Atención: Miraculous Ladybug y todos sus personajes no me pertenecen a mí, sino al grandioso Thomas Astruc. Unicamente la trama de este fanfic le pertenece a mi cabecita.
¡Espero que sea de su agrado!
Finge que soy él
En la panadería y pastelería Dupain-Cheng se encontraba una joven desvelada por sus cavilaciones. Observando el cielo nocturno desde su balcón Marinette suspiraba, perdida en sus pensamientos.
-Anda, Marinette. Dime qué te ocurre –un pequeño kwami rojo volaba cerca del hombro de la joven. Tikki estaba preocupada por su amiga, después de derrotar a Riposte y haber escuchado la conversación entre Adrien y la chica nueva, se había sumido en una especie de burbuja, simplemente jugaba con el brazalete que el joven Agreste le había regalado.
-Tikki, ¿Crees que a Adrien le haya gustado Kagami? –la peliazul miró asustada a su kwami. Justo ahora que ella y Adrien estaban conviviendo más tenía que aparecer esta nueva chica. Marinette no era para nada tonta, podía llegar a ser bastante observadora si se trataba de Adrien Agreste. La conversación del chico con la asiática y la expresión de este se proyectaba continuamente como si de un cortometraje de terror se tratase.
-Eso no lo sé, Mari, el comportamiento y las emociones humanas siguen siendo un misterio para mí. Pero si de algo estoy segura es que le importas mucho –Tikki voló hasta la mano de su amiga y señalo el brazalete.
-Sí, como ''una gran amiga'' –dijo Marinette imitando la voz del joven Agreste.
-¿Quién es una gran amiga, purrincesa? –Tikki voló a esconderse tan pronto vio al joven superhéroe aparecer en el balcón. Marinette se llevó una mano al pecho, sobresaltada. El corazón de la joven se había acelerado al oír la voz del héroe enmascarado. Por un momento todos los poros de su piel reaccionaron ante esa voz, y su mente le jugó una mala pasada al haberla relacionado con la persona equivocada; pero al escuchar el ridículo apodo que, el gato le había puesto, identificó de quien se trataba. Adrien Agreste jamás aparecería en su balcón a la media noche.
-¡Casi me matas de un susto, Chat Noir!- Marinette se dio la vuelta para ver a su amigo. Chat Noir sonreía apoyado contra la baranda del balcón -¿Qué haces aquí?
Chat le guiñó un ojo a Marinette, a lo que esta respondió poniendo los ojos en blanco –Verás princesa, mientras realizaba mi patrullaje nocturno, ya te imaginarás, ser el héroe de Paris no es sencillo. Bueno, mientras… -Marinette dejó de prestarle atención a las palabras de Chat; su mente volvía una y otra vez a la misma escena. Tenía miedo de que Adrien se enamorara de Kagami. ¿Qué podría hacer ella? Kagami era una talentosa esgrimista, mientras ella era una torpe chica. Quería conquistar a Adrien, pero cada vez parecía más y más lejano su sueño de casarse con él.
-¿Pasa algo, Mari? –Chat se percató de que la mente de su compañera estaba en otro lado. La joven suspiró y negó con la cabeza, componiendo la mejor sonrisa que podía. Aunque no hubiera compartido tanto con su compañera como le hubiera gustado, Adrien sentía que conocía muy bien a Marinette. Era una chica dulce y especial, un poco torpe pero dispuesta a enfrentarse a quien fuera por defender a sus amigos. Con solo verla sabía que algo le ocurría.
-Vamos, dime, princesa, sé que hay algo por ahí –Chat se acercó a Marinette y la miró fijamente, concentrándose en ver cualquier cosa que su rostro pudiera revelar sobre lo que la tenía tan pensativa.
-Deja de ser tan insistente, Minou –la joven retrocedió ante la cercanía del héroe.
-¿Es qué no confías en mí, princesa? Meawch, me lastimas –Chat Noir hizo un puchero. No era que no confiara en él, más bien, confiaba demasiado en él. En muchas ocasiones le había confiado su propia vida, aunque él no lo supiera.
-No es eso… Chat
-Mírame, princesa –Chat tomó el rostro de Marinette entre sus manos. La repentina cercanía hizo que ambos jóvenes se sonrojaran. Adrien nunca había estado tan cerca de Marinette como su álter ego, era la primera vez que se detenía a observar los grandes y azules ojos que poseía. Se le hacían muy familiares, pero no lograba identificar de donde exactamente. Y lo mismo le ocurría a Marinette, como Ladybug había estado bastante cerca del gato, pero parecía ser un descubrimiento para ella la intensidad de esos ojos verdes que la miraban. Los ojos de Chat Noir eran profundos y cargados de una sincera preocupación.
-Oh, Minou –Chat se sorprendió cuando Marinette le rodeo con sus brazos. Ni como Adrien ni como Chat había visto nunca a la chica actuar así. Le devolvió el abrazo sin pensarlo, dándole la bienvenida así a un extraño calor que se extendió por todo su pecho. Tanto él como su álter ego necesitaban de cariño de vez en cuando.
-Me gusta un chico –Marinette deshizo el abrazó y se separó de Chat. No valía la pena ocultarle a Chat lo que ocurría, él era su mejor amigo (al menos como Ladybug) y mostraba preocupación por ella. Aunque él no supiera su verdadera identidad ni ella la de él (y si la supieran cuantos problemas y preocupaciones se ahorrarían), una extraña sensación dentro de ellos les decía a gritos que confiaran en el otro. Marinette decidió abrirle su corazón al gato callejero que tenía como mejor amigo –. Simplemente me encanta. Él es grandioso, amable, inteligente…
Chat miró a su amiga sorprendido. Le resultaba triste que solamente como su álter ego pudiera hablar con ella sin que tartamudeara o se mostrara incómoda. Le gustaría compartir aún más con ella como Adrien, pero por ahora se conformara con que le tuviera confianza como Chat Noir.
-¿Cuál es el problema con este joven afortunado? –''De verdad es afortunado'' pensó Adrien. Con las pocas palabras que Marinette había dicho de él se notaba lo enamorada que estaba. Él quería algo así, que alguien sintiera eso por él. Quería en especial que su lady sintiera eso por él.
-El problema es que él es tan perfecto y yo soy yo –la chica suspiro, volviendo a jugar con su brazalete, el cual Chat acababa de darse cuenta de que lo llevaba. No pudo reprimir una sonrisa, eso significaba que el regalo le había gustado. Se sentía orgulloso por eso.
-¿Y? No veo el inconveniente –Chat sonrió y rodeó con un brazo los hombros de la chica. Marinette se sonrojó, no pudo evitarlo, estaba acostumbraba a esas muestras de cariño cuando luchaba a su lado como Ladybug, pero no en una circunstancia como esta.
-Chat, el inconveniente es… que no logro confesar lo que siento por él –dijo apartando el brazo de Chat de sus hombros –No logro decir lo que siento, por más que lo intento… y ahora apareció una chica nueva…
-¡Vamos princesa! Te voy a ayudar –guiñándole un ojo Chat se dirigió hacia la puerta de la trampilla y la señaló –pero primero, entremos, que está empezando a hacer frio.
-¿Acaso el gatito no aguanta el frío? –Marinette lo miró con una sonrisa burlona
-No es eso, princesa, me preocupas tú… sí, eso –el muchacho se rascó la cabeza nervioso. Hacía frio, prefería estar adentro, en un lugar cómodo y caliente, pero no quería admitir eso al frente de la chica. Marinette caminó hacia él y abrió la trampilla. La habitación de la joven era con un monumento al color rosa. Chat había estado allí un par de ocasiones con anterioridad; una como Adrien y una como Chat. Le transmitía un extraño confort estar ahí. Hizo una nota mental para buscar si el rosa tenía propiedades relajantes.
Marinette se sentó en su cama y con la cabeza le indicó que tomara asiento a su lado. La cama era suave y se veía bastante cómoda. – ¿Eso es un gato? –Chat señaló la enorme almohada en forma de gato que rodeaba la almohada de Marinette –Sabía que amabas a los seres como yo –Chat guiñó un ojo.
-¿Podrías ser serio por un rato, Minou? –Marinette suspiró, aguantando una pequeña sonrisa que amenazaba con salir de sus labios.
-Si mi princesa lo pide, sería todo un honor –el joven héroe se llevó la mano al pecho. Marinette sonrió. –Bueno, gatito ¿Qué tienes en mente?
-¡Confiésale lo que sientes por él! –dijo el gato con una sonrisa de oreja a oreja, una sonrisa genuina y llena de emoción, que Marinette no lograba comprender.
-Hay un problema… me pongo nerviosa cuando estoy cerca de él –la joven abrazó su almohada y enterró la cabeza en ella. ¿Sería que ella se ponía nerviosa con la mayoría de los chicos? No, eso no podría ser, actuaba tranquila con Nino y ahora con él (siempre y cuando hablara con ella como Chat Noir), así como con Iván y Kim. Entonces, ¿por qué estaría nerviosa delante de Adrien y del chico que le gustaba? Aunque… Adrien descartó la idea descabellada que había cruzado por su mente.
-No te preocupes princesa, te ayudaré con esto. Lo creas o no ya he ayudado a amigos en estas situaciones
-Muy bien, ¿cómo? –Marinette se estaba empezando a poner nerviosa. Cualquiera que fuese la gran idea de Chat para ayudarla, le daba una especie de escalofríos.
-¿Lista para saber cómo? – Chat había percibido el nerviosismo de la joven y le apetecía exasperarla un poco. Marinette asintió -¿Segura que estás lista?
-¡Que sí! Chat, es en serio, si sigues molestando te voy a tirar una cubeta de agua helada, para curarte esa locura –Marinette lo miró cruzada de brazos, ya se estaba arrepintiendo de haberle contado la situación al gato.
-¡Finge que soy él! –El joven exclamó finalmente, con una gran sonrisa. Quería ayudar a su amiga y practicar era la mejor idea que se le ocurría.
La peliazul lo miraba confundida. ¿Le habría ocurrido algo extraño a Chat? Marinette estaba considerando realmente la idea de curar esa demencia con una buena cubeta de agua bien helada…
-Bien, Chat, creo que es hora de irte…
-¡Espera! De verdad quiero ayudarte, princesa. Inténtalo, no tienes nada que perder, ¿o sí? –Adrien miró esperanzado a Marinette.
-Lo intentaré… -dijo vacilante. Posiblemente Chat tenía razón. De por sí, sin importar lo que le dijese a Chat, solo era una práctica, no se le iba a confesar directamente a Adrien Agreste.
-Cuando estés lista, princesa –Chat se acomodó en la cama, poniéndose frente a frente el uno del otro. El corazón de la peliazul se aceleró –. Imagina que soy ese chico.
-Muy difícil –comentó ella.
-¿Tan poco disfrutas de mis atributos, purrincesa?
-Lo que poco disfruto es tu sentido del humor –dijo sonriendo y dándole un suave golpe en el hombro a Chat –. Vamos, Minou, concentrémonos.
Respirando hondo, Marinette empezó – ¡Hola! ¡Quería invitarte a-a-a salir!
-¿Es en serio, princesa? –El gato miraba a la joven, divertido. Colocando sus manos en los hombros la miró -menos nervios y más pasión.
-¿Quieres salir conmigo? La-la verdad es que me-me gustas desde… -la joven volvió a empezar. El corazón latía fuertemente en su pecho con tan solo la idea de invitar a salir a Adrien. Imaginaba su rostro, mirándola atento… En vez de Chat Noir estaría sentado al frente suyo Adrien Agreste. Cerró los ojos y podía jurar que podía oler el aroma de él. Imagino sus ojos verdes, su sonrisa amable. Lo imaginó rascándose la cabeza, nervioso por no saber cómo responder a su confesión… y de pronto, su imaginación se vio arruinada por la imagen de cierta chica oriental apareciendo detrás de él.
-¡No puedo! –la joven temblaba. Tenía miedo. Miedo de ser rechazada por Adrien y verlo irse con Kagami. Tenía miedo de hablar y decir lo que sentía, al igual que tenía miedo de callar y aguantarse esa presión en el pecho.
-¡Vamos, Mari! Una vez más. Pero esta vez intenta decir todo lo que guarda tu pecho –Chat sujetó las manos de la chica para que dejaran de temblar.
-¡Me encantas! –dijo la joven cerrando fuertemente los ojos y aumentó el agarre en las manos de Chat. Este sonrió, eso era lo que quería oír. Marinette ocupaba más confianza para poder confesarse. Pero esas dos palabras no eran las únicas que la muchacha ocupaba sacar de su pecho –. ¿Acaso no se nota? Cada vez que te veo siento como un cosquilleo en todo el cuerpo, y un calor en mi pecho. Tu sonrisa, tus ojos verdes, tu talento y tu bondad. Me encanta la clase de persona que eres, tu humildad y simpatía. Perdón si la mayoría del tiempo me comporto como una gran patosa, una niña torpe y distraída. Desearía que pudieras conocer más de mí. Desearía que me vieras de otra forma, además de una gran amiga. Eso es lo que ocupaba decir. Te Amo, Adrien Agreste.
Chat Noir se encontraba petrificado en su lugar. Se había olvidado de como pestañar, respirar e incluso de como pensar. Miraba estupefacto a la chica al frente suyo, que seguía tomada de sus manos. ¿Cómo había sido tan ciego? Era su amiga y no se había ni percatado de los sentimientos de su amiga. Era extraño, ser testigo de una confesión indirecta que al fin y al cabo iba dirigida a ti. Su corazón se encontraba acelerado.
-¿Cómo estuve esta vez? –Estaba sonrojada. Marinette estaba sonrojada por él.
-Perfecta –fue lo único que podía decir. Se sentía aturdido, confundido por una nueva ola de emociones. Al escuchar a Marinette reír supo que no podía quedarse allí por más tiempo.
-Creo que los servicios de este gato callejero no son más necesarios –quería mantener la compostura, seguir siendo el Chat tranquilo de siempre.
-Vete, gato –nuevamente volvió a reír, y esta vez lo que confundió aún más a Adrien fue la sonrisa de la joven. Era tan reluciente y blanca, nunca la había observado con detenimiento. Una imagen de su Lady atravesó como una flecha en llamas el refugio de su mente.
-Buenas noches, princesa –chat se puso de pie, dispuesto a salir por la trampilla.
-¡No tan rápido, Minou! –Marinette lo agarró de la mano. Se puso de pie sobre su cama y poniéndose un poco de puntillas logró besar la mejilla del héroe –. Gracias, Chatton. Ladybug corre suerte al tenerte como compañero.
-Me vas a malcriar con tantos halagos –´´y muestras de afecto'' Chat Noir se despidió de Marinette con la mano y salió por la trampilla. Sonrojado y abrumado se dispuso a perderse en la noche de Paris, mientras su propia mente navegaba en la nueva información adquirida.
¡Gracias por leer! Los comentarios son muy bien recibidos 3 ¡Los amo!
