Gui: Bien, he decidido volver a las andadas, porque llevo mucho tiempo alrededor de ASOIAF y no puedo ser una fan incondicional si no escribo fics sobre el tema (y sobre temas escondidos del "tema", sobre historias olvidadas y personajes secundarios...). Esta vez, me he puesto en mi gustoso papel de desenterradora del pasado y he ido a buscar expresamente para vosotros, la historia de la Danza de Dragones, esa terrible guerra que inició todos los problemas de nuestros queridos personajes. Me gusta entender el universo, lo que es un Gran Maestre y dónde está Roca Casterly, y además tener ecos de nombres conocidos. Stark, Tarly, Arwyn, Manderly, Targaryen. Targaryen. Y hay dragones. Si eso no es un aliciente para seguir...
Mi fuente principal es el precioso manuscrito del Archimaestre Gyldayn de la Ciudadela de Antigua, la Historia de las Causas, Orígenes, Batallas y Traiciones de la Más Trágica de las Masacres, Conocida como la Danza de Dragones, recogida por un ser humano servicial llamado George Martin, en una antología llamada Mujeres Peligrosas (Dangerous Women, en su título en inglés).
Disclaimer: Los hechos y dichos recogidos en esta historia salen expresamente de la cabeza de nuestro querido grrrr George Martin.
Dragones Bailando
o la Más Humana de las Tragedias: la Guerra Testaruda
Aegon, El Que Flaqueó
–¡No! –Aegon alzó la voz, interrumpiendo a su interlocutor–. No quiero oír hablar de esta traición. La reina es mi hermana. No quiero ser rey. No me interesa. ¿Qué clase de hermano se alza contra el derecho de su hermana?
–No lo entendéis, Alteza, esa puta os matará si llega al trono… –empezó Ser Criston.
–¡Mi padre la nombró heredera a ella! Él era el rey, él sabía lo que hacía. Rhaenyra será reina en Poniente y no se hable más.
Ser Criston Cole, lord Comandante de la Guardia Real, no se dejaría amilanar. La reina Alicent llevaba mucho tiempo planeando esto y su hijo no lo echaría todo a perder. Le echó una fea mirada a la figura tumbada sobre la cama del futuro rey, apoyada sobre sus codos para poder alzar la cabeza y mirar lo que estaba ocurriendo. La mirada llegó hasta Aegon que entendió el mensaje y despidió a su amante.
–Vuestra hermanastra no parará hasta conseguir todo el trono para sí. No le bastará con el título de reina. También querrá que sus hijos lo hereden –. Ser Criston hizo una pausa significativa–. Y para ello, tendrá que pasar por encima de vuestro cuerpo y el de vuestros descendientes. ¿Quién tiene el apellido Targaryen? –susurró. Repitió la frase en un tono muy elevado, varias veces, para que el príncipe lo entendiera–. Sus hijos son bastardos, y todo el mundo sabe que los bastardos son malvados por naturaleza. Tendrá que matar a todos vuestros hermanos y todos vuestros hijos si quiere conseguir sus designios.
Aegon había flaqueado. Ya no estaba tan seguro. Ya no estaba tan seguro…
Así que lo coronaron. Al son del llanto de los plañideros que decían que había muerto Viserys I, que viva el rey Aegon II. Con la corona de Aegon el Conquistador, primero de su nombre. A lomos de Fuegosol el Dorado, dragón centelleante. En la Fortaleza Roja de Desembarco del Rey. Como habría ocurrido con cualquier rey. Y la historia ha querido llamarle el Usurpador…
Y es que en seguida se le fue la reticencia. En seguida fue un ultraje que Rhaenyra se coronara con la corona de Jaehaerys I y de Viserys, su padre. En Rocadragón. A lomos de Syrax, el dragón formidable. También fue traición que el Gran Maestre Orwyle propusiera una alianza, aunque sus mujeres le frenasen las ganas de echarlo a las mazmorras. También fue un escándalo que Rhaenyra le abofeteara con sus buenos términos de negociación.
Y es que le habían dado un papel. Un regalo envenenado. Una corona maldita, de las manos de su propia madre. Si lo aceptaba, si lo cogía con sus manos desnudas, tenía que agarrarlo hasta que no le quedase un soplo de aliento. Por muy estúpida que fuera la postura. Por muy testarudo que pareciese. Había aceptado ser el traidor, el Usurpador, pese a su propia voluntad. No podía dejarlo. No podía dejarlo todo a mitad, diciendo que se había equivocado. Tenía que mantenerse firme en su decisión, aunque le arruinase la vida.
Y le arruinó la vida.
Esto es todo por hoy.
Quisiera añadir que voy escribiendo la historia según leo The Princess and the Queen, la historia de la que saco todo lo que ocurre, así que estoy en una postura cercana a la de los personajes: no sé lo que va a ocurrir después (bueno, sí sé lo que ocurre 100 años después, pero no cuenta), a mayor o menor medida. Esto es útil para poder acercarme al estado de ansiedad de los personajes. No es útil, porque puedo equivocarme. Consecuencia de lo cual, he decidido no darle un sexo aún al/la amante de Aegon, ya que no sé si es hombre, mujer o si da igual para la historia.
Los reviews son chocolate, tanto para el que los escribe como para el que los lee.
Gui
SdlN
