West Elizabeth
Capítulo 1
Forastero de la verdad
Hacía un día espléndido en la ciudad de Blackwater, situada en West Elizabeth, EEUU; a ese lado de la costa americana, la industrialización se hacía presente de forma rápida, lo que lo atestiguaba sus calles parcialmente pavimentadas y bien organizadas, con edificios de altura media y algún que otro vehículo de la más alta gama en esa parte de la América del siglo XX. Poco o nada quedaba ya de las huellas del viejo Oeste, el cual agonizaba. La gente paseaba por las calles haciendo su vida diaria, las mujeres hacían cola en las tiendas, los jornaleros realizaban sus rutinas diarias, los niños se dirigían a la escuela, las primeras guardias de la policía local patrullaban la zona, y algún viandante a caballo saludaba a la gente al pasar. Era un día como otro cualquiera. El repartidor de periódicos, un chavalín joven de no más de doce años y pulcramente vestido ofertaba el Blackwater Ledger, el periódico local, a voz en grito.
-¡Últimas noticias, lean todo sobre ello! ¡Triunfa la revolución mexicana, Agustín Allende derrocado! ¡Los rebeldes de Abraham Reyes se dirigen a la capital!
En ese justo momento, de golpe y porrazo un fugaz destello se sucedió en el cielo y, un segundo después, un enorme árbol apareció y silbó en el aire antes de caer como un peso pesado en la calle, junto al repartidor y en medio de la intersección principal de la localidad; las mujeres gritaron asustadas y algún que otro hombre exclamó.
-¡Cuidado!
Todos se acercaron al árbol, extrañados, y comenzaron a hablar entre ellos.
-¿¡De dónde demonios ha salido ese árbol?!
-¡Apareció de repente!
-Qué cosa más extraña…
-Miren, alguien lo ha arrancado de cuajo-observó un chico joven.
-¿Quién podría hacer una cosa así?
Un hombre que por allí pasaba se acercó al ver la conmoción; vestía cual típico vaquero, con bandolera al pecho y un sombrero de ala corta, con una pequeña pluma en uno de sus costados. Tenía una corta barba sin afeitar y varias cicatrices en la cara, de ojos oscuros y mirada tranquila. Llevaba consigo un Winchester de repetición a la espalda sujeto con una funda y un revólver Cattleman en su canana.
-¿Qué ha pasado?-inquirió a un hombre cercano.
-Apareció un árbol de la nada de repente.
-¿Cómo así? No es posible…
-Pues ya ve…
El hombre frunció el ceño, extrañado; en ese justo momento, tras otro fugaz destello, apareció en el cielo y sobre sus cabezas una especie de dragón blanco enorme, de profundos ojos azules, amplias alas con un par de afiladas garras en la parte superior y una larga cola con forma de antorcha. Todo el mundo soltó un grito, las mujeres primero.
-¡Un dragón!
-¡Guau!-exclamaron los niños que por allí pasaban.
Sus madres se los llevaron a todo correr y los agentes de policía más cercanos le apuntaron con sus armas.
Confuso y desorientado, eras eran las palabras más adecuadas; una vez que pudo ver con claridad se encontró encima de una ciudad, muy pequeña y rudimentaria a su parecer. La gente le miraba atemorizada y muchos parecían hostiles hacia él, vestían de forma muy clásica y no le recordaron para nada a los humanos promedio que usualmente veía.
-¡Quieta, extraña criatura!-gritó un humano, arma en mano.
-¡Un paso en falso y te matamos!-gritó otro.
No sabía dónde estaba ni qué estaba pasando, se encontraba en un lugar extraño y varios humanos le amenazaban; todos los presentes parecían aterrorizados menos uno, que le miraba algo asustado pero sin actitud hostil en su mirada, ya que ni siquiera se había armado, al contrario que otros allí presentes.
-¡Matad a ese animal!-exclamó en ese momento un transeúnte.
Los agentes no se hicieron de rogar y comenzaron a disparar, pero reshiram se protegió a tiempo mediante protección y las balas botaron en el escudo.
-¡No le ha hecho nada!
-¡Han rebotado las balas!
Aún asustado, reshiram lanzó un agudo chillido para intimidar, dando resultado; la mayor parte de los presentes echaron a correr atemorizados, pero el hombre de antes no se vio intimidado, sin quitarle el ojo de encima. Los pocos que se quedaron se envalentonaron y comenzaron a lanzarle todo lo que tenían a mano, para ahuyentarle.
-¡Esperen, no, deténganse, parece asustado, podrían provocarle!-exclamó el vaquero.
-¿Más de lo que ya nos ha provocado a nosotros? ¡No me haga reír!-le espetó otro hombre antes de lanzarle un tomate a la cara.
Ante esa situación reshiram optó por salir volando y se dirigió hacia el oeste; por su parte el vaquero decidió seguirle y soltó un silbidito, apareciendo enseguida un mestizo húngaro blanco y subiéndose a él rápidamente.
-¡Jía!-exclamó, espoleándolo.
Y así, le siguió por tierra sin perderlo de vista, ya que era difícil no verle.
Por su parte reshiram volaba a toda velocidad, alejándose todo lo que podía de esa ciudad; ante él se extendían amplias llanuras con criaturas extrañas corriendo por ellas al verle volando por el cielo. No parecían pokémon ni por asomo, aun así se le antojaban vagamente familiares; le pareció ver a una manada de bouffalant corriendo todos juntos hacia el sur, otra de sawsbucks ocultándose en una arboleda, y un montón de braviary volando lejos de él, pero ni siquiera tenían su aspecto común. Y todos parecían temerle en cuanto le veían, alejándose de él a la mayor brevedad posible. ¿Qué estaba pasando, dónde estaba?
No muy lejos de donde estaba, y al otro lado de las llanuras, vio una gran concentración de árboles bastante altos y grandes montañas al fondo, siendo un buen lugar para esconderse; ignorando al extraño ecosistema que le rodeaba, apretó el paso y se dirigió hacia allí.
Tras él, y a unos pocos metros de distancia, corría el vaquero siguiendo su estela, dándose cuenta enseguida de hacia dónde se dirigía.
-Va hacia Tall Trees…
Espoleó un poco más a su caballo y tras varios minutos de rápido trote pasó al lado de Beecher's Hope, su hogar, cogiendo el desvío hacia Tall Trees, cruzando la línea ferroviaria; el dragón blanco volaba bastante alto, por encima de los altos pinos que reinaban allí, pero no le costó nada seguirle el rastro. Pasó por Manzanita Post mientras la gente le observaba estupefacta, lo que facilitó que nadie reparara en su presencia. Tras eso, cruzó el paso montañoso de al lado y pronto comenzó a adentrase en la parte elevada de la zona mientras la nieve comenzaba a hacerse presente. Tras varios minutos más de persecución le vio volar al raso sobre el pequeño lago de Aurora Basin y finalmente aterrizó en la explanada, cerca de una cabaña que precedía a un solitario muelle de pesca. Desmontó de su caballo y se acercó lentamente al dragón, que parecía encontrarse muy triste.
Se posó en el suelo, descorazonado; no tenía ni idea de donde se encontraba, tenía hambre y se notaba muy lejos de su hogar. Y por alguna extraña razón, le invadió un sentimiento de tristeza y desasosiego enorme. No saber dónde estaba le mataba y se sentía más solo que nunca. En ese momento oyó algo a su derecha y se volvió, viendo al humano que le llamó la atención antes; se puso en guardia, pero el hombre murmuró rápidamente.
-No, tranquilo… no voy a hacerte nada.
Le sorprendió poder entenderle, incluso, ya que no se esperaba poder hacerlo de buenas a primeras; su voz era tranquila, transmitía seguridad y confianza, y no parecía ser hostil.
-No pareces fiero… en serio, no voy a hacerte daño… tranquilo…
De cierta forma sus palabras tranquilizaban y reconfortaban, dándole una sensación de serenidad que relajó el ambiente; el humano se acercó poco a poco a él hasta tocar su pelaje, acariciándole suavemente. Reshiram se relajó y suspiró, aliviado.
-¿Ves? No voy a hacerte daño…
Finalmente el dragón sonrió y le habló.
-Gracias, humano… pensaba que tú también querías aprovecharte de mí.
Hubo un súbito silencio en el que el hombre se quedó a cuadros, y tras unos breves segundos con una cara de asombro enorme murmuró.
-Has… ¿has hablado?
-Sí, aunque telepáticamente, claro-reveló reshiram.
-Tele… tele ¿qué?
Reshiram prefirió no volver a hablar del tema, dándose cuenta de lo evidente
-Por cierto… perdona si estoy muy curioso pero es que tengo tantas preguntas…
-Normal, yo también-respondió reshiram.
-¿Qué… qué eres?
-Soy un dragón blanco… el dragón blanco veraz… me llamo reshiram-se presentó el aludido.
-Ah… mi nombre es John Marston.
-John Marston…-repitió reshiram, como asimilando las palabras.
-Ajá… y tú reshiram… extraño nombre-comentó John.
-Bueno, hay nombres más extraños aún… perdona pero necesito saberlo ¿dónde estoy exactamente?
-Estás en el territorio de West Elizabeth, Estados Unidos, el lugar más industrializado a este lado de la frontera.
El dragón se quedó callado por un momento sopesando la información, aunque en ese momento le tocó a John preguntar.
-Y cuéntame, reshiram, ¿de dónde saliste?-inquirió el vaquero.
Reshiram le contó todo acerca de ese extraño fenómeno que le absorbió de su hogar y le trajo a ese extraño mundo. Una vez informado John opinó al respecto.
-Vaya, menuda historia, resulta difícil de creer…
-Pues eso fue lo que pasó… se siente raro estar aquí, tan solo quiero volver a mi hogar-murmuró reshiram, compungido.
John, de alguna manera, comprendió su sentimiento y habló.
-Sé cómo te sientes, yo también me siento así… estoy separado de mi familia por fuerza mayor y… sé lo que es eso.
-¿De veras?-inquirió reshiram.
-Claro, es ese sentimiento de opresión, de impotencia… de saber que no puedes hacer nada y empujado por las circunstancias. Es desquiciante. Pero aun así esto me anima a seguir adelante, a recuperar lo que me han quitado, para que todo vuelva a ser como era. Eso es lo único que deseo-murmuró John, consciente de lo que hablaba.
Reshiram se quedó bastante sorprendido por sus palabras; por un momento pudo verlo, se encontraba ante un hombre que perseguía, y con fiereza, la verdad y la realidad. Sabía bien cuál era la situación, fuera la que fuera, y la afrontaba, por muy dolorosa que fuer. era el mismo tipo de fortaleza que él defendía y por el que pugnaba, la verdad y la realidad, el saber que lo que tenemos delante es la pura y dura realidad.
-La verdad está delante de nosotros-murmuró reshiram, con gran claridad.
-¿Cómo?-inquirió John, extrañado.
-Ah… no, nada. Cosas mías-murmuró el dragón.
En ese momento se oyeron muchos gritos que resonaron por toda la cuenca, gritos que clamaban por reshiram… y algo de su cabeza.
-Oh, no, vienen a por ti-obvió John.
-¿Por qué? No he hecho nada malo…
-Supongo que te verán feroz… aunque ya ves, ni eso eres-le defendió John.
Los gritos eran cada vez más audibles, señal clara de que estaban cerca.
-Corre, vete antes de que te vean, escóndete en las montañas.
-Ya, pero… ¿dónde?-inquirió reshiram.
-Mira, colina arriba hay unas rocas muy desiguales, detrás de ellas hay varios salientes por los que se puede escalar, sigue el camino trazado hasta que te encuentres con una vieja mina, gira a la izquierda y sube a lo alto del cerro, al otro lado de la ladera, es la parte más escarpada de Nekoti Rock y la más difícil de acceder, allí no te encontrarán habiendo tantos osos pardos de camino-explicó John con todo detalle.
-¿Osos pardos? ¿Qué son osos pardos?
Los gritos estaban cada vez más cerca.
-Eso no importa, seguro que los ves de camino… tú ve allí, estarás seguro-insistió John.
-¿Vendrás a verme?
-Sí, en cuanto pueda iré-prometió John.
-¿Podrías traerme algo de comer? Me muero de hambre-pidió reshiram.
-Está bien… venga, vete ya-insistió el vaquero.
Reshiram alzó el vuelo con rapidez y en dos segundos ni se le vio alejarse de allí aun a pesar de su gran tamaño; en ese momento apareció un numeroso grupo de personas que se acercó a John.
-¡Eh, oiga señor! ¿Ha visto por un casual una bestia blanca enorme volando por el cielo?-inquirió uno de ellos.
-Pues no, ciertamente… ¿Qué es eso, alguna adivinanza?
-¡Es imposible que no la haya visto, es más grande que una casa!-exclamó uno de los hombres del grupo.
-¿Está seguro de eso, señor? Tenemos que dar con ella, seguro que es muy peligrosa-insistió el primero en hablar.
-Segurísimo, he estado pescando en el muelle y no he visto nada en toda la mañana-aseguró John.
-¡Igual se ha ido hacia el sur!-sugirió otra persona.
-Es posible… cuídese, señor, esa bestia podría matarle en el menor descuido-aconsejó el primer hombre.
-Yo siempre me cuido… que tengan suerte encontrando a su bestia-murmuró John.
La turba se fue de allí y John respiró a gusto; al menos no encontrarían a reshiram.
El pokémon fue lo suficientemente rápido como para evitar que no le vieran ni el plumaje; fue fácil encontrar el camino puesto que estaba bien delimitado, como bien dijo John. Cerca de la vieja mina encontró el pico que mencionó y al otro lado de la ladera localizó una pequeña muesca en la roca con la que podría trabajar sin muchos problemas; con ataques como cuchillada, dragoaliento, o llama fusión pudo excavar una larga cueva donde poder refugiarse en caso de emergencia o algo parecido. Desde lo alto del pico se podía ver una fortaleza bastante bien resguardada entre las montañas, pero no había ningún peligro de que le vieran, la cueva que se había hecho quedaba al otro lado de la ladera. Aun así él siempre se entretenía observando a los humanos que pululaban por allí cerca, siempre había muchos y no dejaban de ir de un lado a otro. Esa misma noche, John le encontró al fondo de la cueva.
-¿Reshiram?
-Sí, aquí.
-¿Y esta cueva? No recuerdo que hubiera una tan larga aparte de la mina-hizo memoria el vaquero, llevando una antorcha consigo y una bolsa de tela a su espalda.
-La he hecho yo perforando la roca-anunció reshiram.
-¿En serio? Vaya… te he traído algo, como no sé qué comes exactamente pues cogí un poco de todo: queso, carne, pan, fruta…-explicó John.
-Mientras sea comestible me vale.
Tenía tanta hambre que hasta se comería un árbol; apuró enseguida lo que le trajo, quedándose del todo satisfecho. John le observó comer mientras fumaba un pitillo, aunque en un momento se abrazó a sí mismo comentando.
-Qué frío hace aquí arriba…
-Fresquillo, nada más…-murmuró reshiram.
-Sí claro, habla por ti, con ese pelaje pasar frío poco-observó el vaquero.
Salió afuera y reshiram le siguió, vieron desde el otro lado la gran fortaleza.
-¿Qué es esa fortaleza?-inquirió reshiram.
-Es Cochinay. Formaba parte de una reserva de nativos de West Elizabeth, pero un viejo amigo mío, Dutch Van der Linde, se apropió de ella y ha corrompido a los nativos, haciéndoles luchar por sus ideales… los está destruyendo por dentro-explicó John.
El solo nombramiento de la palabra hizo cabecear al dragón, recordando a su homólogo; si zekrom estuviera aquí, probablemente congeniaría muy bien con ese tal Dutch.
-Pude ubicarle hace poco, antes de que tú aparecieras… sabe que estoy aquí y en cualquier momento se podría poner en movimiento-siguió John con las explicaciones.
-Supongo que habré generado cierta expectación-obvió reshiram enseguida.
-Puedes jurarlo, mira, esta corta tirada del Blackwater Ledger ha sido editada pocas horas después-anunció, sacando el nuevo número.
En la portada se podía leer: Un peligroso dragón blanco aparece, extremen las precauciones. Al lado había un dibujo al carboncillo de él, más o menos fiel a su imagen pero con variaciones que no se correspondían a su figura.
-¿Por qué me ponen cual dragón sangriento? Ni siquiera he hecho nada malo...
-Supongo que es por el aspecto… pero no te conocen como yo, si demostraras a esa panda de ignorantes que no tienen nada que temer contigo puede que te dejen tranquilo.
-Ya, pero… ¿cómo lo hago?
John estuvo callado por un momento, pensativo, y luego habló.
-Date a conocer mediante buenas acciones, ayuda a gente que lo necesite, da siempre lo mejor que tengas… yo lo hice así y la verdad es que me funcionó.
-Buenas acciones-repitió el pokémon.
-Así es, en West Elizabeth puede que no encuentres gran cosa pero en New Austin y en México siempre hay problemas por los caminos, el viejo Oeste agoniza y supongo que trata de sobrevivir por todos los medios. Pero allí lo tienes, tras las llanuras se acerca una industrialización imparable, en pocos años no quedará nada en toda la linde de la frontera, ya lo tengo asumido-explicó John.
Reshiram observó el paisaje, más allá, pasados los altos pinos; se podía ver las llanuras de Great Plains y, al fondo del todo, Blackwater junto a las orillas del Flat Iron Lake.
-Ya veo… está bien, lo intentaré, mañana me pondré a ello-aceptó reshiram el reto.
-Bien… si me necesitas búscame por aquí, no me voy a mover de West Elizabeth. Adiós, reshiram.
-Adiós, John Marston.
Buenas acciones… él no confiaba demasiado en los humanos, siempre le han enseñado a no fiarse nunca del bien ajeno; aunque la situación actual le hacía replantárselo. Necesitaba quedar bien con la gente de este lugar, no le convenía estar de rifirrafe con ellos; tampoco sabía bien cuando volvería a su hogar y puede que estaría allí durante un tiempo. Sin embargo, John era un buen hombre y se notaba que se podía confiar en él. Y si él podía confiar en John, entonces podría confiar en los demás.
¡Y aquí comienza el primer crossover de esta historia! Si hay alguien que no haya jugado a Red Dead Redemption (ni tenga intención de hacerlo) no os preocupéis, que he pensado en vosotros, iré explicando poco a poco el trasfondo de la historia para situar bien a los menos puestos. Si tenéis intención de jugar, en tal caso os aconsejaría que pararais de leer y os terminéis antes la historia, porque voy a ir en paralelo a los acontecimientos previos al final y el propio final, por lo que sí, va a haber spoilas, ya lo sabéis, quien avisa no es traidor.
Cuando concebí por primera vez esta historia busqué héroes, ya fueran de películas o videojuegos, que se ajustaran lo más posible a la visión de realidad y verdad que profesa reshiram, y algo en mi cerebro saltó enseguida, siendo John el primero en aparecer. Aunque no tengo intención de meterme con el canon en el juego ni mucho menos, mi intención principal para con esta historia es complementar de cierta forma las otras, pero con el añadido que es reshiram, al tiempo que amplío y trabajo la relación de estos selectos personajes con el dragón blanco, el cual irá ayudando a los respectivos héroes en momentos específicos de cada historia.
Y eso es todo de momento, esta parte ya está escrita desde hace tiempo, pero iré subiendo todos los capítulos poco a poco para que se vayan aclimatando bien en los que vayan leyendo. Comentad, dejad reviews y todo eso. ¡Nos leemos!
