo, las grandes naciones industrializadas, sufrían los efectos de la "Gran Depresión", la que se agudizaba con esta nueva crisis financiera y afectaba a naciones europeas como Francia y Alemania. Ahora estaban parados frente a una celda, una de las tantas de aquel húmedo y tétrico lugar, solo que en esta se hallaba un prisionero más o menos especial ya que era uno de los tantos bastardos que, por estupidez o por malicia, habían causado esa maldita crisis que hundió a los Estados Unidos en la miseria y el desempleo.

-Realmente, no creo que ese viejo esté en sus cabales como para pedir piedad para este bastardo.- le dice el guardián de la correccional a su invitado- Le daré quince minutos, Mr Walker, no más.- el hombre abre la puerta y llamó al prisionero.- ¡Hungerford!- gritó. A su invitado le pareció que este grito resonó por toda la prisión de 105 años de antigüedad.- ¡De pie! Tienes una visita.- el hombre hizo caso y se paró. Dos guardias entraron con esposas y grilletes, los cuales le fueron colocados al prisionero. Luego, los policías y el alcaide desaparecieron de la celda.

-¿Es mi abogado? Porque a menos que no sea él, no pienso decir nada más.

-Afortunadamente, para usted, Mr. Hungerford, no lo soy.- dice el invitado, un hombre de 50 años, cabello oscuro y bien vestido, el cual hace una señal para que vuelva a tomar asiento.- A lo mejor usted me reconoce, pero me presento de todas formas: Mi nombre es James John Walker y soy alcalde de la ciudad de New York.

-Voté por usted, no veo porque olvidarlo, Mr. Walker

-Jaja… oh, por favor, llámeme Jim, como todos mis votantes.- el hombre mira de pies a cabeza al alcalde de la ciudad y centro financiero del país, sonriendo cuando sus ojos alcanzan a ver los zapatos de cuero italiano en los que podía ver su rostro reflejado.- Tenía tantas ganas de conocerlo, Mr. Hungerford… ¿O prefiere que lo llame Roy?- el aludido levanta la cabeza al escuchar su nombre.- Roy Oliver Hungerford ¿Cierto?- esta vez, el prisionero no oculta su sonrisa de los ojos del político.

-El día que me capturaron, me preguntaba por que no hicieron lo propio con la misma rapidez a aquellos que han tenido mayor participación que yo en este desastre financiero. Ahora, lo que me pregunto es ¿Por qué el alcalde de New York está entrevistándose conmigo, un estafador de poca monta, en mi propia celda y no en el despacho del alcaide o en una sala aparte?- el alcalde quedó perplejo por la audaz pregunta del preso.

-Veo que es rápido, Mr. Hungerford. Para empezar, el hacerse pasar por representante de una entidad bancaria, estafarle y robarle una cantidad como la que usted robo, es simplemente increíble, por no decirlo de una manera más… ofensiva.

-La practica hace al maestro, Jimmy.

-Me consta.- el hombre inclina la cabeza para sostener la mirada del prisionero, que lo mira sentado desde su cama.- Si fuera por mi, el gobernador Lehman o Mr. Lawes, usted merecería ir a la horca o simplemente pudrirse en esta prisión por lo que dure la crisis o hasta que el infierno se congele. Pero, hay ciertas personas que requieren sus… curiosas habilidades.

-¿Qué quiere decir? ¿Me está proponiendo un trato?

-Sí… se podría decir que sí. El General Summerall pareció interesado en tu caso y quiere darte una oportunidad: Así como tú, Roy, colaboraste con mandar al drenaje los ahorros de la vida de cientos de compatriotas, ahora tendrás la oportunidad de compensarnos, sirviendo a tu país.

-¿Cómo así? No hay guerra, el mundo está en paz ¿Cómo quiere mi país que le sirva?

-Y es allí donde entran tus datos.- el hombre saca de la carpeta que llevaba bajo su brazo un gran fajón de documentos, entre los que figuran cartas, documentos, fotos, etc.- apuestas ilegales, tratos con la mafia, contrabando, estafas, falsificación de identidad, así como un gran prontuario de "contactos".- dice sacando unas fotos de bellas mujeres y se las muestra como si fueran cartas, para luego mirar una libretita.- Sin contar la gran cantidad de sobrenombres… "Roy Mustang" jaja este es mi favorito, particularmente. Parece que usted es una pequeña organización y no parte de una, por lo que el General quiere que usted participe en el sector de inteligencia de nuestro ejército por un tiempo indefinido.

-Moriré si me niego ¿Cierto?- el alcalde se ríe de buena gana ante el sarcasmo del hombre.

-Luego de que le dije todo lo que sabemos de usted ¿Le queda alguna duda de que se salvará?- agrega extendiendo la mano, ante lo cual el hombre moreno de 30 años responde con un apretón de manos, las cuales se movieron juntas gracias a las esposas que llevaba.

-Entonces está bien, acepto.

-Me alegra saber eso, Roy. Sirva a su país y expíese de sus males.- el político suelta la mano del hombre y se dispone a retirarse, cuando Roy hace una última pregunta.

-Pero si esto no es una amnistía, entonces ¿Quién ocupará esta celda?

-Disfrutaremos de su compañía hasta Mayo, Mr. Hungerford. No se preocupe, hasta ese momento, su estancia aquí será más acogedora de lo que ha sido en los últimos meses.- el hombre sale de la celda y los guardias entran para sacarle las esposas y cadenas al reo. Una vez se fueron, Roy se quedó mirando sus muñecas, perplejo por la suerte que había tenido. Sus habilidades, que tanto tiempo habían sido mal empleadas en su propio provecho, lo acababan de sacar de un aprieto una vez más o eso era lo que él creía en ese momento.

De cualquier manera, todo se dio tal como el alcalde dijo y meses después Roy Oliver Hungerford estaba saliendo de Sing Sing como un hombre libre. Antes de abandonar el penal pudo ver la cara del pobre diablo que ocuparía su celda: un viejo de, quizás, unos 60 años, aparentemente inofensivo. Roy se alejó del centro correccional, esperando que el pobre vejestorio sobreviviera en paz sus últimos días en prisión, sin saber que el mismo ya había estado allí en 1903 y que acabaría sus días en la silla eléctrica de Sing Sing en 1934, condenado por haber secuestrado, posiblemente violado, asesinado y devorado a Grace Budd, de 10 años. Fue así como el futuro "Werewolf of Wysteria", Albert Fish, entraba una vez más a Sing Sing, ocupando esta vez, y por muy poco tiempo, la celda de Roy Hungerford.


4 de Julio de 1931- MI6 Headquarters, London.

El verano en Londres no solo traía un ambiente más amigable en los últimos días de crisis, sino también el rumor sordo de la preocupación respecto a las tierras germánicas. En aquel momento, para Éadaoin MacAlaxandair, toda Europa le ponía demasiada atención a esa arruinada nación, incluso más de la necesaria, pero, como agente del MI6, entendía el porque de esas razones. Acababa de llegar de Belfast, su tierra natal y se aclimataba a las nublosas mañanas de Londres y a la ligera sensación de calor que le daba estar cada vez más cerca del Mar Mediterráneo. La reunión empezaría en algunos minutos y ella estaba allí desde antes solo por el hecho de que su superior, a quién cualquiera identificaría como el "típico" estereotipo de caballero inglés, le reproche su tardanza. Una mano amiga se posó en su hombro y ella reconoció a la mujer que le había saludado.

-Ah, Elizabeth. Buenos días.

-Buenos días, Aideen.- la chica miró a la mujer que no pasaría de los 28 años y, con tranquilidad, le dijo.

-¿Cuántas veces debo decirte que me llamo Éadaoin? Por lo menos llámame Étain, pero no me gusta la forma anglicanizada de mi nombre.

-Ah, lo siento. Es que como Barlow te llama así a cada rato…

-Ese sujeto tiene un perjuicio contra los irlandeses, lo presiento.- dice ella, quejándose de una forma que, a Elizabeth, le pareció cómica.- Como mujer de sangre galesa no deberías dejarte influenciar por él.

-La verdad es que él lo hace por conveniencia: su gaélico es pésimo.

-¿De verás? ¿Por qué es que no me enteré antes?

-Ya lo conoces, es muy orgulloso.

-Jajajaja… realmente ¿suena tan mal?

-Mejor suena el motor de su viejo coche.-ambas ríen y luego se quedan en silencio.

-Oye, Elizabeth.- la mujer la mira, sonriente.- ¿Para que crees que nos quieran aquí?

-No estoy muy informada, pero parece algo grave dado que han mandado a llamar a un agente de cada uno de los componentes del Reino Unido.

-¿En serio? Eso significa que…- Elizabeth se apresura a responderle.

-Es probable que las autoridades de Edimburg envíen a un agente escocés. A lo mejor sea alguien que ya conocemos.

-Y lo es, señorita Angharad.- interrumpe un hombre que estaría próximo a los 40 años, bien vestido, de ojos azulinos, cabello castaño claro y un fino bigote.- A pasado tiempo, ciertamente, desde que las he visto, Ms. Elizabeth Angharad Lancaster, Ms. Aideen MacAlexander.- agrega haciendo una reverencia. La última mencionada solo hizo una mueca de disgusto al escuchar su nombre anglicanizado.

-Mr. Geoffrey Barlow, es un gusto verlo. Entonces ¿Usted sabe quien es el agente enviado por Edimburg?

-Ciertamente, lo encontré tocando su tin wistle en una banca cerca al thames cuando me dirigía hacía aquí. Le increpé que podría llegar tarde a la reunión y accedió cuando ofrecí traerlo conmigo.- unas pisadas por el pasillo anteceden a la aparición del aludido, un pelirrojo de claros ojos avellana. La expresión de su rostro era, más que fría, dura.-Oh, aquí está, Mr Fergus Stewart. Precisamente hablaba de usted.

-No puedes con tu costumbre de anglicanizar nombres ¿Cierto, Geoffrey?- le dice el muchacho, con cierta pesadez en su voz.

-¡Fearghus!- grita Éadaoin, parándose de donde estaba.-No puedo creerlo ¿En verdad fuiste llamado aquí también?

-A pasado un buen tiempo, Étain. También estoy algo sorprendido de verte aquí, aunque sabía que habría una pequeña posibilidad de encontrarme contigo.- luego mira a Elizabeth.- Creo que Geoffrey estaba por decirles cual será nuestra misión esta vez ¿cierto?

-Es precisamente a lo que quería llegar. El jefe, Almirante Sir Hugh Sinclair, ha escuchado rumores de parte de nuestros colaboradores en Francia y Weimar, rumores acerca de que la gente de Adolf Hitler está creando una especie de super arma, así como posibles alianzas con los Bolcheviques.

-¿Cómo es posible que eso ocurra si aún no son gobierno? Esa es la cuestión que quiere que descubramos ¿Cierto?- preguntó la irlandesa.

-Exacto. Esa fue una conclusión rápida. Nuestro agente en Rusia, Solomon McKenna, nos informa que es probable que Stalin y Hitler probablemente vayan a ponerse de acuerdo y formar una especie de "coalición temporal", lo cual me parece imposible dado que los Nazis se muestran reacios ante los Comunistas.

-¿Estará buscando ayuda para cuando tenga el poder? No es una idea muy alocada, después de todo Paul von Hindenburg está demasiado viejo y puede fallecer en cualquier momento.

-Dios quiera que no sea mañana, Ms. Angharad. De cualquier manera, necesitamos revisar toda Alemania y reunirnos con nuestros contactos en Dinamarca, Polonia, Austria, Francia, Checoslovaquia y Suiza. Es por eso que usted, Ms Aideen-la aludida miró al inglés con una mueca de molestia.-, junto con Mr. Fergus, irán hacía Dinamarca y luego se dirigirán en barco hacía Polonia: quiero que se entrevisten con nuestros informantes en Polonia, la Prusia Germánica, Checoslovaquia y Austria. Cuando hayan terminado, váyanse a Suiza, donde podrán tomar un tren a tierras francesas y así poder cruzar el Canal de la Mancha hasta aquí.

-¿Por qué no puedo ir con Elizabeth?

-No puedo dejar que dos damas se adentren en terreno peligroso. Es mejor que un caballero confiable como Mr. Fergus sea tu acompañante.- la chica se mantiene callada.- Mientras tanto, Ms Angharad se dirigirá a Francia a entrevistarse con los agentes de la Dexieme Bureau, quienes tienen algunos datos que pueden sernos de utilidad.

-Entonces, supongo que tú irás con ella ¿Cierto?

-Me temo que no: yo, mientras tanto, tendré que irme a Rusia a comprobar la información del agente McKenna, además que me temo que hemos perdido contacto con él.

-Entonces ¿Con quién irá Elizabeth?

-Los yankees nos han dicho que también tienen curiosidad sobre este "Fürher", Adolf Hitler. Al parecer también parecen estar algo preocupados, así que nos enviaran a uno de sus nuevos elementos, así como otro agente más. Espero que puedas lidiar con esos dos.

-Haré lo mejor que pueda.

-Genial. La misión empezará en algunas semanas, así que estén listos. Nuestro superior nos dará más información en breve, así que no salgan del edificio.- finaliza el inglés quien, haciendo una ligera reverencia a las chicas, se aleja del lugar. Cuando ya se hubo alejado lo suficiente, Éadaoin se volvió hacia Elizabeth y, colocando un mechón de pelo rubio bajo su nariz, hizo una imitación del hombre.

-"Nuestro superior nos dará más información en breve, así que no salgan del edificio." Ese sujeto sí sabe como irritar a las personas.- dice ella, haciendo una mueca.

-Creo que la verdadera razón por la que te molestas es porque anglicaniza tu nombre, simplemente por eso.

-¿Cómo es que puedes soportarlo, Fearghus?- el chico la mira y con simpleza le responde.

-No le doy importancia.- tras dar esta respuesta, hace una pequeña reverencia a la irlandesa.- Un gusto verte de nuevo, Étain.- dicho esto, se va hacía la biblioteca.

-Cuando estábamos en la escuela, en Isle Island, él era un sujeto más alegre. Me parece muy rara su actitud.

-Ha de haber pasado por algo difícil últimamente.

-Podría ser… bueno, matemos el tiempo por allí hasta que llegue el jefe ¿De acuerdo, Eliz…?- la chica se detiene un rato y pregunta.- sé que nunca te pregunte esto, pero ¿Te conocen por algún otro nombre? Es que Elizabeth se me hace muy largo.

-Mmmm… suelen llamarme El, Beth, Liza… habían quienes me llamaban Riza también.

-¿Riza? ¿Quién te puso ese nombre?

-Un viejo amigo con problemas de pronunciación: al parecer no podía pronunciar bien la "rr".

-Jaja… bueno, creo que me quedaré con ese ¿No te molesta, cierto?

-No…- le respondió la chica a la vez que ambas empezaban a caminar por el edificio.- pero si me permitieras llamarte Aideen…

-Creo que mejor me quedo con Beth.


5 de Noviembre de 1931- München, Imperio Alemán.

Ferdinand von Bredow, Generalmajor del servicio de inteligencia de la República de Weimar, conocida como Abwerh, se sentía preocupado por los últimos acontecimientos político-económicos que sacudían su país: la gran depresión había golpeado al Reich y se materializaba en forma de una monstruosa hiperinflación, un desempleo que afectaba a más de 5 millones de ciudadanos y un descontento popular que había resultado en el impulso necesario para que un "Cabo Bohemio", como solía llamarle Herr Hindenburg, al líder del partido nazi, Adolf Hitler, se convirtiera en una fuerza política considerable. Las elecciones de Setiembre del año pasado le habían dado 107 escaños al partido Nazi en el Reichstag y la preocupación política de von Bredow recaía sobre la labor del canciller, Heinrich Brüning, quién no contaba con mayoría parlamentaria para gobernar. Sin embargo, y fuera del ámbito político, el líder de la Abwerh tenía una preocupación un poco más… tétrica.

-Simplemente preocupante.-murmuraba mientras revisaba los informes recibidos por los agentes del departamento y algunos informes compartidos con las oficinas del MI-6.- el hecho de tener un arma de este calibre en nuestro territorio y bajo el poder de ese desquiciado.- el sonido de la puerta de su oficina abriéndose lo sacó de sus preocupaciones: un enorme sujeto de más de dos metros, de contextura musculosa y atlética, la cual se notaba por debajo del uniforme de la Reichwerh que lucía, pero lo más distintivo de él era el enorme mostacho que llevaba y el pequeño mechón de pelo que mantenía en su cabeza.

-Me dijeron que deseaba verme, herr von Bredow.

-Claro, Armstark. Por favor, tome asiento.- el gigantesco hombre se sentó al frente de su superior y este empezó a hablar.

-Supongo que tienes alguna idea de porque los llame a aquí a ti y a… ¿Dónde está Schneider?- la puerta se abre de súbito y entra otro sujeto de menos de 40 años, con más cabello, pero de un color castaño.- Oh, allí está.

-Lamento la tardanza: Hauptmann Siegfried Schneider presentándose a servicio.-luego de que se sentara, von Bredow continuó.

-Bien, como ustedes saben, las elecciones pasadas han dado un resultado nada favorable al presidente Hindenburg y los nacionalsocialistas están ganado terreno con cada elección que pasa. Caballeros, ustedes son dos de los agentes de la Abwerh en quienes más puedo confiar, así que les adelantaré algunas noticias y les comentaré un suceso preocupante que uno de ustedes dos deberá investigar.- luego de que los hombres asintieran con la cabeza, von Bredow dijo.- dado el contexto político y la edad del Presidente, que no está dispuesto a mandarse a la reelección, Herr Brüning planea restituir la monarquía.- ambos hombres se quedan con los ojos y la boca abierta.- Herr Hindenburg pasará a ser un mero regente hasta su muerte y luego uno de los descendientes del Keiser Hohenzollern tomará el poder en una Monarquía Constitucional, tal y como ocurre en Inglaterra.

-La verdad, no es como que estuviera muy de acuerdo con dicha idea…- interrumpe Schneider, solo para recibir la respuesta de su superior.

-Lo mismo dijo el Presidente. Aun así, créeme que si fuera en orden de dejar a Hitler sin poder alguno, yo mismo intentaría resucitar el Sacro Imperio Romano. De otro lado, a Hitler tampoco le conviene eso y combinándolo con el hecho que sus Sturmabteilung son tan numerosos como la Reichwerh, por lo que es de suma preocupación nuestra que estos nacionalsocialistas traten de evitarlo con otro intento de Golpe de Estado.

-Si me permite decirlo, Herr von Bredow, no importa que tanta popularidad tenga Hitler, Herr Hindenburg es más adorado por el pueblo, no creo que estén dispuestos a tolerar un intento de rebelión.- se expresa Hans.

-¿Dirían lo mismo si tuvieran un arma de destrucción masiva con ellos?- Hans se calla al escuchar esto y recibe una carpeta de parte del líder de la Abwerh.-Hemos estado recibiendo algunos reportes de movimientos en el norte del Reich, cerca de la frontera con Polonia: parece que los Nazis han estado buscando esta tecnología desde cierto incidente acontecido en el intento golpista del "Cabo Bohemio", en la villa de Herr Karl Haushofer. Es aquí donde ustedes entran en acción: uno de ustedes se dirigirá a la frontera con Polonia y buscará toda la información posible de esta "superarma", mientras el otro tratará de ubicar a todos los implicados en el "Incidente Haushofer" ¿Entendido?

-Tengo contactos en Magdeburg y Danzig, así que creo que yo me iré a la frontera.- dice Siegfried.

-En lo que a mí respecta, creo que me encargaré de investigar el "incidente Haushofer": es un viejo conocido, así que creo que puedo preguntarle que fue lo que exactamente sucedió allí.- tras escuchar la respuesta de Hans, von Bredow se levanta de su sitio.

-Entonces, caballeros, creo que ya sabemos que hacer. Me dirigiré a Berlín ahora mismo: Tengo que reunirme con Kurt von Schleicher, quien parece que tiene una proposición para nosotros. Ahora, retírense.- ambos hombres obedecen.

-Entonces, supongo que te irás directo a la estación de trenes ¿cierto?- preguntó el Mayor al Capitán.

-No, creo que no. Aún tengo algo de tiempo para disfrutar de München: debo visitar a algunos familiares, quizás también a algunos amigos que tengo por aquí, tú entiendes.

-Claro.

-¿Qué harás tú, Hans?

-¿Yo? Pues, creo que iré a comer algo: mi estomago ruge por algún postre que pueda complementar mi pobre desayuno.

-Deberías comer un desayuno más consistente.- le sugiere Schneider.- Como sea, me tengo que ir. Muy buena suerte, Hans.- ambos se dan la mano a modo de despedida.

-Igualmente, Siegfried. Dios te acompañe.- y así ambos toman rutas separadas.

Hans caminó un largo rato por las calles de München, disfrutando de uno de los días, que él creía, menos convulsionados que la ciudad haya tenido en aquellas semanas. Se detuvo en una pastelería en la que ya llevaba años siendo cliente habitual. El enorme soldado entró por al establecimiento y se dirigió al dueño, quien lo recibió con una sonrisa.

-Ah, herr Armstark. Willkomen!

-Guten tag, herr Ulrich ¿Qué es lo que tiene para ofrecerme?

-Tenemos Strudel recién horneado, algo de Schwarzwälder Kirschtorte, también tenemos Hefekranz y algunas porciones de Soßenlebkuchen. Luego de esto, me temo que no tendremos más hasta la tarde.

-Ya veo.- dijo el hombre mientras movía sus ojos por el mostrador.- Y dígame ¿No tiene esa tarta de manzana?

-Jajaja parece que le terminó gustando: desde que me han llegado esas tartas no ha dejado de comprármelas.

-¿Que puedo decirle herr Stagel? el sabor de esas tartas es único. Me recuerdan mucho el tiempo que estuve en Inglaterra.

-La mujer que los trae parece venir de allí.

-La verdad quisiera conocerla, tengo que felicitarla por la habilidad tan grandiosa que tiene.

-Y yo quisiera que usted no la conociera: así no perdería a un cliente de años…- en ese momento la puerta se abre y una mujer que no pasaría de los 25 años entra al local.- Pero creo que ahora eso es inevitable.

-Guten tag, herr Stagel. Aquí están las tartas de manzana que pidió.- la chica se paraliza un poco al ver al inmenso oficial, cosa que al mismo no le sorprendió pues todos quedaban atónitos con su altura. La mujer se recompuso casi al instante y volvió a sonreír.- Creo que he llegado en un mal momento.

-No, espere, Fräulein Kassel…

-¿Kassel? Oh, así que ese es su apellido, fräulein.- dice Hans dirigiéndose a ella, tomando su mano y besando su torso.- ¿Es usted quien prepara esas maravillosas tartas? Debo confesarle que moría de ganas por conocerla y felicitarla por su sorprendente habilidad en la repostería: es francamente increíble.

-Bueno, Kassel es el apellido de mi esposo.- respondió la muchacha, avergonzada por la muestra de respeto del oficial.- Y bueno… gracias por el halago, herr

-MajorHans Wilhelm Armstark von Nürnberg, para servirle.

-Es un placer, herr Armstark.

-Su esposo debe ser afortunado de tener a tan magnifica mujer.- agrega el hombre, lo que hace sonrojar a la chica, que solo puede responder con balbuceos.

-Es lo que me temía, ahora seguramente el oficial no volverá aquí nunca más.

-No diga eso, herr Stagel: sus strudel son maravillosos y yo aún solo estoy aprendiendo repostería local.

-Ah, sé que algún día llegará muy lejos y será mi competencia.- dijo el hombre de 48 años.- lo bueno es que cuando eso suceda ya habré reunido todo el dinero que necesito para retirarme.

-Jajaja ¿Otra vez con eso? Realmente, me encantaría seguir conversando, pero mis niños me necesitan y no creo que su padre pueda soportarlos mucho tiempo.

-Cierto.- el dueño de la tienda recibe la canasta con las tartas y le entrega una buena cantidad de marcos.- Gracias por la colaboración frau Kassel

-Por favor, herr Stagel, ya le dije que no es necesaria tanta formalidad para que me llame por mi apellido.

-Y ¿Si pudiera saber su nombre?- le pregunta Hans a la chica, que estaba ya por irse del lugar, se detiene en la puerta y responde.

-Winry Rockbell, esposa de Edmund Kassel. Un gusto conocerlo, Major.


4 de Marzo de 1932- Algunas cuadras antes de la residencia de Edmund y Winry Kassel, München, Imperio Alemán.

El invierno ya no era tan crudo en el Imperio Alemán, conocido también como la República de Weimar, pero el frío seguía siendo desolador. El viejo abrigo de Anselm Bartholomeus Kassel era el que recibía todo el peso y el frío de la nieve que había empezado a caer de súbito sobre la ciudad bávara. Había pasado un buen tiempo desde que había dejado la casa que compartía con su hermano y su esposa para mudarse junto a su amante, Constance, primero a los suburbios de Au en la misma ciudad. Tras la muerte de esta por causa de la tuberculosis, el devastado joven se mudó hacía el noroeste, estableciéndose en Nürnberg, en la región de Franconia Central (Mittelfranken) en el Estado de Baviera. Aquel que en otro mundo tenía por nombre Alphonse Elric, veía las calles por las que había paseado alguna vez con la mujer que amó y pensaba que no era tan malo estar en esa ciudad, sobre todo cuando su nuevo hogar, Nürnberg, era el punto de reunión del partido Nazi. De haberse enterado antes, repetía una y otra vez, se hubiera mudado a Ansbach o incluso fuera de Baviera. Aún así, ya era muy tarde para eso, estaba cansado de las mudanzas. Viviría un mínimo de 5 años en aquella ciudad y luego vería si se mudaría o no. De momento, ese no era su problema: había venido a visitar a su hermano y a su cuñada, a quienes no pudo saludar en navidad y en su maleta llevaba los regalos para ellos y sus sobrinos.

-Jaja… hasta ahora no me puedo olvidar la cara de Edward cuando le informaron que Winry tuvo gemelos jajaja fue simplemente imperdible.- el joven hombre llega, finalmente a la puerta de la casa de ambos.- bien, espero que estén en casa.- toca el timbre y espera unos minutos que parecen prolongarse eternamente.- Es raro, juraría escuchar ruidos allí adentro.- no se equivocaba: los ruidos de pisadas, unas pesadas y otras muy ligeras hacían sonar el piso tras la puerta. Tras casi diez minutos de espera, Alphonse fue recibido por su hermano y sus dos sobrinos, dos pequeños niños que respondían a los nombres de Edwin y Georg.- ¡Hermano!- el joven abraza a su hermano y luego mira a los niños.- ¡Feliz Navidad!

-¡Bienvenido a casa, Alphonse! Aunque ¿No es algo tarde para la Navidad?

-Sí, lo sé, llegué algunos meses tarde, pero aquí estoy y traje los regalos para los niños también.- los párvulos abrazaron a su tío a modo de saludo.- Ah, me extrañaron.

-Genial, ahora tú cargas con ellos

-¿Qué?

-Así como lo oyes ¿Por qué crees que tardé tanto en abrirte la puerta? Estos granujas me hacen la vida imposible si no están con su madre.

-¿Qué es lo que tiene ella para que estén tranquilos?- preguntó a su hermano mientras trataba de caminar con los niños pegados a sus piernas.

-Ni idea. Ya casi dos años de casado y no he aprendido como.

-Y hablando de ella ¿Dónde está ahora?

-Está terminando de cocinar. Digo, te hemos estado esperando desde hace una hora ¿Por qué demoraste?

-Tenía que comprar algún obsequio ¿no? Aparte, está empezando a nevar y la gente empieza a conducir con cuidado.

-¿Estaba nevando? No me había dado cuenta.

-Al ¿Eres tú?- la chica aparece en escena, vistiendo un delantal y con el pelo suelto cubierto por un pañuelo.

-Ah, Winry.- Alphonse abraza a su cuñada y la mira con alegría.- Es un gusto verlos nuevamente.

-Se puede decir lo mismo ¡Estás cada vez más alto! ¿Qué es lo que está pasándote?

-Créeme que no tengo la más mínima idea. Quizás llegue a ser tan alto como mi cuerpo anterior ¿no lo crees, Ed?

-Seguramente, como sea, supongo que volveré a ser el "pequeño" hermano mayor ¿cierto?

-¿Volver? Por lo que yo recuerdo, tú siempre lo has sido.- le dice su mujer. Alphonse estalla en una carcajada y su hermano se ruboriza tanto por la vergüenza que no hace más que lanzarle una mirada fulminante a su esposa, quien solo le sonríe.

-Como… sea.- dice finalmente Edward, conteniendo sus inmensos deseos de "castigar", de alguna manera, a su esposa.- Winry, mein schatz, será mejor que vuelvas a la cocina, no vaya a ser que explote.- la chica le responde rápidamente.

-¿Cómo tú hiciste volar el laboratorio de la universidad hace dos semanas?- Alphonse no podía dejar de reírse y Edward estaba empezando a creer que no le podría ganar a su esposa. Definitivamente, el matrimonio estaba destruyendo su lado sarcástico.

-Uno de los chicos dejó un elemento inestable en una botella que solo debía tener alcohol ¿Cuántas veces debo repetirte que no fue mi culpa?

-Ah, el laboratorio.- dijo finalmente Alphonse.- Quería hablarte precisamente de eso, Ed ¿Tienes un minuto antes de que sirvan el almuerzo?

-Claro, dime ¿Qué es lo que quieres?- Ed le hace un gesto a Winry para que vuelva a la cocina mientras él carga a uno de los niños y su hermano al otro y se los llevan a la sala.

-Pues… estaba empezando a pensar que necesito un trabajo más estable.- Edward mira a su hermano y este le dice, decidido.- por eso, he hablado con algunas autoridades de la Universidad de Nürnberg para que me dejen trabajar con ellos. Les mostré mis conocimientos y quedaron impresionados, pero tengo el problema de que…

-No tienes recomendaciones ¿cierto? Sí, ese también fue un grave problema para mí, sabes: solo tuve dos cartas de recomendación, la de Herr Lentz y la de Herr Haushofer, pero parece que el segundo era muy influyente y me aceptaron gracias a él. Entonces ¿Te parece si te derivo a algunos colegas para que te recomienden?

-¿De veras lo harías?

-¿Eso es lo que querías, no? Aparte, creo que es lo mejor, después de todo eres mi hermano y no quisiera que te mueras de hambre por no poder vender tus patéticas esculturas a nadie.

-Bien, eso fue hiriente, aunque muy cierto: ni en el otro mundo se vendían muy bien… aunque ahora que lo pienso, solo me compraban muchachas jóvenes ¿Será que la juventud aprecia más mi arte que la gente anciana de Europa?

-¿O no será simplemente que el público femenino se moría por ti?

-Sabes, eso podría ser otra buena explicación.- algunos minutos después, su cuñada aparece y les dice a ambos…

-Como sea, dejen de hablar de trabajo y pasen a comer ¿les parece?- los hermanos pasan a la mesa y la cena transcurre con calma.

El tema era el viaje del joven Elric desde Nürnberg hasta München, así como las proximas elecciones que se llevarían a cabo el día 13 de Marzo: los competidores más poderosos eran el Mariscal y héroe de guerra Paul von Hindenburg como independiente, Adolf Hitler por el partido Nacionasocialista y Ernst Thälmann por el partido Comunista. Tras la comida, Edward le dice a Alphonse que lo acompañe al ático de la casa.

-Antes de irte de la ciudad dejaste algunas cosas en tu residencia de Au. Pensé que querrías verlas y llevarte alguna que otra cosa.

-No recuerdo haberme llevado cosas muy útiles. Quizás habré dejado algo en mi depresión por la muerte de Constance.- su hermano abre un baúl, el cual está repleto de polvo.- Bien, veamos que tenemos aquí.- Edward saca algunos libros, cartas y joyas, los primeros propiedad del joven Elric y los dos últimos de su difunta amante. Varios álbumes de fotos que Alphonse, recordaba, le había pedido a su hermano que los quemara, ahora eran vistos por el muchacho.- Esta foto fue aquella vez que volvimos a París luego de llegar de nuestro mundo.

-De haber sabido que Winry esperaba gemelos no te habríamos acompañado.

-En buena hora que no supiste ¿No se divirtió ella en esa ciudad?

-Cierto.- Edward se aleja del baúl y busca en un armario alguna ropa que le correspondiera a su hermano.- Ahora que lo pienso ¿Este no es tu saco?- Alphonse lo mira detenidamente y lo reconoce.

-Sí… este es el saco de aquella vez.- Dice sosteniéndolo y olfateándolo a una pequeña distancia para evitar aspirar hongos. Cuando se da cuenta, uno de los aromas que siente lo transporta momentáneamente a ese día: aquel campo de batalla en que se enfrentaron los mortales de Amestris contra una horda de inmortales, cuyo único propósito era el exterminio de la humanidad; pero lo que más recordaba de ello eran los truenos y relámpagos que despedía el aire cuando los dos Athanatoi alados se batían en duelo a muerte en lo alto del cielo.

-¿Te refieres a…?- Alphonse sacudió un poco el saco y lo enrolló en su brazo.

-Creo que me lo llevaré.

-Tiene muchos recuerdos ¿Verdad? Sé que no son los mejores, pero tanto tú como yo habremos de llevarlos por el resto de nuestras vidas.

-Lo sé.- dice Alphonse al mismo tiempo que sostiene el colgante plateado que lleva en el cuello, bajo su camisa, regalo de un amor pasajero en el norte de Amestris.- No lo tomes a mal, de hecho no me molesta para nada tenerlos en cuenta. Es más… me alegra.

-Jajaja… ese es el espíritu. Bueno ¿Qué más vas a llevarte de aquí? ¿Te llevaras los álbumes?

-Son muchas cosas y no quisiera ir muy cargado. Creo que me llevaré algunos libros y un par de álbumes. El resto, te pediré por favor que lo guardes hasta que pueda volver por ellos ¿Te parece?

-De acuerdo.- cuando salieron del ático, los niños ya habían sido llevados a la cama por Winry y Alphonse tenía que irse.

-¿No quieres quedarte? Parece que empezará a nevar.

-No te preocupes, mi hotel no queda muy cerca, pero tampoco queda tan lejos.- le explica su cuñado a la chica. Ella entonces repara en los álbumes.

-Ah, te llevaras esos álbumes. Ya veo. Dime Al ¿No has encontrado alguna chica allí en Nürnberg?

-¿Eh? Ah… pues, no realmente. Ha sido difícil después de que Constance se fuera: ya ha pasado más de un año de duelo y aún sigo así. Creo que es algo patético de mi parte.

-No, no. Dale algo de tiempo. Sé que no es fácil reponerse de esa clase de golpes, pero ten fuerza Al: ya verás que algún día lo lograras.

-Gracias Winry.- Alphonse la abraza y luego se despide de su hermano de la misma forma.

-Le diré a unos colegas míos que te ayuden con las cartas. Yo también te haré una ¿Te parece?

-Gracias hermano. Cuídense.- Alphonse sale del lugar, dejando a Winry preocupada.

-¿En serio crees que este bien?

-Te mentiría si te dijera que ahora está bien. Sin embargo, no creo que dure para siempre.

-¿A qué te refieres?

-No lo sé. Solo espero que la carta que se llevó le dé un sentido a su vida.- Winry mira con curiosidad a Edward.

-¿Qué carta? ¿La de recomendación?

-No: en el abrigo que él se llevó había una carta dirigida a él, escrita por Johannes Engel.

-¿Johannes? ¿Cómo es posible?

-No lo sé, pero si puedo especular habrá ocurrido más o menos así: En algún momento en que Alphonse se acercó a él, bien sea para abrazarlo por verlo vivo o por querer sujetarlo de las solapas, el muchacho Engel le puso la carta en la gabardina.

-Y… ¿Qué es lo que dice?

-¿La carta? Ni idea. Decidí no abrirla. Pero, conociendo al muchacho, no creo que le vaya a pedir un imposible a Al.- dice Edward mientras cierra la puerta que da a la calle y entra en la casa junto con su esposa.

Alphonse caminó un buen trecho hasta poder llegar a su hospedaje. No era un hotel despampanante, más bien algo más modesto, pero no al punto de ser un antro de mala muerte. Dejó las cosas que había recogido de la casa de su hermano en una repisa y se echó a la cama, mientras aún sostenía el viejo abrigo.

-Ah, sabía que tenía que haber pedido un aventón.- el chico siente entonces el sobre de papel dentro de la gabardina.- He estado sintiendo esto durante todo el viaje ¿Es que acaso Edward puso la carta de recomendación a modo de sorpresa?- el chico saca la carta y lo primero que puede ver es una nota, escrita en tinta negra con letra elegante aunque algo apresurada, que decía.- "Para Alphonse"… Definitivamente, esta carta no es de Edward.- El joven se apresura a tomar un abre cartas y abre el sobre. Entonces empieza a leer el contenido de esta, escrito en un papel notablemente gastado, pero sorprendentemente bien preservado. La carta decía lo siguiente…

"Querido Alphonse…

Si estás leyendo esto es por la simple razón que yo ya no estoy más con ustedes. Decidí confiarte esta carta a ti en el momento previo a esta, nuestra última batalla, pues no he podido pensar en nadie más confiable que tú, además que, me imagino, Edward ahora debe estar cargando con responsabilidades que se extienden más allá de su persona ¿Me equivoco? Jajaja…

En fin, lamento si te importuno y espero me sepas perdonar, pero quisiera que me hagas un favor… no: más que un favor, te suplico, quisiera que cumplieras mi última voluntad… aquella que no es solamente mía, sino también la de mis padres. Quisiera, por favor mi buen amigo y querido maestro, que fueras, en nombre de la familia Engel Von Jungingen, a reclamar a mi hermana, Margaret, quien se encuentra en un convento en cerca de Aarhus, Dinamarca. La ubicación exacta la tiene mi tutor, Dieter Lentz. Te suplico, mi querido amigo, no dejes que la última voluntad de los Engel, que la vida de mi hermana, se pierda para siempre: no permitas que viva creyendo que su familia la ha olvidado. Gracias por todo, maestro, amigo, hermano.

Hasta la eternidad.

Johannes IV Engel Von Jungingen"

Alphonse termina de leer la carta y la deja sobre la mesa de noche. Se echa sobre la comoda cama y se frota las sienes suavemente con los dedos. Dos segundos después, pega un grito que resuena a lo largo y ancho de la habitación.

-¡Johanneeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee eeeeeeeeeeees! ¿¡Cuando fue que…!? ¿Es que acaso tengo cara para hacer de recadero? ¿Y qué es eso de "reclama a mi hermana"? ¿¡Es que acaso se volvió loco!?- tras gritar todo eso, el joven se calmó, tomó la jarra de agua que tenía allí y se sirvió un vaso.- Lo que me recuerda ¿Qué habrá pasado con él? ¿Habrá… sobrevivido?- se pregunta él mientras puede ver las últimas imágenes de Johannes en su mente: sangrante, adolorido, sin brazos ni piernas… moribundo.- Quizás, sí debería hacer esto.- el chico desvía la mirad hacía el álbum de fotos, lo abre y mira a su difunta amante.- ¿Qué debería hacer, Constance?- El muchacho se queda dormido mientras pensaba en una posible solución a su dilema.

Luego de una noche relativamente calmada, Alphonse se levanta perezosamente de su cama. Tras lavarse la cara en el pequeño baño de la habitación, se asoma por la ventana y mira el movimiento de la ciudad bávara: carros trasladándose por las pistas, algunos niños montando bicicletas, otros acompañados por sus padres. Esta última escena le hizo pensar en el recado de Johannes.

-¿Es que acaso el destino me pide que haga esta misión?- se pregunta en voz alta, con un tono algo irritado. Se vistió y bajó a tomar desayuno. La casera del lugar, una mujer muy agradable, le trajo un Strudel y una taza de café. Alphonse, quien meditaba silenciosamente, dejó salir de sus pensamientos una pregunta.

-Señora ¿Usted tiene hijos?

-Un varón y una jovencita: mi hijo está trabajando y mi hija se encuentra en un internado.- el ex alquimista sopla el oscuro brebaje y sorbe un poco. Luego, con los cubiertos, corta un poco del Strudel y se lo lleva a la boca.- ¿Va a desear sus salchichas?

-Sí señora, muchas gracias.- la mujer va a la cocina por unos minutos y vuelve con un plato de salchichas para su huésped.- Es usted muy amable.- Antes de que su anfitriona vuelva a la cocina, Alphonse pregunta.- Espero que no le incomode otra pregunta.

-Como no, adelante.

-Si se le diera la oportunidad a su hija de permanecer en el internado… usted sabe, mantener un estilo de vida sin necesidades como una monja ¿Usted…?- la mujer interrumpe al joven con una rápida respuesta.

-Oh, no, no, para nada.- dice la mujer.- No es que tenga algo contra la gente religiosa o con votos de castidad, pero pienso que ella no sería feliz estando encerrada en un convento: mi hija es una joven linda y educada, le gusta mucho conocer nuevos lugares y personas. Tiene mucho por delante en la vida y no creo que ella quiera pasar sus días entre paredes y salmos.- responde tranquilamente la mujer, señalando la foto de una jovencita de rubios cabellos y ojos claros. Alphonse sonríe ante la respuesta de su anfitriona y toca la tasa con los dedos, para comprobar si el líquido oscuro ya está tibio.- Ahora que lo pienso bien, usted no parece un joven mal posicionado, además de que es apuesto ¿Ha pensado en casarse? Mi hija podría ser una magnifica esposa.- El joven abre los ojos como platos, impresionado por la propuesta.

-Oh, jajaja… gracias, ya había pasado por esto antes.- dice el muchacho, sonriendo nerviosamente y bebiendo un poco del café.- Agradezco su oferta, pero creo que no soy merecedor de alguien como su hija, además viajo mucho, no habría mujer que pudiera aguantar mis ausencias.- decía el chico mientras devoraba el strudel y se preparaba para los embutidos.

-Oh, lamento mi atrevimiento, desconocía ese detalle.- el joven continua comiendo las salchichas cuando la mujer pregunta.- Y ¿A dónde planea ir ahora, joven?- Alphonse mira un rato hacia la ventana que da a la calle, suspira un poco y toma hasta la última gota de café para responder.

-Frankfurt am Main, señora. Debo visitar a un viejo conocido.


Espero me perdonen la tardanza pero, aunque se supone que este de vacaciones mi vida se ha puesto más atareada, además que he estado trabajando en mi proyecto y le deje de dedicar tiempo a esta historia. A eso agréguenle el hecho que tuve que cambiar mis archivos de una computadora a otra y, en ese transcurso, terminé por perder el archivo en el que tenía la planificación de este fic: en la información que perdí se encontraban los personajes, nombre de los capítulos, línea cronológica (así que si hay alguna impresición historica, les pido disculpas), organización, etc; técnicamente, lo perdí todo. En fin, les daré un pequeño resumen de lo que será esta historia: no tendrá más de 15 capítulos (originalmente iban a ser 20, pero el tiempo me gana), hablará básicamente de, como ya hemos visto, las desventuras de Alphonse Elric para encontrar a la hermana de Johannes Engel y, paralelamente, se verá que fue lo que pasó con Sigismund, el Athanatoi definitivo de LEP, a través de los ojos del mismo Alphonse y de diversos agentes que sirven a las potencias del momento (y a quienes hemos hecho presentación líneas arriba… sobre la descripción física de estos, pues algunos están basados en personajes de la primera serie de FMA - tecnicamente, son sus reflejos- y en algunos de mi anterior fic; las equivalencias las pondré debajo, aunque ya deberían tener alguna idea de dos de ellos por sus nombres.) y que más tarde se sacarían las tripas en la 2da Guerra Mundial. En fin, espero que les haya gustado, trataré de no demorar demasiado en actualizar. Gracias por su tiempo, bye-bye.

En el orden en que aparecieron:

Roy Oliver Hungerford = Roy Mustang

Éadaoin "Etaín" MacAlaxandair = Katherine Elle Arnstrong

Elizabeth "Riza" Angharad Winchester = Riza Hawkeye

Hans Wilhelm Armstark von Nürnburg = Alex Louis Armstrong (el apellido es el mismo, pero en alemán… LOL)

Siegfried Schneider = Theodore Danglars (Maestro muerto de Jane Fallwind en LEP. Creo que hice una descripción algo pobre de este personaje)

Próximo capítulo: Von Anfang An