Amigas en las buenas y en las malas por Angie Friki Black

Disclaimer: El universo de Harry Potter no me pertenece sino a J.K Rowling.

Este fic participa en el minireto de septiembre para "La Copa de las Casas 2015-16" del foro La Noble y Ancestral Casa de los Black

Frase sorteada: Él es mi amigo más querido y el más cruel de mis rivales, mi confidente y el que me traiciona, el que me apoya y el que de mí depende; y lo más espantoso de todo: es mi igual. - Gregg Levoy.


Esa noche es bastante fría y oscura.

Tal pareciera que el mundo a tu alrededor se fuera puesto de acuerdo para hacerte sentir aún peor.

Lo puedes sentir en los temblores de tus manos heladas, en los escalofríos que recorren tu espalda baja, y en el empañado que has visto en el espejo de tu bolsillo derecho.

Miras a la chica frente a ti, sintiendo un enorme vacío en la boca de tu estómago. Con una mezcla de sentimientos que van desde el enojo, pasan por la confusión, hasta llegar a no sentir absolutamente nada. Aún te preguntas por qué lo hizo, en tu cabeza no cabe el simple hecho de que los haya traicionado.

—Marietta, ¿por qué? —preguntas casi en un susurro inaudible. Por un momento incluso te preguntas si te habrá escuchado.

—¿Por qué, Cho? ¿Aún a estas alturas me lo preguntas? —ella te mira furiosa, una lágrima cae por su mejilla y desaparece antes de tocar sus labios.

Marietta ya te había comentado que los había delatado por su madre.

Le das la espalda y estampas un golpe a la pared enfrente tuyo. Ni siquiera sabes qué decir o sentir en esos momentos; sigues dando leves puñetazos a la pared hasta que sientes como tus dedos se entumecen por el creciente frío.

—¿A estas alturas...? —lo meditas por un momento—. Ni yo sé por qué sigo preguntándolo —tu tono es amargo y sin sentimientos, como si te costara decir aquellas palabras.

Te volteas de nuevo hacia ella, pero al verla bajas la mirada y cierras los puños con tanta fuerza que tus nudillos se vuelven blancos. Te acercas a ella y segundos después se escucha un sonido agudo pero seco. Marietta se lleva rápidamente la mano derecha a su mejilla enrojecida con expresión de asombro.

—¡Eres una idiota! —le gritas para luego abrazarla fuerte mientras dos lágrimas caen de tus ojos.

—Cho... —está perpleja al sentirte abrazarla, sus ojos se abren en gran manera y de estos salen pequeñas y cristalinas gotas de agua salada. Procede luego a rodearte con sus brazos—. Tú eres más idiota.

Sonríes para ti misma riendo por lo bajo, comenzando a sentir menos frío. Porque la conoces muy bien, ella es tu confidente, tu rival, ambas son guardianas de lo que dice y calla la otra; conoces sus muchos secretos y ella también algunos tuyos.

Y sabías muy bien que diría eso.