Capítulo I

Mi vida

Me encontraba en una calle solitaria y no había ninguna farola de luz encendida. Tenía la sensación de que no era real, aun así tenía miedo, pánico. Estaba allí en medio de la calle mirando en todas las direcciones sin saber que estaba buscando y sin encontrar nada más que silencio y soledad. Estúpidamente como cualquier protagonista de algún cuento de terror, empecé a caminar. Aunque no sentía mi cuerpo moverse, ni mis pies, ni mis brazos. Por el contrario, estaba extrañamente liviana.

Comencé a correr, pero no sentí la diferencia al empezar hacerlo. Entonces vi extrañas figuras frente a mí. Eran borrosas, aunque la tenía delante de mí no podía ver con claridad. Me pare en seco. Me centre en ellas. Intente enfocar las imágenes como un viejito que necesita sus lentes para leer. Cuando lo vi, sentí ganas de golpearme. Me tocó ver la peor parte de toda la escena que había estado ocurriendo delante de mí. Un hombre alto y robusto levanto una especia de ¿Daga? ¿Cuchillo?. Vi su brillo y como con un rápido movimiento desgarraba la garganta de alguna chica.

El cabello de la chica caía sobre su rostro. Un rostro dulce. Era una de esas típicas chicas tímidas y solitarias que conocemos. Sus ojos denotaron sorpresa, miedo, consternación y se enfocaron en mí con un grito de ayuda evidente. Intente gritar pero no salió nada. No pude oír mi grito. Quería decirle a esa basura que se alejara de ella. Que si moría el pagaría por lo que hizo, porque yo lo había visto. Quería ayudarla, tal vez no era demasiado tarde. Intente correr pero el hombre levanto una mano hacia mí y entonces una luz me cegó por completo.

Mis ojos se abrieron de golpe. Mi corazón estaba acelerado. Yo parecía estar llegando de algún maratón. Me pase la mano por mi frente y sentí el sudor en ella.

Luego de unos minutos, pude orientarme. Me di cuenta que esa luz cegadora era el sol que entraba por mi ventana. No había cerrado las cortinas la noche anterior.

Que sueño tan extraño. Me pareció tan real la escena. Me recosté unos minutos más sobre la cama pensando en el extraño sueño, pero luego me di cuenta que no lo recordaba con claridad. Eso es molesto ¿Verdad?. Cuando tienes un sueño que quieres recordar y tu tonta mente se niega a contártelo. Suspire.

No tenía tiempo que perder. Estaba contando de forma regresiva los días que faltaban para empezar mi vida lejos de mi casa. Me iba a la universidad.

No es que me fuera muy lejos de casa, la verdad es que solo estaría a unas horas en carro, pero había tenido muchos problemas en mis últimos años de preparatoria. Por lo que había sufrido durante semanas, hasta que al fin había podido enviar mi solicitud a Bridgetown. Sentí ganas de cantar, saltar y gritar cuando recibí mi carta de aceptación.

"Por medio de la presente me dirijo a Usted, para hacer de su conocimiento que ha sido aceptada "Isabella M. Swan" alumna de la carrera de "Filosofia Inglesa" en la Facultad de Lengua y Literatura, No. matrícula "1024585" realice sus Prácticas Profesionales en..."

Me levante de la cama y mire a mi alrededor, mi cuarto todavía vuelto un caos, cajas a medio llenar y mi ropa limpia mezclada con la sucia. Suspire. Sería un día largo, aunque eso no aplaco mi espíritu, ya que dentro de dos días estaría ya en el campus de la Universidad de Bridgetown, mi pecho se hinchaba de emoción.

Busque mi paño y mis enseres de aseo y fui al baño que estaba en el pasillo. Rápidamente me deshice de mis ropas y me metí en la ducha y abrí el grifo promedie rápidamente el agua para que saliera tibia y en cuanto el agua toco mi cuerpo mis músculos comenzaron a relajarse progresivamente, enjabone mi cabello con mi shampoo favorito, esa infusión a lavanda y rosas que tanto me gustaba. Salí de la ducha, seque mi cabello con el paño y luego comencé a peinarlo, me unte un poco de crema para peinar, me envolví en un paño y me dirigí rápidamente a mi cuarto para vestirme.

En cuanto entre en el cuarto pegue un grito ahogado.

Un hombre alto, moreno, de cabello lizo ligeramente despeinado, se encontraba en una esquina de mi habitación junto a la ventana. Lo más lógico sería salir corriendo de la habitación gritando a todo pulmón algo como "Ayudaaaaa… auxiliooo…" y por supuesto los instintos claman por hacer eso, pero contraje mis músculo y me propuse a ignorarlo. Solo suspire. ¿Porque?. No es porque me encanta tener un hombre que no conozco en mi cuarto cuando estoy medio desnuda, de eso pueden estar seguros. Si no porque ese era el causante de los problemas que tenía desde hace más de un año. La única razón porque la que no gritaba y pedía ayuda es porque en cuanto entraran a mi cuarto a buscar al hombre no encontrarían a nadie, aunque yo lo siguiera viendo, ni mis padres, ni mis amigos lo veían, así que no tenía caso. ¿Cómo es posible?. No estoy loca, o eso fue lo que me dijo mi abuela Marie cuando se lo conté. Al parecer tengo una pequeña maldición en mí. Si, una maldición. Mi abuela dice que es un don divino, una bendición que muchos quisieran tener, pero no lo creo, yo no lo veo así. A ver que alguien me diga, ¿cuantas personas pedirían que les permitiera ver personas muertas o a punto de morir?.

Cuando están muertas ella pues… aparecen tal cual como murieron. Si, y con eso quiero decirlo literalmente. He visto personas en "malas condiciones" y eso es una forma bonita de ponerlo. Y las que aún no han muerto, es aún peor de cierta forma. A veces son personas que conozco y simplemente no logro evitar que les ocurra algo malo. Es increíblemente impotente, sentarse a ver el desastre. Ver como las personas sufren y tú allí, sin poder hacer nada.

Así que bendición mi culo.

Mi abuela también lo posee esta especie de don, o como quieran llamarle. Al parecer se salta una generación así que mi madre nunca tuvo que lidiar con este hecho. Mi abuela tiene el don mucho más desarrollado que yo, ella puede escucharlos perfectamente, mientras que yo solo susurros, ella puede decir quién es la persona, como esta, como se siente y porque aún está aquí en este plano, y yo solo puedo sentir su presencia cuando sienten una inmensa alegría o una inmensa rabia. Los veo algo difusos, es como ver una canal cuando la televisión tiene la antena dañada. Solo los veo por momentos claros y el resto son como sombras, que me persiguen a donde quiera que voy. Al parecer mi don no está totalmente maduro, con el tiempo se hará más fuerte, que alegría. Nótese el sarcasmo.

Intente ignorar a ese hombre que no me quitaba los ojos de encima, y me vestí rápidamente, poniéndome unos pantalones y una camiseta verde claro. Me cepille el cabello rápidamente. Casi nunca me estresaba al peinarlo, era lizo y castaño hasta la cintura, y siempre quedaba como si hubiera estado horas trabajando en el. Me di un vistazo al espejo para ver como estaba. Ya casi había perdido el bronceado, así que solo quedaba un rastro de mi piel morena, aun así me quedaba bien el color.

Salí de mi habitación sin ver atrás. Baje las escaleras dando pequeños saltitos. Entre en la cocina y salude a mi familia que ya estaba reunida alrededor de la mesa comenzando a desayunar.

— ¡Buenos días! — dije alegremente.

— Preciosa, buenos días — dijo mi padre, y volteo para darme una sonrisa.

Charlie, mi padre, ya estaba dentro de su uniforme policial para ir a trabajar, y su pelo castaño estaba peinado hacia atrás minuciosamente.

— Universitaria… ¿ya desocupaste mi habitación? — dijo mi hermana, sacando el jugo del refrigerador.

Jane nunca perdía oportunidad para molestarme. Le hice una mueca. No importaba que no fuera a dormir diariamente ese cuarto, seguía siendo mi cuarto, y le desgarraría un tendón si se atrevía siquiera tocar el pomo de la puerta.

— Todavía me faltan cosas por empacar — dije ignorando el "mi" en la pregunta.

Ella río silenciosamente. Tome una rebanada de pan y un vaso de jugo. Y subí corriendo las escaleras para terminar de empacar las cosas, ignorando a mi mamá que me regañaba, por no sentarme a comer a la mesa. Ya comería luego, cuando estuviera todo en orden, solo faltaban dos días y quería estar lista.

Entre en mi cuarto, me dirigí a la ventana y la abrí para que entrara aire fresco al cuarto. Luego encendí mi radio reproductor y subí el volumen, el cuarto se llenó de rock alternativo con un poco de pop punk. Empecé a tararear las canciones y comencé a empacar. Ciertamente el cuarto estaba peor de lo que se veía. Dure horas intentando separar la ropa sucia de la limpia, hasta que mi nariz ya no dio para más y decidí meterlo todo a lavar. Levante la ropa del piso y me dirigí rápidamente a la lavadora. Deposite la ropa, puse jabón y un poco de suavizante. Me levante sobre la punta de mis pies para poder darle al botón de arranque a la lavadora y sentí que me tocaban en la espalda. Un escalofrío recorrió mi cuerpo, dos veces en un día. Ni siquiera me detuve para ver quien me tocaba, yo lo sabía perfectamente. Logre por fin darle al bendito botón y salí casi corriendo de la habitación. Al salir sentí una pequeña tristeza, pero rápidamente me di cuenta que no era mi tristeza. Genial. Herí los sentimientos de una fantasma. ¿Habían oído algo más ridículo?. No podía hacer nada. Bueno, no quería hacer nada. Deseaba que me dejaran en paz. Deseaba poder dejar de escuchar ruidos que nadie más escuchaba, poder entrar en cualquier tienda, sin tener que fingir que no veo fantasmas. Soy egoísta por no ayudarlo. Lo sé. Pero tampoco es justo para mí. Nadie me pregunto. Quiero ser dueña de mi vida y decidir que quiero hacer, cuando y como.

Entre de nuevo en mi habitación y seguí con mi tarea. Paraba de tanto en tanto, para pasar la ropa de la lavadora a la secadora, y para meter más ropa a lavar. La tarde paso rápidamente. Me sorprendí ver que hora, cuando mi celular sonó.

Corrí rápidamente hasta la peinadora, y vi quien llamaba antes de contestar. Alice, mi mejor amiga, y la única que no había puesto cara de "se volvió loca" cuando le conté sobre mi pequeña rareza. Ella simplemente me había apoyado, aunque yo sabía que en el fondo no me creía completamente, ella se había quedado conmigo, sin burlas, sin comentarios ofensivos. Simplemente seguía siendo mi amiga y ponía una sonrisa, y escuchaba con atención cuando le contaba sobre alguna experiencia sobrenatural que había tenido. Incluso me daba algunos consejos.

— ¿Cómo está mi amiga la médiums? — dijo alegremente.

— Sigo empacando, aunque he avanzado bastante solo me quedan dos cajas por llenar y una montón de ropa que doblar — dije haciendo una mueca en lo último.

— Entonces podemos ir a la fiesta de Jacob — dijo sin perder un rastro de alegría.

— No se…

Jacob era mi ex novio. Habíamos estado juntos por 3 años, y fueron grandiosos. Él era guapo, simpático e inteligente. Su padre poseía una sucursal de supermercados. Un gran partido, había tenido muchas "primera vez" con él, había sido todo siempre muy especial. Todo había cambiado, en cuanto apareció mi rareza, mi maldición. Él al principio había optado por entenderme y escucharme, pero cuando se dio cuenta que era verdad lo que decía, no lo pudo soportar. Yo sabía que me quería. Pero su mente cuadriculada y estrecha no le permitía aceptar las palabras "Veo personas muertas". Para él era como vivir dentro de la película de "sexto sentido" y la verdad lo entiendo. A mí también me gustaría huir.

— ¡Vamos Bella! Dentro de dos días nos iremos, y no volverás a ver a Jacob en mucho tiempo.

— ¿Qué no lo veré en mucho tiempo?

— Si ya sé que también quedo en Bridgetown, pero amiga, la universidad es enorme. Vamos, quiero ir a esa fiesta — dijo en tono de súplica.

— Es que… tengo tanto por hacer todavía…. — dije, pero estaba dudando, yo también quería ir.

— Es su cumpleaños — dijo en tono persuasivo — Vamos. Será nuestra última fiesta aquí.

— Ok, ok. Paso a buscarte dentro de una hora ¿está bien?

— Perfecto, ponte guapa. ¿Ok? Sorpréndelo — dijo y antes de poder responder, colgó.

¿Sorpréndelo? Fui a mi closet y lo mire fijamente. No tenía la menor idea de que ponerme. Hice memoria, intentando recordar. Tal vez algún conjunto, que a Jacob le haya gustado en el pasado, para así ponérmelo. Pero recordaba que siempre me decía que me veía hermosa. Así que no tenía nada específico que ponerme.

Pero si sabía dónde seria la fiesta, en su casa. Y conocía bien su casa y su familia. Su casa era algo elegante, con jardín, piscina, una sala de estar grande. Y su familia, específicamente su madre, Rachel, era una mujer difícil. De esas elegantes y de porte. Así que la fiesta ciertamente sería algo formal. Luego de pensarlo mucho, opte por un vestido azul oscuro. Solo lo había usado una vez, era con corte romano y semi corse, satinado y con flequillos indefinidos. La falda me llegaba un poco más arriba de las rodillas. Me puse unas sandalias de tacón, no muy altas, negras. Tome una pequeña cartera negra y coloque mi celular y el monedero. Fui a mi peinadora, ya había guardado la mayoría de mis cremas y perfumes, pero había dejado afuera mi favorito. Tome el frasco lo rocíe en mi cuello y las muñecas. Revise mi cabello, nunca tenía muchos problemas con el, tenía que agradecer los genes de mi madre. Una última mirada en el espejo, y estaba lista para irme.

— ¿A dónde vas? — pregunto mi hermana. Estaba recostada a lo largo del mueble con su lapto sobre las piernas.

— Iré al cumpleaños de Jake. Dile a mama cuando llegue. Cualquiera cosa me llamas al celular — dije pasando de largo por la sala, hasta la puerta principal.

Tome las llaves de mi carro del llavero, un Ford Fiesta negro cuatro puertas. Y salí de la casa. Todavía no había anochecido completamente, el sol se estaba ocultando. Alice no vivía lejos de mi casa, solo a unas cuantas cuadras. Subí a mi carro y lo encendí, el ronroneo me hizo sentir extrañamente bien. Encendí la radio y una extraña melodía comenzó a sonar, la deje solo para tener ruido dentro del carro. Revise el tanque de gasolina, no estaba tan baja la aguja, pero si iba a ir a la universidad en el carro, y así lo haría, debía pararme a recargar. Retrocedí por la explanada, frente a mi casa. Vi como mi hermana asomaba la cara entre las cortinas. Hice señas con la mano en señal de despedida, y conduje rápidamente por las calles que me eran tan familiares, casi no tenía que pensar al hacerlo.

Solo una par de minutos después, estaba frente a la casa de Alice, era una casa de dos pisos, la fachada de un azul cielo, tenían un jardín muy bien cuidado, y había dos autos aparcados en la entrada. Di cornetazos repetidas veces, y vi como se asomaba en la ventana de su cuarto, saque el brazo y le hice señas para que se apurara. Sonrío e hizo señas de que esperara.

Al cabo de diez minutos más o menos, vi que se abría la puerta principal de la casa, y como mi amiga salía de ella. Alice es bajita y delgada de facciones finas, morena de ojos claros, había pintado tantas veces su cabello que su actual color no tenía nada que ver con el natural. Era de un negro intenso y corto. Llevaba con vestido negro ceñido, el cual dejaba a la vista sus hermosas curvas, se veía hermosa. Hizo gestos a su espalda en señal de despedida. Y se apresuró a montarse en el carro.

-Dije una hora. Me tarde una hora y media y el camino a tu casa y aun así me haces esperar.- Dije regañándola.

— ¡Ey! No me regañes — repuso, mientras subía al carro — Quería verme linda. Me costó un poco decidir que ponerme. ¿Me veo bien? — pregunto con una sonrisa.

— Sí. ¿Por qué estás tan nerviosa?. Solo es una fiesta, conocemos a la mayoría de las personas que estarán en esa fiesta desde hace años. ¿Me estoy perdiendo algo? — se mantuvo en silencio mirando al frente mientras yo ponía el carro en marcha — ¿Me estas tendiendo una trampa con Jacob? — Alice puso los ojos en blanco, pero se negó a responderme — ¿Es ese tipo? ¿Emmett? — con esa pregunta si conseguí una reacción. Siguió mirando al frente pero se sonrojo.

Y estos son los momentos en que no sé que hacer. Ser mala persona, y chismosear un poco. Preguntar y preguntar, aguijonearla hasta que me confiese que se traía entre manos. O dejar salir la parte buena y linda de mí. Dejarla tranquila y esperar que ella, elija el momento para contarme. Decisiones. El mundo está lleno de decisiones.

Mire su rostro por un momento mientras me debatía internamente. Mi parte menos noble gano. Tenía mucho interés en saber que se traía con ese tipo Emmett. Me picaba la curiosidad. Desee por un momento dejar de ver muertos y leer mentes. Ese si sería un don excelente. Oh, ya lo creo que sí.

La verdad ese chico Emmett pues… era todo un caso. Debía ser un diamante en bruto. Debía tener un talento oculto, pero bien, bien oculto, y el cual obviamente yo no veía. Alice, al parecer si lo tenía claro.

Emmett vivía solo en un depósito, cerca de la tienda de antigüedades de mi madre. No tenía mucha información sobre él. Ni me interesaba demasiado, la verdad. Él había ido a la preparatoria una vez, a reparar unas tuberías del baño de damas. Y allí comenzó lo extraño. Alice había ido al baño sin saber que él estaba dentro haciendo las reparaciones, y luego se lo había encontrado al día siguiente cerca de la plaza central, por la noche. Al parecer ella iba camino a su casa, lo vio y hablaron. Pero allí estaba lo extraño. Ella no había querido decir de que habían hablado. Y yo no quise presionarla. Pero últimamente había estado algo extraña con respecto a ese chico. Si estaba enamorada de él o algo así, a mí me parecía horrible. Horrible con H mayúscula. Ese tipo no era digno de ella. No era el hombre para ella.

Ey! No me mal interpreten, ni piensen mal de mí. No me refiero a su trabajo o donde vive. Me refiero a que… bueno, ¿recuerdan que dije que era todo un caso? Me refería a que, al parecer anda en algo raro. O eso dice la gente. Siempre esta como si se entrara a golpes todos los días. Tiene moretones en los brazos y en la cara, unos más recientes que otros. Un tipo de picaduras extrañas por el cuello, las muñecas, incluso los hombros. Siempre parece cabizbajo, algo despistado, y sombrío. Nadie sabe que sucede en ese depósito. Y nadie ha visto nada inusual. Pero es extraño. No me digan que no es así. Tal vez se lastima el mismo. O tal vez está enfermo de alguna forma. Cualquiera que sea la respuesta para ese extraño comportamiento, no me parece que sea el compañero adecuado para mi mejor amiga.

Sin darme cuenta, había llegado a la casa de Jacob. Aunque llamar casa a eso es difícil. Una palabra más adecuada podría ser ¿Mansión? Pero modestamente la llamaremos "casa de lujo".

Me estacione frente a la "casa de lujo", y apague el motor. Busque mi cartera a tientas en la asiento de atrás.

— No es por Emmett — dijo Alice abruptamente. La mire esperando que prosiguiera — Es por su amigo — murmuro. ¿Amigo? ¿Cuál amigo? — Lo conocí la otra noche. Cerca de la plaza central. ¿Recuerdas que te dije que me había encontrado a Emmett? — esperó hasta que asentí. — Bueno, no era mentira. Yo me encontré a Emmett. Y en cuanto me acerque a saludarlo. Vi que estaba acompañado. — sus ojos vagaron un momento, como si estuviera recordando la escena. Luego se enfocaron en mí nuevamente. — Es un tipo alto, de cabello cobrizo. Es pálido y muy guapo Bells. Se llama Edward. Parece que era un viejo amigo de él. No hablamos mucho pero me dijo que olía muy bien. Dijo: "Como para comerte". — rio encantada. — Debe ser mi perfume. ¿Ves? Te dije que les encantaría a los chicos. — dijo saliéndose momentáneamente de la historia. — Dijo que estaría en el cumpleaños de Jacob. Me pregunto que si lo conocía. Y le dije que sí. Así que quedamos en encontrarnos en la fiesta. — dijo con voz entusiasta. Saco un espejo de su bolso y se revisó el maquillaje. Luego me sonrío y salió del carro.

Suspire. Por lo menos no era ese tipo Emmett. Ey! Sin juzgarme. Ya les explique mis razones. Y nada de que la belleza interior es solo lo que cuenta. ¿Emmett con belleza interior? Lo dudo. Belleza interior mi culo redondo.

Baje del carro y me uní a Alice que me esperaba en la puerta principal. Tocamos el timbre y esperamos respuesta.

— Vas a dejar a Jacob con la boca abierta amiga — dijo Alice con una sonrisa enorme en su rostro. Ese comentario me pillo desprevenida. Y cuando se me ocurrió que responderle ya nos había abierto la puerta.

La fiesta estaba bastante alegre. La mayoría eran personas con las que habíamos estudiado en la preparatoria, salvo por uno que otro desconocido. No soy muy buena bailarina pero hago el intento. Así que baile con casi todos los chicos del salón.

Jacob había estado un poco distante pero yo estaba decidía a cambiar eso. No podía ser que después de tanto tiempo todo se acabara así como así. Tal vez no debí decirle mi secreto pero ¿cómo saberlo? Era mi novio, se suponía que debía haber confianza.

Lo vigile unos minutos y en cuanto se quedó solo frente a la mesa de las bebidas me acerque rápidamente.

— ¡Ey! — dije llamando su atención. — No he podido siquiera desearte un feliz cumpleaños — sonreí y me acerque para abrazarle — ¡Feliz cumpleaños! Espero que cumplas mucho más y… también espero poder estar y celebrarlos contigo.

— Gracias Isabella — su sonrisa era tensa.

Suspire. ¿Nunca me lo perdonaría?

— Jake… yo… — mire el vaso en mis manos. No sabía exactamente que decir. — Te extraño. Mucho. Lamento… todo… ojala pudiera cambiar lo que paso. Dañe nuestra relación. Lo lamento mucho. — levante mi rostro para mirarlo. El suyo tenía una expresión de dolor.

— Bella no…

— ¡Ey Jacob! Feliz cumpleaños! — dijo de pronto un chico alto de cabellos cobrizos, acercándose rápidamente en nuestra dirección.

Para mi sorpresa lo seguía de cerca Alice, con una sonrisa en su rostro.

Así que este hombre debía ser Edward. ¡Vaya! Ya entiendo porque estaba tan nerviosa y había insistido tanto en venir a la fiesta. Edward era una tipo muy guapo, parecía sacado de alguna revista. Estrechó la mano de Jacob y me dedico una sonrisa. Entonces pude verlo mejor. Sus ojos eran cautivadores, verdes oscuros, me costó un poco apartar la mirada de la suya. Su piel era pálida, era delgado y musculoso. Nunca había visto un chico así, al menos no de cerca. Lo mire e intente descubrir que era lo que me cautivaba tanto. Me hacía sentir extraña. Alice me dio un pequeño codazo y me saco de mi ensueño. Voltee para mirarla. Me dio una mirada significativa. El chico esperaba con una mano extendida hacia mí.

— Disculpa — me apresure a decir y extendí mi mano para estrechársela. — Isabella Swan.

En cuanto su mano toco la mía la habitación comenzó a dar vueltas. Sentí nauseas, seguido de una dolor enorme en mi pecho. Fue como si me estuvieran ahogando en una piscina invisible. Como si una fuerza hiciera presión sobre mí con el fin de aplastarme. Conocía el sentimiento. Así me sentía cuando tenía contacto con las personas que iban a morir, pero nunca había sentido nada así de fuerte.

Solté su mano intentando no ser brusca, ni llamar la atención.

— Edward Cullen, encantado de conocerte — le oí decirme, pero estaba demasiado conmocionada por lo que acababa de pasar. Solo Alice lo había notado y pude sentir como su cuerpo se tensaba. Ese chico iba a morir. Yo lo sabía, la experiencia me lo decía.

Di un paso hacia atrás me excuse y comencé a caminar sin ningún rumbo fijo. Termine en uno de los balcones de la casa, respire profundo varias veces intentando despejarme. Intentando calmar mi corazón acelerado. Porque tenían que pasarme estas cosas?, me pregunte por millonésima ves. El pensar que con el paso del tiempo sería más fácil el manejo de mi don, era algo estúpido de pensar. ¿Nunca cambiara nada? Me pregunte a mí misma en voz alta.