Resumen: Placeres culpables… aquellos que guardamos en lo más recóndito de nuestro ser. Harry y Draco descubrirán cuáles son los suyos y harán lo que sea para saciarlos. SLASH
Disclaimer: Los personajes no me pertenecen. Son propiedad de Rowling y Warner Bro.
Notas de la autora: ¡Hola! Mi musa parece estar inspirada, así que ha traído algo nuevo. Les advierto que este es mi primer Lemon, así que ténganme paciencia y roguemos porque haya quedado lo más decente posible. Ahora sí, no los entretengo más, a leer.
Advertencias: Sexo explícito. Especie de Bondage utilizando una corbata.
Guilty Pleasures
En un amplio y lujoso departamento en el centro de Chelsea, fuertes gritos pueden ser escuchados por todo el lugar, claro indicativo de la monumental discusión que se está llevando a cabo entre dos hombres.
─ ¡Esto no puede seguir así, Potter! ¡Ya estoy cansado!
─ Draco, espera. Yo puedo…
─ ¡No! Estoy harto de repetirte siempre lo mismo. ¿Y sabes qué es lo peor? ¡Que yo sé que jamás vas a cambiar!
─ No sé por qué te molestas tanto, no es como si fuera algo tan grave.
─ ¡Que no es grave! ¡¿QUE NO ES GRAVE?! ¿Has visto cómo quedaron mis túnicas? Mañana tengo una importante reunión con unos inversionistas franceses. ¿Crees que puedo presentarme ante ellos vistiendo esta cosa? ─ Responde un enfadado rubio, agitando la arrugada prenda frente al rostro de su novio.
─ ¿Y se puede saber por qué tienes tanto interés por verte bien para esos "inversionistas"? ─ Pregunta con irritación, dejando entrever un rastro de celos.
─ ¡Ah, no! ¡Ni siquiera intentes usar la carta de los celos conmigo, porque sabes que no funcionará! Es únicamente tú culpa. Si no te hubieras opuesto a tener elfos domésticos, nada de esto estaría pasando. Claro que todo se solucionaría si simplemente…
─ ¡No vamos a traer a uno de los elfos de tu mansión!
─ ¡Bien! Entonces diviértete ordenando todo nuestro armario, Potter. ─ Deja salir con rencor, tomando la túnica con fuerza y dando pasos apresurados hasta la puerta de la habitación.
─ ¿A dónde vas?
─ Ya que no quieres que traiga elfos aquí, iré a la mansión a que la pongan en condiciones. Y espero que para cuando regrese, el armario esté del mismo modo en que lo encontraste anoche. Agradécele a las estúpidas ideas de Granger el que tengas una muy aburrida tarde por delante.
Dando un fuerte portazo, Draco sale de la habitación despotricando contra la molesta amiga sangre muggle de Potter y a sus más irritantes ideas sobre el supuesto trabajo esclavo de los elfos domésticos.
Harry suspira con derrota al escuchar el fuerte golpe, porque esto sólo termina de confirmar sus sospechas, esta noche no habrá sexo. Se patea mentalmente por haber hecho enfadar a Draco por algo tan estúpido como eso. Sus ojos se posan en las responsables de que su vida sexual se vea arruinada y no consigue evitar mirar a las costosas prendas se su novio con odio. Como si con el simple hecho de observarlas, estas pudieran incinerarse.
Otro derrotado suspiro escapa de sus labios y decide comenzar a ordenar todo antes de que Draco vuelva, evitando así otra discusión. Harry levita todas las prendas con magia y realiza algunos simples hechizos para limpiarlas y quitarle las arrugas. Internamente agradece a la señora Weasley por haberle enseñado esos prácticos encantamientos.
Tomando en sus manos una de las elegantes túnicas de Draco, comienza a rememorar la flamante pelea que tuvieron. Todo comenzó ayer, cuando llegó tarde de una misión con los Aurores. Después de haberse pasado doce horas persiguiendo a unos traficantes de ingredientes de pociones, lo único que deseaba era acurrucarse contra el tibio cuerpo de su pareja.
Y eso habría hecho, si la habitación no hubiera estado condenadamente fría. Al ver la fina cobija que cubría el durmiente cuerpo de Draco, Harry decidió buscar otra frazada en el armario. Tratando de hacer el menor ruido posible y sin encender ninguna luz para no despertar a su novio, rebuscó entre las prendas y cajones de su ropero. Sin embargo, las mantas no parecían estar por ningún lado.
Totalmente exasperado de buscar a tientas en la oscuridad, Harry sacó su varita y con un simple Accio un cobertor llegó hasta su mano. Feliz de al fin haber obtenido lo que deseaba, una vez que logró apretarse contra el cálido pecho de Draco, se quedó plácidamente dormido; sin advertir en ningún momento el desorden que su pequeña búsqueda dejó en el armario.
A la mañana siguiente, cuando Draco despertó y vio el torbellino que arrasó con su ordenado guardarropa, la hecatombe se desató. Los gritos y reproches no se hicieron esperar, dando como resultado otra de sus famosas peleas.
Harry gruñe ante este pensamiento y continúa con su tediosa labor, refunfuñando contra cierto pretencioso rubio y su jodida obsesión con el orden. Es en momentos como estos cuando se pregunta cómo es posible que él haya terminado junto a este fastidioso Slytherin.
Recuerdos de un pasado no tan lejano atacan su mente y no consigue evitar que una pequeña sonrisa se vislumbre en su rostro. El ex Gryffindor comienza a recordar aquel tiempo en donde todo empezó, ocasionando que un cálido sentimiento emerja desde lo más profundo de sí.
Después de que eliminara al mago más atemorizante de los últimos tiempos, trayendo consigo la tan anhelada paz al mundo mágico, las cosas parecieron retornar su cauce normal en su vida. Aprovechando que Hogwarts debía ser reparada debido a los graves daños sufridos en la batalla final, Harry decidió quedarse en el que otrora había sido un hogar para él; asegurándose con ello que la prensa no lo asediara con preguntas y entrevistas para las que no se sentía capaz de responder.
Por este motivo, a nadie le sorprendió que buscara refugio de todo este acecho y presión en los muros del colegio. El estar alejado de los magos y brujas que querían agradecerle por haberlos librado de la crueldad de Voldemort, le sirvió a Harry para dedicarse tiempo a sí mismo. De este modo, consiguió replantearse ciertas cuestiones de su vida personal a las que jamás pudo darle importancia, gracias a la amenaza de muerte que siempre lo rondaba.
Harry pasó tardes enteras caminando por las orillas de lago, completamente perdido en sus pensamientos. Una pregunta lo asaltaba con gran frecuencia, provocando que sus nervios se alteraran un poco ante tal incertidumbre. Porque… ¿Qué se suponía que haría ahora que ya no tenía a un demente tratando de matarlo a la menor oportunidad? Ya no había profecía que cumplir ni alguien a quien salvar. A partir de ahora, cada uno debería seguir adelante con su vida y disfrutar al máximo de ella, por todos aquellos que no lo consiguieron.
Si hay algo que Harry se prometió a sí mismo, fue que no se deprimiría por los que ya no estaban. No dejaría que los demonios de una guerra le impidieran ser feliz, porque eso sería corresponderles muy mal a todos los que dieron la suya para forjar un mejor porvenir.
Sacando fuerzas desde lo más profundo de su ser, Harry se dispuso a reencontrar el rumbo de su vida. Lo primero que hizo fue replantearse su relación con Ginny. ¿Acaso quería retomar ese insípido y forzoso noviazgo? Después de muchas cavilaciones y dolores de cabeza, decidió que no tenía sentido intentar reanudar algo que estuvo destinado a fracasar desde el comienzo. Sus supuestos sentimientos por Ginny sólo fueron una vía de escape ante la desolada tarea que debía llevar a cabo. Y aun así, eso no era suficiente ni siquiera para distraerlo. Sólo bastaba con ver la forma en que prefería pasar horas frente al Mapa del Merodeador, intentando desentrañar la misión de Malfoy, a tener una sesión de besuqueos con ella.
Dejando en claro ese aspecto de su vida y sintiéndose más libre que nunca, comenzó a pensar en el otro tema que le impedía el sueño por las noches… Draco Malfoy. Harry no podía sacarse a su némesis de la cabeza desde que no los delató en su mansión. Cientos de hipótesis se arremolinaron en su mente al tratar de descubrir los motivos de este accionar. Perdió la cuenta de las veces que se quedó hasta tarde cavilando en ello, tratando de encontrar una adecuada respuesta a su interrogante.
Cansado de idear absurdas suposiciones, decidió tomar el asunto en sus propias manos. Aprovechando la irrepetible oportunidad que se presentó ante él luego del juicio de la familia Malfoy, Harry abordó a Draco antes de que se perdiera de vista por uno de los corredores del Ministerio.
Entre incómodos silencios y agradecimientos murmurados entre dientes, intercambiaron una cordial especie de conversación. Con una divertida acotación hacia el cabello sin gomina del rubio y un sarcástico comentario dirigido al nido de pájaros que Potter posee en su cabeza, una silenciosa tregua se formó. Ambos se despidieron ese día creyendo que jamás volverían a verse, pero el destino una vez más haría de las suyas y les demostraría lo contrario.
Draco se vio obligado a realizar trabajo comunitario como compensación por sus crímenes durante la guerra, por lo que no le sorprendió el hecho de que lo enviaran a ayudar en la reconstrucción de Hogwarts. Lo que sí llamó poderosamente su atención, fue encontrarse a Potter allí también.
Al principio y para evitar cualquier tipo de disputas, los dos hicieron un tácito acuerdo de ignorarse mutuamente. Y todo hubiera seguido así, si un lluvioso día de Agosto no se hubiesen encontrado en el campo de Quidditch. Entre amistosos empujones y competitivas carreras, disfrutaron de uno de los días más divertidos que tuvieron en años.
De ahí en adelante, una especie de amistad comenzó a forjarse. Amistad que con el correr de las semanas pasaría a tomar otro significado. Ninguno de los dos recuerda quién fue el que dio el primer paso, pero de lo que sí están seguros es que jamás habían tenido una noche tan apasionada en sus vidas.
A este encuentro le siguieron muchos más y cuando quisieron darse cuenta, ambos ya estaban perdidamente enamorados uno del otro. Por supuesto que nada fue sencillo, especialmente a la hora de confesarles la verdad a sus amigos y familiares. Harry jamás olvidará el escándalo que Ron hizo al enterarse de la identidad de la nueva pareja de su amigo y de la posterior resignación con que lo aceptó todo. Como si una parte de él ya lo hubiera sabido pero se negara a admitir la realidad.
Draco, por su parte, no tiene muy buenos recuerdos de ese día. Recuerda que su padre le gritó por horas, denigrándolo cruelmente y amenazándolo incluso con desheredarlo si no olvidaba este disparate y contraía matrimonio con una bruja sangre pura. Para su fortuna, Narcissa salió en su defensa, dejándole en claro al patriarca Malfoy que si desheredaba a su hijo, se quedaría sin esposa también. Una vez que Narcissa demostró apoyar a Draco y a su nueva pareja, a Lucius no le quedó otra alternativa que aceptar a regañadientes la relación. Tres años después, Harry y Draco se mudaron a un departamento, para comenzar a escribir el principio de sus vidas.
La convivencia puede ser algo difícil de llevar a veces, ya que ambos poseen personalidades y costumbres muy diferentes. Sin embargo, han aprendido a sobrellevarlas sin matarse en el intento. Claro que esto no parece ser así cuando unas de sus monumentales peleas se llevan a cabo.
Harry vuelve al presente cuando la discusión de esta mañana asoma en sus pensamientos. No puede evitar preguntarse si ellos realmente están haciendo lo correcto. Él está convencido de amar a Draco más allá de la razón y sabe que el otro también le corresponde, pero sus incesantes disputas parecen querer demostrarles que quizás ellos no estén hechos el uno para el otro.
Sacude su cabeza con fiereza al siquiera considerar esa ridícula idea. Es obvio que ellos nacieron para estar juntos. Y nada ni nadie va a lograr separarlos. No lo consiguió su suegro, mucho menos lo harán unas simples prendas. Con renovado entusiasmo, comienza a guardar algunas de las túnicas ya arregladas. No obstante, un baúl en el fondo del armario capta su atención. Mirando hacia todos lados en la habitación para comprobar que está solo, Harry lo atrae con magia y lo levita hacia el piso de su recámara. Un excitado cosquilleo recorre su cuerpo por completo al observar el nombre grabado en oro en la tapa del mismo.
Con manos algo temblorosas, Harry abre el baúl y comienza a curiosear entre los olvidados objetos escolares de su novio. Siente la adrenalina correr por sus venas al entender que Draco se enfadaría mucho si llegara a descubrirlo hurgando entre sus pertenencias. Aun así, esto no lo detiene y continúa su inspección. Libros escolares, plumas y pergaminos sin usar, túnicas y hasta guantes de piel de dragón están pulcramente ordenados, como si cada objeto o penda tuviera su lugar específico.
Harry ríe bajito ante este hecho y piensa que su baúl escolar dista mucho del de Draco. Apostaría toda su fortuna a que el suyo es un completo reguero de plumas rotas, frascos de tinta vacíos y envolturas de golosinas.
Una prenda en el lado derecho llama poderosamente su atención y a pesar de que se dijo a sí mismo que no tocaría nada, no consigue detenerse a tiempo. Con delicadeza y algo de veneración, Harry toma la corbata de Slytherin en sus manos y recorre la sedosa fibra con sus dedos. Jamás se lo ha dicho a Draco, pero cada vez que lo veía con esa tela verde y plata rodeando su blanco cuello, cierta parte de su anatomía se volvía dura como el acero.
No entiende por qué, ya que es un simple pedazo de tela. Sin embargo, sólo bastaba con verlo aflojar su corbata para tener a Harry a sus pies. Un depravado pensamiento acomete su mente y se pregunta qué se sentiría tener esta fina prenda apresando sus muñecas, mientras Draco embiste con fuerza en su interior.
Su cara se sonroja con fuerza ante este lujurioso pensar. Arroja con rapidez la corbata al baúl, como si esta de repente lo hubiera quemado y no puede evitar lanzar un ahogado grito al escuchar una grave voz a su espalda.
─ ¿Qué estás haciendo con mi baúl escolar?
─ Nada…Yo sólo… ─ Sus mejillas se colorean al saberse descubierto y adquieren un tono aún más rojo al recordar esos inapropiados deseos que lo asaltaron.
─ ¿Qué buscabas ahí? ─ Pregunta con un moderado tono, lo cual lo sorprende. En otras circunstancias y siendo que sólo hace unas horas que tuvieron una discusión, el simple hecho de encontrarlo husmeando entre sus cosas debería enfadarlo. En cambio, Draco parece tranquilo y hasta cierto punto algo divertido.
─ No buscaba nada… Yo sólo… me dio curiosidad.
Draco observa el avergonzado rostro de Harry y cómo este parece evitar su mirada. Al echar un rápido vistazo al contenido de su baúl, una lasciva sonrisa se instala en su boca al descubrir el motivo del nerviosismo de su pareja.
Con sensualidad, dirige sus pasos hasta alcanzar el borde de su cama. Se sienta y delicadamente coloca sus manos en el cuello de Harry, atrayéndolo hacia atrás hasta que lo siente tocar su espalda en sus piernas. Una corriente eléctrica lo recorre por completo al percibir las suaves manos de Draco realizar un relajante masaje en su cuello. Suspira con placer al notar como sus músculos van relajándose ante esa caricia. Sus ojos se cierran en un claro gesto de disfrute y su cabeza comienza a perderse en un mar de relajación.
La sensual voz de Draco lo aleja de ese placentero momento, para pasar a provocar otro tipo de reacciones en su cuerpo, las cuales despiertan cierta parte de su anatomía que hasta hace unos momentos permanecía dormida.
─ Entonces… ¿Lograste saciar tu curiosidad? ¿O quizás haya algo más que aun quieras ver? O experimentar…
Harry tiembla al escuchar el lujurioso tono con el que son dichas esas palabras y no puede evitar pensar que Draco tiene pleno conocimiento del peculiar uso que su mente quiso darle a su corbata. No obstante, niega todo fervientemente, tratando de mantenerse lo más calmo posible. Aunque esto es una tarea casi imposible, debido a las habilidosas manos que recorren con empeño su descubierta piel. Un gemido escapa de su boca cuando siente a Draco inclinarse y susurrar en su oído con una cadenciosa voz.
─ ¿Estás seguro de que no hay otra cosa que pueda despertar tu curiosidad?
Las condenadas manos que están causando estragos en su autocontrol se detienen, mas esto no le permite tener un momento de tregua. Unos tibios labios las reemplazan y comienzan a dejar suaves besos en su cuello, arrancando nuevos gemidos del agitado Gryffindor.
Draco sonríe gatunamente al percibir las respuestas que emergen del cuerpo de Potter ante sus atenciones, por lo que continúa intercambiando preguntas a la vez que recorre con sus labios cada centímetro de esa expuesta piel. Harry sólo logra gemir y estirarse lo más que puede, para darle espacio a esa tentadora boca que está estremeciéndolo.
─ ¿Estás diciéndome que no hay algo que quisieras experimentar? ¿No querrías poner en práctica cierto deseo que ronda en tu mente? ¿En verdad no te gustaría que haga realidad una de tus secretas fantasías?
─ Draco…
─ Dime qué es lo que quieres que haga.
─ Por favor…
─ Pídemelo, Harry. Sabes que continuaré torturándote hasta que no me digas qué es lo que quieres que haga. ─ Responde con desparpajo, mordiendo con algo de fuerza el cuello del moreno y arrancándole un necesitado jadeo. Sonríe con picardía, sabiendo que ha conseguido su objetivo.
─ ¡No lo soporto más! Te necesito dentro de mí, Draco. Ahora.
─ Y…
─ Por favor no me hagas decirlo…
Draco comienza a morder con más fuerza, a la vez que coloca sus manos en el pecho de Harry, dibujando ininteligibles figuras en él y aumentando con ello la desesperación de su amante.
─ ¡Está bien, está bien, tú ganas! ¡Quiero que me ates a la cama con tu corbata de Slytherin, mientras te siento dentro de mí!
─ Ese es mi obediente y pervertido leoncito.
Este último susurro derrocha lujuria, aumentando aún más la excitación del Gryffindor. En un rápido movimiento, captura los labios de Harry y comienza a besarlo con fiereza. La incómoda posición en la que se encuentran dificulta sus movimientos, por lo que Draco termina el beso dejando salir un irritado gruñido. Potter abre sus ojos al sentir la repentina ausencia del contacto con la boca del otro y se dispone a protestar; mas no consigue ni siquiera empezar a formular su queja, cuando unas habilidosas manos se cuelan dentro de su sweater, acariciando toda la nueva piel que se expone ante su tacto. Draco vuelve a atacar su cuello y empieza a ascender hasta tomar en su boca el lóbulo de su oreja izquierda, arrancándole más gemidos.
─ Levántate y recuéstate en la cama.
Estas palabras son dichas como una especie de orden. El imponente tono que Malfoy emplea sólo confirma este hecho. Harry no consigue hacer otra cosa más que obedecerle, por lo que se apresura a incorporarse, permitiéndole a su pareja que pueda pararse. Sin embargo, cuando ambos están de pie, su vena Gryffindor lo insta a presentar batalla y no doblegarse tan fácilmente a las ordenanzas del otro. En un rápido movimiento, ataca nuevamente la boca de Draco mientras que con sus manos recorre su sedoso cabello.
Draco se descoloca por un instante ante ese violento asalto, pero se recompone de inmediato al percatarse de las intenciones de Potter. Una sonrisa maliciosa se dibuja en sus facciones y soltando un empujón en el pecho del moreno, logra desestabilizarlo lo suficiente como para hacerlo caer de espaldas en la amplia cama. Un asombrado jadeo escapa de la boca de Harry al encontrarse completamente a su merced.
No tiene idea de porqué se siente tan expuesto, siendo que todas sus prendas aún permanecen en su cuerpo. Su interrogante queda aclarada cuando levanta su mirada y la posa en la de su pareja. Una fina ceja se eleva elegantemente en un gesto tan característico de él, a la vez que una comisura de su tentadora boca se alza en una ladina sonrisa. Un escalofrío lo asalta al observar a este hermoso hombre, el cual derrocha sensualidad y autoridad. Su mente finalmente acepta que Draco está en plan dominante, lo cual ocasiona estragos en su ser.
Sin duda ama cuando el Slytherin deja salir este lado de sí, porque eso sólo significa que va a ser partícipe de una ruda y extremadamente placentera sesión de sexo. No obstante, no logra evitar que un poco de nerviosismo recorra su cuerpo. El imponente actuar de su novio siempre consigue aniquilar su supuesta valentía, volviéndolo un tímido gatito a la espera de ser devorado por un feroz dragón.
Draco ignora por completo la interna que se está llevando a cabo en el subconsciente del otro, por lo que aprovecha para recoger su corbata del baúl. Harry tiembla incontrolablemente al ver esto y un ahogado gemido escapa de sus labios cuando Malfoy toma la prenda en sus manos y comienza a acercarse a la cama, sin dejar ni por un segundo de sonreír con lascivia.
Cuando alcanza la cama, Draco cubre el cuerpo del Gryffindor con el suyo y comienza a besarlo con frenesí. Su mano derecha baja por el pecho de su novio, tratando de encontrar el final de ese molesto sweater para poder jalarlo. Una vez que logra levantarlo lo suficiente, se separa un poco del otro cuerpo, rompiendo el contacto entre ambas bocas. Con prisa, quita todas las prendas que ocultan ese torneado torso.
Draco se toma unos segundos para apreciar la expuesta piel con deseo y luego vuelve a besar con pasión esa enrojecida boca. Harry gime con desespero al sentir el contacto de la fina camisa del rubio con su descubierto cuerpo, arqueándose dolorosamente para obtener mayor fricción entre sus erecciones. Ambos jadean cuando una corriente eléctrica los ataca, producto de ese magnífico roce.
El Slytherin reanuda sus besos en el cuello de Harry, arrancando varios gemidos necesitados. Lentamente comienza a bajar por el pecho hasta alcanzar uno de los pezones. Con suavidad, lo toma en su boca y juguetea con él, dando pequeñas succiones. Una vez que está completamente erecto, asalta el otro y le prodiga un similar tratamiento.
Cuando este adquiere el mismo estado, reanuda su recorrido por ese tembloroso cuerpo. Se detiene un poco más en su ombligo, dando ligeras lamidas. Finalmente alcanza sus caderas y en este punto levanta su mirada. La imagen que le es devuelta provoca que su erección de un doloroso tirón. Ante él, Harry permanece con los ojos fuertemente cerrados, inhalando y exhalando aire con dificultad.
Hermoso. No hay otra palabra que pueda describirlo mejor. Draco despega sus ojos de ese tentador panorama y lo posa en otro que es igual o más atractivo. Lleva sus manos a la cinturilla del pantalón y desprende el botón. Harry gime en anticipación a lo que está por venir y con un involuntario movimiento eleva sus caderas, demostrándole qué es lo que quiere.
─ Paciencia, león. Ni siquiera hemos comenzado aún.
Utiliza su mano izquierda para mantener la pelvis de Harry en su lugar y con la otra baja lentamente el cierre del pantalón. Draco deja salir una divertida risita al escuchar los frustrados sonidos que el otro realiza al estar siendo inmovilizado. Con parsimonia, comienza a retirar los desgastados pantalones, asegurándose de rozar con sus labios cada fragmento de piel que entra en su campo visual, aumentando así la desesperación en el moreno.
─ Draco…
─ Shh… No hay por qué apresurarse.
─ Pero necesito…
Detiene cualquier intento de balbuceo al volver a colocarse a la altura de Harry y reanudar un ardiente beso. Desafortunadamente, este no dura demasiado y el contacto se termina antes de lo previsto. Potter intenta decir algo pero se detiene de inmediato al ver que Draco saca su varita y desaparece no sólo las pocas prendas que le quedan, sino también las suyas propias.
Una electrizante sensación los asalta al no haber ninguna barrera que impida el contacto entre sus pieles. Harry abre sus ojos y observa a Draco con infinita adoración. Jamás podrá cansarse de ver y sentir ese perfecto cuerpo.
Draco se sienta a un costado del Gryffindor, junto a un olvidado trozo tela. Sólo entonces recuerda el motivo por el que todo esto comenzó. Con extremo erotismo, toma el objeto en sus manos y observa a su excitada pareja. Otra diabólica sonrisa se instala en sus facciones, haciéndolo ver como un maldito amo del pecado.
─ Muévete hasta que alcances el cabecero de la cama.
Harry tarda unos segundos en procesar esa orden. Su mente está demasiado embotada en toda esa vorágine de pasión, la cual no le permite pensar con claridad. Realizando un sobrehumano esfuerzo, consigue encontrar las fuerzas suficientes para despegar su vista de esa libidinosa silueta a su lado. Rápidamente retrocede en la cama hasta que siente su cabeza chocar con las almohadas. Una vez hecho esto, se queda completamente estático a la espera de lo que sigue.
Draco se mueve hasta colocarse a su lado y vuelve a besarlo. La distracción que provoca este intercambio de saliva le permite tomar los brazos de Harry, sin que este proteste o siquiera se entere de lo que ocurre hasta que es demasiado tarde. En un ágil movimiento, los eleva hasta que tocan el cabecero. El cuerpo debajo de él se remueve, intentando huir de esa prisión; mas lo único que consigue es que sus erecciones vuelvan a rozarse, realizando un placentero roce.
Sin dejarse amilanar por el débil intento de escape, Draco sostiene ambos brazos con una mano y con la otra comienza a envolver las muñecas de Harry con la corbata, asegurándose de atarlas a los barrotes de la cabecera pero no con demasiada fuerza, no deseando lastimar su piel.
Una vez que termina con su tarea, observa el resultado y asiente con aprobación. Atado, con los ojos fuertemente cerrados y respirando con dificultad, Harry es la viva imagen de la perversión. Su agitado cuerpo exuda pasión y lujuria. Todo su ser parece instarlo a que lo tome con fuerza, hasta la inconsciencia. Y eso es justamente lo que planea hacer.
Vuelve a cubrir el cuerpo de Harry con el suyo y realiza otro recorrido de besos hasta llegar a la pelvis. Un fuerte forcejeo se escucha en la silenciosa habitación, seguido de un frustrado gruñido. Draco levanta su mirada y observa con diversión cómo su pareja retuerce sus muñecas, ansiando librarse de ese amarre. Después de varios intentos fallidos, la resignación lo vence. La corbata permanece inamovible alrededor de sus manos.
El rubio se congratula internamente por su gran trabajo con las ataduras y posa sus ojos en un panorama muy interesante. En su campo visual entra una excitada erección, clamando por tocada. Draco siente su boca hacerse agua al ver una gota de pre seminal en la punta del miembro. Sin poder evitarlo, acerca su rostro y con una lenta lamida captura esa salada gotita. Harry arquea con desespero sus caderas al sentir la lengua de su novio en esa parte tan sensible de su cuerpo, tratando de pedirle con ese gesto que vuelva a hacerlo.
Draco se apiada de la temblorosa figura debajo de él y con gula engulle gran parte de esa erección en su boca. Harry deja salir un fuerte gemido al percibir esa caliente cavidad tragar y comenzar un rítmico sube y baja sobre su pene. Sus brazos se remueven con impaciencia, tratando de desatar esa molesta atadura para así poder tomar la cabeza de su novio y marcarle un ritmo menos tortuoso y más rápido.
Sin embargo, no consigue librarse. La corbata permanece firmemente amarrada, no importa cuánto se remueva o jale de ella. Al ver los insistentes forcejeos, Draco decide castigar al impaciente Gryffindor. Sus lamidas y succiones a lo largo de esa erección se ralentizan, incrementando la consternación en Harry al estar siendo torturado de esa manera tan deliciosa.
─ Draco… Por favor… Desátame.
─ ¿Por qué? ¿Acaso no fuiste tú el que me pidió que te atara a la cama y te tomara?
─ Sé lo que dije pero… Necesito tocarte… Por favor, desátame.
Draco observa ese ansioso cuerpo removerse con frustración al no poder escapar de su prisión y eso lo excita a niveles que jamás creyó posibles. Sonriendo con perversidad, posa sus ojos en esas verdes iris y deja salir una simple palabra que incrementará la desesperación del otro.
─ No.
─ ¿Qué? ¡Oh, por Merlín, Draco! ¡Suéltame ahora!
─ No.
─ ¿POR QUÉ NO?
─ Porque fue tú idea, así que ahora no puedes echarte atrás.
─ Sí, pero creo recordar que no sólo te pedí que me ataras, sino que también quería sentirte dentro mío y hasta ahora no veo que hayas cumplido con…
El incesante balbuceo es detenido de inmediato cuando esa obscena boca vuelve a tomar por completo su miembro, haciéndole ver estrellas con cada feroz succión. Harry gime con descaro y lanza ininteligibles palabras al aire, elevando sus caderas para obtener mayor contacto con esa increíble boca que parece querer devorarlo.
Draco sigue con su tarea un poco más hasta que siente que Harry está cerca, sólo entonces se separa. El Gryffindor gruñe con irritación pero no emite palabra alguna, ya que Malfoy toma su erección con su mano izquierda y empieza un lento vaivén, arrancándole pequeños gimoteos.
Lanzando un hechizo sin varita, Draco convoca un frasco de su mesita de luz y lo destapa. Esparce un poco de ese viscoso contenido en su mano derecha y una vez que ésta queda completamente embadurnada con la sustancia, se acerca al otro cuerpo.
Soltando la necesitada erección, utiliza ambas manos para colar un dedo en la entrada del moreno, alcanzando en el primer intento su próstata. Harry gime ante esa placentera corriente eléctrica desplazarse por cada poro de su cuerpo e involuntariamente abre más las piernas, brindándole más espacio a Draco; el cual aprovecha este accionar y mete otro dedo en ese apretado anillo de músculos, realizando un movimiento de tijeras con el fin de expandir esa pequeña cavidad. Un tercer dígito se desliza en ese cálido interior y percibe un poco de resistencia, por lo que rápidamente toma en su boca el miembro de Harry, intentando distraerlo de esa intrusión.
La apretada entrada se relaja rápidamente al sentir esas enérgicas succiones en su pene. Harry jadea con fuerza y vuelve a jalar esa condenada tela que lo aprisiona, sin poder librarse. Son demasiadas emociones juntas y sabe que si Draco no se detiene, no conseguirá aguantar mucho más.
─ Draco… Ya estoy listo… sólo…
─ ¿Sólo qué, Harry?
─ ¡Sólo jódeme de una maldita vez!
Sonriendo depredadoramente, Draco retira los dedos de la estrecha entrada y colocándose un poco de lubricante en su erección, se entierra de una sola estocada en el interior de Harry. La sensación es indescriptible. Un avasallante calor rodea cada centímetro de su excitación en un apretado agarre y debe realizar un sobrehumano esfuerzo para no comenzar a moverse en ese candente interior.
Harry toma aire en grandes bocanadas, tratando de acostumbrarse al gran pene que abre imposiblemente sus anillos de músculos. No importa cuántas veces haya tenido a Draco dentro de sí, jamás dejará de asombrarle la placentera sensación que le proporciona el sentirse completamente lleno. Lo bien que parece encajar ese miembro en su pequeña entrada, como si estuvieran hechos para encastrar a la perfección.
Y es en ese momento, donde Harry finalmente lo comprende. Porque no importa cuánto peleen por las cosas más estúpidas, ellos son almas gemelas en todo sentido. No sólo sus cuerpos parecen haber sido creados para ajustarse exactamente al otro, sino que además están unidos por una fuerza invisible aún más poderosa.
─ Muévete, amor.
Draco se paraliza un segundo al escuchar ese tierno apodo, pero se recompone de inmediato y comienza a envestir con suavidad, prestando mucha atención a los gestos de Harry, en caso de que esté dañándolo. En la séptima estocada, el cuerpo del Gryffindor se arquea imposiblemente en un rictus de total goce, demostrándole con ello que lo ha encontrado. Ha hallado el punto exacto donde golpear para volverlo loco del deseo.
─ ¿Es ahí, verdad?
─ ¡Dios, sí! Más, Draco… Justo ahí.
Draco no necesita otra indicación. Inclina su cuerpo lo suficiente para poder capturar los labios de Harry y empieza a envestir con fuerza. Cada penetración es un golpe certero a su próstata. Los gimoteos son acallados en un ardiente beso, mientras las caderas de Harry se empujan con fuerza al encuentro de esas estocadas.
Sus movimientos se vuelven frenéticos y errantes al estar a punto de alcanzar el clímax. Draco toma con su mano izquierda la cadera de Harry y se empuja aún más fuerte dentro de ese glorioso cuerpo que lo recibe con entrega. Ambos rompen el beso cuando un extasiado jadeo escapa desde lo más profundo de sus gargantas.
Harry siente cada golpe del miembro de Draco en su próstata, ahogándolo en un mar de pasión y enviando placenteras descargas a todo su cuerpo. Un nuevo frustrado gruñido abandona sus labios al sentir sus aprisionadas manos restringirle los movimientos, impidiéndole tocar a Draco. A pesar de que debería odiar a ese condenado trozo de tela, Harry gime con satisfacción al percibir esa suave prenda rodear sus manos, ejerciendo la presión justa para mantenerlo atado pero sin lastimarlo; y aun así, provocando la fricción adecuada para no pasar desapercibida. Demostrando con ello que está allí… aprisionándolo a esta cama… a merced de lo que sea que Draco quiera hacer con él.
Está cerca, no podrá alargarlo más. No importa cuánto se esfuerce por prolongar el momento, siente su liberación a punto de salir.
─ Draco… No creo poder aguantar mucho más… Desátame.
─ No. Quiero ver cómo jalas mi corbata de Slytherin mientras te corres.
Su mano derecha viaja hasta la olvidada erección de su novio y dando unos rápidos toques, Harry grita su orgasmo. Las sensuales palabras de Draco aun rondando en su embotada mente. La entrada del Gryffindor se comprime dolorosamente, aprisionando con fuerza la erección que continúa golpeando ese desquiciante punto. Con unas últimas tres estocadas, Draco se viene en el interior de Harry con fuerza, colapsando encima del otro cuerpo.
Ambos tratan de recuperar el aliento, inspirando y exhalando grandes bocanadas de aire. Draco entra en un estado de sopor después de esta magnífica actividad. Harry se remueve un poco al sentir la apacible respiración de su pareja, temiendo que se haya quedado dormido, dejándolo atado a la cama y sin poder moverse.
─ ¿Draco?
─ Mmm…
─ Antes de que te quedes dormido encima de mí… ¿Desátame, sí?
Draco deja salir una risita divertida, la cual rebota en la piel del cuello de Harry, causándole un agradable escalofrío. El moreno siente su corazón palpitar con más fuerza al escuchar la risa de su amante. Sin duda adora oírlo reír. Arqueándose un poco, deja un beso en esa platinada cabellera.
Draco eleva su cabeza y conecta su mirada con esas esmeraldas que tanto le gustan. Acerca su rostro y captura los labios de Harry en un lánguido beso. Con parsimonia, lleva su mano derecha hacia arriba, hasta alcanzar el objeto que comenzó todo esto. En unos pocos movimientos logra desatar la corbata, liberando las muñecas de Harry.
Una vez que siente sus manos completamente libres, rodea el cuerpo encima suyo con sus brazos, dibujando desconocidos patrones en la espalda de Draco. El Slytherin suspira contra el pecho de Harry y levanta su mirada con algo de preocupación.
─ ¿No te lastimaste, verdad?
─ No, la ataste en la medida justa. ¿Cómo es que supiste con cuánta fuerza amarrarla?
─ ¿Recuerdas que una vez te dije que Blaise y yo solíamos hablar sobre ciertas cosas que nos gustaría experimentar en la cama?
─ Sí, lo recuerdo. ─ Responde con un enfadado gruñido, apretando a Draco contra sí con más fuerza, como si quisiera fundirse con él u ocultarlo de alguna amenaza. El rubio ríe con diversión ante esta muestra de celos y empieza a explicar.
─ Antes de que trates de hechizar injustamente a Blaise, te aclaro que sólo eran conversaciones. Nunca pasaron a nada más. En especial, porque Blaise es irremediablemente heterosexual.
─ ¿Así que si no hubiera sido heterosexual, sí habría ocurrido algo?
─ ¿Quieres saber cómo aprendí a atar la corbata o seguirás juzgándome por algo que nunca hice? ─ Reprende con un poco de irritación, haciendo sonrojar al moreno por sus infundados celos.
─ Lo siento. No te enfades. ¿Sí? En verdad quiero saber. ─ Deja salir en un tranquilo murmullo, reanudando las caricias en la espalda de Draco.
─ Bueno, la cuestión es que una de ellas era usar alguna cuerda o tela para atar a nuestra pareja. Y como lo más parecido a eso que teníamos eran nuestras corbatas… fue justamente eso lo que usamos.
─ ¡Pero dijiste que no hicieron nada!
─ ¡Y no mentí! Yo até una de mis manos al poste de mi cama y Blaise hizo lo mismo con la suya. Queríamos saber qué se sentía al jalar esa prenda. Ahí fue donde aprendí con cuanta fuerza amarrarla sin que esta te lastime.
La habitación queda en completo silencio luego de que termina su historia. Harry continúa marcando ininteligibles dibujos en esa relajada espalda. El sueño empieza a vencer a Draco y antes de que sus ojos comiencen a cerrarse, se separa del cuerpo que está aprisionando.
Harry suelta un decepcionado quejido al sentir a Draco salir de su interior y recostarse a su lado, como si hubiera esperado quedarse unidos así por siempre. El Slytherin vuelve a reír ante el claro mohín que el otro realiza y siente un cálido sentimiento ascender desde su corazón. Cuando consigue detener sus risitas, atrae el cuerpo de Harry hasta que este descansa su cabeza en su pecho.
El moreno rápidamente se acurruca y suspira con satisfacción. Inconscientemente, Draco acaricia uno de los brazos de Harry, dejando que esa tranquilidad los envuelva. El letargo comienza a vencerlos y antes de que se pierdan en un relajante sueño, Harry murmura algo contra su pecho mientras evita esas grises iris.
─ ¿Me enseñarás a atarte?
─ Mmm… Lo tendré que pensar seriamente. Esto no es algo que pueda decidirse a la ligera. Todo dependerá de cuántos méritos hagas para obtener tal conocimiento.
Harry ríe ante estas ocurrencias y después de unos minutos sintiendo el rítmico latido del corazón del otro, finalmente deja que el sueño lo venza. Draco continúa acariciando el brazo del durmiente joven de la cicatriz distraídamente. Unas últimas palabras son susurradas al aire antes de caer rendido. Por desgracia, Harry duerme apaciblemente y no logra escucharlas.
─ No necesitas que te enseñe a amarrarme, Harry. Tú ya me has atado a ti mucho tiempo atrás.
oOoOoOo
Notas finales: espero que hayan disfrutado este capítulo. Díganme qué les pareció en un comentario. De verdad me ayudarían mucho para saber si debo corregir algo en la redacción de un Lemon.
Todavía no sé cuántos capítulos tendrá, pero por lo pronto ya me he puesto en la redacción del segundo. Nos leemos en el próximo. Besitos. ^_^
