Disclaimer: Gundam Seed no es de mí propiedad. Sólo el OC dentro de la historia.
Cuando todo comenzó, no pudo evitar el sentirme pérdida, completamente desorientada porque no sabía qué rayos era lo que sucedía en esta ciudad. Siempre creí que Heliopolis era pacifica, una colonia neutral cómo el famoso país de Orb, pero cuando mis alrededores se vieron rodeados en llamas, sabía que todas esas cosas bonitas que decían presumir eran puras patrañas. La guerra había llegado a Heliopolis, y nadie estaba enterado de ello.
La zona comercial era en dónde me encontraba en aquel momento, simplemente buscando partes y herramientas mecánicas para mi uso personal. Todo había estado bien, hasta que un rayo de luz se vio en el cielo y luego, una gran explosión. Todo el mundo se había puesto a gritar, echándose a correr a las capsulas de evacuación esperando así salvar sus patéticas vidas. Al principio, no me había movido. Me había quedado a mitad de la calle, completamente embelesada por aquellas maquinas que se encontraban volando en el cielo. ¿Cómo les hacían llamar? No lo sabía, pero deseaba saberlo. Deseaba saber todo de esas maquinas.
-¡No!- escuche gritar muy cerca de mí. -¡No quiero morir!- ese grito femenino me llamó la atención, y esta vez voltee a ver de quién se trataba. Era una niña que se encontraba desesperadamente corriendo, llorando y empujando a la gente que cómo ella, deseaban salvarse.
Otra explosión se escuchó, y ella cayó al piso. Fuego lentamente apareciendo en dónde ella se encontraba. Se veía demasiado patética. Sus gritos seguían, y ella no hacía nada por ponerse de pie. Pero de pronto, sus ojos se posaron en mí, y la expresión en su rostro hizo que me sobresaltara un poco.
-¡¿Qué se supone que estás haciendo allí parada?- me grito, exigiendo una respuesta. -¡Tienes que salvarme! ¡Debes de ayudarme!
Oh.
Eso fue lo que pensé después de que dijo esas palabras. ¿Enserio debía? En realidad, su vida o la de todas las personas que vivían aquí era lo que menos me importaba.
Otra explosión, su llanto incremento.
-¡Por favor!- esta vez me había rogado. Ahora se veía aun más patética, y eso me hizo sonreír. Quizá en un futuro, ella me podría ser un tanto útil.
A lentos pasos me fui acercando, mis ojos observándola atentamente. Ahora que la veía de cerca, parecía una chica de más o menos mi edad, su cabello desordenado de color rojizo llegando al violeta y unos ojos color gris que imploraban por ayuda. Sólo me limité a suspirar.
-¿Estás bien?- le pregunte de forma aborrecida, aun así sabiendo la respuesta que iba a recibir.
-¿Acaso parezco estar bien?- nuevamente su temperamento había explotado.
-Mi error.- alcé las manos de forma culpable, dándole una corta sonrisa. -¿Estas lastimada de alguna parte?- me puse a su altura, y le pregunte. Ésta vez más seria sobre el asusnto.
-M-mi pierna…- murmuro.
Voltee a ver sus piernas cómo dijo, y me percate que su rodilla izquierda estaba sangrando un poco. Era una herida superficial. No entendía del porque se quejaba tanto.
-Bien,- comencé a hablar otra vez. La chica me miro. –Haremos lo siguiente…- me detuve un momento, pensando en algo. Cuando una idea no tan tentadora llegó a mi mente, retire la mochila de mis hombros. –Toma mí mano.- la pose frente a su cara y ella un tanto dudosa, la acepto.
De un brusco y rápido movimiento, hice que se pusiera de pie.
-¡D-duele!- se quejo, pero lo bueno era que ya estaba de pie. Su dolor no me importaba.
-Ponte mi mochila.- se la di, y ella obedientemente acató mis órdenes. Cuando escuche un click, supe que mi mochila estaba bien sujeta a su cuerpo. Y nuevamente, me puse de rodillas frente a ella, incitándola a subir sobre mi espalda. Cuando me percate de que ella seguía allí tontamente parada, me frustre. -¿Qué acaso no estabas llorando por tú vida? ¡Sube a mí espalda!
-¡S-sí!
Con lentitud, comenzó a subirse a mi espalda y yo hice lo mejor posible por sujetarla bien.
-Agárrate fuerte.
Y cómo dije, se aferró a mi cuello, casi ahorcándome. Mire a mí alrededor, dándome cuenta que la antigua batalla se había detenido, pero media Heliopolis estaba sumida en llamas. Comencé a buscar un puerto, una entrada a las capsulas de evacuación. La chica que estaba en mi espalda seguía llorando, diciendo "papá esto y papá aquello". Era una niña mimada, de eso no cabía ni la menor duda.
Habían transcurrido varios minutos y seguía sin encontrar una puerta abierta. En realidad, me había encontrado con varias, pero ninguna quería abrir sus puertas, y eso hacía que la niña llorona siguiera con su capricho. Y a pesar de que me encontraba tan sólo caminando, mi respiración comenzaba a ponerse un tanto agitada. ¡Dios, ella era demasiado pesada! Era delgada, pero al parecer sus huesos decían lo contrario.
-No quiero morir, no quiero…- y su delirio seguía.
Solté un suspiro. –Pronto encontraremos una, así que todo estará bien.
-¿Lo prometes?- sollozó.
Guarde un momento de silencio, dudando sobre la respuesta. ¿Qué prometa qué? –Sí mis palabras hacen que cierres las boca, te lo prometo.
Supongo que mis palabras no le agradaron en mucho, pero cómo si me importara. Giré en una calle a la derecha, dando esquina con una escuela. Y allí, la encontré. Todavía quedaba una capsula que sus puertas estaban abiertas. A pasos un tanto acelerados me fui acercando, y la peli-violeta soltó un corto grito de alegría. Cuando estuve en frente, presioné el botón rojo, y la voz de un hombre fue la que me respondió.
-¿Cuántos son?- me cuestionó.
-Dos mujeres, una esta herida.- dije simple, y en medio segundo el elevador apareció.
Con cuidado fui adentrándome, procurando no golpear a la niña. La puerta se cerró, y el elevador fue bajando. Cuando se detuvo y las puertas se abrieron, nos encontramos con mucha gente, sobre todo mujeres y niños.
-Por favor, busquen un lugar.
Él señor que supuse quién abrió la puerta nos indicó dos lugares que aun estaban vacios, y para mi suerte, estaban separados. Lleve a la niña a uno de esos dos lugares y la tuve que sentar ya que la señorita se encontraba quejándose de dolor. Deseaba el poder quejarme y decirle que no era su madre para tener que cuidarla, pero sabía que no era el momento ni el lugar adecuado para yo soltar mis sarcásticos comentarios. Quizá, cómo ella se encontraba sola en este lugar, haya perdido a sus familiares en el camino. Todos los que nos encontrábamos aquí habíamos perdido algo importante en esas explosiones.
-Gracias,- volvió a sollozar. –Estoy a salvo.- y ahora parecía estar llorando de felicidad.
-Hmp.- fue mí simple respuesta. –De mera curiosidad, ¿hay un medico aquí?- cuestione a nadie en particular, ya que parecía que todos estaban metidos en sus problemas. Aquel señor que nos había recibido al principio fue quién se acerco a mí cuando hice la pregunta, una mano la tenía alzada.
-Yo soy doctor.- su voz era un tanto ronca. La edad y la situación le estaban afectando.
-¿Podría ayudarme con ella? Su rodilla izquierda esta lastimada.- con lentitud, fui retirando mi mochila de los brazos de la niña y la pose sobre los míos. El doctor se puso de rodillas, examinando la herida que la tipa tenía. Oh, se siente extraño estarle llamando a cada rato por niña o tipa, pero igual no sabía su nombre. Y ella no era tan importante como para que me tomara la molestia de preguntarle personalmente.
-Señorita.- no sabía si me llamaba a mí o a la niña que se encontraba atendiendo, pero igual voltee a ver. El señor me miraba a mí.
-¿Sí?
-La herida de esta jovencita no es nada grave, pero no cuento con vendas o desinfectantes de momento.- estaba preocupado y se sentía un tanto inútil por saber que no podía hacer nada de momento y entonces no tuve opción que seguir ayudando.
Abrí mi mochila, llamando la atención de la peli-violeta cómo el doctor. Estuve por unos segundos buscando, y cuando encontré lo que ocupaba, se lo entregue al doctor. Dentro de mí mochila contaba con una venda y un poco de alcohol. Ambos se sorprendieron un poco cuando vieron que tenía ese tipo de utensilios. Simplemente encogí los hombros en forma de respuesta.
El doctor se dedico a limpiarle la herida al igual que vendar su pierna, y yo me fui a sentar y actué cómo si nada me importara. Había algo extraño, bueno, me sentía mejor dicho un tanto extrañada. ¿Qué se supone que eran esas cosas que habían atacado a Heliopolis? Sabía que eran maquinas robóticas gigantes que pertenecían a ZAFT, según la información de las noticias, pero, ¿Qué hacían atacando a una colonia neutral? Supongo que no era tan neutral, ya que si lo fuera esta guerra no hubiera llegado.
-Nee
Cuando escuche esa voz levante la mirada, encontrándome otra vez con esa niña. Arque una ceja, esperando en silencio lo que sea que me iba a decir o preguntar.
-¿Cuál es tú nombre?- esa pregunta me había tomado un tanto desapercibida. Por un momento dude en responder, pero después no me importó.
-Haru…
-¿Haru-san, eh?- dijo en murmuro, como si de esa forma intentara aprenderse mí nombre. Eran dos simples sílabas, un kanji…no estaba tan difícil de aprender. –Mí nombre es Fllay, Fllay Allster.
Me dedico una sonrisa, posando su mano frente a mí cara. ¿Huh?
-Mucho gusto en conocerte, Haru-san. E igual gracias por haberme salvado la vida.
Al escuchar esa oración cuanto desee el poder mofarme por completo. No era que yo deseara salvarla, sino que ella me lo exigió. Me sorprende su cambio de personalidad inmediata…
"La alerta ha llegado a nivel 9, todas las capsulas serán enviadas al espacio"
Una grabación se escuchó entre nosotros, y la gente que se encontraba dentro comenzó a preocuparse más por la situación. Todos comenzaron a irse a un asiento, abrochando sus cinturones en forma de precaución. Fllay se sobresalto demasiado, y ella casi de inmediato tomó asiento. El terror y preocupación nuevamente estaban reflejados en su mirada.
"Repito: todas las capsulas serán enviadas al espacio, favor de tomar medidas de seguridad. Heliopolis ya no es segura"
Para empezar…este lugar nunca fue seguro.
Varias alarmas comenzaron a sonar a los alrededores, y casi de inmediato, esta capsula comenzó a moverse de una forma un tanto brusca. La gravedad hacia su movimiento un tanto extremo. Una niña estaba llorando, aferrándose al vestido de su madre ya que no sabía lo que ocurría, y sentía miedo. La madre de la niña sólo acariciaba su cabello, esperando poder así calmar a su hija y para que ella después no tuviera un ataque de histeria, o cualquier otra persona que estaba aquí.
Después de tanto movimiento, la nave se detuvo por completo, y un foco rojo comenzó a parpadear. La capsula ya no se movía, y el rojo se volvía más intenso a cada momento.
-¿Q-qué está sucediendo?- Fllay cuestionó, un tanto histérica.
Nadie de los que nos encontrábamos dentro quiso responderla. Quizá uno que otro sabía, pero al ver su estado, no querían alterarla más de lo que ya estaba. No pude evitar el sonreír un poco de lado.
-Esa luz significa que la sección de propulsión esta averiada.- dije, y sólo recibí una mirada confusa de Fllay. Suspire. –Significa que la capsula esta fuera de control.
Las miradas que recibí de las personas eran de preocupación y de enojo. Al parecer, no deseaban saber que era lo que estaba sucediendo. -¿Qué?- pregunte en inocencia, mirando a los señores que parecían enojados.
Al final, nadie quiso comentar nada, y permanecieron en silencio. Y al igual que ellos, me quede callada. No había ya nada interesante que hacer de momento. Qué aburrido.
De repente, hubo otro movimiento brusco en la capsula. Un grito salió de la boca de Fllay. La capsula se estaba moviendo, de eso estaba segura. ¿Pero porqué? Sin la sección de propulsión esta capsula no podía moverse, sólo podía flotar entre la gravedad y nada más. Quizá…sólo quizá, algo nos hubiera agarrado. Pero que supieran, las naves de ZAFT eran las únicas que se encontraban aquí fuera en el espacio, ya que después de todos ellos fueron quiénes atacaron Heliopolis.
Esta vez, preferí guardarme esta información para mí misma en vez de decir algo. Hubiera sido divertido, pero no deseaba ser odiada más de lo que ya era.
Cuando pasaron unos minutos, la capsula se detuvo por completo, y después hubo un corto golpe, cómo si se hubiera estrellado contra algo un poco duro. Se podían escuchar voces. Las personas que estaban aquí comenzaron a preocuparse, no sabiendo la situación actual ahora. ¿Nave de la alianza, o ZAFT? Cuál de dos…La puerta que se encontraba en el techo se abrió, mostrando un rayo de luz que resultaba ser una fuerte lámpara, y después, un señor que vestía de prendas medio anaranjadas se asomó. Todos soltaron un corto grito de alegría, suponiendo que ahora ya estaban a salvo. Los señores que se habían mostrado nos dieron una sonrisa, y extendieron sus manos para poder ayudarnos a salir de aquí.
Primero dejaron que los niños salieran, y después las mujeres. Fllay estaba aferrándose a mí brazo, y cuando nuestro turno de salir llegó, ella me insistió a salir primero. Cuando sentí mí brazo liberarse, tomé las manos de esos señores, y salí. Los ciudadanos que habíamos salido estaban en una esquina, todos reunidos, esperando que fuera a pasar después.
Gracias a la gravedad que había en la nave, fue fácil el poder bajar de esta capsula, y siendo honesta, era divertido el poder flotar de esta forma. Cuando toque el piso, me dedique a mirar mis alrededores, buscando respuestas. Y cuando lo vi, comencé a dudar. Allí se encontraba una de esas maquinas que habían atacado Heliopolis. Cuando volvió a fijar mí mirada en Fllay, me di cuenta que ella estaba abrazándose con un niño, llorando en sus brazos.
-¡F-fllay! ¿E-eres tú Fllay Allster?- el chico exclamó, sorprendiéndose ante su presencia. –Así que té estabas dentro de esa capsula.
-¿Qué es lo que pasó con Heliopolis? ¿Qué ha ocurrido allí? ¿Qué sucedió?- seguí alterada, y ahora se había encontrado una nueva víctima para molestar. Oh que suerte, ya no tengo que estar de niñera.
Me encamine a dónde los demás civiles se encontraban, y de en vez en cuando me dedicaba a escuchar la plática que Fllay mantenía con aquel chico de cabello café. Fllay estaba atacando con pregunta tras pregunta, no dejando que el chico respondiera a cada cosa. Hubo una pregunta que me llamó la atención, y trate de poder escuchar la respuesta.
-E-esta nave le pertenece a la Alianza Terrestre…
-¡No puede ser, también hay un Mobile Suit a bordo!
Así que Fllay sabía el nombre de esas cosas. Mobile Suit. Algo me dice que tengo que dejar de ser una ignorante del mundo y prestar más atención a las cosas que ocurren a mis alrededores. ¿Cómo es que ella lo sabía y yo no? Eso me frustraba un poco.
Después de que todos habíamos salido de las capsulas y nos reuniéramos, los soldados que estaban a bordo nos dijeron que les siguiéramos, y la mayoría en silencio acató ordenes. Mientras íbamos en el recorrido, me quede observando cada parte de este lugar. Los pasillos eran amplios, tenían barandales anti-gravitacionales que ayudaban al movimiento. Era asombroso. Cuando se detuvieron los soldados, unas puertas se abrieron y nos indicaron que debíamos permanecer allí hasta nuevo aviso. Era una cafetería, y allí dentro había más civiles cómo soldados. Esos que parecían estudiantes se nos quedaron viendo, y después ellos regresaron a sus conversaciones. Cada persona se dedico a buscar un lugar, y cuando me di cuenta, todos ya estaban ocupados. No le di en mucha importancia, y me fui a recargar a una esquina.
Las puertas nuevamente se abrieron, mostrando a Fllay y a ese chico. Los estudiantes se sobresaltaron a ver a esos dos que habían ingresado, y el chico de cabellera naranja se puso de pie, una sonrisa en su rostro. Fllay también sonrió y lágrimas nuevamente invadieron sus ojos. Se movió rápido, y gritando "Sigh", fue a abrazar al chico por el cuello. El castaño sólo se quedo observando, y su mirada se lleno de tristeza.
¿Amor no correspondido?
Ah, la adolescencia.
Los estudiantes se quedaron conversando, todos felices por encontrar a su amiga en un buen estado. Al parecer nadie había notado la herida que tenía. De un momento a otro, y agarrándonos desapercibidos, la nave comenzó a moverse. Las puertas de la cafetería se habían nuevamente abierto, y los mismos soldados que nos escoltaron estaban allí parados.
-A todos los civiles que salieron de la capsula,- comenzó a hablar, llamando la atención de todos. –favor de hacer una fila. Necesitamos tomar sus datos, por favor háganlo en orden y silencio.
Los civiles acataron órdenes, y comenzaron a ponerse pie. Fllay miro a sus acompañantes, y después sus ojos comenzaron a deambular dentro de la habitación. Estaba buscando algo, o mejor dicho alguien, y esa persona al parecer era yo. Mis sospechas fueron ciertas cuando sus ojos se posaron en mí.
-¡Haru-san!- exclamó mi nombre, y alzo una mano. Sus amigas le miraron en duda, al igual que yo. En un lento movimiento comenzó a acercarse a mí y cuando la tenía en frente ella tomó mis manos entre las suyas. –Ven, Haru-san.- me jaló junto con ella, levándome a dónde sus amigos estaban.
Todos miraban a Fllay, y después sus miradas se posaron sobre mí. No puedo evitar el sentirme incomoda. Cómo detestaba ser el centro de atención.
-Ella es Haru-san,- comenzó a presentarme. –Ella fue quién me salvo y me llevo a la capsula.- finalizo con una sonrisa, abrazando del brazo al peli-naranja quién supuse que era su novio.
Todos soltaron una corta exclamación de sorpresa, y el novio de Fllay fue el primero en hablar.
-Te agradezco por haber salvado a Fllay.- dijo un tanto desconfiado. No lo culpaba, era algo normal. Después de todo, es una ley de la supervivencia humana: Nunca confíes en nadie.
-Hu-uh…
-Me llamo Sigh Argyle.
Arqué una ceja, cuestionándome del porque se presentó.
-Haru…- ya sabía que esos estudiantes sabían mi nombre porque Fllay lo dijo cómo si nada, pero por formalidades, tuve que repetirme.
Los otros dos chicos que estaban junto a Sigh le miraron dudosos, y después me volvieron a mirar a mí.
-Kuzzuey Buskirk.- el chico de sudadera verde dijo.
-Tolle Koenig.- el de playera azul le siguió. Yo sólo asentí un poco con la cabeza, sintiéndome aborrecida por sus presentaciones.
La chica que tenía un vestido naranja llamativo se posó frente al chico llamado Tolle, y me dedico una sonrisa.
-Mí nombre es Miriallia Haww, gracias por haber salvado a mí amiga.
Ella, al parecer, me tenía un poco más de confianza. Voltee a ver al otro chico de cabello castaño, y me percate que sus ojos me miraban un poco desconfiados, pero también la inocencia se reflejaba. Supongo que él también estaba agradecido porque salve la vida de su amor no correspondido, pero a la vez no deseaba confiar. La gente de ahora si aprende.
-K-kira Yamato…
¿Kira Yamato? Su nombre me resultaba un poco familiar, pero descarte aquel pensamiento de inmediato cuando sentí que Fllay nuevamente estaba jalando de mí brazo. Me comenzó a decir que era mejor ir a ver eso de datos personales con los oficiales y que después íbamos a seguir hablando con sus amigos. No dije nada, y deje que siguiera jalándome.
Cómo se habrán dado cuenta, éste Fic está basado en el mismo anime de Gundam Seed, sólo que he agregado un personaje que es mí OC. Espero poder tener bien las personalidades de todos los personajes. Ah, y una cosa. No será un mary-sue. Pero si por error hay un episodio que lo es, favor de decirme y de inmediato me pondre a corregir su contenido. Creo que no di a conocer las parejas, así que me pondre a escribirlas.
KiraXLacus...aunque habrá el KiraXFllay ya que me baso en el anime
AthrunXCagalli
Slight-KiraXOC
Por esa última, es sólo cómo amistad. Él OC de este fic no tendra pareja, ya que no quiero arruinar en mucho el verdadero anime. Espero poder continuar pronto con el siguiente episodio, pero no aseguro nada. ^^
Gracias por leer sea quién sea que haya deseado leerlo, y espero que tengan al tanto que la advertencia es que hay un OC.
