Disclaimers: Los personajes deHarry Potter pertenece a J.K. Rowling y a los que han comprado parte de los derechos de autor, lo cual NO es mi caso, y sólo los utilizo sin intención de lucro alguno, la trama me pertenece, salvo los personajes, como ya se ha mencionado anteriormente.

¡Hola! Bueno, he vuelto, pero no he vuelto del todo(?) Como sea, en fin, es una historia corta (como la mayoría) no hay un día específico para que actualice, así que no voy a mentir, he estado ocupada con el trabajo y a pesar de que tengo muchas ideas flotando por mi cabeza, no hay mucho tiempo/ganas de escribir.

Espero que les guste la historia y que le den una oportunidad, de antemano, muchas gracias por todo.


Capítulo 01: Frustración.

—oOo—

Volvió a ver lo que su acompañante tenía en sus manos, el bordado sin duda era una tristeza de la poca habilidad y destreza en su amiga Demelza en el bordado, sonrío, siempre se quejaba de lo mismo, sus ideas escandalizaban a todas, menos a ella, tenía que admitir que estaba de acuerdo en la mayoría de las opiniones de su amiga, y aunque el mundo las catalogara, a Demelza como la chica loca y desubicada, y a ella, como la centrada y correcta señorita, admitía que muy en el fondo, era igual de liberal que Demelza, aunque no lo expresara tan abiertamente como su amiga. Su padre estaba un poco mal del corazón, y lo que menos quería era enviarlo a la tumba prematuramente. Así que muy bien podía guardarse sus comentarios liberales, sobre que deberían dejarle casarse con que ella considerará, no venderla como si fuese mercancía.

—Ha salido con que se ha enamorado de él –soltó Demelza furiosa –por supuesto que no le culpo, él es demasiado atractivo, y me enfada, que estando yo aquí, en Londres, y ella allá, encerrada con mi tío, lo convenza, juró que me volvería más loca de lo que ya estoy.

—Tranquila, Demelza –intentó tranquilizarla –tal vez él no quiera casarse con tu prima.

—Puedo jurarte que ni siquiera es la hija legítima de mi tío –soltó enfadada –y casar a un hombre de alta cuna con una hija ilegítima, y más a él –dejó el bordado sobre su regazo –mi padre no me dejará ir allá –se lamentó –y tendré que verles casados, eso romperá mi corazón en millones de fragmentos.

—Debes dejar de leer tanta novela romántica –se burló.

Salieron a caminar después de un rato, la sirvienta iba a una distancia prudente de ellas, mientras paseaban por el jardín de la enorme casa de los Robins, Mientras ella intentaba tranquilizar a su exagerada amiga.

—Olvidé que no le conoces, Ginevra –torció un poco de su chal –le conozco desde que éramos niños, le amo desde que... Bueno, un poco después de conocerle.

— ¿Él ha intentado o insinuado algo sobre lo que siente por ti?

—Bueno, él y yo, somos tan amigos como se puede –sonrío –busca mi compañía en lugar de las de las chicas de mi edad.

—Entonces no te preocupes, si tu prima convence a tu tío, él se negará –sonrío –él dirá que no gusta de ella y te elegirá.

—Las cosas nunca son así ¿cierto? –Sonrío Demelza –si mi tío le dice a su padre, que quiere que su hija y él sean un matrimonio, sin duda su padre aceptará, y romperán mi corazón.

—Habla con tu padre y adelántate a los planes de tu prima.

—Ella es una mosca muerta, ha comentado frente a todos su interés por él, yo he sido una chica educada y he mantenido mis sentimientos muy ocultos por él, ahora, si le digo a mi padre, él creerá que es una absurda competencia contra ella.

—A veces creo que es así, Demelza, eres una chica hermosa, creo que podrías conquistar a cualquier caballero, él no es el único.

—No le conoces, mi querida Ginevra, no le conoces, y es mejor, porque eres incluso más linda que mi estúpida prima, así que... Podrías gustarle, y jamás te lo perdonaría, jamás.

—Tus gustos en hombres no son ni de cerca, tan parecidos a los míos, Demelza –le recordó ladeando su cabeza.

—Sigues atraída por el atractivo jardinero ¿cierto?

—Mi padre jamás permitiría algo así, tengo dieciséis años –suspiró –pero quiere que espere al menos a los diecinueve para comprometerme.

—Y entonces tendrás nietos, en lugar de hijos ¿cierto? –Se burló su amiga –consideró que nosotras, deberíamos elegir con quien y a qué edad casarnos, sin importar pasar de los veinte y seguir solteras –bufó enfadada.

—Tú ya estarías planeando la boda, de no ser porque tu prima se adelantó.

—Tengo diecinueve años –le recordó –técnicamente, estoy quedándome a vestir santos, mi querida Ginevra, a este paso, iré directamente a un convento y me consagraré –se burló –y soy hija única, ya de ti, que no hay problema alguno, tienes seis hermanos que realmente seguirán con el apellido.

—Me uniré a ti en el convento si no te has casado en este año ¿de acuerdo? –le sonrío.

—No creo ser digna de tan enorme sacrificio de tu parte, Ginevra.

—No será ningún sacrificio, si alguien tan guapa como tú, no es capaz de conseguir un esposo ¿Qué se espera de mí?

—Tienes muy poca fe en ti –sonrío su amiga –le diré al chofer que te lleve a tu casa, o tu padre no te dejará venir más.

—Te lo agradecería.

El hombre le ayudó a subir, no dijo nada, aunque por lo regular le gustaba informar de sus predicciones para el clima del día, pero ella no insistió demasiado.

— ¿Puede dejarme aquí? –Pidió –el negocio de mis hermanos esta en esta calle, ellos me llevaran a casa.

—La señorita Demelza me encargó llevarla a casa.

—Lo sé, pero la verdad es que no quiero llegar demasiado pronto a casa, a ellos sin duda no les molesta que pase un poco de tiempo antes de que ellos cierren.

—Bien, pero la escoltaré hasta ahí.

—Por supuesto.

Cruzaron la calle, agradecía que el hombre no hubiese insistido en llevarla a casa, no quería llegar y permanecer ahí, quieta hasta que todos llegaran para la cena.

—Lo siento –se disculpó con el hombre frente a ella, que se giró con mala cara.

—Debería sentirlo –dijo serio y su mirada chocó con la de ella.

—No volverá a ocurrir –se alejó un poco y le observó hasta que llegó al negocio de sus hermanos.

—Nos veremos mañana, señorita Weasley.

—Gracias, Amos.

Se quitó el sombrero y el abrigo, los puso en el perchero de la oficina de sus hermanos, que discutían sobre algunas cosas de trabajo, le saludaron y volvieron a esa discusión, no les prestó interés, sino más bien, se dedicó a los libros que ellos tenían, nunca le decían nada, podía tomar todo lo que le llamase la intención, siempre y cuando no fuese algo a medio terminar, porque no querían que algo le pasara.

La verdad era que su familia no era acaudalada, sino más bien de clase media, aun así, sus padres no dejaban que se casara o que algún chico, como el jardinero de los Robins la pretendieran, no es que buscarán venderla con un rico, pero esperaban que el hombre indicado llegara, y no creían que fuera ese jardinero.

La discusión cesó después de una hora, las explosiones comenzaron en el lugar antes tranquilo llenando todo la zona de un penetrante olor a pólvora.

Después de un buen rato, fueron a la oficina, tomaron sus sacos y le indicaron que se alistara, regresarían a casa, ella supuso que ya tenían mucha hambre, así que no opuso resistencia y se encaminó con ellos hasta su casa.

— ¿Qué tal tu día con Demelza? –preguntó Fred.

—Ha sido bastante entretenido.

—Siempre hacen lo mismo ustedes, bordan, tejen, lo que sea, toman té, hacen la siesta ¿qué tan entretenido tiene que ser la rutina? –interrogó George.

—Demelza dice lo mismo y todos la llaman loca y liberal.

—Por qué lo es –admitió Fred.

—Aun así, es una gran amiga –le defendió.

—oOo—

Ginevra ayudó a su madre a poner la mesa, y ayudando en los pequeños toques finales de la cena, la casa estaba llena de algarabía como todos los días, eran una familia muy grande y muy unida, todos sus hermanos se llevaban bien entre sí, y a diferencia de lo que muchos pensaban, a ella la adoraban, era la única mujer, aparte de su madre, y su madre era una señora muy respetada, y según decían, ella había heredado el carácter de su madre, así que posiblemente con el tiempo, ella sería la respetada esposa de algún otro mercader, como su padre, ya que el jardinero de los Robins, estaba más que prohibido para ella.

— ¿Cómo ha sido tu día en la casa de los Robins, querida? –preguntó su padre con una amistosa mirada, sabía lo problemática que podía ser Demelza con sus ideales liberales y sus incómodos comentarios de que las mujeres eran algo más que adornos.

—Bien, me ha dicho que se ha interesado al fin por un pretendiente –sonrío, alterar un poco la verdad no afectaría y ayudaría mucho a su amiga.

—Es excelente noticia, después de todo, creo que su tío, ya está planeando buscar pretendientes para su adorable prima, fueron a la casa de campo, para dar un poco de tiempo antes del baile de presentación.

—Creo que ha mencionado algo al respecto, pero no he prestado demasiada atención, después de todo, es lo que me pediste ¿no, padre?

—Así es, no quiero verte envuelta en chismes pretenciosos, no quiero que la gente murmuré y arrugue sus narices mientras hablan de nuestra familia, esas ideas liberales –se burló.

—Tal vez algún día sean aceptadas ¿no lo has pensado? –Se encogió de hombros Ronald, uno de sus hermanos mayores –no se me hacen tan descabelladas –se encogió de hombros y mordió un trozo de pan.

—Tú también deberías omitirte esas creencias –soltó Arthur Weasley.

—Yo sólo digo, que si ellas son libres de ciertas cosas, nosotros seríamos doblemente libres, padre –le guiñó un ojo a su hermana.

La cena cambio de conversación y se quedó en el olvido el tema liberalista y descabellado, pero para Ginevra, sólo se repetía la información que tendría que darle a su amiga la mañana siguiente.

—oOo—

Ginevra observó el bonito día que pintaba, antes de que lloviera, claro, había pasado una semana, desde que le había dicho los planes del tío a Demelza, ella no lo había tomado nada bien, y para evitar cualquier disgusto a su padre, decidió no presentarse a la casa de los Robins al menos no, hasta que su amiga hubiese dejado el asunto como zanjado.

Se giró cuando escucho la voz amable de su madre, la que usaba cuando había visitas, así que sorprendida se giró, observó a su amiga acercarse junto a su madre.

—No le he dicho a Arthur –murmuró Molly.

—Mi padre le ha dicho la tarde de ayer, ha aceptado, mire, me ha dado una nota –se la extendió.

—Siendo así, no veo por qué negarme, supongo –se encogió de hombros.

—Cierto –sonrío la chica –querida, ve por tus cosas, iremos a ver a mi tío a la casa de campo, pasaremos el verano con él, nos tomará casi un mes llegar allá, así que... Mejor no, toma unas cuantas cosas básicas, como el neceser, y lo demás, usaremos ropa de mi prima, espero que te quede –le echó una mirada crítica.

—Pero... –intento reprochar, pero su madre le dedico una mirada severa –Iré rápido.

Subió lentamente las escaleras, observando sobre su hombro a las dos mujeres que habían comenzado una animosa charla, sólo esperaba que su amiga no la estuviera llevando a un problema con su padre, la creía lo suficientemente loca, como para falsificar la letra de Arthur Weasley.

Las cosas estuvieron listas pronto, el mozo de los Robins subió su pequeño baúl y después de una larga despedida, emprendieron el camino a la casa de campo del tío de Demelza.

—Júrame que no falsificaste la letra de mi padre –le miro suplicante.

—Me costó una semana convencer a mi padre, le dije que si quería que me comportará, te enviara conmigo, eres una chica linda, educada, que sabe controlarse, y por lo tanto, me controlaras a mí.

—Eso no respondió mi inquietud.

—No la falsifique, para nada, tu padre dio autorización para que fueras conmigo, así tal vez, podrías sacarte de la cabeza a cierto jardinero.

—No creo que un verano logre eso.

—No, pero es un comienzo –sonrió y se acomodó en su asiento.

Ginny negó, sabía muy bien los motivos de Demelza para ir a esa casa de campo, quería evitar a toda costa que su prima, terminara casada con el hombre que a ella le interesaba, así era Demelza Robins, luchaba con uñas y dientes, por lo que creía suyo, sin importar mucho, era admirable que lo hiciera, porque con sus pensamientos, era bastante extraño, que un hombre la arrojara a hacer cosas sin sentido, como un viaje de un mes, sólo para evitar que el hombre de sus sueños, se comprometa con su prima.

—Descansaremos aquí, mis señoras –dijo el mozo –está oscureciendo y es un poco peligroso seguir avanzando.

—Está bien –sonrió Demelza.

La tienda que les montaron estuvo bastante cómoda, para estar en medio de la nada, esperando el amanecer para seguir el camino.

—Promete que no harás nada malo, Demelza –pidió.

—No sé a qué te refieres con nada malo, sólo voy a evitar que mi odiosa prima, le ponga sus garras a mi hombre.

—Esto es demasiado por un hombre, y más para ti, y creo que lo sabes.

—No, no es demasiado, bueno, digamos que yo estoy eligiéndolo a él, para casarme, así que no va en desacuerdo con mis ideas –sonrió.

—Pero él no te ha elegido a ti, así que estás comportándote como un hombre, idénticamente, y tú no buscas ser como ellos, eso es lo que dices.

—Él tampoco ha decidido casarse con mi prima ¿lo ha hecho? Él prefiere mi compañía a la de ella, siempre ha sido así, así que no creo que sea un matrimonio impuesto, y menos, si es él quien lo propone.

—Pues no sé qué vas a hacer para que tu prima no se quede con él.

—Realmente, aun no lo sé, tengo un mes para pensarlo ¿no lo crees? –sonrió.

—Sólo te pido que no hagas nada que involucre a mi familia o a mí, Demelza, eres mi mejor amiga, pero… la salud de mi padre es importante, y no sólo para mí, lo sabes.

—No voy a involucrarte en ninguno de mis planes, si eso te deja tranquila, tú estás aquí porque eres mi mejor amiga, porque eres centrada, educada, y una buena persona, serás presentada como eso, mi mejor amiga al llegar a la casa de mi tío.

—Gracias –sonrió.

—No tienes nada que agradecer –la sujetó de las manos –gracias por ser mi consejera personal, Ginny.

El viaje se volvió un poco pesado para Ginny, después de todo, no había hecho un viaje tan largo, no quería ni siquiera pensar en el regreso, sería un martirio completo si es que Demelza no lograba impedir que su prima se hiciera del hombre ese.

—No puede ser tan espectacular para que ella pierda la cabeza así –se quejó Ginny consigo misma.

Se acomodó el vestido lo mejor que pudo y volvió hasta donde la esperaban, negó cuando su amiga le dedicó una sonrisa y subió con ayuda del mozo.

—Será el mejor verano en mucho tiempo, te lo aseguro.

—Sí, lo puedo sentir desde que iniciamos el viaje.

—Hay viajes más agotadores, te lo juro.

—Bueno, estás acostumbrada a ello, yo no.

—Como sea, no seas una quejumbrosa.

—Es frustración, de que me dejé arrastrar a tus locuras.

—Fue tu padre quien se dejó arrastrar, no tú –le guiñó un ojo.

—Ya estamos cerca del pueblo, señorita Robins –informó un mozo.

— ¿En serio? Suena maravilloso.

—Nos tomará al menos un poco más llegara a la casa de campo, pero estamos muy cerca.

—Bueno, al menos ya no es un mes –sonrió la rubia y el mozo se alejó para comenzar a moverse.

—Ya ves, todo saldrá bien.

—Eso es lo que espero, y que no llegues y tengas la noticia de que se van a casar.

—Eres un ave de mal agüero, ¿lo sabías?

—A veces me lo dicen –se burló la pelirroja.

Llegaron a la casa de los tíos de Demelza a medio día, por fortuna, porque pasar otra noche en la mitad de la nada no era precisamente la experiencia favorita de Ginevra, aunque Demelza parecía disfrutar mucho del viaje, tal vez estaba divertida con la mentira que había estado planeando.

—Bien, vayamos a deleitar a mis tíos con nuestra presencia.

—No creo que sea una grata sorpresa mi presencia, al menos.

—Boberías, te adorarán, todos lo hacen ¿qué idiota no lo haría? –sonrió.

—Al menos espero que no me envíen al granero –dijo nerviosa Ginevra.