Prólogo

TODO ERA TAN PERFECTO

Todo había sido perfecto. La gran boda, la costosa fiesta, la gloriosa luna de miel…Todo.

Su amor era tan fuerte.

Cuando Sara nació, el se atrevió a pensar que por fin era suya.

La pequeña niña era la mejor prueba de su amor mutuo.

La niña sonrió, sus rizos morenos caían a los lados de su preciosa cara.

A su lado estaba sentada una mujer, sus mismos rizos recogidos en una coleta para apartarlos de la cara. Parecía tan feliz. Al otro lado de la niña había un hombre, su pelo negro un poco revuelto a causa del viento, pero no parecía darse cuenta. La sonrisa de sus labios hacía juego con el brillo que desprendían sus ojos. Se podía casi palpar el amor que sentía en su corazón por ambas mujeres.

Volvió a poner la foto enmarcada sobre la balda, y cogió su vaso de al lado.

El whisky le quemaba la garganta mientras vacía el vaso de un trago.

Todo había sido tan perfecto. ¿Qué había ocurrido, ¿Qué había hecho, ¿era esta otra cruel broma del destino?

Miró por última vez la foto de la balda.

Suavemente acarició la cara de la niña sobre el cristal.

Sintiendo como las lágrimas le quemaban en los ojos, se dio la vuelta y regresó a su estudio.

Los papeles todavía estaban ahí.

Examinó los papeles de nuevo y miró el pie de página.

Bajo una línea, estaba impreso su nombre.

"Erik Destler"

Sintiendo una profunda rabia, arrugó los papeles en su mano.

¡De ninguna manera iba a firmar esto!

Tirando los papeles al suelo, fue de nuevo hacia el mueble-bar para rellenar el vaso.

Sentándose en el sofá de repente perdió interés en su bebida.

Puso sus manos sobre su cara y lloró como no había llorado desde niño.

Continuará.