Disclaimer: El universo de Haikyuu le pertenece a Furudate Haruichi.
Escapó del área donde estaban el Rey y Hinata, este último atorándose con su carne mal tragada por burlarse justamente de Kageyama al verlo golpearse el pecho, ahogado con arroz y los traicioneros trozos de vegetales. Ambos fueron salvados por Akaashi, tsk.
También se aseguró de no interponerse en la mira de Bokuto que atacaba cada parrilla como un ave depredadora, hurtando toda la carne a su paso. Llegó a un espacio que si bien no estaba alejado de todos resultó mejor que llamar demasiado la atención al estar excluido en algún rincón, como vio que le sucedió a Kenma cuando Kuroo lo pilló escondido tras los escalones de la entrada del gimnasio con su celular en mano en vez de un plato con, por lo menos, unos tres pisos de comida.
Ni siquiera Yamaguchi estaba cosido a su lado como de costumbre y juró escucharlo llamándole desde alguna parte. Se quedó allí de pie mirando de reojo de vez en cuando mientras se metía los palillos a la boca masticando con parsimonia, asegurándose de que ninguna sombra sospechosa se acercara a molestar.
Bajó la guardia cuando fue Kiyoko la que vino a ofrecerle un vaso de jugo, pero junto con la hermosa chica vinieron unos pares de ojos que la acechaban enamorados. Eran dos miembros de Fukurodani que se codeaban dándose ánimos para avanzar y Kiyoko suspiró dando unos pasos para irse cuando finalmente uno de ellos se aproximó, el cual mientras más cerca estuvo más incrementó la densa y oscura aura del trío de tontos que se autodenominaban los guardianes de Shimizu.
— Hola, ¿no eres muy lindo para estar solo?
Sin embargo, para sorpresa de todos los que observaban y de incluso la misma chica, Konoha no se dirigió a ella con esa sonrisa de "vengo a coquetear", sino al chico alto de lentes. Tsukishima pestañeó como si aquel sujeto fuese un alíen con tentáculos que intentaba comunicarse en un dialecto extraño, preguntándole si le estaba hablando a él, y en respuesta el otro rubio sonrió más acompañado de un "por supuesto". Komi tampoco sabía qué rayos sucedió con su compañero, pues estaba muy seguro de que ambos hablaban muy entusiasmados de lo sexy que era la manager de Karasuno, así que no tuvo idea alguna de cuándo fue exactamente que la atención del rematador se vio volcada hacia el novato del otro equipo, junto con su orientación sexual.
Saliendo de su desconcierto la pelinegra cubrió con una mano su risa discreta y por primera vez se fue sin que nadie se fijara en ella, y eso incluyó a Tanaka y Nishinoya que luego de salir de su estupefacción volvieron a encender la llama de sus celos, corriendo donde Tsukishima para colocarse delante de él y protegerlo de aquel pervertido, dejando a Tora sin saber qué hacer.
— ¿Qué asuntos tienes con nuestro preciado kouhai? ¡¿Eh, eehh?!
Hablaron a la par con una voz tenebrosa, mostrando uñas y dientes por igual, y con una gota en la cabeza Konoha colocó sus palmas a la altura de su pecho tratando de apaciguarlos con una sonrisa nerviosa.
Si había algo que esos dos celaran tanto como a Kiyoko, eso eran sus queridos y adorables juniors.
El bloqueador retrocedió con vergüenza ajena y al querer huir una fuerte mano se posó en su hombro. No tuvo que girarse para saber a quién le pertenecía esa fastidiosa voz.
— Veo que levantas pasiones, Anteojos-kun. Por casualidad escuché que inclusive estás en el top tres de los chicos más guapos según las managers del campamento, pero si me lo preguntas te pondría en el primer puesto.
— No te pregunté.
Se sacudió la mano ajena yendo a cualquier dirección sin escaparse de la intensa mirada del capitán de Nekoma que parecía quemarle en la nuca, dejándose encontrar por su amigo.
— ¡Tsukki, te estaba buscando! Mira, pude conseguir más carne.
— No seas escandaloso, Yamaguchi.
— ¡Perdón, Tsukki!
Vaya que los días calurosos de Tokio afectaban demasiado el cerebro de los idiotas.
