"El pasado es la única cosa muerte cuyo aroma es dulce."

-Eduard Thomas

Prólogo

―Eres muy amable por ayudar a esta pobre anciana a limpiar el almacén, querida.

―No es nada, abuela Ochako, me encanta poder ayudarte, más ahora que el doctor te ha dicho que debes reposar ―dijo una linda adolescente de piel clara y cabello castaño.

Escuchó a la anciana reír. ―Cierto, cierto, a mi edad ya no puedo encargarme de todo eso, mi espalda me mataría. Kanae, te dejare todo a ti, esfuérzate.

―¡Claro, abuela Ochako! ―gritó Kanae mientras empezaba a dirigirse al pequeño almacén que se encontraba a cierta distancia de la casa de su abuela.

Kanae era una chica de 17 años, se encontraba en casa de su abuela a pedido de su madre, ya que la anciana necesitaba deshacerse de bastantes cosas que tenía guardadas en un pequeño cuarto alejado de la casa principal que hacía de almacén. Su abuela Ochako ya era una mujer mayor de 70 años, su cabello era de un color blanco y su rostro estaba arrugado, pero seguía viéndose hermosa. A consecuencia de su edad le era imposible ya hacer un esfuerzo tan grande como limpiar el almacén y ahora ella haría el trabajo, no le molestaba, le parecía interesante y tal vez podría llegar a encontrar algo sorprendente en ese pequeño lugar.

Cuando llegó lo primero que hizo fue buscar el interruptor, al iluminarse el lugar pudo ver que se encontraba lleno, había de todo, sin duda no acabaría ese mismo día. Suspirando decidió que lo mejor no era perder el tiempo.

No sabía cuánto tiempo había pasado, pero sentía que ya eran horas, saco muchas cosas del almacén y este parecía no haber cambiado mucho, de igual forma se encontraba un poco decepcionada porque todo allí parecía ser cosas normales, no había nada interesante. Mientras seguía sacudiendo y quitando cosas de los estantes, al mover una caja escuchó que algo había caído al empolvado suelo. Dejo la caja en su lugar y miró al piso encontrándose con una libreta verde y vieja.

―¿Qué es esto? ―La tomó entre sus manos, la libreta se veía algo roída, tal vez por ratones, pero pudo leer claramente lo que decía la portada ―diario de Midoriya Izuku… ¿Un diario del abuelo?

Kanae recordaba poco a su abuelo, sus pocas memorias eran de un señor muy amable y cálido, quien la tenía sobre sus piernas y le enseñaba a tocar el gran piano blanco que se encontraba en la sala de la casa de su abuela.

Aunque ella no era alguien que amara tocar el piano realmente, podía recordar con cariño la dedicación con la que le mostró aquello. Abriendo el diario, decidió que le daría una hojeada, era consciente de que eso no era respetuoso para la memoria de su fallecido abuelo, pero deseaba saber algo de él, lo que fuera que escondiera esa libreta. Fuera de todo, era obvio que no tenía muchas expectativas de encontrarse con algo fuera de lo normal, tal vez alguna que otra historia interesante.

Leyó la primera hoja.

"Memorias de Midoriya Izuku"

―Bien ―pasó a la siguiente.

"Este diario guarda las historias y los recuerdos que más aprecio, guardan el recuerdo de quien amo y amaré toda la vida."

―Oh, son recuerdos con la abuela, ¡que romántico!

"Esta es mi vida con Bakugo Katsuki."

―¿Qué demonios! ―gritó sorprendida mientras volvía a leer el nombre escrito al final del párrafo, era obvio que ese no era el de su abuela.

―Kanae, querida, ven a merendar ―escuchó a su abuela quien se acercaba a la puerta del almacén, por reflejo guardo la libreta detrás de ella.

―Cla-claro, abuela ―gritó y dejo la libreta en algún lugar del estante.

Mientras se dirigía a la casa pensó en que volvería más tarde por ella, había encontrado algo increíble.

Algo sumamente fuera de su imaginación.


Gracias por leer.~