Pareja (s):
AlfredxArthur, USX UK, Estados UnidosxInglaterra (así o más claro~)

Disclaimer:
Los personajes de esta historia no me pertenecen, como tampoco las canciones que aparecen en ella todo pertenece a sus respectivos dueños.
P.D: y tampoco son de Alfred.

Advertencia:
Les recomiendo de verdad escuchar las canciones conforme aparecen en la historia pues da un ambiente mucho mejor y si no lo hacen puede que no entiendan ni "J".
Pondré los nombres de cada canción en letra cursiva para que sea más sencillo ubicarlas~ además estarán en las notas finales.
Esta historia ocurre en un universo alterno por lo que los personajes no son países, está narrada en primera persona y pues nada es tan sana como una rebanada de pan.

Hello~ mundo y todos los que habitan en el… pues bien sobre la historia (que en realidad tendría que ser un musical) nació por dos razones: primera (saldré del closet) amo la música clásica (si, no se burlen) y bueno segunda uno de mis sueños siempre ha sido aprender a tocar el piano, conocer a un violinista, tocar juntos, enamorarnos y casarnos para formar el mejor dueto de la historia~ (lo sé, lo sé, pero déjenme soñar) Nah mentira solo que sí, siempre he querido aprender a tocar el piano~
En fin como sé que nunca se cumplirá mi sueño de amor perfecto me desquito haciendo UsUk y aquí tienen mis ensoñaciones imposibles~
Es una historia larga de hecho estaba contemplada para ser solo un capítulo pero resulto ser muy largo para dejarlo como estaba así que tuve que dividirlo en tres partes… esta es la primera entrega que lo disfruten~

One, Two, Three, Go!

~*~ Compositor de amor ~*~

En mi familia, la familia Kirkland desde el nacimiento se nos inculca ser los mejores en lo que hacemos, desde aprender a leer antes que el compañero de banca, escribir con la letra más pulcra mientras todos los de tu clase hacen garabatos apenas legibles, hasta graduarte de la universidad con el mejor promedio de toda tu facultad. Mi padre siempre dice que debemos aspirar a lograr todo y un poco más, claro que para mí no es un reto muy complicado cumplir con las exigencias de mis progenitores pues siempre logro todo lo que me propongo con los mejores resultados no importa de lo que se trate puedo hacerlo, por algo soy un Kirkland.

Desde que era pequeño sentí una atracción por la música, sí, lo admito de cierta forma fui de esos niños ricos a los que le ponían la música de Mozart para dormir de ahí mi fascinación por la música clásica en específico, además de que mi madre fue una pianista destacada en su juventud y aunque lo dejo cuando se casó de vez en cuando pone los CD´s de sus conciertos mientras cocina, ella siempre dice que debió enamorarse de algún violinista o de alguien que por lo menos estuviera metido en la música pero en cambio mi padre es abogado y de sobra esta decir que es de los mejores de Londres.

Cuando cumplí los doce años hice el anuncio en mi familia de que tocaría el violín así que contrataron a un maestro privado para que me enseñara, debo confesar que fue algo difícil al principio pero como era de esperarse logre aprender y en solo un año y medio ya dominada casi por completo el instrumento, ¿se preguntan por qué elegí el violín y no el piano como mí madre? bueno eso fue porque cuando tenía apenas ocho años me llevaron a un concierto sinfónico en donde quedé atrapado por el maravilloso sonido de aquel tan pequeño y delicado instrumento además de la forma tan majestuosa que tenía el intérprete al tocarlo, ese día decidí que en algún momento yo quería lucir tan genial también y no es que no fuera genial en ese entonces pero eso es otro asunto.

Cuando apenas tenía quince años gané varios concursos de mi localidad y no había canción que no pudiera aprender a tocar de memoria, o al menos eso pensaba, hasta que a mis diecisiete años me vi en la obligación de decidir cuál sería el curso de mi vida, sin lugar a dudas decidí viajar a USA para estudiar música en "The Juilliard School" una de las mejores escuelas de música de los Estados Unidos y de las más reconocidas a nivel mundial, aunque debo decir que no es de mi total agrado ese país la decisión estaba tomada por mi parte, mi madre por supuesto no puso ninguna objeción, mi padre esperaba que yo, al igual que mis hermanos mayores, me enfocara en ser abogado pero por lo menos no impidió que me subiera en ese avión, debo decir que mí satisfacción de ir lejos de mi hogar fue la mejor que sentí en aquellos años pues con mis hermanos era una tortura constante estar en mi propia casa, en la escuela me siento un poco más libre aunque sin olvidar mi deber como Kirkland que soy, "volver a casa siendo el mejor en lo que había elegido".

Después de mi exitosa audición logré entrar en esta escuela que es una aventura y tortura constante, pues hay tantos instrumentos y música de todo tipo que fue un poco agobiante los primeros días, la primera semana por ejemplo quería asesinar a algunos de los inquilinos de los dormitorios pues aunque fueran las tres de la mañana practican como enfermos poseídos, créanme si estuvieran aquí un solo día se suicidan antes de volver a escuchar música o cualquier cosa relacionada con ella, logré adaptarme un poco a las dos semanas a pesar de los vecinos molestos que yo creo que están poseídos por sus instrumentos, el ruido desafinado y todo mezclado de los pasillos de ensayos y sobre todo he logrado sobrevivir a las aplastadoras teorías musicales e historia de cada jodido instrumento y artista en toda la historia musical, no fue hasta después de un año en ese zoológico de cellos, flautas y trompetas que mis materias se enfocaron solo en el instrumento al que había decidido dedicarme, muchos de mis maestros se sorprendieron con mis habilidades y más de uno me llama "genio" por ello las teorías a partir de ahí se volvieron más sencillas y las practicas, bueno no mentiré algunos de mis instructores me criticaban por según sus palabras "tocar muy rígido" siempre estaban insistiendo en que tenía que soltarme más y otras cosas que a mí me parecían innecesarias y absurdas, es pura envidia sobre todo de un maestro en particular, Richard. Para mi tercer y último año pude exentar la mayoría de las materias teóricas con los mejores promedios claro y me dediqué de casi lleno a la práctica y créanme también parecía poseído por mi violín.

En ésta escuela los exámenes son la interpretación de una canción original al público, igual que un concierto en donde se presenta cada alumno con su respectiva canción y al final el mejor recibe una beca para continuar preparándote otros dos años aquí tal como una maestría, por supuesto que aunque todos están motivados para ganarla yo soy capaz de relajarme pues soy el mejor de la clase lo cual no deja mucha competencia a mi alrededor.

Era martes y como siempre me encontré con mi profesor en la sala de ensayo para pre-evaluación que es una sección individual y claro como ya esperaba las críticas de siempre comenzaron a llenar mis oídos y no me quedo más que escuchar los típicos consejos de mi profesor tales como, "toca con menos técnica", "déjate llevar por la música", "siente la música al tocarla", "relájate y se menos exigente contigo mismo", que se joda la música ni siquiera se puede sentir y como siempre he dicho la excelencia requiere de una técnica precisa y la exigencia de uno mismo para llevarla acabo de la forma más adecuada, además ese maldito profesor no hace más que repetirme lo mismo cada clase mientras que otros me han elogiado por lo aquello que él quiere que deje de hacer, pero claro el muy cabron me recomendó/obligó a quedarme ahí como idiota practicando hasta que se hizo tarde, y créanme MUY TARDE, en cuanto salí de la sala me di cuenta de que todas las demás salas del pasillo ya estaban vacías no era de extrañar que todos se hubieran ido a sus dormitorios ya casi era media noche, o sí, un día de estos mataría a ese maestro con el cantino*1 de mi violín.

Caminé tranquilo por el pasillo, era la primera vez que aquel lugar estaba tan silencioso, tal vez debería practicar a esta hora y no en la tarde cuando parece un zoológico musical. Las notas de un piano comenzaron a hacer eco en el silencio, reconocí la melodía al acercarme más a uno de los salones con la puerta entre abierta era la canción Hallelujah de Leonard Cohen con una interpretación perfecta y supuse que debía ser alguno de los profesores que tocaba un poco furtivamente, me imagine al maestro Yao con su edad sin duda sería una de sus canciones favoritas me acerqué a la puerta solo por curiosidad y basto con escuchar solo unos segundos para que el sonido me cautivara por completo y clavara mis pies al suelo para que no pudiera moverme de ahí, era como magia cada nota entraba de mis oídos directo al corazón y por primera vez en mis tres años ahí comencé a creer que la música de verdad se puede sentir, fui incapaz de moverme hasta que la pieza termino y el hermoso sonido dejo de hechizarme, fue más anhelo que curiosidad por conocer quien se encontraba tocando aquella música así que entré en la sala, alfombrada y espaciosa en donde solo en medio estaba un piano de cola color chocolate, me sorprendí bastante al ver a tan solo un chico sentado frente a éste, quizá era un profesor que al igual que Yao aparenta mucho menos edad de la que realmente tiene.

−¿Estabas escuchando?− Me preguntó como si nada a lo que asentí levemente. −¡Estupendo! ¿Qué tal sonó?− Dudo que de verdad sea un profesor come años, más bien es un mocoso, uno con talento.

Me aclaré un poco la garganta antes de darle una crítica. –Sonó perfecta…− Comenté con sinceridad por alguna razón no pude mentir y contemplé en aquel chico la sonrisa más sincera y perfecta que he visto jamás, sí, hechicería pura.

−Gracias… tengo examen mañana con el profesor Roderich y se supone que me calificara con esa canción llevo días enteros practicando y "perfecta" es lo que necesito para pasar− Soltó lo que pareció ser un suspiro de alivio y unas cuantas carajadas más relajadas, así que si era un estudiante al igual que yo, genial mi vena competitiva estaba asomándose ese chico era demasiado bueno para mi gusto.

−¿Tocas el violín eh? Es genial espero que alguna vez me concedas un dueto…− Como se atrevía a pedir eso a alguien que apenas conoce.

−Claro…− Eso obviamente fue un "nunca en tu vida" primera regla de las competencias, nunca simpatices con los rivales. –Debo irme…− Sin más me di la vuelta para salir por la puerta lo más rápido que pude y lo último escuche de mi "enemigo" fue un "Okay bye", lo decidí de ahora en adelante practicaría en todas mis horas libres sin descanso, ese maldito pianista ni sería rival para mí, Arthur Kirkland.

~*~*~*~*~*~*~*~*~*~Compositor de amor~*~*~*~*~*~*~*~*~*~

Al otro día como siempre asistí solo a las materias en las que debía presentarme y en los ratos libre iba a las salas de ensayos a tocar un poco, aun no tengo idea de que voy a tocar en la presentación final pero ya que faltaban casi seis meses para eso no había porque agobiarme con eso, además eran semanas de pruebas, cada dos meses se nos evalúan con exámenes y presentaciones individuales que solo escucha el profesor tocamos alguna pieza que elija el maestro para el todo grupo o a veces individualmente, mi maestro favorito -nótese el sarcasmo por favor- nos encargó la pieza Gavotte así que no había razón para no pulirla y de paso practicar más mi técnica.

−Arthur, que bueno que te encuentro ven aquí- Hablando de mi maestro favorito llego a interrumpir mi práctica y no me quedo más remedio que guardar mis cosas y seguirlo por el pasillo.

−Entra, quiero que conozcas a alguien− Si no me equivoco me condujo a la misma sala de piano en donde conocí al pianista de anoche, y ahí estaba de nuevo tocando una canción que no logré adivinar, esta vez tenía un poco de público algunas chicas que lo miraban tocar como embobadas y suspiraban cada que él les dedicaba una mirada, el profesor espero a que terminara la pieza para acercase.

−Chicas, podrían dejarme hablar con Alfred un momento, después pueden seguir escuchándolo− Con quejas y uno que otro puchero las chicas salieron cerrando la puerta tras ellas, en vez de estar practicando estaban ahí metidas actuando como fan's, por eso es que la competencia es poca aquí.

−Arthur ven acércate, él es Alfred F. Jones nuestro Chopin del siglo XXILo observé mejor esta vez, tenía todo el rostro de un claro estadounidense, cabello rubio, unos llamativos y profundos ojos azules y una sonrisa sin duda hechizante, pude notar también que usa lentes y sus facciones son un tanto infantiles me atrevo a decir que es menor que yo eso me hizo fruncir el ceño un poco.

−Es un gusto verte de nuevo Arthur- Me miró con esos ojos realmente bellos en mi opinión, no era de extrañar que tuviera sus admiradoras, aunque no es que yo no tenga algunas también, lo sorprendente fue que él también me recordara, aunque claro solo había pasado un día desde nuestro pequeño encuentro.

−Claro, un gusto Alfred− Le di la mano tan solo un momento en el que pude sentir la suavidad y calidez de sus manos más grandes que las mías, aquellas con los que creaba el embriagante sonido que me estaba gustando escuchar, claro que no es que me gustara el toque de sus manos solo me gustaba la música que creaba con ellas.

−Que bien, ya se conocían eso ayuda bastante porque quiero que practiquen un poco juntos, ya saben hacer un dúo con sus instrumentos y espero que aprendan un poco el uno del otro- De verdad que las ganas de asesinar a este maestro cada vez me tientan más, ¿qué mierda le pasaba por la cabeza? ¿Aprender el uno del otro? Por Dios santo yo toco el violín y él el piano ¿qué se supone que debamos aprender si son instrumentos totalmente diferentes? Tanta música sin duda le había dañado el cerebro.

−Bueno verán, ya que tengo la suerte de haberlos escuchado tocar a ambos los detalles que les falta ajustar a cada uno tal vez los puedan aprender tocando un tiempo juntos y conociéndose más…- Creo que noto mi mala gana aunque con esa explicación no resuelve mi duda ¿qué jodidos se supone que voy a aprender de un pianista?

−Nuestros instrumentos son totalmente diferentes, no veo que podamos aprender el uno del otro- Opiné con sinceridad lo más que obvio, además ya había dicho que no se debe simpatizar con un rival así que lo de "conocernos más" no era una opción para mí.

−Oh no Arthur, no me refiero a eso, lo que cada uno de los dos debe aprender es un poco de la forma en que toca el otro, tú por ejemplo la técnica que tienes es perfecta, tu precisión es adecuada e impecable pero como te lo he dicho varias veces necesitas sentir más lo que estas tocando y no hacerlo tan rígidamente y Alfred, bueno también te lo he dicho tocas con el corazón haces que la gente sienta tu música pero eres demasiado flojo para seguir las notas correctamente por lo que cometes los errores de salirte de ritmo o no respetar las pausas y notas adecuadamente, además no está de más intentar un nuevo dueto− Bien debo admitir que me hizo feliz sabes que ese chico no era tan perfecto, aunque no perdonaría a ese maestro de mierda por ponerme en ridículo frente a uno de mis rivales, segunda regla de oro de las competencias NUNCA dejes que tus oponentes conozcan tus puntos débiles al menos yo también conocía los suyos eso nos dejaba en a mano supongo.

−Pues no tengo problemas con practicar con Arthur− Tsk a qué viene ese comentario y con la mirada que está dando no me queda más opción que aceptar, que se jodan él y sus ojos.

−Supongo que puedo enseñarte como seguir las reglas de la música…− Comenté con mi sonrisa de triunfo, ¿acaso era imbécil? Lo estaba ofendiendo y el muy idiota solo se echó a reír, americano tenía que ser.

−Bien chicos ya está, en cuanto terminen las pruebas les daré algunas partiduras*2 para que puedan practicar juntos, se las daría ahora pero no quiero que los otros profesores me culpen por distraerlos en periodo de exámenes− Quizá fue paranoia mía pero casi me pareció diabólica la sonrisa que nos dio el maestro a ambos me dediqué a asentir, lo que tenía que hacer por ser el mejor y complacer al profesor que tanto me critica.

−Bueno los veré en clases...− Palmeó nuestros hombros y lo fulminé con la mirada hasta que salió de la sala.

−Bueno Arthur, yo también me voy tengo clase, nos vemos luego ¿sí?− Se quedó ahí como idiota esperando a que le respondiera ¿no puede irse y ya?

−Bien…− Atiné a decir con sequedad, entre menos tuviéramos que ver mejor para mí, salió de la sala con la mochila colgando de un hombro ahora que lo pienso es más alto que yo, quizá sea mayor también, sería un golpe a mi orgullo que fuera menor y tuviera ese talento.

Las dos semanas de pruebas pasaron rápidamente en esos días la escuela era más agobiante que nunca pues todos practicaban noches enteras para los exámenes, además los pasillos de los dormitorios olían a una mezcla de café, cigarrillos y sudor, no es que yo no fumara pero vamos por lo menos lo hacía en la azotea, mi pequeño secreto de relajación, pues ya que es un edificio tiene 14 pisos la vista es de cierta forma genial y las luces de Nueva York me recuerdan la navidad y las casas adornadas con luces de todos colores, además nadie viene aquí y la tranquilidad es perfecta aquí no llega todo el ruido de abajo.

−¿Arthur?− Adiós tranquilidad, ¿por qué justamente a él se le tenía que ocurrir explorar la azotea? Ahora mi único lugar tranquilo estaría invadido por una peste americana llamada Alfred.

−Wow la vista desde aquí arriba es fantástica− Quizá podría lazarlo desde aquí y fingir que fue un accidente, sí, eso sería muy útil. –No te molesta compartir tu pequeño descubrimiento o ¿sí?− Podía decirle que sí y que se largara pero desgraciadamente me educaron para ser un caballero.

−Descuida puedes quedártelo, yo me voy a descansar− Como ya he dicho el menor contacto que se pueda y todo estará perfecto.

−Oh vamos puedes quedarte, no te molestaré lo prometo ni siquiera notaras que estoy aquí− Y ahí estaba de nuevo lanzándome esa mirada, no, no era porque me mirara con esa profundidad, ¡joder yo encontré primero ese lugar!, además volver a mi habitación no era la idea más tentadora pues Francis mi vecino de un lado si no estaba tocando la flauta ahora seguro ya se estaba tirando a otra chica del salón cuyos gritos eran peor que una trompeta mal afinada, no sé cómo aguantaba eso cada noche.

−Eres muy serio Arthur…− Que bueno que no notaría su presencia.

−Y tú pareces de los que nunca pueden quedarse en silencio− Comenté con tranquilidad notando como el aire se iba enfriando conforme se oscurecía más la noche.

−Ha ha ha~ quizá tengas razón, no te he visto en las salas de practica en estos días−

−No suelo ir ahí, prefiero practicar en mi habitación−

−Nunca te he oído tocar− Y aquí es donde comienzo a odiar su mirada y esa sonrisa tan jodidamente perfecta, quisiera poder dejar de mirarlo de reojo pero es como un maldito imán para mis ojos.

−¿Cuántos años llevas tocando?− Pregunté solo como distracción no es que me interesara en realidad.

−Umm no lo sé, he tocado el piano desde que tengo memoria, mi abuela solía enseñarme las teclas que debía tocar y hacía que las aprendiera de memoria por eso no soy bueno siguiendo las partiduras− Si la honestidad llevara un nombre seria Alfred, su voz y la forma de abrirse para contar su vida eran simplemente sinceras hasta el tope.

−Ya veo, ¿cuál era la canción que le tocabas a tus fans aquel día?−

−Mmm… ¡oh ya recuerdo! ¿Nunca la has oído?− No cabe duda que es un idiota, por algo estoy preguntando comenzó a tararearla e incluso sin el piano sentí que mis oídos vibraron al glorioso sonido. –Se llama Price Tag de Jessie J… claro que es una adaptación a piano porque la canción en realidad es más como música pop− Comenzó a cantar un poco de la letra y ahí se arruino la hechicería debo decir que su voz no era precisamente la mejor para cantar.

−Nunca la he oído…− Confesé sin vergüenza alguna, siempre había sido así, mientras mis compañeros de preparatoria se la pasaban escuchando las nuevas canciones de la radio y los éxitos de artistas que ni siquiera sé cuáles son, yo me encerraba en mi habitación a oír clásicos como las sinfonías completas de Beethoven*, lo único moderno que disfruto de verdad es el Rock and Roll aunque claro tengo mis selecciones.

−Te la enseñaré alguna vez, la tengo en mi IPod− Solo me limite a asentir moviendo mi mirada al cielo ahora llena de estrellas, sí, sus ojos tenían un brillo como de estrellas, quizá todo él lo tenía pero era algo que sin dudas jamás iba a aceptar.

−Deberíamos entrar ya, está helando aquí arriba− Susurró tallándose las manos entre sí para obtener un poco de calor, y una vaga pregunta me invadió ¿sus manos abrían perdido esa calidez que sentí aquel día con el frío del aire?

~*~*~*~*~*~*~*~*~*~Compositor de amor~*~*~*~*~*~*~*~*~*~

Era mi primer jodido ensayo con Alfred y estaba que echaba chispas, y no precisamente de la emoción, llevaba casi media hora ahí en el cuarto de ensayo y el muy idiota no se había dignado a aparecer su trasero para por lo menos patearlo por hacerme esperar, ni siquiera podía estudiar las partiduras por que el maestro Richard se las había dado a él y no a mí.

−Lo siento Arthur se me hizo tarde− A juzgar por su cabello todo despeinado puedo pensar que se quedó dormido y acaba de despertar -¡pero joder son las tres de tarde!- sacó unos folders de la mochila y me los extendió, los tomé de mala gana y los revisé un poco eran solo tres canciones y todas las había tocado ya alguna vez, así que aprenderlas no sería un problema.

−Me dijo Rick que comenzáramos con el Ave María− Era una canción bastante sencilla de tocar y fue una de las primeras que aprendí de memoria aunque había algunos cambios supuse que sería por el acompañamiento de piano. −¿Crees que puedas aprenderla?− Por favor, estaba hablando conmigo aun si no la supiera claro que podría tocarla después de todo soy yo.

−Deberías preocuparte por ti Jones, si no puedes seguir el ritmo no dudes que te dejaré atrás− Comenté con autosuficiencia colocando las hojas en el atril*3 y colocando el violín en mi hombro en posición para comenzar, el tiempo que había estado esperando a ese idiota impuntual me basto para afinar y calentar un poco, así que tuve que esperar a que él estuviera listo mirándolo estirarse un poco los brazos y dedos para después tocar las teclas con movimientos tan rápidos que pensé que mis ojos no podían seguir sus manos de ninguna manera, aun así el sonido era suave y constante aunque por el desorden musical supe que solo estaba tocando las notas al azar, acomodo sus lentes un poco y me dedicó una pequeña sonrisa que tomé como la señal de inicio.

Al oír las primeras notas en el piano respiré hondo para concentrarme esperando los tiempos marcados poniendo ya mi arco y dedos en la primera nota marcada en el pentagrama*4, una vez que hice la entrada en la canción fue como si el piano de Alfred envolviera las notas de mi violín y nuestros instrumentos cobraran vida propia llevándose el uno al otro en una armonía perfecta, fue la primera vez que no necesite ver el papel para seguir las notas, la primera vez que amé el Ave María, la primera vez que sentí nostalgia con sus notas tan agudas y amables, sentí que esa fue la primera vez que toqué un Ave María de verdad y no pude sacar las notas que resonaban en mi mente en todo el resto del día y toda la lluviosa noche.

Al día siguiente me desperté con la impaciencia de encontrarme con Alfred de nuevo en aquella sala de ensayo, solo podía pensar en que llegara la hora y eso me mantuvo de lo más distraído en mis clases lo cual me costó más de un regaño de todos mis maestros pero aún con ello fui incapaz de concentrarme en mis deberes, en cuanto dieron las tres de la tarde prácticamente corrí al salón donde me encontraría con Alfred, si esta vez también se atrasaba juro que lo patearía por hacerme esperar.

−Hello Artie~− Bien nada mal, llegó y antes que yo, esperen y ese maldito sobre nombre quién demonios le dijo que podía llamarme así.

−Buenas tardes Alfred y no me llames con extraños sobrenombres quieres…− Lo escuché reírse un poco mientras sacaba mi violín del estuche y comprobé que estaba bien afinado tocando algunas notas, Alfred por su parte hizo el mismo calentamiento del día anterior y mientras esperaba a que comenzara con la canción me tuve que morder un poco el labio por la impaciencia que sentía.

−Cierto, Rick me dijo que esta vez nos escucharía tocar no debe tardar en venir, le mencione lo fabuloso que nos salió el ensayo de ayer− ¿fabuloso?, yo lo llamaría perfecto, había tenido duetos antes con pianos pero siempre tardaba semanas enteras en acoplarme y con al Alfred fue perfecto a la primera vez algo tan extraño como impresionante, pero supuse que era por la canción tan sencilla.

−Bien, es bueno así podemos pasar a la siguiente canción, ya que logramos completar la primera el primer día− No es como que quisiera que nuestras prácticas terminaran tan rápido pero quería comprobar si esa conexión con Alfred tenía algo que ver con la canción o solo con la forma en que sus notas envuelven a las mías.

−Disculpen la tardanza muchachos es que acabo de salir de una clase, adelante comiencen− Me sentí aliviado en cuanto el maestro llego a la sala, caminó hasta el fondo de la sala y se sentó en una de las sillas de una esquina predispuestas para los oyentes, me coloqué el violín en posición y como siempre respiré hondo para dar inicio, Alfred me lanzó una mirada y asentí ligeramente aprobando le señal de arranque, las notas fluyeron bien pero había algo diferente no sentía la magia que sentí el día anterior, no me llenaron de nostalgia las notas y escuché a Alfred menos concentrado y más disperso que nunca, quizá eran los nervios por tener público esta vez, incluso al terminar la pieza Alfred me miro confuso tal vez él también lo sintió, fue como si nuestra conexión se hubiera roto, eso me causo un extraño malestar en el pecho.

−Bueno, debo admitir que para ser su segundo día ustedes se acoplan perfecto, no se salieron de ritmo ni una sola vez, pero pude sentir lo nerviosos que ambos estaban y la tensión entre los dos era palpable, necesitan relajarse más, sigan practicando y Alfred es el primer dueto en el no tocaste solo tú, felicidades− No entendí el ultimo comentario del maestro pero noté como los ojos de Alfred brillaron más de lo normal y mi estómago dio un vuelco con solo ver ese resplandor en su mirada.

−¿Has tocado a dueto antes?− Después de formular la pregunta quise golpearme por lo estúpido que había sido al preguntar eso, era obvio que había tocado duetos antes el profesor mismo lo había dicho pero quería saber por qué Richard había felicitado así a Alfred.

−Bastantes pero…− Se sonrojo un poco y agachó la mirada a las teclas del piano jugando con algunas.

−Lo que pasa es que Alfred siempre se sale de ritmo cuando se trata de tocar en conjunto con alguien más, habíamos intentado con algunos otros instrumentos pero nunca lográbamos el resultado que logro contigo y mucho menos en tan poco tiempo− Con aquella revelación me sentí un poco extraño y fue aun peor cuando Alfred volvió a mirarme dándome una pequeña sonrisa como un "gracias" silencioso que me llegó hasta el alma.

−Bueno chicos, estoy feliz de que se acoplen tan bien, traten de borrar esa incomodidad entre ustedes y relájense más, solo están tocando música no se están casando ¿está bien?− Sentí mis mejillas arder con la pequeña bromita de ese maestro de mierda, si no me gustara tanto mi violín ya se lo hubiera estrellado en la cara para borrarle esa maldita sonrisa. – Los dejo tocar solos, mañana vendré a escucharlos de nuevo y siéntanse libres de empezar a practicar aunque yo no llegue a tiempo ¿bien?− Solo nos limitamos a asentir y cuando salió de la sala la tensión y el silencio inundaron por completo el ambiente, Alfred me miraba con una expresión indescifrable que me ponía los nervios a flor de piel.

−Sigamos practicando…− Comenté para romper el silencio pero la tensión seguía flotando en todo el aire de la habitación, Alfred jugueteo con algunas teclas con la mirada distraída y yo me dediqué a esperar a que estuviera listo para empezar.

−¿Qué está mal, Arthur?− La pregunta me tomó un poco por sorpresa y no supe que responderle, lo único que atiné a hacer fue mirarlo interesado, si se atrevía a culparme por el ensayo de hoy juro que entonces si estrellaré mi violín en la cara de alguien, y el afortunado será él. –Es decir ¿no crees qué es raro? Ayer el ensayo se sintió diferente y hoy no sentí que estuviera tocando contigo…− Pasé saliva por el tono de su voz y de nuevo ese malestar se alojó en mi pecho oprimiendo dolorosamente mi corazón, yo tampoco sentí que tocara con Alfred.

−No sé a qué te refieres, pero entre menos practiquemos menos vamos a corregir lo que dijo Richard− No es que quisiera fingir que ayer no sentí a lo que se había referido Alfred pero no tenía caso ponernos a analizar eso cuando bien podíamos averiguarlo intentando de nuevo. –Quizá solo estábamos nerviosos, eso es todo…− Agregué después de un rato más en silencio y por fin levanto la mira y me sonrió un poco, aunque esta vez su sonrisa parecía fingida, apagada, y el dolor creció otro poco.

Los ensayos pasaron uno tras otro y aunque la canción nos salía bien cada vez que la tocábamos, solo era eso "bien" y no perfecta, no surgía la magia que con tanta ansiedad esperé durante el día, esa noche tampoco pude dormir pero esta vez no resonaban las notas del Ave María en mi cabeza esta vez era la pregunta que Alfred me había hecho "¿Qué está mal?", ¿Qué estaba mal con nuestra música?, ¿Qué estaba mal entre nosotros?

Al día siguiente mi cabeza aún estaba distraída pero por lo menos logré poner atención en mis clases y evitar los reclamos de mis profesores, eran apenas las 12 del día y mi horario ya estaba libre, además de que faltaban 3 horas para encontrarme con Alfred, el solo pensar en él la ansiedad del día anterior me inundó de nuevo, por ello decidí ir a la azotea a despejar un poco mi mente necesitaba un poco de tranquilidad y silencio para pensar.

En cuanto miré al cielo mi vista se quedó perdida en las nubes blancas que se movían lentamente con el ligero aire, los pensamientos en mi mente se acallaron de pronto dándome la paz que necesitaba, por eso me gustaba subir ahí era como desaparecer por un momento del mundo, cerré los ojos y solo me limite a sentir el viento rozar mi rostro, de pronto el tiempo se congelo, ahí estaba esas cálidas manos sobre mis parpados cerrados impidiendo que pudiera abrirlos, no me moví ni un centímetro y sentí la risa de Alfred colarse por mi oído.

−Si no te alteras o tratas de adivinar quién soy, no funciona la broma Artie− Me giré una vez que ese americano deshizo el agarre y lo encaré, ahí está de nuevo su risa magnética adornando su infantil rostro.

−Sabía que eras tú, no iba a darte el gusto Jones y ya te dije que dejes de usar sobrenombres extraños conmigo− Me volví a girar dándole la espalda, de esa forma no me afectaría el encanto de su sonrisa, no se ve, no se siente.

−Mmm no suena extraño, suena lindo…− Solo bufé con cansancio, ¿lindo?, lindo el maldito afeminado de Francis, a él si le iban los apodos lindos ¡a mí no!

−Y a todo esto ¿qué haces aquí, acaso no tienes clase?− Era raro verlo a esa hora del día, de hecho era la primera vez que nos encontrábamos en horario de clases.

−No, no tengo y estoy aquí porque te vi en el pasillo y te seguí− Y se atreve a decirlo así de simple, joder yo no necesito un guarda espaldas, ni a alguien que venga a molestarme en mis momentos de paz.

−Y bueno que se te ofrece…− Dilo y lárgate, eso era lo que quería decirle pero logré mantenerlo solo en mi mente.

−Pues ahora que lo dices… nada en realidad− Interpreté eso como un "solo decidí seguirte para joderte la vida" por lo cual bufé de nuevo, era exasperante. –No te lo había podido decir Arthur, tocas hermoso− Sentí que mis mejillas ardieron y mis latidos se aceleraron de un momento a otro, maldición solo era un simple cumplido ¿por qué me sentía tan alterado por ello?

−G-Gracias…− Quería que la tierra me tragara en ese preciso momento, me sentía más avergonzado que nunca en mi vida, calma solo está siendo amable, solo es eso amabilidad, no es como que realmente lo piense porque vamos somos rivales, nos quedamos en un incómodo silencio después de eso uno que se me pareció ser eterno.

−Bueno te veo en el ensayo… tengo que volver a clase− Desapareció de pronto por la pequeña puerta de entrada, un minuto él había dicho que no tenía clase…entonces… agh que irresponsable.

Dieron las tres de la tarde y yo ya estaba entrando en la sala de ensayo, Alfred no había llegado aun así que saqué de mi estuche el violín y le pase el paño de seda por encima limpiando los rastros de polvo que pudiera tener, después de eso me dedique a acomodar las partiduras en su lugar y revisar la afinación de mi instrumento, la puerta se abrió de pronto asiéndome saltar un poco por la sorpresa, no era Alfred era el profesor Richard o como la mayoría lo llamaba "Rick" no le presté mucha atención y volví a lo que estaba haciendo.

−¿Aun no llega Alfred?− Como odiaba las preguntas tontas, si no estaba ahí era obvio que aún no llegaba, igual respondí por respeto, después de todo soy un caballero, la puerta se abrió de nuevo pero con más estruendo que antes y de nuevo como si Alfred fuera un imán mis ojos fueron atraídos a posarse en él y permanecer atrapados ahí.

−Lo siento Arthur es solo que no me dejaban salir− Estaba todo agitado como si hubiera corrido hasta aquí y al parecer aun no notaba al profesor que ya se había acomodado en la misma banca del día anterior al fondo de la sala, puede haberle hecho una señal de aviso al respecto pero decidí no hacerlo.

−Está bien…− Contesté con simpleza observando solo de reojo que buscaba algo en su mochila, una vez que fue hacia el piano notó por fin al maestro y juraría que se asustó un poco, lo que me hizo reír mentalmente.

−Bienvenido Alfred…− Comentó Richard desde su asiento a lo que Alfred solo sonrió y lo saludo agitando un poco su mano, esperé a que hiciera el calentamiento de siempre y aun sin estarlo mirando podía adivinar que en cuanto terminara se acomodaría sus lentes y más tarde me lanzaría esa mirada, que aunque solo fuera una pregunta silenciosa me hace sentir algo especial, algo que nunca antes había sentido con una simple mirada.

Después de contestar asintiendo a la pregunta silenciosa en sus ojos escuché las primeras notas en su piano amables y sinceras de alguna forma iguales a él, como era mi costumbre respiré hondo antes de empezar, y una vez que entré en la melodía ahí estaba, estaba tocando de nuevo con Alfred, con el pianista que envolvía mis notas junto con las suyas haciendo magia con ellas, dándole vida a nuestros instrumentos para que ellos nos guiaran y deleitaran como si fuéramos simples oyentes y no los intérpretes, como si se comunicaran por medio de aquella canción tan llena de nostalgia y belleza, era de nuevo solo mi violín junto al piano de Alfred como si fueran uno, éramos de nuevo solo nosotros dos logrando de nuevo una unión perfecta.

La pieza terminó y en cuanto oí los aplausos del profesor me di cuenta de que había estado cerrando mis ojos todo el tiempo dejándome llevar solo por el sonido.

−Nunca había escuchado un Ave María tan perfecto muchachos, tocan realmente bello, eso es lo que estaba buscando, sentí su conexión y la unión de sus instrumentos− No pude evitar sonrojarme un poco, no por los halagos de Richard más bien fue por la sonrisa que Alfred me dio desde su lugar frente al piano, quise golpearme mentalmente para dejar de verlo como un estúpido, solo era una sonrisa joder por qué demonios tenía que atrapar mi vista así.

−Bien, bien quédense así de conectados y lograran sin duda ser el mejor dúo en piano y violín en toda la escuela− ¿Dúo? Ha… como si necesitara eso, yo lo que necesito es ser el mejor violinista, solo eso y para ello es obvio no necesito a Alfred.

−Sonó genial ¿verdad?~− Mis oídos vibraron de nuevo con el tono juguetón que uso Alfred, siempre tiene ese tono alegre en su voz, excepto cuando me hizo esa pregunta el día anterior, esa que me causo aquel malestar, tal vez tiene la habilidad de transmitir sus emociones con su voz al igual que con su música, por ello no puedo dudar cuando es sincero.

−Fue perfecta, sigan así chicos… Oh y creo que es suficiente del Ave María, estoy verdaderamente impresionado en tan solo tres días lograron obtener excelentes resultados pero, esa es la más sencilla de las canciones que les di, la siguiente puede que les cause más trabajo así que entre más rápido comiencen con la segunda y tercera mejor− Por favor, habla conmigo es obvio que tengo que lograr incluso mejores resultados que con el Ave María, dejaría de llamarme Arthur Kirkland sino fuera así.

−Por mi parte, puedo comenzar con la segunda cuando sea− Aclaré sin mentir, después de todo como ya había dicho esas canciones ya las había tocado antes y sobre todo esa, que era una de mis grupos favoritos The Beatles llamada Let it be, solo era cuestión de acoplarme a el piano de Alfred, lo cual parecía ser extremadamente sencillo y estaba hecho.

−Bueno, creo que es hora de que les expliqué el motivo por el cuál elegí cada una de las canciones, sí, no las escogí al azar, en primer lugar estaba el Ave María que es una canción sencilla de tocar con la intención de facilitar el "acoplamiento" de ambos, sobre todo de Alfred que no había sido capaz de acoplarse con nadie tan rápida y perfectamente, pero ya que lo lograron ahora viene la parte difícil para ti Arthur− No sentí miedo ni nervios al escuchar eso, mi seguridad de poder tocar la siguiente pieza era impecable por lo que asentí con total determinación.

−Ya que quiero que aprendas a sentir la música la siguiente pieza es muy intensa, a mi parecer expresa el sentimiento "pasión", así que Arthur tienes que dejar salir toda la pasión que tengas, necesito que reflejes ese sentimiento en tu forma de tocar, como el nombre lo dice "Déjalo ser"− Por un instante sentí que esa era una broma, no podía estar hablando en serio ¿pasión? ¿De dónde demonios iba yo a sacar pasión? Para ser sincero ahora que lo pienso nunca me he apasionado verdaderamente por nadie ni nada, puede que incluso, si no fuera por mi orgullo de Kirkland, desde la primera critica que recibí ya hubiera dejado esa escuela y hubiera dejado de tocar el violín, creo que lo único por lo que se puede decir que me apasiono es por lograr ser el mejor en lo que hago.

−Te sugiero que practiques un poco tu solo por lo menos lo que resta de la semana, busca la pasión que necesitas para interpretar la música y después toca con Alfred, estoy seguro de que no hay mejor guía para cualquier sentimiento que él ten la seguridad de que se acoplara a ti− No quise mirar a Alfred por nada del mundo en ese instante, lo iba admitir solo esta vez, estaba seguro de que no podría hacerlo, quizá si pudiera encontrar la "pasión" que me pedía el maestro que buscara pero si de algo estaba seguro era de que si llegara a encontrarla ¡ jamás! ni muerto dejaría que Alfred la guiara, a donde quiera que tuviera que guiarla, asentí con mucho trabajo, no podía, estaba seguro pero mi maldito orgullo me gritaba que tenía que hacerlo aunque muriera en el intento, por primera vez odie no poder admitir mi derrota.

Estuve dos días enteros tratando de ensayar la dichosa canción de la "pasión", era una de mis favoritas y aun así cada vez que tomaba el violín para tocar esa canción en específico no podía ni lograr la primera nota, ¡joder ya la había tocado antes! ¿Por qué ahora simplemente no podía? Era sábado en la mañana y me desperté con una idea, me parecía absurda y cursi pero igual tenía que intentarlo, subí a la azotea para ver si ahí en tranquilidad podía tocar un poco con "pasión", iba casi con miedo de que alguien me descubriera, miraba constantemente a los lados y atrás asegurándome bien de que nadie me siguiera, o más bien de que cierto americano no se atreviera a seguirme como la última vez, suspiré aliviado al cerrar la puerta detrás de mí y sentir el aire de la mañana golpear mi rostro, después de repasar el área con la mirada fue como si un balde de agua helada me hubiera caído encima, congelándome la sangre, ahí estaba Alfred mirando mi estuche inquisitivo ¿por qué? ¿Acaso el mundo tenía algo contra mí? Quise lanzarme del borde de la azotea en el momento en el que Alfred sonrió como si me hubiera descubierto haciendo la peor de las travesuras y deseara unirse a ella.

−¿Practicando a escondidas Arthur?− Por primera vez odie su maldito tonito burlón, pero intenté no perder la compostura, no podía darme ese lujo.

−Yo no me escondo de nadie…− No pude evitar la acides en mi tono de voz, de verdad quería que se fuera para poder lanzarme a gusto de la azotea.

−Bien, entonces no te molestara si me quedo ¿verdad?− ¡Lo odiaba! Lo odiaba de verdad que lo hacía, nadie era tan desesperante como él.

−¿Por qué no saliste como todo el mundo? No sé si lo sepas pero los fines de semana aquí son para que los estudiantes salgan del edificio a distraerse por la ciudad− No voy a negar que eso había sido un patético intento de decir "largo de aquí" pero no quería verme muy insistente o comenzaría a preguntar.

−Pues veras… no sé en que habitación estas y quería encontrarte para ir contigo a algún lado así que se me ocurrió subir aquí para ver si te veía…y aquí estas ha ha ha~− Su risa fue más ruidosa de lo que había escuchado antes y mis oídos vibraron de nuevo, como si grabaran cada sonido.

−Que considerado de tu parte, pero como puedes ver quiero practicar un poco en mi tiempo libre…así que por qué no vas con alguien más− Comenté intentando sonar tranquilo, esperando que con eso se vaya de una buena vez.

−¿Qué tal va la canción?− De nuevo sentí que la sangre se me congelo en todo el cuerpo y no pude evitar ponerme nervioso, ahí estaba la pregunta que quería evitar.

−Bien, ¿de qué otro modo podría ir?− Me sentía mal por mentir tan descaradamente pero de todas formas no había nada que Alfred pudiera hacer al respecto, no podía ayudarme así que no había razón para decirle la verdad tampoco.

−Entonces, vendrás conmigo a dar un paseo− Me tomó por sorpresa sobre todo por ese tono que uso, era como si lo diera por hecho ¿qué se creía? Nadie me dice que hacer.

−No lo creo, de verdad quiero practicar hoy, lo lamento− Contesté con sequedad deseando que se rindiera y se fuera.

−Bien, entonces me quedare a hacerte compañía− ¡Con un demonio! ¿Qué tengo que hacer para que te vayas?

−No quiero sonar grosero Alfred, pero de verdad quiero hacerlo solo− En vez de mostrarse molesto por mi cruda sinceridad soltó unas risitas que me hicieron enfurecer, más de lo que ya estaba.

−No va bien ¿verdad?− Sentí un ligero temblor en el cuerpo que casi me hizo soltar un jadeo ¿Cómo era posible de que se diera cuenta? ¿Acaso mis insistencias de que se fuera eran tan obvias? Igual aunque quisiera que se fuera podía ser porque exigía mi privacidad ¿o no?

−Está bien, solo necesito practicar un poco, eso es todo− Eso es, nada que no se pueda arreglar con la práctica, cosa que no he logrado hacer por cierto.

−Puedes decirme lo que sea Arthur, tal vez pueda ayudarte− Oh claro ¿qué esperaba que le dijera? "Oye Alfred hazme sentir pasión, porque sabes nunca la he sentido"… ¡Claro que no iba a decirle algo así nunca! Primero muerto que decírselo.

−Bueno escucha, para tocar con pasión necesitas pensar en algo que te apasione y tratar de sacarlo en tu música, es así de simple− Lo miré como si acabara de confesarme que era un alíen de seis brazos, eso ya lo sabía, era obvio que si quieres tocar con pasión debes pensar en algo que te cause ese sentimiento.

−Anotado gracias, ahora puedes irte− Esta vez decidí no reprimirme después de todo él mismo había dicho que le podía decir cualquier cosa ¿por qué dejar pasar esa oportunidad?

−Oh vamos Artie deja que te ayude…− Sus ojos emitieron ese destello que ya había visto antes y me sentí sin fuerzas, sin más opciones aparte de las que él me ofrecía pero aun así no podría decirle.

−Si te preocupa que la canción no esté lista descuida yo veré que hacer pero la tendré para el lunes− Ni yo estaba seguro de que eso fuera cierto pero si eso le daba la tranquilidad para irse entonces estaba bien.

−No es eso Arthur, vamos tócala y así quizá pueda decirte si sentí tus sentimientos o no− No entendí por qué de pronto tanto interés pero me estaba cansando, si no la tocaba por lo menos una vez no dejaría de molestarme lo presentía, así que de mala gana saqué mi violín y no voy a ocultar que me temblaban un poco las manos, las primeras notas sonaron fatal peor que en mis inicios y me detuve pues no podía seguir haciendo el ridículo.

−Wow sonó muy mal− Sentí que en ese preciso momento si podría lanzarlo desde la azotea sin sentir culpa alguna, pero me recordé que solo estaba siendo sincero. –No deberías estar nervioso, sabes en cualquier momento tengo que escucharte tocarla así que animo…− Sentí su sonrisa en lo más profundo y respiré hondo antes de volver a tocar, lo logré esta vez pero definitivamente no fue pasión lo que salió sino que fue simple música. −Mmm… mucho mejor ese eres tú, pero tienes que pensar en algo que te apasione Arthur− Volví a respirar hondo, por más que busqué en mi cabeza nada me apareció y de nuevo sentí que no podría tocar esa pieza. –Dime algo que te apasione− Agregó después de un rato que permanecí en silencio, sentía su mirada encima pero me negué a mirarlo, no podía decirle de ninguna manera, las palabras se negaron a salir y no quería obligarlas tampoco. –Creo que ya entiendo ¿nunca te has apasionado por algo?− Ahí estaba esa agua fría congelándome completamente ¿cómo lograba leerme tan bien? Solo pude negar con la cabeza y sentí mis mejillas un poco calientes pese a mi sangre helada. –Wow ahora veo porque no va bien la canción− Vi que se quedó pensativo, ya lo había dicho no había forma de que pudiera ayudarme así que era tiempo perdido.

−Solo olvídalo… puedo lograrlo lo sé− Ni siquiera yo estaba seguro de mis palabras de nuevo, solo era una promesa vacía para darle tranquilidad.

−¿Puedo hacerte una pregunta?− Su seriedad fue preocupante y solo asentí con un poco de desconfianza. −¿Por qué tocas el violín?− No había razón para no decirle, la gente me lo preguntaba a menudo así que respondí lo que siempre decía.

−Solía escuchar música clásica cuando era más joven y algunas veces mi madre me llevaba a recitales sinfónicos ahí conocí el violín y decidí que quería aprender a tocarlo− Por la cara que hizo supe que algo en mi respuesta no le gustaba.

−Me refería a ¿por qué lo tocas ahora?− No entendí muy bien su pregunta pero pensé un poco en que responder.

−Lo hago porque decidí dedicarme a la música, esa es la razón por la que vine aquí como todos los demás− Alfred hizo una mueca en señal de disgusto y por alguna razón me sentí avergonzado.

−No Arthur, no todos estamos aquí por un futuro en la música, algunos estamos aquí porque realmente nos gusta tocar, porque realmente nos ilusiona dedicarnos toda la vida a lo que amamos− Desvié la mirada a otra parte, esa seguridad en sus palabras me golpearon de pronto y me sentí cada vez más avergonzado. –Sabes te he observado un poco, creo que te guías mucho por el orgullo, eso es lo que no te deja sentir la pasión… pero no significa que no la hayas sentido alguna vez− Me quedé callado y aun no entendía cómo es que me podía leer tan bien, apenas y nos conocíamos, me miro y ya que no le di ninguna reacción supuso que estaba en lo correcto –y lo estaba- así que continuo. –Tienes que aprender a diferenciar entre hacer algo por orgullo y por gusto− Con esas palabras reviví todos los reclamos que mi padre alguna vez me dio por no hacer algo bien, todas las veces en que mis hermanos se burlaban de mi por ser más débil, más inocente, más yo y menos como ellos. –El orgullo surge cuando alguien te dice constantemente que no puedes hacer algo y aunque lo logres no lo estas asiendo por gusto, ¡ya sé!, dime algo que te gustaría hacer lo primero que te venga a la mente− Siguiendo su orden pensé en algo cualquier cosa pero nada venía, nada que no fueran las ganas de asesinarlo por estarme obligando a darle explicaciones de mis sentimientos.

−Para serte sincero lo único que me viene a la mente que realmente quiero hacer es lanzarte por el borde de la azotea− Si, ahí estaba yo tan cruel como solo yo podía ser y Alfred se carcajeo un poco haciendo mis oídos ponerse alerta recibiendo el sonido gustosos.

−Ok eso es un avance ¿otra cosa qué no sea matarme?− La ligereza con la que se tomaba las cosas no dejaba de sorprenderme y entonces de entre mi mente se abrió paso solo una cosa que me avergonzaba admitir pero igual lo haría.

−M-me gustará t-tocar como tú alguna vez, ya sabes con más sentimientos− Sentí mi rostro más caliente que nunca por la confesión, Alfred parpadeo un momento sorprendido con mis palabras y luego me sonrió con una dulzura aplastante que hizo a mi corazón saltar, si antes pensé que su sonrisa podía ser bella ahora podía asegurar que no había otra cosa más hermosa que esa sonrisa.

−¡Bien! Entonces te enseñaré…vamos y trae tu violín− Me tomó de la muñeca y prácticamente me arrastro a un centro comercial a unas tres cuadras de la escuela, había mucha gente pese a que no era muy grande el lugar.

−¡Alfie viniste, sí tocaras con nosotros ¿verdad?!− Una bella chica castaña de ojos verdes casi se colgó del cuello de Alfred, él la llamo Marie y saludo con la mano a varios otros de los que estaban ahí, afinando sus instrumentos, conectando amplificadores, guitarras eléctricas y un sinfín de cosas que no podría recordar, todo en una gran masa de cables enredados, me sentí un poco incómodo y fuera de lugar no conocía a nadie ahí.

−Marie él es Arthur, es mi nuevo dueto− La castaña me miró emocionada y quizá hasta celosa, ¿o eran paranoias mías?, no le di mucha importancia solo la saludé estrechando un poco su delicada mano y sonriendo un poco con amabilidad.

−Un placer Arthur… tocas el violín he, yo igual− Su sonrisa me pareció la más falsa que había visto jamás. −¿Tocaras con nosotros también?− No sabía que responder pues no tenía idea de a qué se refería, además apenas iba a contestar y Alfred se me adelanto.

−Claro que tocara, por eso lo traje aquí− Miré de inmediato a ese americano que estaba pidiendo que conectaran un teclado eléctrico, el muy idiota solo me guiño el ojo y volvió a lo suyo ignorándome por completo un buen rato en el que me sentí totalmente perdido entre tantos músicos que no parecían prestarme mucha atención.

−Alfred puedes decirme ¿Qué demonios se supone que es esto?− En cuanto Marie se despegó de él, no perdí tiempo en irle a exigir una explicación.

−Veras Artie, cada sábado chicos de varias clases se reúnen aquí a tocar para la gente, ganan práctica y un poco de dinero− Fruncí mis cejas en claro desacuerdo, yo no necesitaba ningún dinero. –La mayoría lo hace para perder el pánico escénico, de esta forma te acostumbras a que el público te observe y escuche tocar−

−Yo no le temo al público…− Era la verdad ya había estado en concursos antes, no había razón por la que le pudiera temer a los espectadores.

−No te traje aquí por eso, dijiste que querías aprender a tocar con más sentimientos ¿no? Pues bien aquí puede que lo logres, saca tu violín ahora te digo las reglas…− No entendía muy bien a que quería llegar con todo eso pero Alfred siempre me pareció de las personas que actúan en vez de hablar, así que aun de mala gana saque del estuche mi violín y esperé a que me dijera que pieza iban a tocar.

−Listo y ahora ¿qué?− Pregunté y la sonrisa que me dio me hizo dudar un poco de su buena intención de ayudarme quizá solo quería verme hacer el ridículo frente a sus amiguitos.

−Nada Arthur, solo toca con los demás, no hay reglas realmente solo tratar de seguir el ritmo a tu modo− Me quedé helado con esas palabras ¿hablaba de improvisar? Nunca había improvisado en mi vida, siempre me aseguraba de aprender bien las canciones para no tener que improvisar jamás, siempre sabía que era lo que seguía mientras tocaba.

−Imposible jamás he improvisado− Por primera vez sentí desconfianza al tocar algo, tenía miedo de lo que pudiera salir.

−Siempre hay una primera vez, toca lo que sientas Arthur nadie aquí va a juzgarte o burlarse, te lo juro, todos aquí están aprendiendo, solo deja salir tus sentimientos lo que sea y hazlos música− Y de nuevo sentí que era totalmente imposible no creer en sus palabras, escuché a mis espadas el rasgueo de una guitarra eléctrica y mi corazón se aceleró, sentía adrenalina mezclada con miedo, poco a poco todos hicieron su entrada con su instrumento, trompetas, flautas y algunas guitarras acústicas.

−Alfred nos indicara cuando entrar Arthur, así que ponte listo− No me di cuenta en que momento Marie se había puesto a mi lado con su propio violín en posición, así que hice lo mismo elevándolo a mi hombro y sosteniéndolo con mi barbilla para darle firmeza, escuché el teclado de Alfred detrás de mí haciendo su entrada tocando todas las teclas de un lado al otro creando un sonido como ráfagas de música, Marie asintió ligeramente mirándome dándome la señal de arranque, respiré hondo y me dejé envolver por la música que producían los demás instrumentos, no puedo describir que fue lo que toqué pues en un instante solo dejé a mis manos tomarar el control sin pensarlo, sin ordenarles cuál sería la siguiente nota, o donde hacer pausas y sostenidos, solo las dejé ser libres de decidir qué es lo que querían tocar, de alguna forma me sentí libre también, más libre que nunca.

No logro comprender como es que personas e instrumentos tan diferentes entre sí pueden unirse en una armonía tan agradable, pude conocer a varios de los músicos entre los descansos que tomaban, todos parecían conocer bien a Alfred y se sorprendían bastante cuando se enteraban que tocamos a dúo, también me contaron un poco sobre Marie, me platicaron que venía de una isla muy pobre, que en realidad tocaba el cello en la escuela, era su segundo instrumento, el primero había sido el violín y se había graduado con honores a una muy corta edad así que éste año había vuelto para aprender un segundo instrumento, la admiré un poco al oírla tocar con un violín eléctrico, el sonido que causaba era realmente fascinante, atrevido y lleno de energía y no pude evitar notar que Alfred la miraba con cierto cariño marcado en el rostro.

Estuve ahí con esos músicos hasta que cayó la noche, de vuelta a la escuela Alfred me platico un poco como fue que conoció a Marie, nada especial, el maestro Rick había intentado lograr un dueto de ella y Alfred, pero claro no fue posible como había sido con todos los que había intentado, también me dijo que eso los desanimo a ambos y por ello Marie se había empeñado en aprender otro instrumento para ver si con el podía acoplarse a Alfred, dijo que aún no lo intentaban porque él no estaba seguro de poder adaptarse bien a ella pero igual le gustaba escucharla tocar ambos instrumentos, no me sorprendí por esa confesión pues era de esperarse a algunas chicas se les notaba que adoraban a Alfred y darían lo que fuera por tocar con él.

−Espero que te haya gustado ir Artie, lo hiciste muy bien− Sus palabras entraron de nuevo como si fuera la música perfecta para mis oídos y los odie por ello. –Bueno es todo en lo que puedo ayudarte por ahora, el resto ya depende de ti, ahora sabes que se siente lograr hacer algo que realmente quieres y Arthur para sentir la pasión no debes solo repetirte que puedes hacerlo porque tienes que lograr demostrar algo, mejor solo hazlo porque quieres y demuestra cuanto lo quieres hacer, suerte en tus ensayos, estaré dispuesto a escuchar la pasión que tengas que expresar ha ha ha− Solo me limité a sonreír un poco y asentir a sus palabras dejando de lado lo avergonzado que me hizo sentir lo último, al llegar a mi habitación sin pensarlo mucho tomé mi violín, toque la pieza que me habían encargado, mis manos vibraron junto con todos mis sentimientos, por primera vez creí que en esa canción se podía reflejar pasión pura y también por primera vez sentí que estaba tocando porque me gustaba hacerlo y no por otro motivo diferente, ahora demostraría cuanto deseaba tocar el violín eso era seguro.

Continuara…

Notas Finales:

Bueno espero realmente que le haya gustado, es una historia muy tranquila pero que me gustó mucho escribir y el romance va lento pero seguro ha ha ha~
Bien aquí les dejo el significando de algunos términos que aparecen…

Cantino*1: Es la cuerda en Mi del violín, está hecha de acero inoxidable y a pesar de ser la mis delgada de las cuerdas es también la más resistente.

Partiduras*2:Es un documento que indica cómo debe interpretarse una composición musical, mediante un lenguaje propio formado por signos musicales.

Atril*3: Es un soporte de madera para sostener textos.

Pentagrama*4: Es el lugar donde se escriben las notas y todos los demás signos musicales en el sistema de notación musical occidental. Está formado por cinco líneas y cuatro espacios o interlíneas, que se enumeran de abajo hacia arriba. Las líneas son horizontales.

También les dejo la lista de canciones conforme aparecen en el escrito y los nombres que use como Mozart, Bethoveen y Chopin fueron grandes iconos de la música clásica… bueno sin más aclaraciones nos vemos en el siguiente capítulo… Dejen su comentario por fa~

Hallelujah de Leonard Cohen (En su versión en piano)

2° Gavotte (la encuentran así simplemente solo tiene que ser en su versión en violín)

Price Tag de Jessie J (En su versión en piano)

4° Ave María (También pueden buscarla así, en su versión dúo en piano y violín) 3

5° Let it be de The Beatles (En su version en piano y violin)