Nota.— ¡Hola! A quien quiera que esté pasándose por aquí. Quisiera presentarme, pero creo que eso es lo de menos. La verdad los nervios me comen viva y no sé qué decir, (aunque es obvio que no lo pueden notar). Quisiera mencionar que este es mi primer fic, y créanme que en mi vida y lo digo en serio… ¡en mi vida! creí que mi primer fanfic fuera a ser de una categoría ajena a Inazuma Eleven, o, que fuera de una temática diferente al terror, sangre y viseras por todos lados. Al principio pensaba hacer un fic bajo en calidad, solo de práctica. Pero esta categoría me ha mostrado el potencial que hay para la escritura, de lo más bajo hasta lo mejor, por lo que me he decidido poner esfuerzo en él.
En fin, lo único que puedo recalcar es que las cosas jamás salen como las planeas y esto es un claro ejemplo, espero que esta historia sea de su agrado y que les sea tan pasable como lo fue para mí. Los géneros son algo que no tengo muy definidos, pero espero y se logre bien; cualquier duda, comentario o crítica (de cualquiera que fuese) será bien recibida, hagan el favor de expresarlo en un review sería de mucha ayuda para mí; gracias.
Advertencias.— El siguiente fanfic contiene una leve mención de AU (alternative universe). Por lo que Alexy puede llegar a cambiar de preferencias sexuales, el instituto Sweet Amoris no es una universidad común, es un internado; y Nathaniel gusta de Melody, algo que también irá cambiando con el tiempo. En este capítulo no estarán bien definidos algunos personajes.
Disclaimer.— Los personajes y/o lugares de Corazón de melón utilizados en este escrito no me pertenecen, son propiedad de Chinomiko y compañía, sin embargo las adaptaciones a la historia son de mi autoría.
Francia, Instituto Sweet Amoris. Área directiva.
Enero 06 del año 2015, 17:00 horas.
1
El sonido de la cafetera humeante postrada en el escritorio era el único eco que embargaba en la sala. Todo parecía calmado, y el silencio se sentía impecable desde el momento en que la mañana se presentó, como si todos durmieran, vaya… Como si el mundo durmiera.
Mientras acercaba la taza de café a su rostro, sentía como si toda esa paz la pudiese tocar, hacia vibrar su mente y la inhalaba en un gran suspiro mezclado con el fuerte aroma de la bebida, que prontamente, se convirtió en una sonrisa de satisfacción formada al instante.
"Toc toc"
—Adelante —se apresuró a decir en tono sereno antes de tomar un sorbo del líquido. Porque nada, ni siquiera el molesto ruido de la puerta, que consecutivamente toda la semana la molestaba podría arruinar su día hoy; nada.
—Buenos días, directora Shermansky —la saludaba cálidamente el Sr Farres, su fiel ayudante y subdirector del instituto, que mientras entraba a la oficina de su superior llevando en manos unos portafolios, daba un vistazo a su status perfecto.
Las blancas paredes reflejaban lo excesiva que era en la limpieza, los estantes a cada lado del espacioso cuarto estaban llenos de libros llevados estrictamente en orden alfabético, que al verlos, te preguntarías si en verdad los necesitaba o siquiera habría leído alguno; el gran ventanal tras de ella adornado con cortinas rosa pastel era el lugar perfecto para un estricta vigilancia; varios adornos antiguos y maseteros cubrían las esquinas y espacios vacíos del lugar, y frente a él, estaba el escritorio más amplio e impecable que conocía, lleno de papeles, a la derecha un teléfono exclusivo y solo de la dirección, papeles, una computadora bastante antigua (que no aparentaba más de unos diez años cabe decirse), papeles, portafolios, expedientes y un sinfín de… papeles.
A veces él se preguntaba si los archiveros solo eran adornos o en realidad los ocupaba. Tal vez este semestre debería meditar sobre el cobro de los impuestos a los maestros. Sí, eso.
—¿Se le ofrece algo Sr Farres? —dijo la decana, poniendo la taza de porcelana en el escritorio y haciendo que el de lentes saliera de su trance.
Al principio dudó en hablar, más que nada por no saber si la noticia que estaba a punto de darle, iba a afectar las diversas peculiaridades en la personalidad de Madame Shermansky, pero raramente, a juzgar por la serenidad en su voz y la forma tan sutil de sus gestos, dedujo que había sido un buen día de trabajo para ella, uno de los muy pocos a decir verdad. Aun impresionado por dicho suceso se abrió paso y aprovechó a decir ese… impredecible informe.
—Oh, sí. Lo siento, verá estoy aquí porque quería hablar de ciertos… a-asuntos —dijo esto último con un poco de temor, esperando que al informarle las nuevas le diera uno de sus muchos ataques de bipolaridad. En los últimos años la señora directora había aumentado su frecuencia de irritación, y el diagnostico parecía informar que vendrían cosas peores. Tantas veces diciéndole que fuera a reuniones de control para la ira, fallidos. Y lo que es aún peor, las veces que le brindó la oferta fue casi a parar al hospital herido por una taza igual a la que tenía sobre el escritorio. Pero bueno, con un trabajo como el suyo, lo menos que se podría hacer era comprenderla.
—Correcto, ¿Y qué clase de asuntos? —le dijo de una forma amable, inesperadamente rara y con ansias de que le informara las noticias. Algo increíble en ella. La mayoría de las veces que escuchaba nuevas noticias, era equivalente a una fuerte migraña… o una patada en el estómago.
Un suspiro interno embargó todos los rincones de su pecho, su mente estaba confusa por la serena reacción de la mayor y en su rostro se notaba un leve gesto de sorpresa, pero aun así prosiguió. —son asuntos externos, algunas familias están interesadas en las inscripciones semestrales. Ya sabe, les interesa la información sobre los rótulos hmmm… especiales que el plantel ofrece a los padres en favor a sus hijas. —Dijo esto último halando levemente el cuello de su camisa.
—¿Especiales? Ya veo —su tonó cambió a uno más serio y volvió a levantar su taza caliente al rostro, causado alarma y un escalofrío a su acompañante. Al parecer la noticia le estaba empezando a afectar.
—A… así es, ya varias familias han hablado conmigo vía telefónica y están analizando las oportunidades para tener los expedientes completos. Quieren inscribir lo más… pronto posible a sus hijas —por su mejilla logró bajar una gota de sudor frío, a pesar de que en un principio la mayor lucía cálida y radiaba paz, sabía que en cualquier momento podría desatar a la bestia, por lo que trataba de ser lo más delicado posible. Después de los minutos de esperar de pie, automáticamente se sentó en uno de los elegantes asientos de tinte rosa en frete del escritorio con permiso de su jefa, antes de que empezara a notar su nerviosismo.
—¿Lo más pronto posible? —su seriedad subió a un leve tono de alteración, y su seño quería fruncirse conforme sacaba sus palabras. El señor Farres veía venir lo peor.
Tal vez no debió confiarse. Sabía que ese día había sido demasiado perfecto como para que fuese real, sabía que el café estaba en su punto ideal como para ser existente, después de todo ese exquisito aroma de paz que había inhalado al aparecer el sol, ahora solo respiraba la esencia a estrés mezclado con moho del exterior. ¡Oh Dios! después de todo el gozo que vibraba en su mente, el ¡¿Por qué?! Era lo único que ahora divagaba en su cabeza, ¿Qué acaso esas canas no eran suficientes como para darse cuenta que su descanso era mínimo? No sabía porque esto pasaba, cada vez que su amado anhelo llamado "calma" la venía a visitar, el estrés le abría la puerta, lo aplastaba, lo mutilaba en frente de sus ojos y lo echaba al fuego como si de maleza se tratara. La ira empezaba a consumirla, el ardor la estaba tentando y las ganas de gritar frenéticamente para deshacer su desgracia estaban a la vuelta de la esquina, un movimiento en falso y las torres gemelas se reconstruirían para que ella las volviera derrumbar, en un intento de precipitar y rasgar todo a su paso cerró los ojos un instante.
Farres, mientras tanto, solo miraba a la anciana mujer con un nudo en la garganta, no sabía que decir después de que esa noticia la tomara desprevenidamente, pensaba que, como su buen humor se notaba a kilómetros tomaría neutral dicha información. Pero lo que olvidó era que podría causarle una desgracia a su día después de eso, ahora se arrepentía. Pero joder… ¡que arrepentido estaba!, no sabía cómo salir de esta. Ya resignado solo esperaba el aparatoso resultado, porque lo único que logró captar luego mencionar lo anterior, eran varias facetas de ira en los ojos ajenos antes de verlos cerrados. Contaba los segundos, el ambiente era tenso y solo se escuchaba el tic tac en el reloj, pero tenía que hacerlo, era ahora o nunca.
Su garganta seguía seca y en su mente no habían palabras que le ayudaran a calmar el asunto, pero aun así intentaría hablar.
-Direc...
—Me sorprende la tan poca paciencia que tiene la gente —interrumpió al maestro, retomando el aspecto calmado de hace unos minutos.
Y como si se tratara de un acto de magia… todo se calmó. ¡¿A caso era esto una broma?!
—Co… ¿Cómo? —es lo único que atinó a decir. ¡Y es que vamos! él hombre ya venía venir un huracán de ira amenazando por entrar en la costa oeste directo al centro de la capital Farres, y así como si nada… ¿Entra en hemisferio sur?
—Escuchó usted bien, señor Farres. Me parece que a los padres de ahora les falta un poco más de capacidad para tratar con el comportamiento de sus hijos, es obvio, mientras más pronto quieran inscribirlas aquí, más pronto se quitan un peso de encima. ¿No lo cree así? —terminó por agregar, intentando transformar esa incontrolable masa de furor en calma, apretó un poco sus músculos para que su arrebato no se externara. Hoy el estrés no ganaría y como dijo en un principio, nadie le robaría la paz a su día. Nadie.
—Pues… sí —dijo intentando calmarse, estrujando levemente las carpetas que llevaba en manos intentando contrarrestar el nerviosismo. —Tiene mucha razón en eso. Últimamente ha habido varios casos así en la institución, parece que les urge tener a sus hijas en este instituto.
—Bueno, la institución es una de las más demandadas eso no debería sorpréndele. Además dice usted que ya ha tratado con algunos padres de familia por teléfono, ¿Correcto? —nuevamente habló de una forma tan agradable que ya el señor Farres tenía la mente hecha un caos, no sabía cómo reaccionar, por lo que solo asintió a la pregunta. Mientras Shermansky terminaba de dar un sorbo más a su taza atinó a decir una respuesta no esperada por el castaño. —Y si los padres de familia están tan desesperados como dice, pues no los hagamos esperar.
Vaya al parecer hoy es el día de volver loco al señor Farres.
—¡¿De verdad!?, digo… ¿Y qué es lo que tiene en mente? —recalcó aturdido de tantas emociones, aún sin comprender lo que sucedía.
—Bueno, me parece que podríamos hacer que los padres se sientan satisfechos al hacer que sus hijas ingresen prontamente. No esperaremos al próximo semestre, abriremos los rótulos especiales ya mismo.
—¿Está hablando en serio? —dijo expectante al escuchar algo tan drástico.
—Por supuesto, ¿Por qué jugaría así tratándose de mi institución? —le reclamó con un poco de ofensa por tal pregunta, pero no la suficiente como parar en algo más. Y es que si algo era serio e importante para Madame Shermasnky, era su preciado instituto. Jamás bromearía respecto a él; jamás. —Solo limítese a recibir las solicitudes que nos están en puerta, atienda las llamadas de los padres y termine por darles información de lo que soliciten, lo demás lo haré yo. Trate de comunicarlos a mi teléfono, de ahí arreglaremos asuntos y lo afirmado pasará al delegado del instituto, ya sabe, para finalizar la inscripción. Así se acordará todo, ¿Alguna duda? —terminó de decir ofreciéndole una sonrisa.
—N-no por ahora. ¡¿E-eso es todo?! —dijo estupefacto después de que su mente colapsara al escuchar tan positiva a la decana.
—Sí, es todo. ¿Esperaba algo más Farres?, Oh, ¿Acaso creyó que terminaría arrojando todo después de la inesperada noticia que me acaba de dar? —dijo sarcásticamente mientras una risilla escapada de sus labios.
—Ejem… claro, como si eso llegara a pasar —dijo riendo un poco y siguiéndole el juego, mientras que por dentro un "tic" ocular amenazaba con salir.
—Bien siendo todo arreglado, me parece que es tiempo de empezar.
—Sí, entiendo. Comenzaré a trabajar con las solicitudes ya, así que nos vemos luego directora, fue un gusto hablar con usted esta tarde. Le comunicaré de todo lo que se presente.
—Oh, el gusto es todo mío. —mientras Farres se disponía a salir después de tan extraño encuentro, la directora lo acompañaba a la puerta. —Oh, y señor Farres…
—¿Sí?
—Cuando los padres me consulten para tratar los formularios de los archivos, procure decirles que los traigan ordenados por lo menos con un clip. Sabe que odio las hojas sueltas.
—Desde luego directora, me encargaré de que todo vaya en orden, hasta luego. —habló cerrando casi de inmediato la puerta y recargando su peso en ella, cuando un suspiro de alivio salía de su boca. —Bueno, salió mejor de lo que pensé. —Y en su boca una extraña sonrisa de consuelo se había formado.
Se dispuso a salir pronto del área directiva antes de que a la "señora autoridad" le diera por charlar un rato con él. Ya había sufrido bastantes infartos psicológicos por ahora, mientras más pronto se fuera mejor sería para su pulso cardiaco. Caminando por los largos y ahora calmados pasillos del instituto, uno de los múltiples papeles guardados en su portafolio cayó al suelo. Tenía una presentación muy formal y un decorado digno de un sublime trabajo, impreso en papel de tinte rosa y de marco a estilo real, que más bien parecía una carta antigua para la declaración de independencia, sus letras tenían un manuscrito impecable, y si tenemos en cuenta que era la carta de presentación del instituto Sweet Amoris, entonces ya entenderíamos el porqué de tanta excelencia.
Esta era una de tantas recabadas a distintas partes del mundo, pero solo eran copias que servían para su divulgación, la original se encontraba con su creadora y directora de dicho instituto. Aunque el colegio ya llevaba años de prestigio y popularidad al pasar del tiempo, algo que se tenía en derecho de antigüedad era la impecable carta de presentación, que no solo externamente era bella, pues no por nada seguía intacta y sin mínima modificación hasta ahora, su escrito era inaudito y hablaba de lo que era el mismísimo lugar.
Instituto Sweet Love
Prestigiada escuela, nombrada más de una vez "corporación de la enseñanza". Conocida a niveles formidables a través de los países. Cuna del aprendizaje y monumento de la educación. Concordancia de objetivos trascendentales.
Fundada un poco más a veinte años, un quince de diciembre en épocas ilustradas, combatiendo y formando nuevas creaturas de conocimiento y sabiduría desde tiempos memorables, con el fin de ser llamada la institución de educación superior más antigua de Francia.
Contribuyente al comportamiento humano decente y leal, institución creadora de futuros enmarcados por la moderación y pulcritud, formando desde siempre jóvenes femeninas con potenciales eminentes. Creadora de la conducta aplicable a lugares decorosos, rígida interventora para los comportamientos desleales, zurcido de los lazos morales rotos, y renovadora de la formación íntegra.
Postra ante sus manos la llave para la obediencia, brinda el más impecable adiestramiento conductual por su esencia, de rigurosos métodos que aseguren la perseverancia al honor.
Su enseñanza es similar a una orquesta que compone una melodía de afines agudos y transmite paz a los adentros, remienda las cuerdas rotas, armoniza a los malos acordes y refina las notas mal hechas. El Instituto Sweet Amoris es la esencia del sol acabado por la tarde, la luz que compone el camino hacia el éxito y lo pone a favor; la disciplina es el mapa y la postura aplicada es la guía que trasciende los pasos, porque su término más preciado es la cabal aplicación de las buenas normas para la vida.
Su límite es, formar buenas chicas a favor de la sociedad futura.
Buenas chicas, de cortesía pura.
La perfección se basa en el modelo único de una buena chica, del hoy, del mañana y del siempre.
2
—¿Buenas chicas? ¿Hablan en serio?—preguntaba a la joven delante suyo. Mientras terminaba de leer, daba una ojeada con cierta duda a la "dichosa" carta rosácea entre sus manos. Su voz sonaba angustiada y no sabía el porqué.
—Pues claro que sí, esa es la prioridad del Sweet Amoris. Además siempre he querido ingresar ahí, incluso antes de que a Takeru lo aceptaran. ¡Es más, ustedes no habían puesto 'peros' cuando él se fue! —dijo lo último algo exaltada, se notaba cansada de escuchar siempre lo mismo. Sus ojos daban un brillo de apatía ante sus mayores y un suspiro pesado salió de lo más hondo de su ser. ¿Por qué a ella siempre tenían que ponerle bardas en el camino? —Escuchen, sé que es algo difícil de entender pero… de verdad anhelo entrar a ese instituto, y no saben cuánto.
Error. Ellos lo sabían desde que le entró la loca idea de ingresar a un instituto fuera del país. ¿Es qué a acaso no pensaba en otro lugar que no fuera Francia? Efectivamente, entrar al Sweet Amoris siempre había sido su sueño desde que comenzó la preparatoria, y a finales de ella estuvo más insistente para lograr algo. Porque si una cosa es segura, es que no pararía hasta llegar allí; a veces pensaban que ser decidida era más un defecto en ella que una cualidad. Aunque debían admitirlo, una de las cosas más sorprendentes que sucedió a lo largo del período, es que luego de esperar tanto por esa oportunidad, su querido primo Takeru fuera aceptado antes que ella.
—Pero sabes perfectamente que él, es otro caso —dijo volviendo el rostro a un lado.
—No, no es así. Lo dices solo porque él es un chico, pero sé que puedo cuidarme sola perfectamente.
—No. No es cierto, la protección más segura que tienes es aquí con nosotros.
—Oh, de nuevo eso, ¡ya les dije que debo empezar a hacer mi vida sola!
—Oh, ¡y nosotros ya te hemos dicho que no empezarás a hacerlo hasta que tengas la madurez suficiente!
—¡Que quieres decir? ¡Soy lo bastante madura como para llevar mi vida sin ustedes!
—Es que ése señorita, es el problema. ¡Tú qué sabes de la vida, n-no sabes con quien te puedes topar en el camino!
—¡¿Qué?! Se tratar con las personas ¡Tú, parecieras no conocerme!
—¡Porque ni tú misma te conoces!
—¡¿Cómo puedes decir e…?!
—De acuerdo —esta vez habló la única persona que persistió callada desde el principio.
—¡¿Q… Qué?! —tartamudeó el hombre ante la respuesta de su pareja. —¡¿Cómo puedes estar de acuerdo con una idea tan… insensata?! —preguntó con molestia después de levantarse del sofá de terciopelo, mientras daba la espalda a las dos mujeres. No quería verla marchar, era su segunda joya más preciada y tenerla lejos era una de las cosas que jamás se pudo figurarse, ahora entendía el porqué de la angustia que sentía desde un principio.
La mayor de entre las dos féminas se acercó a él y le tomó del hombro para consolarlo. —Estará bien, confiemos, aunque sea un poco.
Realmente las cosas empezaban a ponerse violentas, la adulta sabía que esto terminaría en una riña de duración profunda, incluso, podría haber llegado a mayores que lamentaría después por impedirle algo que alegaba la chica desde hace mucho tiempo. Quería evitarles un disgusto a su relación. Prefería una angustia ahora y no un rencor de por vida.
Un pesado suspiro embargó todo su pecho, lo que le hizo recordar a la chica al inicio de la conversación. Se giró y miró a su conyugue con aflicción para posteriormente, regalarle una sonrisa aún cabizbajo a la chica. —Confío en ti, pero no en las demás personas. Aunque también tengo que aceptar la realidad, debes seguir tu camino independientemente.
—¿Eso quiere decir qué?
—Así es
Una amplia sonrisa se formó en sus labios. Y la felicidad no pudo contenerse en su pecho.
—¡Oh, muchas, muchas, muchas gracias tíos! —efusivamente se abalanzó para abrazar a ambos. —Prometo que no los decepcionaré, ni a ustedes… ni a mi padre.
—Y así lo creemos —respondió casi sin oxígeno la mayor, pero a final de cuentas con sutileza. —Ahora querida, si no te importa.
—Oh, sí, sí. Lo siento —dijo mientras se le escapaba una risita nerviosa y se separaba rápidamente.
—Pero debes prometer que no te dejarás llevar por nadie, y estarás siempre a costas de Takeru —advirtió el mayor con nostalgia en sus palabras.
—Entendido —aceptó sin protestar, de una manera calmada, porque a decir verdad adoraba estar junto a su primo.
—Muy bien, ahora que hemos llegado a un acuerdo, me parece que deberías revisar sobre esas inscripciones de las que nos hablaste —animó la madura a la chica para que preparara todo, después de tanto lo había logrado.
—¡Tienes razón iré de inmediato! —y como alma que lleva el diablo subió las escaleras para dar inicio a lo que tanto había esperado, la felicidad le llenaba el alma y su sueño se cumpliría. Abrió con brusquedad la puerta mientras se adentraba para buscar su laptop, y justo en el momento que ella investigaba sobre el instituto, los mayores aprovechaban para conversar seriamente en la sala.
...
—Estás segura de dejarla ir —comentaba el hombre de cabellos claros en un enaltecido matiz marrón, con notoria angustia, esa angustia que no se le quitaba desde el inicio.
—En realidad, no. Pero es algo que ha estado esperando en mucho tiempo, tanto nos insistió. Yo creo que es lo más correcto —la mujer logró tomar la mano de su acompañante de una manera tan sutil que era difícil reprocharle. A veces se preguntaba que era lo que hacía para llegar a convencerlo tanto, la energía de sus palabras o admirar el color intenso en sus cabellos negros.
—Hmmm… tal vez tengas razón —su mente divagaba, pensaba lo peor, y de un momento a otro; Gruñó. —¡Pero esas ideas no dejan de taladrarme en la cabeza! Sabes muy bien que Akeru puede llegar a ser bastante influenciable y si alguien la llegara a dañar yo… —decía exasperado, volviendo sus manos puños al ritmo de sus palabras.
—Tranquilo, ¿Acaso crees que a mí no me inquietan las cosas que nos ha contado nuestro hijo de esa escuela? —le dijo reprochando con intento de tranquilizarle. Ya era incontrolable su comportamiento.
—Lo… lo siento, pero sabes muy bien cómo son las cosas ahí. No es todo color de rosa como lo pintan en sus cartas, no todo es tan decente y pulcro como lo describen en sus tan definidos escritos. Y tú y yo, lo sabemos perfectamente —lo dijo en un tono serio; tan serio que su esposa juró sentir un frio ceñido en el ambiente. Se levantó del sofá y caminó directamente a la siguiente sala, no habría marcha atrás, todo estaba decidido. —Solo asegúrate que su padre lo sepa.
Y fueron sus últimas palabras.
Se fue lejos del lugar en cuanto vio como la chica bajaba eufórica las escaleras con la computadora en brazos, mientras la señora Hogosha se encontraba con la vista perdida y la mente preocupada.
Y es que si algo era cierto, es que el Sweet Amoris no era el típico colegio con chicas bien desde el inicio, para un futuro de amor y toda la basura libertadora que prometía. ¿A caso alguien se preguntó a qué se refería la directora con eso delos malos acordes y las notas mal hechas?; Simple. A las malas chicas.
Dicho instituto no solo ofrecía un futuro exitoso y todo tipo de beneficios que te inflaran el cerebro pensando que ya tienes un trabajo asegurado egresando de allí, o para pensar que al haber llevado tus estudios superiores en él, tengas un millón y uno ofertares de trabajo. No, el Sweet Amoris era más un reclusorio de menores, elegante y con categoría de cinco estrellas que un colegio de señoritas superdotadas. ¿Y cómo lo sabían? Digamos que ciertas llamadas de su preciado muchacho les mantenían informados de los acontecimientos que la escuela mantenía un poco, resguardados. Efectivamente, el chico había ingresado al colegio, más que nada por lo la demanda, lo que le haría conseguir futuramente un buen puesto y seguiría llevando sus estudios correctamente. Como se puede notar, los chicos solo son elegidos por los promedios en asignaturas específicas, con el propósito de ser tutores en dichas materias y optimizar el rendimiento de las chicas por si su interés era bajo. Pero no nos meteríamos en eso aún, lo importante era que la mención de esos rótulos especiales era algo que preocupaba a los mayores.
Sí, los rótulos especiales.
Dichas inscripciones son solicitadas por muchos padres de familia para dejar a sus hijas en control de la escuela, por su mal comportamiento más que nada. Por rebasar el límite y llegar a instancias penosas, reveladoras e incluso violentas que pusieran en bajo su nivel moral. O sea, que su propósito en dejarlas allí era porque las situaban bajo instancias rígidas que les enseñaran a ser el prototipo de una "buena chica".
Madame Shermansky tenía eso siempre en la mente, y la mayoría de veces su lucha con las chicas de ese rango se volvía una visita a los infiernos que desataban a su demonio interior, tanto así, que sus calmantes ya no eran tan efectivos. ¿Entonces era por eso el temor del señor Farres?, Oh, y no solo el de él, hay que aclarar. Cualquier alma que llegaba a toparse con la furia Shermansky veía su vida pasar frente a los ojos por tres minutos… y luego se distinguía en la puerta del inframundo. ¿Exageración? No lo creo. Las chicas llevadas ahí por ciertos cargos son las típicas que se dedican a hacerle la vida imposible a la querida directora, y no siendo suficiente, su objetivo es denigrar hasta los suelos la escuela. Crean conflictos, levantamientos, peleas, desastre y caos al instituto… y al alma de la directora, claro; ciertamente la vida en el Sweet Amoris no era la típica de un cuento de hadas, en realidad, se asemejaba más a una película de terror barata y mal producida en Holliwood. Los conflictos destacaban, las peleas y las bromas de mal gusto regían una buena temporada el lugar, y eso, si antes la decana no les aplicaba un correctivo. Pero la batalla no solo era entre los directivos y las alumnas, muchas veces los docentes eran el blanco prefecto y las chicas llegadas ahí por buenos índices, caían en los engaños de las demandadas. Porque si algo es seguro en las mujeres, es que nadie puede superarte en lo que te sientes segura, nadie puede retarte sin tener una prueba de lo que en verdad eres capaz. Nadie subestima tu valor.
Aquí gana la que tenga más coraje, y si la chica buena era retada, podía llegar a convertirse en algo más, podrían desatarle la bravía y llegaba a hacerse notar de la manera más vaga para exponer su potencial. Se rebajaba a lo más profundo, era engañada para denigrar su identidad y caía en la trampa de todas las reclusas, solo para demostrar que podía ser mejor, incluso más que ellas; demostraba que no era solo una cara bonita o una resguardada de familia, quería ser mejor y mostrarse tal cual es. Ser mejor sin que nadie se diera cuenta de lo en verdad coexiste en su interior. Hasta dejar ver, lo que en verdad era.
"Porque las buenas chicas,
son malas chicas que nunca han sido cachadas".
Nota.— Y… ¿Qué les pareció? Es la única pregunta que tengo para ustedes por ahora, ruego al cielo porque se entendiera mi idea, ya saben dejen la opinión del fic a través de un review. También me gustaría dar aviso de una pequeña dinámica, o plan (realmente no sé cómo decirle) que tengo en mente. Verán, uno de los propósitos de este Fic, es el aceptar aquellos OC'S que les plazca mandarme; sin embargo es muy notorio que la categoría carezca de chicos para ser parejas de sus OC'S o Sucrettes, por lo que he decidido hacer esto: en este capítulo pondré una ficha exclusiva solo para OC'S chicos, todos los muchachos que quieran mandarme serán aceptados, y podrán anexarlos mediante la ficha que se mostrará a continuación. De este modo daré el plazo de unos días para tenerlos completos, una vez hecho esto, realizaré una continuación con dichos muchachos y la participación, claro está, de los chicos de CDM. Prácticamente a partir del segundo capítulo ustedes tendrán acceso a otra ficha, donde ahí me mandaran a sus chicas ahora sí, para que tengan variedad de parejas y no haya problemas a la mera hora. Sería muy grato para mí que enviaran las fichas de los chicos por medio de un PM, así la discreción me serviría para darlos a conocer mejor en el próximo cap.
Ficha.—
—Nombre y Apellido(s):
—Edad: [entre 17 y 19 años]
—Apariencia:
—Personalidad: [mientras más definida mejor]
—Gustos:
—Disgustos:
—Vestimenta:[casual y formal]
—Metas en la vida: [corto y largo plazo]
—Materia en la que se especializa: [que tenga congruencia con sus gustos]
—Historia: [esta es la parte más importante, deben agregar como ingresaron al Sweet Amoris, su vida fuera (cuando estuvo con su familia entre otras cosas), su vida dentro de ella, relaciones, y en particular… todo lo que se les ocurra. Tienen la libertad de escribir cuanto les plazca, yo con gusto leo]
—Extras: [Algunas cosas que consideren importantes o que olvidaron anexar anteriormente]
Es todo por ahora, agradezco que hayan llegado hasta acá; cualquier duda pueden decírmela y estaré a sus disposiciones. Me despido un saludo de AgH.
