—¿Puedo usar la cama? —preguntó Chat Noir acostándose en una postura que Marinette ya creía que le iba a decir: "Píntame como a una de tus chicas francesas"
—No —dijo intentando borrar esos tontos pensamientos.
—¿Estas segura que esa es tu respuesta? Aunque quiera usarla para... "ya sabes que"
—Si —rectificó, acercándose hacia donde estaba él.
—¿No quieres que te demuestre lo tan bueno en la cama que soy? —preguntó. Ella negó rápidamente— Soy muy bueno en la cama.
Marinette tenía las mejillas rojas por lo que Chat noir decía. Su mente imaginándose esas cosas...
—¿Y qué dices?
—¡No! —exclamó con las mejillas rojas, avergonzada de sí misma— Y sal de mi cama, ahora mismo —exigió tironeándole del brazo.
— ¿Por qué no? Sé que no te importara y mucho menos te molestare.
Y la jaló provocando que su cara se estampe en su pecho.
—Te dije que no —volvió a repetir empujándolo, apartándose de él, pero no del todo ya que este seguía sujetándola del brazo.
—¿Aunque sea excepcionalmente bueno y lo haga fabuloso?
Marinette se estaba muriendo de la vergüenza. Su cara centellaba de un rojo fuerte ¿Entonces, él ya lo hizo? ¿Chat tenía experiencia?
—¡Ya vete! —gritó, ahora con furia, obligándole que la suelte, pegándole el brazo.
—¿Por qué tanta crueldad? —sobándose el mismo— Estoy seguro que tú también eres buena en la cama.
—¡No lo soy! —admitió— ¡Ya te pido que te vayas! —apuntándole con el dedo índice y su vista la salida.
—No me puedes engañar —Marinette, giró su cuello para enfrentarlo, estaba cohibida— Yo sé que puedes estar horas y horas sin parar de dormir. Justo como yo y lo que quiero hacer en este momento.
Ante lo oído, la muchacha se quedó estática sin poder creer que lo había estado mal pensando. No le estaba pidiendo que... ¡Santos Miraculous!
¡Él solo quería dormir en su cama!
—¡Gato tonto! —refutó sintiendo mayor vergüenza. Chat Noir sonrió.
—Princesa pervertida.
Marinette abrió la boca horrorizada como si fuera una ofensa injustificada. El minino, siguió sonriendo con los ojos entrecerrados, ella se sonrojo, desviando la penetrante mirada.
Él sabía lo que había estado pensando (¡La había pillado!)
