Mi última misión.
Una clásica entrada.
Quizás mi vida no estaba del todo mal, pensé mientras miraba la ventana del vagón en el que me encontraba. Tal vez algún día pueda encontrar al amor de mi vida, volví a pensar, para llenarme la cabeza con absurdas ideas y fantasías difíciles de conceder. Tal vez, algún día lo olvide y quede en mi pasado, me dije a mi misma mientras intentaba no pensar en él, y proponiéndome la meta de lograr cumplir esa misión.
Me puse la peluca de color negro para impedir que la gente me reconociera, esta era mi última misión.
Ser espía era difícil en si, pero ser una espía mágica y proveniente de los espías de mejor reputación, era un reto. Me puse un vestido negro estraples y un poco esponjado abajo. Mi tarea era hacerme pasar por una cantante internacional de Francia, de lo cual iba de gane. Pues yo había vivido ahí desde que él me había dejado. Pero regresar a Inglaterra, mi Inglaterra original, mi hogar de la infancia, y el lugar donde perdí todos mis sueños y esperanzas… ¡No! Me grite a mi misma, no dejaría que la tristeza me invadiera y me poseyera, si era una espía, era porque había logrado controlar mis emociones, o la carencia de ellos. Mi carrera estaba primero, y tenia que conseguir los planos del lugar en donde me quedaría, necesitaría saber todo acerca de ese lugar.
Me maquille y salí del vagón. Iba saliendo del tren cuando una mirada me atravesó… Una mirada azul verdosa y penetrante. Alexander… Mi ama… ¡No! Me volví a interrumpir, ¡No era mi amado, no era mi amigo, no era nada para mí! ¡Qué lo mandaran al demonio si eso deseaban! (cosa que yo si deseaba).
Camine en dirección opuesta, pues no deseaba mirarlo de nuevo. Con su cabello rubio, sus ojos azules verdosos, su cuerpo atlético, y su porte sexy y elegante, era lo que todas las mujeres deseaban, era por lo que todas las mujeres suspiraban, era por lo que las mujeres se entregaban. Y yo…no fui la excepción. Yo caí en sus redes, pero nunca más. Me había prometido.
Él había matado a Draco… Él había golpeado a Harry, y lo peor de todo, fue… que él me había robado mi corazón.
-¿Usted es la señorita ElizabethDumont?-Me pregunto alguien detrás mío.
-Si, Qui est-ce qui est vous?-Pregunté en perfecto Frances, mientras miraba a quien me había preguntado. Era un joven alto, blanco con pelo castaño, y de ojos verdes.
-¿Entiende el español, señorita?-Preguntó frunciendo el ceño, mientras me miraba como si fuera carne.
-Si.-Dije mientras me ponía un abrigo para que éste no me mirara tan feo.-Pero usted aun no me contesta, ¿Quién es?
-Lo siento señorita, me llamo Theodore Nott.-Dijo el joven dejando de mirarme al darse cuenta de mi movimiento…Theodore Nott, ¿Por qué ese nombre me sonaba? Oh, Oh…Ya sabía el porque… ¡Él había sido uno de mis mejores amigos en Hogwarts!
-Mucho gusto, señor Nott.-Dije con un inconfundible acento francés. Traía lentillas de color azul, y unos lentes de sol colgando sobre mi cabello.-¿Usted es del personal de Armandi Security Company?
-Si señora.-Contesto tranquilamente el hombre, que por primera vez, no vio mi cuerpo sino mis ojos.-O, debería llamarte Hermione.-En ese momento me di cuenta de dos cosas, la primera era que era una imbécil. Y la segunda era que todo mi cuerpo se había tornado de un color tan pálido, que más era ya imposible.-Tranquila, mi pequeña Hermione.-Me susurro al oído, no se cuando se acercó tanto, pero su distancia me hacia mal.-Lo se, porque aunque trabajo para la agencia, también trabajo para los Di Chimici.-Los Di Chimici eran los creadores de la agencia misterio, y que Theo trabajara ahí, era un alivio.-Me informaron que venias, y que te ayudara, pues que esta era tu última misión y que ya te ibas a salir. ¿Es cierto, pequeña?-Como odiaba ese sobrenombre.
-Si, ya me jubilare, tenía 14 años cuando me contrataron, y ahora tengo 29 años.-Conteste mientras me encogía de hombros. Gracias a la agencia, había aprendido mucho y con eso ayudado a Harry, pero también me había perdido de tantas cosas, que creo que ya es hora de poder vivirlas.-Se suponía que mi contrato solo era de 10 años, pero la guerra logro aplazarlo a 15 años. Creo que es hora de que viva mi vida siendo yo misma.-Mientras le seguía a la limosina que nos esperaba afuera.
-Yo comencé a los 17 años.-Comento con aire distraído mientras yo sonreía. Theo no había cambiado, solo en su cabello, que ahora era castaño. Y no rubio, como Malfoy…-¿Cuál es tu misión, Mione? –Me pregunto con tono casual.
Me quede callada. Se supone que los espías no confían en nadie, y mucho menos en otros espías. Entonces, ¿Qué hacia? ¿Le decía o me quedaba callada? Primero estaba mi trabajo. Me mordí el labio por los nervios, y al parecer Theo lo noto, porque movió la cabeza negativamente.
-Será mejor que nos vallamos señorita Dumont.-Me comento con un deje de decepción, mientras me abría la puerta y se dirigía a guardar mis maletas.
-Si, señor Nott.-Era doloroso decirle así, pues después de tanto tiempo siendo amigos, era difícil y dolía cuando no nos teníamos la suficiente confianza como para llamarnos por nuestros nombres.-Y…-Vacile un poco antes de hablar.-…Lo siento, Theo.-Dije ya metiéndome dentro.
La limosina que me recogió era amplia y elegante. Pero era tedioso, ustedes dirán ¡¿Cómo?! Y yo les contestare, después de 15 años de lo mismo todo se hacia tan monótono, aburrido, etc. No digo que todo el tiempo, pero si la mayoría. Me puse a contemplar mi ciudad, pero no desde los ojos de una joven inexperta de 15 o 17 años, sino con los de una mujer de 29 años, que no había estado ahí en mucho tiempo. Había muchos cambios en la ciudad, ya no todo era tan sencillo, ahora había rascacielos y otras cosas, que anulaban la belleza del paisaje.
La limosina paró en ese momento, y Theodore me abrió la puerta, esta vez traía unos lentes oscuros, de tal manera que ya no podía leer la expresión en sus ojos.
Me coloque los lentes oscuros para cubrirme del fuerte sol, era raro ese clima, pues la ultima vez había estado nublado. El día de mi partida…Hacia 10 años, cuando estaba apunto de…¡No! Me volví a gritar. ¡No voy a volver a pensar en el pasado ni en el futuro, solo pensare en sobrevivir al presente! Todo eso ya quedo atrás y en el olvido…
Entre al enorme hotel, con la expresión de "diva". Mis sensuales pasos tenían ritmo, música y letra propia.
Chan, Chan, Chan, Caliente
Chan, Chan, Chan, Divina
Chan, Chan, Chan, Hermosa
Chan, Caliente, Chan, Divina, Chan, Hermosa.
Así era la canción que marcaban mis pasos, que contenían un sensual ritmo de caderas. Con una sonrisa sensual de lado, era toda una diosa. El vestido se me levantaba un poco mientras me dirigía al mostrador para que me dieran las llaves de mi habitación. Mi seguridad privada iba siempre tras mío, pues se suponía que era una gran cantante.
-Disculpez, mi nombre es ElizabethDumont.-Dije con mi perfecto acento francés pero en español, mientras me quitaba los lentes para mirarlo a los ojos.-Se supone que ya me esperan.
-Si señorita.-Comento el recepcionista, era alto, de pelo castaño claro y de cara cuadrada, tenia la mirada detrás de unos lentes para la vista. Unos minutos después levanto la mirada y me miro a los ojos…Tenia unos ojos grises…como… ¡No! ¡No, no, no y no! Me gritaba una y otra vez para olvidar lo que había pasado… Nunca más volvería a intentar recordar esos momentos.-Tome, aquí tiene las llaves, cuarto piso, habitación 429, suite de lujo.-comentó mientras me las entregaba.
Me di la vuelta y camine hacia el ascensor. Al subirme les dije a mi seguridad que se quedaran abajo, o que esperaran a que este mismo ascensor los subiera mientras yo no estuviera con ellos. Creo que me entendieron pues no subieron con migo al ascensor. Entre a la habitación con la mirada cristalina. Aunque no quisiera aceptarlo (ni recordarlo) aun lo amaba y lo extrañaba, él había sido tan perfecto y tierno.
Pues lo que paso fue…
