La chica de al lado
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Capítulo 1
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Advertencias:
-Universo Alterno
-Contenido sexual explícito
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– ¿Queda alguna caja más en el camión?
Preguntó un hombre moreno, adulto y de vestimenta estrafalaria a un joven de llamativo cabello naranja.
– No, esta era la última. – suspiró cansado tras dejar la pesada caja en la entrada de casa.
Ambos hombres entraron exhaustos en el pequeño apartamento medio amueblado y lleno de cajas. Constaba de un estudio, con un baño, un balcón y una estrecha cocina, digna de cualquier estudiante universitario que se alimentaría durante todo el semestre a base de ramen. Sin embargo, ese apartamento no sería ocupado por un estudiante.
– La etapa de tu independencia llegó con antelación, no estaba preparado aún. – habló el padre fingiendo dramatismo.
– Pues yo estaba deseándolo…– susurró
– ¿Qué pasa? ¡Acaso no quieres a tu padre! – gimoteó entre gritos tratando de abrazar a su hijo, el cual tan sólo intentaba quitárselo de encima sin mucha delicadeza.
– ¿Y a ti quién demonios te quiere? ¡Viejo escandaloso!
Forcejearon entre golpes e insultos, era algo bastante común en su extraña relación padre-hijo. Sin embargo, aunque no se lo dijesen casi nunca, se querían mucho. Aquel padre se llamaba Isshin Kurosaki, y su hijo de mismo apellido, Ichigo. El joven apenas tenía 17 años cumplidos, y estaba en su último año antes de entrar a la universidad. Gracias al buen desempeño que tenía en su equipo de futbol, fue fichado por una prestigiosa escuela privada de Karakura y le dieron una beca para estudiar en su centro, además de jugar en su equipo. Era una oferta que sólo un idiota habría rechazado: una escuela con mucho prestigio lo ayudaría a entrar en una mejor universidad, y además, le pagaban un pequeño sueldo por jugar en el equipo de allí. Con la beca, el sueldo como capitán del equipo de futbol y una ayuda de su padre, podría vivir sólo en el apartamento y asistir a aquel centro.
Una oportunidad de oro.
– Será bueno que te vayas habituando a vivir sólo, antes o después tendrías que hacerlo al entrar en la universidad. – el gracioso hombre habló más tranquilo.
– Es lo mejor. Si me hubiese quedado en casa, habría tenido que tardar más de dos horas en ir a estudiar, y otras dos en volver. – suspiró sentándose en la cama sin sábanas. – Me habría pasado casi todo el día en el transporte público y apenas tendría tiempo suficiente para estudiar en exámenes.
– Tus hermanas te echarán de menos, sobre todo Yuzu. Le va a costar acostumbrarse a no cocinar para ti.
– Y yo la extrañaré a ella… y a su comida…– de solo pensar en lo mal que él mismo cocinaba, le hacían dar ganas de volver con su padre a casa.
– Siempre que tengas un momento libre, puedes venir a visitarnos. Y nosotros vendremos a visitarte a ti…– puso cara pervertida – Pero tranquilo, avisaremos primero, no vaya a ser que estés ocupado con una chica…
El puberto de diecisiete años se sonrojó enojado, lanzándole la almohada a la cara.
– ¡Cállate! ¡Viejo verde! – gruñó enojado.
– ¡Ah, vamos! ¡Estás en la edad, hijo! – revoloteó divertido a su alrededor – ¡Tienes mi permiso! Eso sí, siempre con protección.
– ¡Dije que cierres el pico! – lo golpeó de nuevo para que callase. – Vine aquí a estudiar. A ESTUDIAR. – recalcó molesto.
– Y yo le dije a tu madre que sólo veríamos una película en mi casa, y aquí estás tú. – susurró divertido.
Y una vez más comenzaron a pelear. Desempacaron entre ambos todas las cajas y a colocarlas, cosa que les tomó a ambos toda la tarde. Y obviamente, las peleas robaron mucho de ese tiempo. Terminaron cenando juntos unos paquetes de ramen instantáneos que habían comprado hasta que Ichigo fuese a hacer la compra y charlaron más sosegados sobre cómo sobrevivir sólo. La verdad que el joven Kurosaki siempre había sido muy independiente, sobre todo desde la muerte de su madre los hermanos se repartieron las tareas, por lo que no era ningún inútil. Sabía lavar la ropa, limpiar y hasta cierto punto, también cocinar. Sobreviviría.
Se había mudado a aquel lugar una semana antes de empezar las clases, y poco a poco se fue habituando a la zona. El apartamento en el que vivía, si bien era pequeño, también era bastante nuevo y moderno. Además, estaba bastante cerca de su nueva escuela, y más cerca aún de la universidad. Aquella zona, sin duda, era una zona para estudiantes y se notaba por la gran cantidad de jóvenes que se veían.
Cerca de su apartamento, había un pequeño en el que vendían comida y todo lo necesario para el hogar. La verdad que la pareja que regentaba el negocio era de lo más extraña, un raro hombre rubio que siempre sonreía tras un abanico, y la que parecía ser su esposa, una exótica mujer de cabello violeta y piel morena con la que tenía la sensación de que siempre se estaba burlando de él. Sin embargo, no le desagradaban del todo y era la tienda más cercana a su apartamento, por lo cual…debería conformarse con eso.
En aquella semana que llevaba viviendo solo no había conocido a nadie aún, pero supuso que con el tiempo haría amigos en la escuela y quizá conocería a algún vecino. Aunque la opción de conocer a sus vecinos no era algo que le ilusionase demasiado, al menos no a la vecina de al lado. No la había visto, ni saludado, pero si la había escuchado a través de la pared, pues no era nada fina. Aquella mujer, por lo que había podido escuchar, era algo gritona y siempre parecía enojada. En resumen, que la chica no era precisamente silenciosa cual ninja.
Pero un día antes de tener que volver a clases, mientras leía uno de sus mangas tumbado en su cama, algo captó su curiosidad al otro lado de la pared. Si bien no se consideraba una persona cotilla, escuchó ciertos ruidos que le mantuvieron alerta. Al principio creyó escuchar un quejido, por lo que se asustó creyendo que algo le ocurría a su vecina, pero rápidamente cayó en cuenta de que su vecina estaba perfectamente bien.
Los "quejidos" se hicieron más nítidos, y el rostro del pelinaranjo se volvió rojo al instante. Trató de no prestar atención y seguir leyendo, pero no conseguía concentrarse. Aquellos gemidos sonaban demasiado eróticos y él era nada más y nada menos que un adolescente de hormonas alborotadas. Sintiéndose avergonzado de sí mismo, no pudo evitar dejar de escuchar e imaginarse a la mujer que estaría al otro lado tocándose. Porque estaba más que seguro que estaba sola, no escuchó a nadie entrar ni salir en todo el día.
Aquellos gemidos se escuchaban cada vez más altos y jadeantes, parecía ser que la cama de ella estaba contra la misma pared que la suya. Trató de resistir la tentación, pero el bulto de sus pantalones sucumbió ante aquel gemido final que pareció dar fin a su placer. Totalmente sonrojado apretó su entrepierna tratando de calmarla, pero no lo pudo evitar. No era un adolescente que se la pasara masturbándose, pero en ese momento sentía unas irremediables ganas de hacerlo. Y sintiéndose muy culpable, acabó cediendo.
¿Quién sabría que lo habría hecho? Nadie. Sólo él, y sería su secreto. Aunque luego no pudiese mirar a su vecina…o esta resultase ser todo un orco.
Con cuidado de la cremallera, la bajó y fue dando más espacio a su endurecida erección. Bajó sus pantalones lo suficiente para poder bajar también su ropa interior, y cuando lo hizo, su pene se irguió orgulloso. Tan sólo tenía diecisiete años, pero estaba mejor dotado que cualquier adulto. Suspiró al agarrárselo y ya estaba algo mojado, lo que le hizo más fluido comenzar el movimiento de arriba y abajo. Cerró los ojos y fantaseó con cómo se debía ver aquella mujer, y como se lo estaría haciendo, aunque por dentro se sintiese un pervertido.
Así comenzó a seguir un ritmo neutro, apretando fuerte y con su camiseta ligeramente subida para no acabar manchándola. Apretaba sus labios para evitar hacer ruido, ya que visto lo visto, ella también podría escucharlo y eso era lo último que quería.
Mientras tanto, en la habitación de al lado…
La joven muchacha descansó unos segundos sobre la cama tratando de recuperar la respiración. Su falda estaba subida y sus bragas permanecían descolocadas. Había acabado de masturbarse, porque sí, las mujeres también se masturban. Aunque últimamente, lo hacía por aburrimiento. Tras suspirar, se incorporó y se dio cuenta que aquellas bragas deberían ir a lavar, por lo que se las quitó y las echó al cesto de la ropa. Tras un bostezo y estirarse, se acercó a la terraza a por unas bragas limpias que estaban tendidas y medio adormilada se las puso de nuevo.
Mientras las subía y miraba hacia la ropa tendida de la terraza, pudo ver también como el fuerte viento que llevaba haciendo desde hacía dos días, movía con violencia toda la ropa que estaba colgada. Pero en especial se fijó en como una de sus bragas estampadas de Chappy se descolgaban y volaban a la terraza de al lado.
– ¡No…!
Sus ojos violetas se abrieron como platos, y es que su ropa interior más secreta había acabado en la terraza de aquel vecino nuevo al que no conocía. Se maldijo por dentro mientras pensaba que hacer. Desde luego, ir y tocar a la puerta no era una opción. ¿Con qué cara le pedía a su vecino que le diese unas bragas de Chappy a una mujer de dieciocho años? Se reiría de ella y sus gustos infantiles, y eso era algo que no iba a dejar que ocurriese.
– Mierda, mierda, mierda…– dio vueltas por la habitación, mordiéndose las uñas. – Piensa…piensa…
¡Bingo!
Salió a la terraza, y tras mirar donde estaba ubicada su ropa interior, se puso manos a la obra. La distancia entre terraza y terraza no era mucha, casi se podía pasar entre una y otra de un salto, pero obviamente no lo haría o la acusarían de allanamiento de morada. Sin embargo, tuvo un plan más "discreto", y consistía en utilizar el palo de la escoba para alcanzarlas y llevarlas a su territorio. Se pegó todo lo que pudo al extremo de la barandilla y con cuidado de no hacer ruido trató de cazar sus bragas de conejos.
Maldijo su pequeña estatura, ya que de esa forma no alcanzaba su objetivo, por lo que tuvo que subirse a la barandilla y forcejear más. Ya casi lo tenía, pero necesitaba acercarse un poco más. Sólo un poco más. Se apoyó en la barandilla de su vecino y con medio cuerpo prácticamente dentro de la terraza ajena, consiguió enredar sus bragas en el palo. Pero sin darse cuenta, giró la cabeza hacia el interior de la casa y por desgracia…las cortinas no estaban cerradas.
La escena que vio hizo que se sonrojase al completo. Se encontró con un joven y apuesto muchacho con los pantalones medio bajados y tocándose con fervor. Pero cuando ambos se encontraron, la chica casi se cae del susto.
– ¡Ah! – gritó ella soltando el palo de su escoba y escabulléndose lo más rápido que pudo hasta su casa. Ahora, además de sus bragas, también se quedó sin su palo.
– ¡Ah! – gritó también él, rojo cual tomate, levantándose corriendo con los pantalones medio bajados a cerrar las cortinas, cayéndose al suelo en el intento.
Totalmente patético.
Finalmente, ambos cerraron casi al momento las cortinas y se quedaron de pie en medio de la habitación asimilando lo que acababa de pasar. Estaban avergonzadísimos y esperaban que nunca jamás se encontrasen por los pasillos del edificio, o morirían.
– Mis bragas de Chappy…– susurró la muchacha tapándose la boca, con sus ojos abiertos del espanto. – Mierda…
– M-me pilló masturb…– el pelinaranjo se revolvía nervioso el cabello, caminando de un lado para otro totalmente rojo. – Aaaahg….mierda…
Aquella noche, ninguno podría dormir bien.
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Amaneció tras aquel incómodo accidente en el apartamento del Kurosaki, quien ojeroso se levantó con el sonido del despertador. No había dormido más de tres horas, de eso estaba seguro. Malhumorado comenzó a preparar todo lo necesario para su primer día de clases, se vistió con el uniforme que fue a recoger días antes y se comenzó a preparar el desayuno. No podía parar en lo que ocurrió el día anterior. ¿Qué demonios hacía esa tipa asomándose con un palo a su terraza? ¿Estaba loca? Gruñó molesto dándole un mordisco a su tostada con mermelada.
Guardó silencio al escuchar como la puerta de su vecina se abría y como luego el tintineo de las llaves cerrándola evidenciaba que la muchacha se estaba marchando. Suspiró aliviado al saber que no se la encontraría y miró hacia la puerta de cristal de su terraza. Se preguntó que estaría haciendo el día anterior y corrió las cortinas.
– ¿Pero qué…? – se quejó molesto y con el ceño fruncido al ver lo que había en su pequeño balcón.
Mantuvo su tostada en la boca y abrió la puerta corrediza, viendo allí un palo de escoba, sin el cepillo, y lo que parecía ser una tela rosa estampada. Con curiosidad se estiró para agarrar ambas cosas y entró en casa de nuevo. Dejó el palo contra la pared y extendió la tela…que resultaron ser unas bragas con el estampado infantil de un conejo. Soltó las bragas como si quemasen y casi se atraganta con la tostada.
¿Qué clase de mujer adulta usa ropa interior de ese horrendo conejo? Por dentro rió, pero el hecho de pensar que debería devolverle lo que se le había caído, le quitaban todas las ganas de reírse de nada. No podría dejarle las bragas de nuevo en su terraza, con el viento que hacía lo más probable es que se volasen de nuevo…y dejarlas colgadas en el pomo de su puerta no sería de buena educación.
Se agitó el cabello de nuevo nervioso mientras masticaba su desayuno. No le quedaba otra opción. Tendría que devolvérselas en persona aunque no quisiera ni verla, pero sería después de clase. Y pensando en las clases, tendría que irse ya o llegaría tarde. Agarró su maletín y un brick de zumo de la nevera para bebérselo por el camino y se marchó.
Mientras caminaba hacia la escuela no podía dejar de pensar en su vecina. Se sonrojó al volver a pensar en la situación en la que lo había pillado y se juró no volver a dejar las cortinas abiertas cuando fuese a hacer ciertas…actividades. Pero recordó el rostro de la muchacha, y no era nada desagradable. Al contrario, resultó ser bastante atractiva. Aquellos ojos que tenía tan abiertos en aquel momento, tenían un color violáceo poco habitual; y su cabello negro contrastaba muchísimo con su blanquecina piel, a pesar que su cara estuviese totalmente roja.
Una lástima que se hubiesen conocido en esas circunstancias, porque Ichigo pretendía no volver a hablar con ella nunca jamás después de devolverle sus cosas.
Tras caminar un poco más, llegó al imponente centro. Había llegado bien de tiempo, así que fue hacia la entrada a cambiar sus zapatos y dejarlos en las taquillas para ponerse los de la escuela. Pudo escuchar algunos cuchicheos de otros alumnos preguntándose cosas como "¿quién es ese chico? ¿Acaso es nuevo? ¿Ese cabello es natural o teñido?", pero ni se molestó, ya estaba más que acostumbrado. Trató de buscar en el mapa del centro dónde se encontraba su clase, y tras perderse unos segundos entre los pasillos, dio con la acertada.
Aún no habían comenzado las clases, pero por lo que vio en otras aulas, algunos alumnos ya permanecían en sus asientos. Pensó que sería un buen momento para entablar conversación con alguien y hacer algún amigo. Sin embargo, al abrir la puerta de su clase, se llevó una gran sorpresa. Sus ojos se abrieron de golpe y sin poder decir nada, señaló a la persona que tanto lo sorprendió.
– ¿¡Q-qué? ¿Tuuu?! – gritó
Señalaba acusador y comenzando a sonrojarse a la muchacha de ojos violetas y cabellos negros que el día anterior irrumpió en su terraza, pillándolo in fraganti en medio de aquella vergonzosa situación. Ella, como no era para menos, reaccionó de igual manera, levantándose asustada de su sitio y señalándolo de igual manera. Todos en la clase observaron la extraña escena entre cuchicheos.
– ¿¡Q-qué haces tú aquí? – gritó ella de igual manera.
Definitivamente, la independencia de Ichigo no empezaba con muy buen pie…
Continuará…
Bien, hasta aquí esta pequeña introducción para saber que tal les parece. Es la primera vez que me atrevo a escribir un Universo Alterno, pero es que tenía esta idea muy en mente y quería intentarlo. Dejenme saber si les gusta y si quieren saber más con un review, me animaría muchísimo a continuarlo, ya que esto de los UA...no son lo mío. Espero que se me de bien :P Tengo pensado hacer un fic algo pervertido,por si acaso no les gusta ese género, será mejor que no sigan la historia xD Este cap fue suave, por ser la introducción, pero en los demás, poco a poco se dará lo hot (? Vamos, resumiendo, va a haber lemon y no del suave. xD Bueno, creo que eso es todo, hay algunas cuestiones que se irán explicando más adelante, así que no sufran, no son incongruencias mías, lo prometo. Por favor, espero vuestra opinión en un review, me gustaría saber que piensan :) Hasta la próxima.
Siento si a veces acabe siendo un poco OoC, pero en un Universo Alterno es difícil que no pase. Sin embargo, trataré de que no sea algo exagerado.
Con cariño.
Atte: HanaBerry
