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Mezclados
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Fue silencioso. Fue apresurado y corto. Pero fue perfecto de esa manera. Al principio Shinichi se había dejado hacer: ella se había abalanzado sobre él para besarle y claro¿quién era él para negarse? Su lengua tenía forma de fresón pero su sabor era como de crema irlandesa, y al principio la notaba tímida entre sus labios, temblorosa y dubitativa; sería cuestión de práctica. Luego él la había besado a ella, inclinados los dos sobre la colcha salpicada de rendijas de luz azulada, y ella se había dejado besar. Era una escena extraña, como si se tratase de un dibujo con un error en la escala. Estando los dos tumbados y con las cabezas a la misma altura, los pies de Conan le llegaban por las rodillas a la muchacha.
Después Ran le había desabrochado un botón del pijama y luego otro, pero él tenía la cabeza en otra parte. Aquello estaba fatal, estaba terriblemente mal, y era inmoral y decididamente ilegal. ¿Y qué? Otro de los botones había saltado y desaparecido en algún lugar bajo la cama. Entonces ambos se habían detenido.
La puerta estaba abierta de par en par. El reloj marcaba las cinco y media, apenas unas horas hasta que Kogoro se despertase. Shinichi y Ran se miraron, tan cercanos que sus narices se tocaban, sus respiraciones se entremezclaban y sus pestañas se rozaban. Estaba claro que todo aquello les daba igual.
En algún momento se habían echado la manta por encima, probablemente cuando la camisa del pijama de Ran cayó al suelo junto al botón de Conan. No se sabía quién llevaba la voz cantante, sólo había manos, sudor y aromas mezclados. Ella buscó a tientas en el cajón de la mesita sin dejar de besarle; le arañó en un descuido. Él le bajó los pantalones con mucho trabajo y no supo bien qué fue de ellos después: lo olvidó entre sus piernas.
Ahogó un gemido, se le escapó otro; ella le tapó la boca con las manos sudorosas. Sus respiraciones se oían con claridad en la estancia, y como el colchón no era precisamente nuevo, crujía y rezongaba al chocar contra la pared. Por suerte o por desgracia, no duró demasiado tiempo: primero un largo crujido y luego... nada. Conan se desplomó falto de aliento sobre la chica, que resollaba agitadamente. Quiso decir algo, lo que fuera, pero notaba una sensación extraña en todo el aparato respiratorio, como si sus fosas nasales intentasen albergar más aire del que eran capaces, y no podía hablar. Ran le acariciaba los mechones sudorosos de la nuca mientras le sentía menguarse entre sus muslos.
- Lo... siento... - le escuchó resoplar en su cuello. Tal vez debería contestar, pero los párpados le pesaban tanto... Tan rápido como había sucedido todo, ambos se durmieron tal y como estaban. Quedaba una hora y media hasta que sonase el despertador, y ese era todo el sueño que iban a poder tener aquella noche.
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FIN
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N. de la A: Soy una pervertida. Esto es una especie de... fanfic de mi fanfic Reversión, es decir, que no es canon, pero me divirtió escribirlo. ::ahem:: R&R?
Y recuerden: el sexo¡siempre seguro!
