No hay nada nuevo bajo el sol. Es el sol el que cambia y aquí no llega su luz ni calor.


Sé que soy egoísta, Hime-chan. ¿Será muy tarde para pedirte perdón?

Cuando estuvimos en el Digimundo hubo muchas ocasiones en que tuvimos miedo y que vimos peligrar nuestras vidas pero estoy seguro de que de nosotros dos, sólo tú conoces el verdadero significado del miedo.

Al volver de aquel viaje, tratamos de retomar nuestras vidas, pero todos fallamos de alguna forma.

Lo tuyo fue estrepitoso.

El dolor fue demasiado pesado para tus frágiles hombros. Innumerables pesadillas, crisis de pánico, llantos abruptos sin importar el lugar ni el momento… No merecías pasar por eso. Bakumon tampoco.

Estoy seguro de que hubo muchas que no vi y aunque pueda imaginarlo, no hay forma de que pueda sentir ese nivel de dolor y desesperación.

Y yo, que te observé siempre que pude, comencé a odiarme por primera vez en mi vida. Me odiaba por ser tan inútil, por ser incapaz de ayudarte mientras sufrías. Me decías que quedándome en silencio junto a ti te era más que suficiente y tal vez sí, pero de tus ojos brotaba demasiada tristeza. Me dolía demasiado quedarme ahí sin hacer nada.

Voy a morir, Hime-chan. Al final no pude hacer nada por ayudarte, déjame al menos regalarte mis últimos pensamientos…

Todos me decían que era un buen tipo. Que amenizaba el ambiente con mi presencia. Incluso mis estudiantes dicen que les inspiro tranquilidad y confianza. Se supone que debería sentirme orgulloso y aunque les sonreía simétricamente, agradeciendo el detalle, sentía una aguja punzando mi garganta.

Pero a Hime-chan no.

Eso siempre me hizo sentir tan desgraciado. Porque sé que lo intentaste todo y con todas tus fuerzas…Olvidar, avanzar, aceptar, reiniciarlo todo. Hime-chan, ninguno de nosotros pudo olvidar. Sólo logramos avanzar a trompicones.

Siempre te quise. Eso tú lo sabías. Ni siquiera eso evitó que fuera egoísta.

Cuando ya habías decidido reiniciarlo todo, yo te juzgué. Te juzgué porque era doloroso verte intentarlo todo para recuperar a Bakumon. Porque era demasiado doloroso para mis propios ojos.

En tus ojos había muchas cosas, Hime-chan, algunas que nunca pude identificar. Resentimiento, esperanza, tristeza… Me extrañé cuando comenzaste a ignorarme, incluso cuando me respondiste de malas maneras. Incluso ahora, te preguntaría ¿por qué me alejas de esa forma? Soy una persona despreciable. Debería preguntarme, ¿qué pude haber hecho en ese momento?, ¿por qué te aislaste tanto?, ¿qué era lo que sentías en ese momento?

Ya no me quedan más que unos minutos de vida.

Donde estés, donde sea y como sea… Sonríeme. Grítame. Golpéame. Sólo sé tú misma. Pero no me saques de tu vida aunque yo no exista más en el mismo mundo que tú. Cuando ambos volvamos a estar en el mismo lugar, tomaremos un chocolate caliente junto con Bakumon y Bearmon… y sonreiremos sin preocuparnos de nada más. Por favor, perdóname.


Esto es realmente mediocre y despreciable. Por lo menos se parece a mí.