Primero: Como gotas de agua.
El corazón de Dante se aceleró, nada más verlo.
Habían pasado cinco años, desde que su hermano desapareció, y él, por mucho que aparentara, guardaba aquella pérdida en el corazón como una herida abierta permanentemente.
Fresca y dolorosa, le recordaba a diario que su corazón y amor habían desvanecido con él.
Pero ahora, lo estaba viendo. De nuevo, reflejado como el cristal más trasparente, y la viva imagen de Vergil estaba frente a sus ojos. Solo hubo un pequeño detalle, que esa persona, no era su hermano. La triste realidad era que era un chico joven, mucho más joven que Vergil, quizás trece años. También que tenía el cabello caído, pero desde luego, se acordaba de su hermano a esa edad y podría jurar que eran dos gotas de agua.
Se encontraba ahora mismo en el mercado de aquella ciudad, y el chiquillo, con ropas andrajosas y un brazo vendado, permanecía sentado en las escaleras de la gran catedral, a su lado había un hombre más mayor, quizás de la edad de Dante. A veces se giraba a hablar al chiquillo y este solo suspiraba, moviendo poco la boca, por lo que daba respuestas cortas. Tal y cómo hacía Vergil, aunque con él siempre eran sus típicos; "Idiota", "Memo", "Calla"...etc. Los recuerdos de esas palabras también le estrujaron el revivido corazón. Pudo soportarlo, ya que casi le parecía un curioso milagro.
Quería acercarse.
Él creía en la reencarnación...aunque las fechas de la desaparición de su hermano y la edad del chico no cuadraran precisamente. Podría ser que Vergil adoptara un cuerpo y apariencia más joven.
Eso podría tener más lógica. Cuando vio al hombre moreno, alejarse al interior y que el chico se quedaba solo, fue su momento de acercarse.
Estaba nervioso, ilusionad más bien, su hermano, su Vergil, ¿seguiría vivo con este aspecto? ¿Sería él? Deseaba profundamente que así fuera.
Se llevó un buen chasco, recibiendo de primeras, una mirada de casi desprecio y desconfianza del chico.
"Bueno...Vergil también era así", se dijo así mismo, positivamente.
-Hola...peque...¿Sabes quien soy?...
El chico le miró de arriba a abajo, se levantó y retrocedió unos pasos, gritando hacia el interior de la catedral:
-¡Credo hay un pedófilo en la entrada!
Dante se cagó en el puto mocoso y lo agarró, cubriéndole la boca.
-¡Calla niño, no soy un pedófilo! ¡Ay! ¡Me cago en la puta, no muerdas!
-¡Mmmph! ¡Credo! -siguió gritando mientras se removía con una fuerza que no parecía normal para su edad. Además, notaba cómo su brazo vendado palpitaba y resplandecía un poco, como si reconociera a aquel hombre, eso le daba más mala espina aún.
Dante se vio obligado a soltarlo y alejarse, antes de que le vieran. Castillo de la Fortuna nunca fue el mejor lugar para aparecer en público, muchos le reconocían, unos le admiraban por ser hijo de Sparda, otros, por envidia a su guapura y cuerpazo, o por malas lenguas, le tenían algo de tirria. Además de que su plan de confirmar sus sospechas de la extraña apariencia del joven, respecto a la similitud con su hermano y con él mismo, no había dado a fin. El tal Credo, el hombre de antes, acompañado de la mano de una niña de edad quizás igual o menor a la del chico, reprendió a este. Primero por gritar a las puertas de una iglesia, segundo por blasfemar sobre los pedófilos. El pequeño afirmó que era cierto, no mentía.
Gracias a las provocaciones en el más mayor, Dante descubrió el nombre del chico.
-¡Ya esta bien, Nero! ¿No ves que ya te doy la atención que necesitas? No hace falta que la llames más de lo que ya haces. A lo mejor es cierto, pero no era un pedófilo, sino un demonio que venía a buscarte por tus pecados, siempre haciendo diabluras e involucrando a Kyrie contigo en ellas. ¿Cuando te arrepentirás y te confesarás a su Eminencia?
El joven Nero hizo una mueca, mirando hacia otro lado.
-Cuando vea de verdad, a ese tal Sparda. Hace años que la gente adora a un demonio que quizás ni existió o no hizo lo que decís, que solo sea una excusa para tenernos a todos bajo control de...
Recibió un golpe en la mejilla, que le hizo callar, y a Dante le hizo enfadar, porque, sintió cómo si pegara a su hermano. Y solo ÉL le pegaba una buena hostia a su hermano.
Kyrie, asumiendo que era la niña, empezó a llorar porque el tal Credo pegara a Nero, luego Credo abrazó a Nero, quien resentido por el golpe no le daba opción de mirarle a los ojos.
-Lo siento, Nero. Pero es incuestionable la existencia de Sparda, aún eres joven y no lo entiendes, pero deberías agradecer el mundo en el que vives. Lo entenderás algún día.
Nero se apartó, con la mirada en el suelo, pero no por ello, amedrentado.
-¿Agradecer el mundo en el que vivo? Dónde unos somos huérfanos y pobres y otros disfrutan de lujos sin haber hecho algo que les haga merecerse el pan que se llevan a la boca. ¿Ese es el mundo que debo agradecer?
-Esas injusticias no son obras de Sparda, ni los hombres tenemos opción de cambiarlo, pues es la fortuna que el destino nos da a cada uno de ellos, solo podemos vivir con ello y tratar de mejorar nuestra propia vida, honradamente, como el Gran Caballero Oscuro querría. -respondió Credo, acariciando la cabeza blanca del menor.- Recuerda, podría ser peor. Podríamos vivir en un mundo de discordia dónde los demonios nos torturaran y mataran como a insectos. Por eso debes ser consciente de la suerte que tienes, Nero.
O el chico se dejó embaucar por ese discurso, o simplemente, le dio la razón para acallar sus sermones aburridos. Al menos a Dante le habían aburrido, pues estaba tumbado en un tejado sobre ellos, bostezando y escuchando el coñazo de conversación sin interés alguno, ahora ya sabía el nombre del chico. Nero. ¿Que relación podría tener Nero con los Sparda? A lo mejor era hijo de algún pariente por parte de su madre...o de su propio padre. Pero el caso, era que precisamente, se parecía a ellos, sería muy poco probable esas coincidencias, cabello blanco, piel blanca, ojos azules. Nulamente existían humanos así.
Quizás Mundus estaba detrás de todo aquello, hizo lo mismo con Trish después de todo. Pero algo le decía que no. Su corazón le dictaba cosas distintas.
Y esperaría el tiempo que fuera necesario para descubrirlo.
To be continued...
