¡Hola a todos!

Hace dos años publiqué esta historia acá, y por cuestiones (algunas válidas, otras no tanto) la dejé en el total abandono. Después de tanto tiempo, decidí retomarla, porque, como había dicho la primera vez que la subí, la tengo como una especie de reto, o algo así. Es una idea extraña, la cual no sé si agradará del todo, pero, como ocurrió con otros intentos de Fics que tengo publicados, me siento en la necesidad de escribirla, a ver qué resultado obtendré. No es el tipo de trama que suelo escribir, de ahí mi inseguridad. ¡Ya veremos que saldrá!

Los primeros cinco capítulos recibieron algunas correcciones, no muchos cambios, sólo algunas ediciones en la narración. Debido al largo tiempo que dejé esta historia así, decidí eliminarla y subirla de nuevo, con los leves cambios a esos capítulos. Lo que lamento de esa decisión son los reviews que tan amablemente, varios lectores me habían dejado. Pero, probablemente, tener este fic tanto tiempo tirado al abandono hizo que varios se olvidaran de él. Preferí empezar desde cero... a quien lea, ¡muchas gracias por tomarse el tiempo! Saben que cualquier crítica, corrección, comentario, etc... es recibido con gusto.

El primer capítulo...un abre boca que no dice absolutamente nada.

Los personajes protagonistas de esta trama no son de mi propiedad.


Entre los Vivos

Capítulo 1


La sonrisa que adornaba sus labios rosa pintados con un ligero brillo carmesí denotaban lo extremadamente feliz que se encontraba. Pronto le dolerían las mejillas si seguía curvando su boca de aquella forma exagerada; pero era tal la felicidad y el regocijo, que sólo era capaz de eso, sonreír y reír.

- Eres muy malo para los chistes.

- ¡Pero te estabas riendo! – Harry tomó la mano de su novia, a la par que se escabullían dentro de un pequeño local situado en pleno Londres.

- Estaba fingiendo… - acotó Ginny sin evitar una nueva carcajada. Harry la miró, maravillado y divertido.

- Imposible. Sé cuando finges y cuando no.

- ¿Crees conocerme demasiado bien?

- Te conozco demasiado bien. – Le aseguró mientras la atraía hacia sí, para besarla con suavidad.

La cafetería emanaba un agradable olor a café y a pastelillos de chocolate, además de un ligerito aroma a sopa de pollo y verduras. Tomaron asiento en una mesa cerca del ventanal, pequeña, para dos, la misma de siempre. La conocían tan bien que no concebían sentarse en otro lugar.

- Buenas tardes, chicos. ¿Lo mismo de siempre?

- Buenas tardes, Mary. Y no, hoy me apetece un late bien dulce y un trozo de pastel de mazapán – pidió Ginny, observando a la joven.

- Excelente opción. ¿Y a ti, Harry? – la mesera miró al chico de ojos verdes, anotaba todo en una libreta pequeña.

- Lo mismo, pero en lugar de Late, que sea un café bien cargado.

- Ya mismo se los traigo.

- Qué raro que no quieras pastelillos de chocolate – dijo Harry, mirando a su novia por encima de sus gafas.

- No me apetece chocolate, hoy quiero algo distinto.

- ¿Algo distinto? – Harry dejó escapar una pequeña bocanada de aire y sonrió, mostrando todos los dientes. Aquella forma de sonreír enamoraba a Ginny un poquito más.

- ¿Qué pasa?

- Me alegras al decirme que hoy quieres hacer algo diferente – Mary llegó con la orden de ambos.

- Que lo disfruten.

- ¡Gracias, Mary! – exclamó Harry, tomando su tasa, estaba humeante y le calentaba las manos. Era muy obvia su jovialidad.

- ¡Harry! – vociferó Ginny, viéndolo comer – Algo planeaste para hoy – dijo segura. - ¿Qué haremos?

- Es una sorpresa, pero sé que te encantará. Hace mucho me dijiste que deseabas hacerlo.

- ¿Qué cosa?

- Prueba el pastel, está delicioso.

- ¡Harry! – el joven de alborotado y azabache cabello rió ante la exasperación de la pelirroja. La miró; ella parecía una niña pequeña refutando por obtener un dulce o helado. Había cruzado los brazos sobre su pecho y arrugado los labios hasta formar un pequeño puchero que, como siempre, siempre, siempre, le vinieron ganas de mordisquear. Era un dulce demasiado delicioso.

- Amor, es una sorpresa. Come y disfruta tu pastel, luego verás de qué se trata.

- Odio que no me digas las cosas.

- ¿Odias que te haga sorpresas? – el muchacho la miró, elevando las cejas. – Bien, si así es la cosa, creo que tendré que cancelar lo que… - hizo un ademán de coger su teléfono.

- No seas tonto – Ginny tomó su mano y se la apartó del bolsillo donde guardaba el celular. Harry rió, divertido con ella. Esa mujer era su bienestar.

La hora continuó entre charlas, sonrisas, risas, besos cortos, y más sonrisas. ¡Estaban felices!, ambos. La dicha y la bonanza se habían infiltrado en sus vidas y ellos no tenían intenciones de dejarlas escapar. Desde hacía cinco años que el contento coronaba sus almas. Sentían que no necesitaban nada más.

Para Harry, estando con Ginny ¿qué más podría desear? La vida de miseria, miedo, guerra y luchas que tuvo en su adolescencia ya había quedado atrás. Su presente se atiborrada de imágenes futuras en las cuales esa chica pelirroja sería su complemento y compañía perfecta. Y lo mejor de todo, era que sabía que esas emociones y esos sentimientos eran recíprocos. Sabía que Ginny sentía lo mismo, y para él, nada podría ser mejor.

La muchacha dejó a un lado su late y fijó su mirada, brillantemente castaña, en los ojos de su novio. Sonrió radiante, bloqueando sus sentidos con aquel verde intenso que lucía de una forma muy especial. ¡Amaba tanto a ese hombre!

- ¿Terminaste? – Preguntó Harry, sin dejar de penetrarla con sus ojos. Ginny se estremecía, deseándolo con locura.

- Sí. Pero a ti aún te queda pastel. Termínalo, quiero mi sorpresa – él volvió a reír.

- Eres muy impaciente, pelirroja – Harry tragó su último bocado de pastel. Hurgó en los bolsillos de su chaqueta para dar con su billetera y pagó la cuenta. Se levantó a la par que Ginny hacía lo mismo.

- ¿A dónde vamos? ¿Iremos muy lejos? ¿Qué es…?

- Preciosa, tranquila – la atrajo hacia su cuerpo, ya fuera del local. – Para la próxima sorpresa, me aseguraré de no decirte nada.

Ginny formó de nuevo aquel puchero que lo enloquecía. Las ganas de mordisquearlo no se hicieron esperar, acercó su boca a la de ella con lentitud, y apresó entre sus dientes su labio inferior.

El beso tierno se tornó apasionado y ellos bien se encargaron de disfrutarlo. Poco les importaba la mirada que los peatones clavaban sobre ambos al pasar por su lado. Aquello era la gloria, para los dos, y en momentos así no les importaba nada más.

Harry rozó su nariz con la pequeña de Ginevra, y unió sus frentes. Una mano de Ginevra se apoyó en su mejilla y la acarició, suavemente con los dedos. ¡Eran tan almibarados! En exceso, engatusados por la pasión que se proferían el uno al otro.

- ¿Te he dicho hoy que te amo? – ella rió con frescura, apreciando el lado cursi de su novio.

- Sí, Potter, y muchas veces. Pero debo recordarte que no me canso de oír esas palabras. Que tú me las digas… y que estemos juntos, es…

- Te amo… - él no pudo reprimir un suspiro y Ginny no rehuyó en inhalar con profundidad… el aroma que Harry exhalaba era delicioso.

- Y yo a ti… - lo besó, intensamente. La lengua de Harry se unía a la de ella de una forma tan exquisita que mucho no tardó en excitarse. Se apretó contra él mientras Harry, muy a su pesar, separaba su boca lentamente.

- Sigue así, y no dudaré en raptarte ahora mismo para hacerte mía – La voz suave del moreno se tornó ronca y jadeante; Ginny sonrió, deseosa.

- Debo decirte que yo no me resistiré a tus maniobras para raptarme. Al contrario, cooperaré con mucho gusto – fue ella quien mordisqueo el labio inferior de él, succionándolo con suavidad.

- Excelente. Pero posterguemos el plan para dentro de unas horas… - la miró. – Quiero darte tu sorpresa. – Entrelazó sus dedos y jaló de su brazo para empezar a caminar.

O O O O

Ahora maldecía el hecho de no haber llevado una cámara para ese momento. Harry miró divertido la expresión que surcaba el pecoso rostro de Ginevra… era todo un poema, tierno y divertido.

- No…

- Sé que deseas mucho hacer esto – Ginny lo quería, la adrenalina. Deseaba lanzarse de esa manera desde que vieron aquella película de deportes extremos (no muy buena, cabía destacar), y de leer un libro de deportes muggles que Hermione le había dado a su padre una navidad.

- No sé…

- Me dijiste que estaba en tu lista de metas. Recuerdo tus palabras, lo quieres mucho y…

- ¿Saltarás conmigo?

- Por supuesto que sí… - Harry escuchó el grito que profirió el joven de piel oscura que se había lanzado al vacío. Sonaba tan aterrador como divertido. – Quieres hacerlo, ¿no?

- ¡Claro que sí! – Ginny dio un saltito y se tomó de uno de sus brazos, jalándolo con fuerza. - ¡Esto es genial! Mira como cae ese hombre, ¡Dios! Lo que se debe sentir.

- Adrenalina.

- Es genial. Gracias, amor. Y saltar juntos hará que esta experiencia sea aún machísimo mejor – lo besó.

- Siguen ustedes – Exclamó el hombre encargado de sujetar las fuertes y gruesas sogas. – Tranquilos, estarán bien sujetos. Esta soga es de las más seguras que existen. Capaz de soportar hasta al campeón mundial de peso pesado – Informó.

- Podemos invitar a Hagrid – comentó Ginny, emocionada por el momento próximo.

La altura del puente era extremadamente alta, muy alta. ¡Demasiado alta!

- Está muy alto – dijo, cuando se hallaban de pie al borde del abismo.

- Increíble… - la adrenalina corría por las venas de la joven. Harry la miró, y a pesar de los nervios, no evitó reír junto a ella. – ¿Será tan emocionante como el Quiddicth? – le preguntó en un murmullo – Seguramente no, pero será genial.

- Griten con todo lo que tienen… - les sugirió el encargado – Créanme que les gustará. – Sonrió a la pareja.

- ¿Listo? Es increíble. Seguro la sensación no será tan diferente a la que se siente cuando volamos en escoba. – volvió a susurrar, pues el lugar se encontraba atiborrado de Muggles, dispuestos a experimentar lo que es el salto en Bungee.

- Bien, a la cuenta de tres… – La cuenta dio inicio, y Harry sentía sus piernas de gelatina. Pronto sería el momento… aquella pregunta de la cual ansiaba una respuesta positiva. ¿Qué esperar? Ginny estaba loca por él. – Uno… – una de sus manos se encontraba dentro del bolsillo de su chaqueta. – Dos… – sus dedos palparon una pequeña cajita envuelta en terciopelo. – Tres… – Sus propios gritos inundaron sus oídos. No cerró los ojos, los fijó en Ginny, y aquella expresión moldeada en el rostro de su amada, la grabaría en su memoria para siempre.

El viento les atenazó la piel y despeinaba sus cabellos. Sintieron escalofríos, miedo, adrenalina, emoción, impresión, agitación… gritaron con ganas y entusiasmo, presos de una sensación de libertad y esparcimiento.

De un momento a otro, todo pareció ir en cámara lenta. Ginny gritaba como una demente y Harry sólo podía observarla, deleitándose con su felicidad. Llamó su atención agitando sus brazos, como un ave cogiendo vuelo, y ella lo miró. El brillo de sus ojos se apreciaba más vehemente y vivo…

- Te amo… - pudo leer la pelirroja en sus labios, y ella no dudó en decirle lo mismo. Él moreno estiró uno de sus brazos hasta conseguir atrapar la mano de Ginevra. La acercó a él, y aún de cabeza, cayendo de aquella forma tan precipitada, logró besarla con ahínco y frenesí.

- ¿Te quieres casar conmigo? – mostró la cajita que había ocultado en su bolsillo. La sujetaba con tanta fuerza que sus nudillos se blanquearon.

La cara de Ginny fue víctima de un sin fin de expresiones en escasamente, cinco segundos. Un entusiasmo aún más potente que saltar en Bungee se apoderó de ella. Su alma hizo ebullición, ante tanta felicidad. Sus brazos terminaron por rodear el cuello de su novio, aferrándose con toda la fuerza posible hasta lograr besarlo, dejando todo. Harry abrió los dedos soltando la cajita de terciopelo, dejándola caer, y llevó su mano hacia el rostro de su compañera. El tiempo volvió a retomar su velocidad normal, y en tan sólo segundos ya se encontraban abajo. Tal vez habían llegado desde hacía rato. Sí, seguramente. La caída duraba un parpadeo.

La alegría era aún más palpable y llenadora, sí, otro poco más. Todavía de cabeza se besaban con desenfreno, mientras uno de los deportistas que ya se había desatado de la soga les tendía la pequeña cajita que guardaba el anillo.

O O O O

- Ya… aguarda… – de un movimiento Harry se liberó de su camisa. Ginny rió, a la vez que, sin dejar de besarse, se dirigían hacia la habitación del joven azabache. Tropezaron un montón de veces antes de poder llegar a la cama.

Hacían el amor como si fuese la primera y última vez, siempre maravilloso. Se entregaban con brío y sin contemplaciones, ambos insaciables del otro, agitados por sentir la esencia del alma gemela recorriéndolos de punta a punta y creerse los únicos habitantes del planeta tierra. Fundían sus cuerpos y con ellos sus almas ardían con ímpetu.

- Harry… – lo llamó con voz soñolienta, mientras él no cesaba de besar su cuello, deteniéndose un poco en las pequitas de sus hombros. Su corazón aún latía desbocado, aún recuperándose.

- ¿Mmm? – el brazo del joven la apretó más contra sí, y Ginny pudo percibir el latir de su corazón en su espalda, igual de enloquecido.

- Te amo mucho – giró, acomodándose de tal forma que pudiese verlo.

- Y yo a ti – besó su boca con dulzura. - ¿Te gustó el día?

- ¿Qué clase de pregunta estúpida es esa? Por supuesto que me gustó. – el muchacho rió. – Todos los días en los que estoy contigo resultan perfectos, y hoy… hoy fue… - Harry la besó de nuevo.

- Te amo… – le obsequió una caricia bajo la sábana que cubría sus cuerpos desnudos, haciéndola estremecer, buscando provocarla por segunda vez. Lo sintió moverse y rozar cierta parte de su anatomía con sus caderas. Jadeó al verse prisionera bajo su varonil figura, y pensó que no existía mejor lugar para sentirse segura y completamente viva.

- Y yo a ti… – sus manos trazaron caminos por la desnuda espalda del chico, perdiendo el control al volver a sentirlo en su cuerpo. Sus piernas lo envolvieron, y se entregó con total libertad.

Para los dos no podía ni había cosa que los ofuscara, todo era asombroso. Un presente magnífico con un futuro que se imaginaban perfecto, así soñaban ellos.


Nota/a:¡Qué inicio tan cursiiii, Diosi! (Sí, no tuvo muchos cambios)

Saltar en Bungge es algo que quiero desde hace tiempo... ¡algún día! aún temo que esa soga se suelte y no viva para contar lo que sentí!

¡Muchas gracias a quienes llegaron hasta acá! Trataré de ser constante... no pretendo volver a dejarlo por tanto tiempo. Seguiré hasta finalizar, promesa. =)

Un abrazo, y hasta la próxima actualización.

Yani.!