Para comenzar debo decir que la historia no me pertenece. La trama de la historia es de Nora Roberts, específicamente de la novela "Jugando con Fuego" , por otro lado los personajes son de Stephanie Meyer y su saga "Crepúsculo", la mezcla rara me pertenece a mí, ese es mi único mérito, además de encantarme ambas escritoras y ambas historias. Bueno eso es todo, ahora espero realmente que les guste mi adaptación. Saludos.
Baltimore 1985.
La infancia de Isabella Cullen se acabo una húmeda noche de verano, unas horas después de que los Orioles destrozaran a los Rangers en el memorial Stadium, dándoles una buena patada en esos traseros texanos (como decía su padre) por nueve a uno. Sus padres se habían tomado una noche libre para que toda la familia pudiera ir a ver el partido; eso hizo que la victoria fuera aun más dulce. La mayoría de los días, el uno o el otro, o los dos, pasaban largas horas en Sirico´s, la pizzería que habían heredado del padre de su madre (su abuelo) y lugar donde se habían conocido hacia dieciocho años. Su madre era una joven de dieciocho años llena de vida (decía ella) cuando Carlisle Cullen, con veinte años, entro presumiendo para comer una pizza.
- Entre a comer pizza –solía decir su padre –y me encontré con una diosa italiana.
Su padre decía cosas así de raras a veces. Pero a Bella le gustaba escucharlas.
Diez años más tarde se encontró también con una pizzería cuando el abuelo y la abuela decidieron que había llegado el momento de viajar. Esme, la más joven de cinco hermanos y la única chica, se hizo cargo del negocio familiar junto con su Carl, porque ninguno de los hermanos lo quería.
Sirico´s llevaba más de cuarenta y tres años en el mismo lugar de Little Italy, en Baltimore; más años de los que tenía el padre de Bella y eso la maravillaba. Ahora su padre, que no tenía una gota de sangre italiana, dirigía el negocio junto a su madre que era italiana hasta la medula de los huesos.
Sirico´s casi siempre estaba lleno y daba mucho trabajo, pero a Bella no le importaba, aunque a veces tuviera que ayudar. Su hermana Jessica se quejaba porque a veces tenía que ayudar en la pizzería los sábados por la noche y no podía salir con sus amigos o quedar con chicos. Pero de todos modos Jess siempre protestaba por todo. Sobre todo se quejaba porque Ángela, la hermana mayor, tenía una habitación para ella sola en la segunda planta y en cambio ella tenía que compartir la suya con Bella. Y Emmett también tenía una habitación para el solo porque, que aunque era el menor, era el único hombre.
Compartir la habitación con Jess estuvo bien; hasta que entró en la adolescencia y decidió que era demasiado mayor para hacer algo más que no fuera hablar de chicos, leer revistas de moda y hacerse cosas en el pelo.
Bella tenía 11 años y 10 meses, lo de los 10 meses lo decía para resaltar que le quedaba menor para cumplir los 12 y de ahí solo tenía dos años más para ser una adolescente, que en aquellos momentos era su mayor ambición, por delante de hacerse monja o casarse con Tom Cruise.
En aquella noche sofocante de agosto, cuando tenía 11 años y 10 meses, Bella despertó en la oscuridad con una sensación molesta y dolorosa en el estómago. Se encogió, tratando de acurrucarse, y se mordió el labio para contener un gemido. Al otro lado de la habitación, tan lejos como podía, con catorce años y más interesada en tener un pelo estupendo que en ser una hermana estupenda, Jess resoplaba ligeramente.
Bella frotó la zona que le dolía y pensó en los hot-dog y en las palomitas que se comió en el partido. Su madre había dicho que después se arrepentiría. ¿No podía equivocarse por una vez?
Trato de resignarse como siempre decían las monjas, para que algún pobre pecador pudiera beneficiarse de su dolor de estómago. Pero ¡ay como dolía! A lo mejor no era por los perritos calientes. A lo mejor era por el puñetazo que Alec Vulturi le había dado en el estómago. Se había metido en un bien lío por culpa de eso. Por tirarla al piso y romperle la camiseta y llamarla una cosa que Bella no entendió. Luego, su padre fue a casa del señor Vulturi a "discutir la situación" con él y acabaron peleándose.
Bella oyó los gritos. Su padre nunca gritaba… Bueno, casi nunca. Normalmente era su madre la que gritaba, porque era cien por ciento italiana y tenía mucho carácter. Pero, hoy, vaya si le grito al señor Vulturi. Y cuando volvió a casa la abrazó, y se fueron a ver el partido.
A lo mejor este era su castigo por alegrarse de saber que castigarían a Alec Vulturi. Y por alegrarse un poco de que le hubieran golpeado y le hubieran rasgado la camiseta, porque luego fueron al partido y vieron a los Orioles dar una paliza a los Rangers.
A lo mejor tenía una lesión interna. Bella sabía que se podían tener lesiones internas y hasta morirse. Lo había visto en urgencias, una de las series favoritas de Emm y suyas.
La idea hizo que sintiera otro de aquellos dolores que hizo que se le llenaran los ojos de lágrimas. Al ir a levantarse de la cama, queriendo ir con su madre, notó algo mojado entre los muslos.
Suspirando, pensando con vergüenza que a lo mejor se había mojado los pantalones de pijama como una niña pequeña, salió de su habitación y fue hasta el cuarto de baño, con su bañera y las baldosas de color rosa. Entró y se levanto la polera de los cazafantasmas. Cuando vio que tenía sangre entre los muslos, se quedo mirando y sintió miedo. Se estaba muriendo. Los oídos le zumbaban. Cuando notó el siguiente retorcijón en el estómago, abrió la boca para gritar y entonces lo entendió.
"No me muero" pensó. No tenia lesiones internas. Era la regla, su primer periodo. Su madre se lo había explicado todo, lo de los óvulos y lo de los ciclos, y lo de hacerse mujer. Sus hermanas ya tenían la regla cada mes, como su madre.
Había tampones en el armario, bajo el lava manos. Su madre le había enseñado como se ponían y un día ella se había encerrado sola en el cuarto de baño para practicar. Bella se lavó y trato de no ponerse escrupulosa. Lo que molestaba no era la sangre, sino el sitio de donde salía.
Pero ahora era mayor, lo bastante mayor para ocuparse de una cosa que su madre decía que era natural, una cosa de mujeres.
Como se le había quitado el sueño y ya era una mujer, decidió bajar a la cocina y tomarse una ginger ale. Hacia tanto calor en la casa… un día de perros como decía su padre. Tenía muchas cosas que pensar ahora que ya era mujer, por lo que salió con su vaso fuera y se sentó a pensar en los escalones de mármol blanco.
Estaba todo tan callado que oyó ladrar al perro de los Vuluri de esa forma suya, como si tosiera. Las luces de la calle estaban encendidas. Se sentía como si fuera la única persona del mundo que estaba despierta. Porque en aquellos omentos, ella era la única persona en el mundo que sabía lo que había pasado dentro de su cuerpo.
Bella dio unos sorbos a su vaso y pensó como sería cuando volviera a la escuela dentro de un mes. Y cuantas chicas habrían tenido su primer período durante esas vacaciones. Ahora empezarían a crecerle los pechos. Se miró y se pregunto cómo sería. Como se sentiría. Con su pelo o las uñas no te dabas cuenta, pero a lo menor con los pechos era distinto. Raro, pero interesante. Si empezaban a crecerle enseguida, ya los tendría cuando llegara a la adolescencia.
Sí, allí estaba, sentada en los escalones de mármol, una chica con el pecho plano y el estómago sensible. Si pelo corto de color castaño se le estaba encrespando por la humedad, sus ojos chocolate de largas pestañas empezaban a pesarle. Tenía un pequeño lunar sobre la comisura derecha del labio y llevaba aparatos en los dientes.
En aquello noche sofocante el presente parecía seguro y el futuro, un sueño brumoso.
Dio un bostezo y pestañeo, adormecida. Cuando se levanto para volver adentro, su mirada se desvió calle abajo, hacia Sirico´s, que estaba allí desde antes que su padre naciera. Al principio creyó que la luz que veía en el gran cristal de la entrada era una especie de reflejo y pensó "que bonito".
Sus labios se curvaron y entonces ladeó la cabeza desconcertada. No, en realidad no parecía un reflejo. Y tampoco era como si alguien hubiera dejado las luces encendidas.
Movida por la curiosidad, bajó hasta la vereda, con el vaso aun en la mano. Estaba demasiado intrigada para pensar que su madre la mataría por haber salido sola a la calle en mitad de la noche, aunque fuera por el barrio.
Bella caminó calle abajo y su corazón comenzó a latir con fuerza, porque lo que veía comenzó a cobrar sentido. La entrada principal no estaba cerrada, y salía humo. Las luces que veía eran llamas.
- Fuego –al principio lo dijo en un susurro, pero luego se puso a gritar, mientras corría de vuelta a su casa y entraba a toda prisa.
Nunca lo olvidaría, en toda su vida, ella y su familia viendo como Sirico´s se quemaba. El rugido del fuego que escapaba por las ventanas rotas en llamas violentas y doradas. Las sirenas, el chorro de agua que salía de aquellas grandes mangueras, los gritos, los sollozos. Pero el sonido del fuego, su voz, superaba todo lo demás.
Bella podía sentirlo en su vientre, como los retorcijones del período. En su interior sentía palpitar el asombro y el miedo, su espantosa belleza.
¿Cómo era el fuego por dentro, donde estaban los bomberos? ¿Caliente y oscuro? ¿Denso y brillante? Las llamas parecían grandes lenguas que salían y luego se replegaban como si fuera probando el sabor de lo que quemaba. El humo se enroscaba, remolinaba y se levantaba. Le picaban los ojos, la nariz, mientras contemplaba la vertiginosa danza de las llamas. Aún estaba descalza y, bajo sus pies, el asfalto ardía. Pero no podía irse, no podía apartar los ojos del espectáculo, como si estuviera en un circo absurdo y feroz.
Algo exploto y se oyeron más gritos. Bomberos con cascos y los rostros ennegrecidos por el humo y la ceniza se movía como fantasmas en una bruma de humo.
"Como soldados" pensó Bella "como en una película de guerra"
Bella se pregunto ¿Qué estaría pasando dentro? Si era una guerra, ¿significaba eso que se agazapaba y luego saltaba de pronto para acatar, brillante y dorado?
Las cenizas caían como nieve sucia y Bella completamente hechizada, comenzó a avanzar un poco, pero su madre, la tomo por la muñeca, la tiro hacia atrás y la rodeo con sus brazos.
- Quédate aquí –murmuro Esme –Tenemos que permanecer juntos.
Bella solo quería ver. El corazón de su madre era como un exaltado redoble de tambores en su oído. Bella volvió ligeramente la cabeza para mirarla, parar preguntarle si podía acercarse un poco, solo un poco. Pero lo que vio en el rostro de su madre no era entusiasmo, no era el asombro lo que brillaba en sus ojos, lo que brillaba en aquel rostro eran las lágrimas.
Su madre era hermosa, todo el mundo lo decía. Pero en aquel momento parecía que había tallado su rostro en un material duro, con líneas de expresión, marcadas y profundas. Tenía los ojos enrojecidos por las lágrimas y el humo, y tenía el pelo cubierto de cenizas.
Papá estaba a su lado, le había apoyado una mano en el hombro y Bella vio horrorizada que el también tenía lágrimas en los ojos. Podía ver reflejados en ellos, el fuego, como si de alguna forma este se hubiera introducido en su cuerpo.
No, aquello no era una película, era real. Allí delante se estaba quemando algo suyo, algo que era de ellos desde siempre. De pronto Bella veía más allá de la luz y el movimiento hipnótico del fuego, las pareces ennegrecidas de Sirico`s, la suciedad y el hollín que manchaban las escaleras de mármol blanco, los pedazos afilados de cristal.
De pronto Bella recordó a Harry Clearwater, su mujer y su hijo, que vivían en el pequeño apartamento que había encima del restaurant. Levantó la vista y sintió que el corazón se le encogía, porque vio que también salía humo por las ventanas del piso de arriba.
- ¡Papá! ¡Papá! Harry y Sue –Grito Bella con desesperación.
- Están bien –su padre, la tomo en brazos cuando se apartó de su madre. La tomó como solía hacer cuando era pequeña y le hundió la cara contra el cuello –Todos están bien.
Bella ocultó el rostro en el hombro de su padre, avergonzada. No se había parado a pensar en la gente, ni siquiera en las cosas… las fotografías, los taburetes, los manteles y los grandes hornos. Solo había pensado en el fuego, tan brillante y furioso.
- Lo siento –dijo Bella mientras sollozaba contra el hombro desnudo de su padre –Lo siento.
- Bell, lo arreglaremos –dijo su padre, pero su voz estaba ronca, como si se hubiera tragado el humo –Puedo arreglarlo.
Sintiéndose más tranquila, Bella aun en brazos de su padre, observo las caras, el fuego. Vio a sus hermanas, que estaban abrazadas y a su madre abrazando a Emmett. El vejo señor Falco estaba sentado en los escalones de su casa, pasando las perlas del rosario con sus dedos huesudos. La señora Stella, la vecina de al lado, vino y le paso un brazo por encima de los hombros a su madre. Con cierto alivio, Bella vio a Harry sentado en la cuneta de la vereda, con la cabeza entre las manos y Sue a su lado, sosteniendo al bebe. Entonces vio a Alec. Estaba de pie con los pulgares mentidos dentro de los bolsillos del pantalón y la cadera ladeada hacia un lado mirando el fuego. En su rostro había algo que parecía regocijo, como en el de los mártires de sus fotos de santos. Era algo que hizo que Bella se agarrada más fuerte a su padre.
En ese momento Alec giro la cabeza y la miro. Le sonrió y Bella susurró "papá", pero un hombre con un micrófono se acerco a hacer preguntas y desvió la atención de su padre, quien la bajo, aunque ella trato de aferrarse a él. Alec seguía mirándola, seguía sonriendo, lo que le daba más miedo que el fuego, pero su padre la empujo hacia sus hermanas.
- Ang, llévate a tu hermano y tus hermanas –dijo su padre.
- Yo quiero quedarme contigo –dijo Bella aferrándose a su mano –tengo que quedarme contigo.
- Tienes que irte a casa –dijo su padre arrodillándose hasta quedar a su altura –Ya casi se ha acabado. Ya está, he dicho que lo arreglare y lo haré –Y le beso la frente –ve a casa, nosotros iremos enseguida.
- Isabella –dijo su madre apartándola de ahí –ayuda a tus hermanas a preparar un café y algo de comer para las personas que nos están ayudando. Es lo menos que podemos hacer.
En su familia siempre estaban preparados para cocinar. Cafeteras, jarros de te frio, gruesos sándwich. Por una vez sus hermanas no se pelearon en la cocina. Jess estuvo llorando todo el rato, pero Ang no le golpeo por eso. Y cuando Emmett dijo que él llevaría una de las jarras, nadie le dijo que era demasiado pequeño.
Había un olor muy fuerte, un olor que Bella siempre recordaría, el humo flotaba en el ambiente como una cortina sucia. Aun así, colocaron la mesa plegable en la vereda para poner el café, el té y los sándwich y comenzaron a pasar tazas y pan a manos mugrientas.
Algunos vecinos habían vuelto a sus casas, lejos del humo y el mal olor de la ceniza que flotaba y se posaba sobre los autos y el suelo, formando una alfombra que parecía nieve sucia. Ya no había ningún esplendor e incluso de lejos, Bella podía ver el ladrillo ennegrecido, los montones de hollín, los agujeros que antes eran las ventanas. Los maseteros de flores que había ayudado a plantar a su madre en primavera para colocarlos en los escalones blancos de la entrada, estaban rotos, pisoteados, muertos.
Sus padres seguían en la calle, delante de la pizzería, tomados de la mano. Su padre llevaba unos jeans que se había puesto cuando Bella le despertó, su madre, la bata roja que le había regalado para su último cumpleaños, hacía un mes atrás. Y siguieron allí juntos, incluso después que los grandes camiones de bomberos se fueran.
Uno de los hombres con asco de bombero, el único que quedaba, se acerco a ellos y estuvieron hablando durante lo que pareció mucho rato. Luego sus padres se dieron la vuelta, todavía tomados de la mano, para regresar a casa, mientras el hombre del casco fue hacia el edificio en ruinas de Sirico´s, encendió una linterna y entro.
Entre ambos tomaron el resto de la comida y la bebida y llevaron a casa. Bella pensó que eran como los sobrevivientes de las películas de guerra, con el pelo sucio y la expresión de cansancio. Cuando estuvieron dentro, su madre pregunto si alguien quería dormir, ahí mismo Jess se puso a llorar, otra vez.
- ¿Cómo vamos a dormir? ¿Qué vamos a hacer ahora? –dijo totalmente histérica.
- Haremos lo que se deba hacer. Si no quieres dormir, ve y aséate un poco, yo preparare el desayuno, vamos. Pensaremos con más claridad cuando estemos limpios y hayamos comido un poco –dijo su madre dirigiéndose a sus hijas a lo que las tres obedecieron.
El hecho que Bella fuera la tercera en edad, significaba que siempre era la tercera en la cola para usar el baño. Espero a que Ang saliera y Jess entrada, entonces salió de su habitación y llamo a la puerta del cuarto de sus padres. Su padre se había lavado el pelo y aun lo tenía mojado, se había puesto unos jeans limpios y una camisa, tenía la misma cara de cuando tuvo gripe.
- ¿Tus hermanas están ocupando el cuarto de baño? –pregunto con una sonrisa, aunque la sonrisa no se reflejo en sus ojos –esta vez puedes utilizar el nuestro.
- ¿Dónde está tu hermano Bella? –Pregunto su madre.
- Se ha quedado dormido abajo –dijo Bella entrando a la habitación.
- Oh, pequeño –dijo su madre tomándose el pelo con un moño –está bien, dúchate si quieres, yo te traeré ropa limpia.
- ¿Por qué entro aquel bombero cuando los otros se fueron? –Pregunto Bella desde la puerta del baño de sus padres.
- Es un inspector –dijo su padre terminando de meter la camisa a los pantalones –investiga qué ha pasado, si ha llegado tan deprisa ha sido gracias a ti. Harry y su familia están a salvo y eso es lo importante… ¿Qué hacías levantada tan tarde Bella?
- Yo… -tartamudeo Bella, notando el sonrojo que subía a sus mejillas al recordar la menstruación –solo se lo puedo decir a mamá.
- No me voy a enojar –dijo su madre mirándola aprensivamente.
Bella bajo la cabeza avergonzada y miro sus pies –Por favor, es privado.
- ¿Puedes bajar y comenzar a preparar los huevos, Carl? –dijo Esme con tono informal –yo bajo enseguida.
- Ok, Ok –dijo dijo Carlisle apretando las manos sobre los ojos, para luego apartarlas y mirar a Bella –no me voy a enojar –dijo antes de salir y dejarlas solas.
- ¿Qué es eso que no puedes decirme delante de tu padre? ¿Crees que se enojara en un momento como este?
- Yo no quería… me levante porque… me dolía el estómago –dijo Bella mirado el piso.
- ¿Estas enferma? –Pregunto Esme acercándose con preocupación para poner su mano en su frente.
- Me bajo la regla –dijo Bella mirando avergonzada a su madre.
- Oh, mi pequeña –dijo Esme abrazándola para luego comenzar a llorar.
- No llores mama –dijo Bella preocupada.
- Si, lo siento. Es que han sido demasiadas cosas a la vez. Mi pequeña Isabella, tantas perdidas, tantos cambios, mi bambina –dijo besando la frente de su hija –Esta noche has cambiado y gracias a eso has salvado la vida de otras personas. Estaremos agradecidos por lo que se ha salvado y nos encargaremos de lo que se ha perdido, estoy muy orgullosa de ti –y beso su mejilla –¿Todavía te duele el estomago?
Bella asintió, notando como se sacaba un gran peso de encima.
- Ahora te duchas y luego te darás un baño caliente. Te sentirás mucho mejor. ¿Necesitas preguntarme algo? –dijo Esme cuando se acercaba a la puerta.
- Ya sabía lo que había que hacer –dijo Bella sonriendo levemente.
- Entonces dúchate y yo te ayudare –dijo Esme devolviéndole la sonrisa.
- Mama, o podía decirle delante de papa –dijo Bella antes que su madre saliera de la habitación.
- Claro que no, tranquila, son cosas de mujeres, el no se enfadara –dijo Esme regalándole la última sonrisa tranquilizadora antes de salir de la habitación.
"Cosas de mujeres". Esas palabras la hicieron sentir especial y el baño caliente alivio el dolor. Cuando volvió abajo, la familia estaba en la cocina y por la dulzura con que su padre le acaricio el cabello, supo que ya le habían contado la noticia.
En la mesa se respiraba una atmosfera sombría, la quietud que llegaba con el agotamiento, por el momento Jess parecía haberse quedado sin lágrimas… por el momento.
Bella vio que su padre extendía el brazo y ponía su mano encima de la de su madre; la apretó y empezó a hablar.
- Tenemos que esperar hasta que nos digan que ha pasado, luego podremos empezar a limpiar, no sabemos lo grave que son los desperfectos, ni cuándo podremos reabrir –dijo su padre con la mayor serenidad posible.
- Ahora seremos pobres –dijo Jess mientras le temblaba el labio –todo está perdido, no tendremos dinero.
- ¿Alguna vez te ha faltado un techo donde dormir o comida en la mesa o ropa para vestirte? –Pregunto Esme con dureza -¿Es así como te vas a comportar cuando tenemos problemas? ¿Llorando y quejándote sin parar?
- Ha estado llorando todo el rato –señalo Emmett mientras jugaba con un trozo de tostada.
- No te he preguntado algo que he podido ver por mí misma. Tu padre y yo hemos trabajado todos los días durante quince años para convertir a Sirico´s en un buen lugar, un lugar importante para el barrio, y mi padre y mi madre tuvieron que trabajar durante años para crearlo. Nos ha dolido, pero no es la familia lo que se ha quemado, es un local y lo reconstruiremos –dijo su madre con total seguridad.
- Pero ¿Qué vamos a hacer? –Pregunto Jess con voz temblorosa.
- ¡Silencio Jessica! –ordeno Ángela cuando su hermana comenzaba a hablar nuevamente.
- Quiero decir que… ¿Qué vamos a hacer primero? –Pregunto Jess con temor.
- Tenemos un seguro –dijo Carlisle bajando la vista a su plato como si le sorprendiera que hubiera comida en él –utilizaremos ese dinero para reparar o reconstruir lo que haga falta, además tenemos ahorros, no seremos pobres –dijo mirando seriamente a su hija mediana –pero tendremos que vigiar lo que gastamos, no podemos ir a la playa el fin de semana de la fiesta del trabajo como habíamos planeado. Si no hay bastante con el seguro, entonces tendremos que recurrir a nuestros ahorros o pedir un préstamo.
- Y recuerden una cosa – dijo Esme mirando a todos sus hijos –la gente que trabaja con nosotros no podrá trabajar hasta que volvamos a abrir, algunos tienen familia, no solos los únicos afectados con todo esto.
- Harry, Sue y Leha –dijo Bella – a lo mejor ya no tienen ropa, ni armario ni nada, podemos darles algo.
- Bien, eso es algo positivo –dijo Esme mirando a sus hijos y deteniéndose en el menor –Emmett comete tus huevos.
- Proferiría comer unos cereales con chocolate –dijo Emmett revolviendo sus huevos.
- Claro y yo preferiría tener un abrigo de piel de armiño y una tiara de diamantes, ahora come, hay mucho que hacer y tu harás tu parte –dijo Esme colocándose de pie.
- Y no quiero que ninguno entre hasta que no les de permiso –dijo Carlisle señalando con un dedo a Emmett quien se encogió de hombros.
- El abuelo –dijo Ángela –tenemos que decírselo.
- Es demasiado temprano para despertarlo con una noticia como esta –dijo Esme llevando su plato hacia la encimera –Lo llamare pronto y a mis hermanos.
- ¿Cómo pudo haber pasado? ¿Cómo lo van a descubrir? –Pregunto Bella mirando a sus padres.
- No lo haremos sé, es tu trabajo averiguarlo, el nuestro es volver a organizarlo todo –dijo Carlisle tomando café –y lo haremos.
- ¿Qué? –Pregunto Carlisle mirando a la menor de sus hijas.
- La puerta, la entrada estaba abierta –dijo Bella mirando a su padre.
- ¿Estás segura? –Pregunto su padre mirándola seriamente.
- Lo vi, vi que la puerta estaba abierta y las luces… el fuego en las ventanas, a lo mejor Harry se olvido de colocar la llave –dijo Bella pensando y recordando lo ocurrido.
Esta vez la mano de Esme fue la que cubrió la mano de su marido. Antes de que pudiera decir nada, sonó el timbre de la puerta.
- Terminen de desayunar y de recoger los platos –dijo Carlisle levantándose.
Ángela se levanto al mismo tiempo que su padre y rodeo la mesa para darle un abrazo. A sus dieciséis años, era delgada y elegante; había en ella una feminidad que Bella reconocía y envidiaba.
- Todo ira bien, lo dejaremos todo mejor que antes –dijo Ángela regalándole una hermosa sonrisa a su padre.
- Esa es mi chica, cuento contigo, con todos ustedes –dijo Carlisle mirando a todos sus hijos –Bella, ven un momento conmigo.
Bella se colocó de pie y siguió a su padre fuera de la cocina, pero alcanzando a escuchar a Jess decir por lo bajo.
- Santa Ángela –dijo Jessica
Carlisle se limito a suspirar e indico a Bella que entrara en la sala de estar.
- Mm… mira, si no te sientes bien no hace falta que ayudes –dijo Carlisle con nerviosismo.
Una parte de Bella se moría por aprovechar la oportunidad que su padre le daba, pero el sentimiento de culpa fue más grande.
- Estoy bien –dijo Bella con una sonrisa.
- Solo tienes que decirlo, si… si no estás bien… -dijo Carlisle con nerviosismo.
Le dio una palmadita con aire ausente y se fue hacia la entrada.
Bella lo observo caminar hacia la entrada de la casa. Siempre le pareció alto, pero ahora iba con los hombros caídos. Le habría gustado hacer como Ang… decir lo que había que decir, darle un abrazo, pero ya era demasiado tarde.
Voy a dejar unos cuantos capitulos para que puedan ver la trama de la historia y puedan enganchar.
Espero sus RR
Saludos.
Konnyta_Granger
