Holis!, Este es una colaboracion que estaremos haciendo yo y dnlia, esperamos que les guste!
PROLOGO
Podía oír los gritos eufóricos de las personas exigiendo tan oscuro pecado, sin embargo, no los escuchaba, eran como ecos lejanos ausentes a su sentido auditivo. Sintió leves golpes por todo su frágil cuerpo, objetos duros impactaban fuertemente contra ella y la fruta podrida que le lanzaban ensuciaba sus únicas ropas. Elevó ligeramente la mirada y suplicó piedad con sus ojos. Piedad por ella y la otras dos jovencitas que caminaban a ambos lados de ella.
Las cuerdas lastimaban sus muñecas hasta el punto de provocarle heridas que le punzaban son el fuerte roce de las cuerdas manchándolas con su propia sangre. Después de haber sido torturadas quemándoles las plantas de los pies, las hacían caminar el largo camino de la plaza principal del pueblo hasta el acantilado más lejano del lugar, sobre rocas punzantes y tierra que podría infectarle las heridas, sus vestidos se arrastraba y se ensuciaba del lodo formado por la fuerte lluvia de la madrugada. Tenía la mirada perdida, sabía lo que pasaría, ella había sido testigo en varias ocasiones de los que les pasaba a aquellas mujeres, y ahora ella se encontraba en el papel "protagónico". Eran escoltadas por tres religiosos, uno iba en frente de ellas, mientras que los otros dos iban detrás, disfrutando cruelmente de su agonía.
Ella solo caminaba con la mirada pérdida, algo golpeo su cabeza y cayó fuertemente impactando contra el frío lodo, siendo la burla de los espectadores. Sintió un líquido caliente salir de su frente, de pronto alguien la levantó bruscamente, sin tacto y rogó por las suaves caricias que recibió alguna vez en su infancia. La persona que la "ayudó" a seguir en su agobiante sufrimiento y ella se me miraron a los ojos durante unos breves segundos, en cuanto estuvo de pie se limpió la sangre que salía de su cabeza con la manga de su vestido, aun así siguió brotando un poco más. La hicieron caminar de nuevo, levantó la vista y en frente de ellas encontraba un sacerdote con la mirada serena. El mismo sacerdote que alguna vez le sonrió cariñosamente, el mismo que consideró un padre durante su niñez.
Estas criaturas han pecado en contra del santísimo señor Jesucristo, y en contra del Dios todopoderoso, pero no tengan lastima de ellas pues limpiaremos todo su ser, su alma y su cuerpo, para que no quede ningún rastro de pecado y puedan ser perdonadas por nuestro señor, las limpiaremos a través del fuego, pero antes de proceder quiero recordarles que…estas criaturas siempre se mantuvieron en el camino del señor, sin embargo, se han desviado, por esto se ha decidido el darles una segunda oportunidad, si tan solo uno de ustedes se opone nos detendremos y les daremos otro castigo para que puedan volver a ser corderos del señor.
La multitud dejo de gritar y la plaza se inundo de un abismal silencio, el sacerdote observó en silencio, buscando alguna pisca de humanidad, de piedad, de pureza, de perdón, de compasión, pero todo siguió en silencio. Miró curioso a los jóvenes religiosos, sabía que habían sido amigos de infancia de aquellas niñas, porque eso eran, niñas. Al igual que él era el tío de una de ellas, en silencio suplicó que alguien hablara, pero nadie lo hizo…
- Entonces que así sea… - e hizo una señal con la cabeza
- ¡No! ¡Esperen somos inocentes, no hemos hecho nada! - gritó la joven de cabello negro.
Aun así empezaron atarlas en un tronco a cada quien, uno de los religiosos se acercó y empezó a cortar el largo cabello de cada una de ellas y lo guardó en una bolsa. La joven giró el rostro a la derecha y vio que la más joven de ellas, una muchacha rubia, lloraba en silencio. Luego miró hacia la izquierda y vio que la joven de cabello negro seguía gritando, el miedo se reflejaba en su cara. Miró hacia el frente y vio a aquellos muchachos, vio como la suave cabellera que alguna vez tocó con sus delgadas manos, se mecía suavemente por el viento…
Pelirrojo… - susurró.
Grandes llamas empezaron a cubrir sus inocentes cuerpos, las otras jóvenes gritaron inmediatamente del dolor que consumía sus existencias, ella también lo sintió pero permaneció en silencio, aguantando, no era una cobarde. Entonces pensó si acaso Dios las había abandonado, el por qué dios permitía esto, porque no detuvo a aquellos hombre, que pasaría si esto fuera verdad, y entre las llamas una lagrima cayó en el suelo. La lágrima que marcó el final de una historia y el terrorífico inicio de otra.
