Capítulo 1

"El viaje a mi nueva vida"

La alarma había sonado nuevamente, ya habían pasado diez minutos de las ocho de la mañana. Ese día iríamos a la casa de mi tía que vive en Forks, la cual me había invitado a pasar las vacaciones de verano, eso significaba que pasaría esos siguientes tres meses en Forks, y por lo que había estado investigando ese lugar era descrito como un mundo de oportunidades escénicas y de diversión. Con su circundante belleza ambiental, y que era reconocida por sus abundantes lluvias invernales, sus veranos calurosos y soleados, y sus privilegiados lugares de caza, pesca y excursionismo. Aunque lo que más me había atraído de la idea de ir a la Forks fue que me entere que a poca distancia de Forks había lagos transparentes, playas de agua cristalina, antiguos y húmedos bosques. Siempre me atrajeron los bosques, me sentía, por algún motivo, identificada con ese lugar, es algo muy oscuro, engañoso, misterioso… y los arboles hacen que tengas una perspectiva de que estas encerrada por más que estés al aire libre, eso pudo sonar algo extraño, pero es como todas las personas de mi entorno lo describían, incluso yo lo sentía así mucho antes de que ellos dijeran algo. Me voltee de nuevo para ver el reloj, casi las ocho y media. Suspire, jamás, pero jamás me había levantado tan temprano en mi vida. ¿Cómo hacían todas esas personas para poder estar tan despiertos a esa hora? Me moví varias veces en la cama hasta que decidí que ya era hora de levantarme. Me vestí y me aliste para desayunar, cuando baje, mis padres no se hallaban por allí- la verdad no entiendo porque me sigue sorprendiéndome, si nunca estaban allí- así que prepare unos panqueques, no tenía mucha hambre, pero preferí tener algo en mi estómago, ya que el viaje duraría varias horas, casi un día. Cuando acabe allí creí que era buen momento para terminar de empacar, así que me había decidido ir a mi habitación hasta que oí el timbre. Fui con paso decidido hacia la puerta, y al abrir me encontré con el cartero, traía una carta y junto a ella un gran paquete. Cuando me despedí del cartero me dirigí corriendo a mi habitación como ya había planeado hacer antes, al llegar decidí dejar la carta junto al paquete en mi cama y terminar de empacar los últimos elementos personales que tenía que llevar, como el cepillo de dientes, el dentífrico, y demás pertenencias que hubiera resultado ridículo empacarlas antes.

Cuando termine con ello mire la hora y eran las doce y media, me había llevado más tiempo del planeado, busque mi móvil -que se estaba cargando- y marque en llamadas rápidas a mi mama. La cual atendió luego del tercer timbre.

- Mama ya termine, me voy al aeropuerto.

- ¿Segura que no quieres ir en automóvil?

- ¡NO!, en cuanto mas rápido salga de aquí mas rápido estaré de vacaciones, además mama, ustedes ya tienen demasiado trabajo como para andar dándose el lujo de venir a buscarme, me tengo que ir, mándale saludos a papa. Te quiero

- De acuerdo, te veo después Amy

- ¡SABES QUE NO ME GUSTA QUE ME LLAMEN ASI MAMA!- así es, prefiero que me llamen por mi segundo nombre, porque Amy me suena muy mandona, más de lo que ya soy, así que prefiero que me llamen Erika como mi escritora favorita, ya que ella lleno de luz mi vida cuando se encontraba llena de oscuridad- te veo en tres meses, adiós.

Colgué el móvil y tome mi chaqueta junto a mis dos valijas, en este momento agradecía que las valijas tuvieran ruedas, sino no hubiera podido con todo.

Al llegar al aeropuerto me ubique en mi asiento y sin darme cuenta comencé a quedarme dormida hasta que unas leves turbulencias invadieron al avión, y lo debo admitir, me asuste y mucho, era el pánico de que el avión cayera en picada y que me pasara algo, a veces soy demasiado temerosa, pero me asusta y mucho, creo que ese podría ser mi mayor temor, pero por suerte luego de unos minutos los cuales me parecieron horas cesaron y el avión siguió su ruta con mucha calma, y pude divisar a dos mellizos de cabello naranja fuego con cara de susto abrazados entre sí, esa imagen me conmovió mucho, ya sea por el hecho de que ambos gemelos debían de tener unos cuatro años o tal vez por la razón de que demostraban el amor que se tenían entre hermanos, a diferencia de mi familia donde todos tenemos una batalla de todos contra todos, luego de verlos por un buen rato uno de ellos levanto la vista, lo más probable es que haya sentido mi mirada sobre el todo este rato, al verme me sonrió muy brevemente y luego volvió su vista a la ventanilla y yo decidí que ya era hora de volver a dormir, pero luego de intentarlo y de no obtener éxito decidí que lo mejor sería leer un libro, era mi libro favorito en toda la historia de los libros, me lo había dejado mi abuela antes de fallecer con el deseo o el anhelo de que yo lo disfrutara tanto como ella lo había hecho en su juventud, las páginas amarillas por el paso de los años hacían a la lectura mucho más interesante y también el pensamiento de que ese libro estaba en nuestra familia desde hace quince generaciones, aun me imaginaba a familiares de hace miles de años desvelándose por las noches con las ansias de saber que ocurriría luego. Era una historia de mucha ficción a decir verdad, se trataba de una niña huérfana que correspondía al nombre de Saharah que conocía a un niño llamado Tehodor que era un hombre lobo, y mientras en la novela te aferrabas ah un amor prohibido al final rompías en llanto al saber que el chico de los sueños de la pequeña niñita terminaba muerto tras un accidente en la playa, a lo mejor por eso es que estaba decidida a no enamorarme, por no encariñarme con algo cuando no sabía si luego lo iba a perder, o tal vez porque ningún chico tenia lo que yo buscaba, ya mis amigas empezaban a preguntar porque no salía con ningún chico, y claramente, no iba a pasar el verano escuchándolas preguntar lo mismo una y otra vez, así que apenas supe de la invitación de mi tía no lo dude.

Tras a ver pasado unas once largas horas de viaje, el avión comenzó a descender suavemente, y al cabo de media hora se encontraba en el aeropuerto ya listo para que todos nosotros podamos salir de allí dentro. Cuando llego mi turno de descender me dispuse a buscar con la vista a mi tía, ella era soltera por lo cual no tenía ni hijos ni a nadie al cual yo podría llamarlo tío lo cual me dolía mucho, me hubiera encantado poder sentarme en las piernas de algún tío ya que mi padre no me deja sentarme en las suyas, con mi padre no me llevo bien, a veces siento que él no me quiere, que a lo mejor le sería mejor si yo no hubiera nacido, siempre necesitaba a alguien para que me contuviera, me abrazara y me demostrara que no estaba sola en el mundo, esa persona es mi mejor amiga, a la cual quiero como a una amiga, ella es la persona que más me conoce, sabe de mis temores por mas patéticos que estos sean, y lo mejor de todo ella no se burla de mí, me acepta tal cual soy. Ella es aparte de mis primas Carolina y Julia son las personas a las que más quiero. Con el resto de mi familia no me llevo muy bien, peleo y discuto demasiado con ellos, me siento tan diferente que a veces llego a pensar que soy de otra familia…

En todo ese momento había estado tan sumida en mis pensamientos que me sobresalte demasiado cuando una mano toco mi hombro, provocando que saltara y soltara muchas cosas que en ese momento llevaba en mis pequeñas manos, mi cabello largo y morocho se había despeinado con el gran viento que había y mis ojos de color avellana se abrieron como nunca, yo tengo algo raro en ellos, cuando esta nublado se me ponen de un color más claro, similar al gris perla, y cuando hace calor se me ponen del color avellana, una brisa helada nos invadió a todos los que estábamos en el aeropuerto y mi pequeña nariz se tiño de rojo, dejando a mi piel blanca de color bastante pálido. Me di vuelta y observe a mi tía con su deslumbrante sonrisa. Ella es una mujer esbelta y muy feminista, odia cuando un hombre manda la manda a hacer algo, por más que sea su propio jefe del trabajo, ella me consiente mucho pero a su vez es estricta- una de las razones por las que mis padres me dejaron hacer este viaje-. Al verme de nuevo abrió sus brazos para dar paso a un enorme abrazo- el cual casi me deja sin respiración- y al soltarme tomo mis maletas y nos fuimos a su vehículo directo a su hogar por la ruta, lo cual tardaría unos veinte minutos pero ahora que comenzó a llover tardaría casi media hora -o incluso mas-.

- ¿Se te hiso largo el viaje? Es mucho el tramo de un lado a otro y mas hasta Forks

- Si, bueno no tanto, pero algo, lo que se me hiso fue muy aburrido

- Si, en esos viajes no hay muchas cosas que hacer mas que leer y dormir

- Aja aunque esas ideas están bien para mí…

- ¡Ah no!, vos viniste acá para hacer algo fuera de lo normal, a lo mejor te puedo presentar a alguien del pueblo, a alguna hija o hijo de algunos de mis compañeros de trabajo o de mis amigos yo…

- No- la interrumpí- por una vez quiero hacer amigos por mi cuent…- no pude terminar mi oración ya que mi vista se fue directo a un chico de tez morena con el pelo corto de color marrón oscuro. Tenía un cuerpo un poco tonificado era una persona alta, casi tanto como mi mejor amigo Liam y sus ojos grandes y de color marrones recubierto de unas pequeñas pestañas negras. Sus cejas eran arqueadas del mismo tono que su pelo y perfectas para sus parpados Era delgado y su barbilla era pequeña a juego con su nariz, de tamaño medio. Mi mirada se conectó con la suya, con la diferencia que la mía estaba cargada de curiosidad, pero la de él estaba llena de ternura, y era una mirada tan cálida que hacía que se me fuera mi frio por la temperatura del lugar, me tranquilice, algo en su mirada me llenaba de paz, de protección. El me miró fijamente y de pronto callo de rodillas, un chico de tez morena, mostraba una constitución fuerte, con unos músculos que podrían poner en trance a cualquier mujer que se cruzara por su camino, iba sin camiseta – al igual que el otro chico- dejando ver un gran tatuaje redondo sobre el brazo derecho, tenía un cabello negro que iba a tono con el color de sus ojos negros como el tizón. Rápidamente se colocó frente al muchacho – se tuvo que arrodillar ya que debía de tener cerca de dos metros de altura-, le dijo algo rápido y se volvió la mirada hacia nuestro vehículo, nos miró, - bueno, en realidad me miro a mi- y de nuevo se volteo hacia el chico. Yo voltee rápidamente pero a su vez disimuladamente mi vista hacia mi tía que seguía concentrada en la ruta. -genial, pensé, yo entretenida con un chico y mi tía perdiéndose de la escena-. Cuando volví a ver al chico este se estaba levantando y se iba trotando hacia el bosque, eso me tomo de sorpresa, mi tía alcanzo a ver al muchacho antes de desaparecer por completo tras unos árboles. El otro joven se levantó y comenzó a caminar de nuevo, pero al a ver pasado dos metros se detuvo y comenzó a mirar de nuevo para atrás en un abrir y cerrar de ojos había vuelto la mirada a la empapada calle por la lluvia. Otra vez me llamo la atención que la única prenda de vestir que tenía puesto era un pantalón de jean cortados por sobre la rodilla convertidos así en shorts los cuales estaban tan empapados como su cabello. Me sorprendí al descubrir que ni siquiera tenía puesto algún calzado. Mi tía me saco de mis pensamientos cuando noto que miraba al chico que seguía caminando a unos cuantos metros de distancia por delante nuestro-lo cual no me podía explicar porque hace unos minutos ( antes de parar) él se encontraba tan cerca que podía distinguir el color de sus ojos -.

- Ah sí, el chico Call- dijo mi tía mientras cambiaba de postura.

- ¿disculpa?- pregunte distraídamente

- Si, el chico que se fue hace unos momentos hacia el bosque, su apellido es Call.

- ¿acaso lo conoces? – no recordaba que mi madre ni mi tía me hubieran contado algo sobre el muchacho que tenía enfrente de la carretera.

- Oh si… o bueno, eso creía.

- ¿ocurrió algo?

- Ese muchacho era muy amable hace años, pero de un día para otro comenzó a comportarse extraño, él era tan tímido con la gente, excepto por algunas personas, era muy educado, siempre con una sonrisa en su cara, y sin que nos diéramos cuenta todo se volvió todo lo opuesto, se volvió tan… oscuro.

- ¿Y nadie sabe porque?

- Nadie, ni siquiera su madre, hable con ella hace poco y dice que lleva varias semanas fuera de la cama por las noches, simplemente… desaparece.

- ¿Y qué hay del chico que está caminando por la ruta?, ¿lo conoces?

- Sí, creo a ver oído por ahí que se llama Paul

- ¿Sabes algo acerca del?

- No mucho, sé que nació aquí y que cuando tenía seis años sus padres se separaron, él se fue con su madre por unos seis u ocho meses, y luego volvió a mudarse aquí a Forks con su padre. El hombre falleció hacía ya unos diez años. Pero no se mas…

Me quede observándolo por un momento, luego me di cuenta de algo…

Para a un lado, está lloviendo y no lleva ni abrigo, ni siquiera lleva calzado. Se podría enfermar…

Mi tía simplemente asintió y se acercó lentamente al chico

- ¿quieres que te llevemos a algún lado Paul?

- No, no hace falta

- Pero está lloviendo- intervine yo esta vez-

El me miro confusa, y lo debía de estar, yo no era de por aquí y de la nada me preocupaba por el

- Ella es mi sobrina Erika, Erika él es Paul.

- Encantada –dije algo dudativa-.

- Igual… creo- por más que haya dicho ero último en voz baja yo claramente pude escuchar el "creo"

- Sube, de verdad, te vas a enfermar- volvió a insistir mi tía-.

- Estoy bien, en serio señora, no se haga problema, estoy bien

- ¡PAUL! YA ES HORA, VEN AQUÍ, TENEMOS QUE APURARNOS.- una voz aterciopelada nos invadió, lo único que pude divisar entre el diluvio fue una piel cobriza parecía a la del chico que estaba cerca de nuestro vehículo.

- Me debo de ir, gracias igual por la oferta.- y de la nada se fue corriendo entrando cada vez mas en el prado que se encontraba cerca.

- ¿no te lo dije? – mi tía volvió a la ruta para llegar de una vez por todas al cálido interior de su casa- si tú te relacionarías con ellos ya sea simplemente cruzar unas pocas palabras o comenzar una relación amorosa o una relación amistosa juro que jamás te lo perdonare, y te enviare en el primer vuelo de nuevo a tu hogar, ¿oíste?

Me quede sorprendida por el repentino cambio de tono de mi tía, ya no tenía el dulce y cálido tono que hacía que uno se sintiera bienvenido, ahora era gélido- hasta me asuste-. Así que simplemente asentí a su pregunta, pero no entendía por qué no quería que me juntara con ellos, ¿eran acaso ladrones? O ¿estarían metidos en algo malo?, necesitaba la respuesta al porqué de su advertencia y de su prohibición porque si no me lo decía no podría dormir en toda la noche, cuando me viene la curiosidad puedo estar horas sin dormir o sin pensar en otra cosa.

Tardamos más rato del que creía en llegar, y cuando por fin llegamos una hermosa casita de color rojo con techo de madera marrón arenas nos dieron la bienvenida. El interior era hermoso. Tenía en total siete grandes habitaciones. En la entrada tenía el living – pequeño pero acogedor- con el piso de madera arena – similar al del techo- y la pared del color blanco hacia que la habitación se sintiera segura. Tenía un sofá blanco con los almohadones de color rojo con algunos detalles de color plata y azul. Detrás de él se encontraba un amplio espejo amplificando el lugar de la sala. Rodeando el gran espejo se hallaban varios portarretratos llenos de color y de vida de gente que era de nuestra familia, en una de marco de color verde esmeralda se encontraba la foto de una bebe de – lo que suponía- unos cinco o seis meses, era mi tía. Cerca de su foto se encontraba una de mis abuelos, de mi mama, de mi familia, de ella – de nuevo- y de algunas personas de piel cobriza que no reconocía. Frente al sofá se encontraba una pequeña mesita de té de vidrio con unos hermosos tulipanes sobre ella. Unas largas cortinas que tocaban el piso de color rojo teñían el salón. Y a un costado de las ventanas tapadas por las cortinas se hallaba una extensa biblioteca.

A la izquierda se hallaba una puerta negra que dirigía a la cocina. Era muy amplia comparada con el living. El piso de la nueva habitación donde nos encontrábamos era beige y las paredes de un color muy similar que no pude identificar. Todos los muebles de allí eran de madera oscura casi negro con mármol de color blanco. El lavavajilla era de metal al igual que la enorme heladera que ocupaba tres puertas y media de habitaciones normales. Frente a las alacenas se encontraba una pequeña mesa con altas sillas – ambas de madera y la mesa con mármol al igual que el resto de los muebles ya mencionados-. En la mesa se encontraba una gran cantidad de fruta en su lugar sobre su gran tazón. Una jarra de agua y una de café ya preparado se encontraban a su izquierda. La gran lámpara que se encontraba en medio de la habitación iluminaba todo el lugar con una fuerte y potente luz.

Cruzando una puerta que se hallaba enfrente de la mesita de mármol se encontraba el comedor. Subiendo las escaleras se encontraban las dos habitaciones, y dos baños. Mi habitación era del tamaño del living. Tenía una enorme cama con colchas de color rosado y plateado, con cinco almohadas una más cómoda que la otra. Un ropero de cinco puertas y junto a ellas había un lugar para mi calzado. Al final de mi cama se encontraba un gran cofre de madera oscura, con la tapa entreabierta, ideal para guardar mis cosas que a lo mejor no usaría por un buen rato. Bajo la ventana que tenía- las cuales estaban tapadas por unas gruesas cortinas de color violeta- se encontraba un escritorio con bastante lugar para escribir y guardar mis cuadernos, y en el escritorio de la derecha se encontraban mi portátil y una impresora. A los costados de mi cama había dos mesitas de luz con una lámpara en cada una. A la izquierda de la puerta había un mueblecito con un espejo pequeño pero amplio lleno de maquillaje – que probablemente no utilizaría- peines, accesorios y demás. Y a unos cuatro pies de allí se encontraba una biblioteca tan grande como la del living- ideal para leer mi mayor pasión junto a la escritura-. Mi tía me dejo un rato a solas en mi habitación, lo cual agradecí mucho.

Decidí comenzar a desempacar, en cuanto antes terminara de organizarme y ordenarme bien con el nuevo lugar iba a ser mejor. Un aullido –muy agudo como si fuera de dolor- inundo el silencio tan dulce que había en la habitación. Rápidamente fui a la ventana y vi – entre los arboles- una enorme sombra.

Rápidamente baje corriendo las escaleras- aprovechando que mi tía se encontraba en la cocina con la puerta cerrada preparando la cena- y Salí corriendo hacia la puerta principal. A lo lejos pude divisar a lo que -me parecía ser- siete enormes osos, de los cuales solo uno se hallaba mirándome, mientras que el resto se encontraba de espaldas. El enorme oso era de pelaje negro, se podría decir que era tan alto como un caballo pero mucho mas musculoso y con incisivos como dagas. Por más que me los mostraba como para que me alejara algo en mi interior me insistía que fuera gasta ellos, cuando me aproxime dos pasos con el brazo derecho levantado en señal de paz, dos de ellos se fueron, uno era de gris perla, era también muy alto pero no tanto como el de pelaje negro, con enormes y por lo que podría decir afiladas y peligrosas garras, este salió corriendo antes de verme, pues olfateo algo y desapareció-ni siquiera pude ver su cara- y el segundo oso en desaparecer era gris oscuro con manchas negras en la espalda y pelaje largo. Pero antes de que el último se fuera pudiera observar sus ojos, habría jurado que ya conocía esos ojos marrones chocolates. El volteo su rostro hacia el mío, me miro por un largo momento y luego un aullido lo estremeció, volvió su cabeza hacia donde se había ido el otro oso y este también desapareció pero sin antes mirarme una vez más. Me acerque con mas precaución a los osos, pero no tanto como para identificar si eran osos o eran otros animales, aunque con esa altura lo más probable era que si fueran osos. Había cinco en total – sin contar a los otros dos que se habían ido-. Había uno – a la derecha del pelaje negro- que era de pelaje rojizo y de un tamaño considerablemente grande. Más atrás había una bella e impresionante osa color gris, con un pelaje brilloso y ojos enormes que se parecían a dos almendras, y a pesar de ser la más pequeña de la – por lo que se podría decir manada de osos- por ser hembra, era bastante grande comparada con mi altura. Cerca de la hembra había un oso que era de pelaje marrón mas alto que la hembra pero no tanto como los otros dos. Solo quedaban dos más. Uno era de color café chocolate y con un abundante pelaje que se podría decir que era sedoso y manejable (unas inmensas ganas de acariciarlo vinieron a mí, pero me contuve) y el ultimo era de un pelajes extremadamente hermoso de color arena. Este último me miro directamente a los ojos y yo extendí un poco la mano, avanzo dos pasos cuando el oso de pelaje negro le lanzo un gruñido – él debe de ser el que manda, me dije a mi misma- y este retrocedió enseguida, me encantaban esos osos, y por mas de estar a más de diez metros de distancia me inspiraban confianza, avance un paso y todos excepto el de negro retrocedieron, este avanzo hasta mi con paso decidido y fue ahí cuando me entro el pánico- ¿porque tenía que ser tan tonta para llamar la atención de un enorme oso?, aunque a medida que se aproximaba parecía más bien un lobo, pero eso era estúpido, ¿Cómo un lobo iba a tener esa enorme estatura?- cuando estaba a solo unos dos metros de distancia, apareció el lobo de gris oscuro, al cual me pareció a verlo visto en otro lado, le gruño y todos desaparecieron frente a mis narices.