LA APUESTA
Disclaimer; Esta historia no ha sido realizada o aprobada por ninguna persona o entidad relacionada con las obras originales o licenciadas de Stepehnie Meyer
Le mire lo mas desafiante que una flacucha niña de ocho años puede verse mientras mis pálidos puños se apretaban hasta lograr que mis nudillos se tornaran amarillentos.
Mi vecino, Jimmy Costa, sonreía engreídamente ante mis ojos, en mi cara, con su grupo de aduladores amigos detrás. Parecían ser algo parecido a un perro miniatura para el estereotipo de diva; eran un necesario accesorio más en su persona. Parecía ser que necesitaba constantemente ser alabado por un manojo de muchachitos. No salía a ningún lado sin ellos.
- ¿Lo ven? Les dije que no lo haría – exclamó con suficiencia a sus compinches, quienes rieron.
Apreté mis dientes a tal punto de hacerlos rechinar.
- ¡Eres una niñita cobarde, Isabella! – continuó mofándose.
Estaba demasiado furiosa como para corregirle. Me deje caer sobre mis rodillas, sin importarme de ensuciar los remendados jeans que la pobre de Renee había tenido que reparar innumerables veces debido a mi torpeza.
Les mire y pude notar las atónitas miradas de los muchachos. Todos me observaban expectantes, con sus ojos abiertos todo lo posible y sus mandíbulas colgando, haciéndolos verse como idiotas.
Dirigí mi atención al suelo y tome un puñado de tierra, ignorando la molestia que esta producía bajo mis uñas. Volví a mirarlos desafiante para comprobar que continuaban observándome incrédulos. Una leve sonrisa se dibujó en mi infantil rostro antes de meter el oscuro puñado de polvo en mi boca con decisión.
No estaba tan mal. Sinceramente, había esperado algo mucho peor.
Tragué con fuerza y volví a mirar a los muchachos. Estaban horrorizados, mirándome como si me hubiera cortado una mano y me la estuviera tragando fresca y cruda.
- ¡Agh! ¡Eres rara! – chilló Jimmy, asqueado.
Apreté los labios aun más enojada mientras tomaba otro puñado de tierra, me levantaba del suelo y lo levantaba sobre mi cabeza, amenazando con lanzárselo. Aterrorizado, Jimmy lanzó un agudo (y femenino) grito y huyó velozmente seguido de sus amigos. Fruncí el ceño con algo de satisfacción. Vaya, ¿quienes eran lo cobardes?
Los observe alejarse por un instante, antes de sonreír maquiavélicamente. No había reto que me acobardara. Le había ganado al "gran" Jimmy Costa.
admito que nunca me llamo la atencion estos libros… hasta q mi hermana los compro, leyó y hablo sobre cierto personaje (para curiosos, este cierto personaje empieza con "j" y termina con "acob") q comencé a interesarme y leer. y no pude resistirme a escribir esto
dedico el oneshot a mi hermana y a una amiga q también lee los libros n.n
pd; si no le ven sentido al fic, vayan a "crepúsculo", finales de la pag 211 y principios de la 212
