KONISHIWA~

SOY NUEVA POR AQUÍ, PUES HE LEÍDO MUCHOS FICS NaLu, MÁS NUNCA ME ANIMÉ A HACER UNO. Y PUES... PARA VARIAR QUERÍA PUBLICAR ESTA IDEA ESPONTÁNEA DE UNA DE MIS PAREJAS FAVORITAS:D.

ESPERO SEA DE SU AGRADO.

DATO: Fairy Tail NO ME PERTENECE O^O, ES OBRA DE Hiro Mashima.


Autógrafo

Prólogo—

De todos los lugares a dónde él hubiese ido: ese estaba en último lugar. No recordaba cuando había sido la última vez que había venido a este lugar... es más, no recordaba que hubiera venido a este tipo de lugares antes.

Si bien estaba ahí para hacerle un favor a una amiga suya, era porque prefería eso a: negárselo y que su hermano le dé una tremenda golpiza. No quería problemas, menos con ella, es una buena amiga... Aunque sigue estando ciega por fijarse en su hermano, bien ciega.

Estaba en una librería, donde la gente no dejaba de entrar y hacer fila. Él no estaba exactamente en la fila, mejor dicho, no estaba en la fila. Se encontraba leyendo la tercera parte de Amazing Spiderman, no se lo perdería por nada del mundo. De estar en una fila, parado, esperando llegar y con gente por todos lados, prefería estar sentado en el piso alfombrado, leyendo como Spiderman le pateaba el trasero al estúpido que secuestro a su tía May.

— ¿Puedes creerlo?—le llegó una voz femenina lejana—. ¡La vamos a conocer al fin!—sonaba muy emocionada.

¿Por qué la emoción?—pensó—Es solo un tonto autógrafo de una tonta autora de un tonto libo romántico.

Le había hecho la misma pregunta a Levy y... la verdad es que no entendió sus palabras entreveradas. Cosas de chicas, esa fue la única razón que encontró para explicar aquel extraño interés por el libro ese.

Su vista se poso en la larga fila, provocando que su gesto se torciera.

Puso el comic en su lugar, se colgó la mochila en la espalda, se puso de pie y salió del lugar. Apenas logró salir, el sol le dio de lleno en el rostro y el calor del verano lo inundó por completo. Sin duda el aire acondicionado de adentro no estaba nada mal, ya tenía ganas de volver; pero no, no volvería hasta después de un buen rato. Primero necesitaba refrescarse un poco, tal vez compraría un helado... NO... Un helado no, eso sería admitir que el estúpido de Gray tiene razón, su orgullo se lo impedía. Se decidió por ir a una cafetería, sí, al menos disimularía que va por algo caliente.

Comenzó a caminar en dirección a la dichosa cafetería, esperando con ansias que no hubiera mucha gente y poder quedarse a tomar su delicioso frapuccino de mocca.

Cuando entró al lugar el aire acondicionado lo hizo suspirar y claro el olor a café también. Se dirigió a pedir su frapuccino y cuando lo tuvo en mano se dirigió a una de las esquinas, justo donde pudo sentarse cómodamente a disfrutar de su bebida. Pero antes de poder tomar del líquido una pregunta invadió su cabeza: ¿Qué tiene ese libro que a Levy le gusta tanto? Sin perder un segundo puso el vaso en la mesa pequeña que tenía enfrente y comenzó a buscar el desdichado libro en su mochila. Bingo. El libro estaba en el fondo y una vez afuera, se dispuso a leer la contratapa: 'Sus ojos se posaron en su amiga rubia con sorna: '— ¿Amor a primera vista? Eso no existe.' La vida te hace malas jugadas, más si de amor se trata. Porque hasta en una cafetería el amor puede llegar a ti y detenerte del mayor error de tu vida. Porque las coincidencias no existen, sólo es el caprichoso destino que no te dejará cometer errores y te ayudará –aunque no lo parezca- a llegar a la verdadera felicidad.'

¿Por esto había Levy dejado de divertirse por tres días?—pensó— ¿Por un libro lleno de amor rosa?—siguió preguntándose mientras dejaba el libro en la mesita— ¡Pero qué estupidez!

El joven tomó un poco del delicioso café y tomó el libro.

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.

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La puerta de la cafetería se abrió, esta dejó entrar a una chica de unos diecinueve años, de unos cabellos rubios no muy largos, los llevaba amarrados en una coleta. Tenía puesto unos lentes grandes de sol de montura blanca, lo que impedía ver sus ojos. Tenía puesto una blusa blanca, la llevaba abierta pues debajo tenía un polo naranja de tirantes, unos shorts beige y unas convers del mismo color. Se notaba algo exhausta por los gestos que hacía y los continuos suspiros... bueno tal vez me equivoque.

Se dirigió a pedir un frapuccino.

—...de?—inquirió la señorita de la caja

Se lo pensó un segundo, habitualmente se pedía uno de fresa, pero su horóscopo de hoy decía: ...cambia lo que comúnmente harías.

—De mocca—dijo sonriente entregando un billete.

Unos minutos después, cuando su frapuccino se encontraba en su mano, pasó su vista por el lugar: estaba –casi- lleno y los mejores sitios estaban ocupados. En especial su lugar favorito, lo estaba ocupando una pareja. Cierta envidia la invadió. ¿Cómo es posible que a los diecinueve años no haya tenido ni un solo novio? Era la pura y triste realidad: nunca –NUNCA- había tenido algo con un chico.

Suspiró.

Se golpeó la cabeza mentalmente por aquella repentina envidia hacia la desconocida peli-blanca.

Giró su cabeza hacia el otro lado del Starbucks, lugar donde no solía buscar un asiento. Encontró un silloncito blanco en donde podía sentarse a tomar su bebida, cuando tomó asiento su vista –a través de los lentes de sol que aún no se dignaba a quitar- se fijo en un punto fijo. Un chico de cabellera extraña, color salmón para ser exactos. Estaba de perfil en una esquina del café, sentado cómodamente, leyendo de manera muy peculiar cierto libro. Sus ojos –detrás de los lentes- se abrieron de sobre manera, no porque fuera ese libro, si no porque no esperaba que chicos como él pudieran llegar a leer ese tipo de libros.

Sin poder evitarlo se puso de pie y se encaminó hacia el desconocido.

El joven al sentirse observado levantó su vista encontrándose con una bella joven rubia, a la cual no podía ver a los ojos por los lentes que traía puestos.

— ¿Le esta gustando?—preguntó interesada.

El chico movió la cabeza hacia un lado, algo confundido.

— ¿El libro que lee le esta gustando?—aclaró sonriente.

Se lo pensó un momento: recién había comenzado a leer y eso que había tachado el libro de bobo y rosa.

—Recién he comenzado—le dijo al fin—, la verdad no pensé en leerlo.

La joven rubia se sintió algo desilusionada.

— ¿Puedo?—preguntó señalando el espacio vacío en el asiento curvado.

El joven peli-rosa asintió, tomando su mochila.

—Bueno...—continuó, dejando su frappuccino de moca al lado del de él—...hasta donde ha leído, ¿qué le parece?

Arqueó una ceja algo confundido.

— ¿Por qué la insistencia?—preguntó con...

—Curiosidad—respondió al instante.

La miró por unos segundos, si bien ya se sentía raro hablando de un libro, que no fuera de MARVEL o DC, era aún más extraño hablar con una chica desconocida respecto a eso. Ciertamente, iba a mantenerlo en secreto. Ladeó la cabeza, le incomodaba un poco la situación.

La chica misteriosa notó cierta incomodidad por parte de su acompañante, así que trato de cambiar eso.

—El libro parece.../He terminado...

Ambos hablaron al mismo tiempo, dejaron escapar una risa y él le permitió hablar primero.

—He terminado con el libro hoy, pero no he tenido la oportunidad de hablar con alguien sobre lo que al libro respecta.

Suspiro rendido, era simple curiosidad femenina. ¿Qué podía salir mal?

— ¿Puedo tutearte?

Asintió sonriendo inconscientemente, él también sonrió.

— ¿Quieres sinceridad?—asintió nuevamente—. El libro me resultó muy rosa, hasta llegué a pensar que era estúpido.

Las manos femeninas se cerraron fuertemente.

—Molestaba mucho a una amiga, que por cierto es la dueña del libro, por leer esta sarta de...—levantó el libro con una mano—...no lo sé... ¿estupideces?

Cerró sus ojos con fuerza y frunció los labios. Agradecía que el chico estuviera mirando a otra dirección.

—Pero recién lo he comenzado a leer—soltó una –casi- inaudible risa—, no es tan malo como pensaba.

Un alivio tremendo la recorrió, sus manos se relajaron y sus facciones también.

— ¿En qué parte vas?

—Angela ha cogido el mismo-

— ¿Café?—preguntó.

—...sin azúcar con espuma—completó—, que el chico ese. Y ha comenzado a sentir...

Su frase se quedó en el aire, no pudo evitar fijarse en su acompañante detenidamente. La joven rubia, se estaba quitando los lentes de sol, lentamente, dejándolos en la mesa, junto a ambos frapuccinos de mocca. Sus párpados aún cubrían lo que podían ser ojos azules o verdes, tal vez hasta negros. Pero no, al abrirlos quedo hipnotizado de unos bellos ojos chocolate. Bellos, puros y cálidos. Lo miraban confusos y expectantes. Lo único a que atinó fue a completar su frase.

—...amor a primera vista.


¿MERECE REVIEWS?

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