Dicen que el amor es incontrolable. Yo nunca había apoyado aquella afirmación, siempre tuve la convicción de que el humano estaba muy capacitado de dominar sus pensamientos, y por ello también sus sentimientos. Siempre estuve seguro de que los sentimientos hacia una persona eran igual de controlables como las ganas que siente uno ante su comida favorita. Algo fácil de tener bajo control. En mi opinión, aquellos que no podían ni separarse de su pareja, porque de lo contrario ya hacían un drama de telenovela, o los que tenían que repetir una y otra vez cuanto amaban a su pareja, etc…, eran personas débiles, inferiores. Siempre pensé que aquellos, aun viéndose tan felices, padecían de alguna de esas raras enfermedades en las el cerbro no respondia o nisiquiera funcionaba correcdtamente . Pero la verdad, ahora los envidio. Yo nunca me había enamorado, hasta ahora.

Alzo la mirada, se me escapa un suspiro. Lo único en lo que puedo pensar, son unos ojos azules ocultos tras unos anteojos.

-¿Mukahi-sempai? – mi compañero me mira entre extrañado y preocupado. No puedo evitarlo, ese sentimiento…

- Ootori, no sabes lo mucho que te envidio. A ti si te han correspondido.